Hay ladrones de arte de todo tipo: inteligentes, chapuceros,
violentos... No existe un común denominador para este tipo de
criminales.
En cambio, todos los falsificadores —o al menos los buenos falsificadores— tienen el mismo perfil: saben pintar, son unos artistas.
“Hay casi tantas falsificaciones como pinturas auténticas”, afirma un experto policial, quizás un tanto hiperbólicamente. O no. Porque la policía española decomisa anualmente en torno a un centenar de imitaciones.
Circula en el mundo del arte la broma de que Corot pintó 10.000 cuadros, 25.000 de los cuales están en Estados Unidos.
El chascarrillo se debe a que los paisajes de Jean-Baptiste Corot tuvieron tal popularidad en el XIX que su falsificación se convirtió en una pequeña industria.
Los expertos coinciden en que hay una inmensa cifra negra, imposible de cuantificar, de falsificaciones
. El comprador lo suele saber —entre otras cosas porque el precio que abona es muy inferior— y lo acepta de buen grado.
Así puede presumir ante sus amigos de tener colgado en su casa un goya o un dalí.
En la historia ha habido maestros de la falsificación como el húngaro Elmyr de Hory, el holandés Han van Meegeren (especializado en imitar a Johannes Vermeer) y el británico Tom Keating, capaz de emular a la perfección a Degas, Constable y Samuel Palmer, entre otros.
En no pocas ocasiones, los falsificadores son los secretarios, los marchantes u otros de los allegados al artista.
Algo así sucedió con el genial Salvador Dalí o el burgalés José Vela Zanetti, cuyo falsificador más conocido se ahorcó en su casa en 2008.
¿Qué se falsifica ahora? Mucha obra antigua: Picasso, Marc Chagall, Kandinski, Van Gogh.
En cambio, todos los falsificadores —o al menos los buenos falsificadores— tienen el mismo perfil: saben pintar, son unos artistas.
“Hay casi tantas falsificaciones como pinturas auténticas”, afirma un experto policial, quizás un tanto hiperbólicamente. O no. Porque la policía española decomisa anualmente en torno a un centenar de imitaciones.
Circula en el mundo del arte la broma de que Corot pintó 10.000 cuadros, 25.000 de los cuales están en Estados Unidos.
El chascarrillo se debe a que los paisajes de Jean-Baptiste Corot tuvieron tal popularidad en el XIX que su falsificación se convirtió en una pequeña industria.
Los expertos coinciden en que hay una inmensa cifra negra, imposible de cuantificar, de falsificaciones
. El comprador lo suele saber —entre otras cosas porque el precio que abona es muy inferior— y lo acepta de buen grado.
Así puede presumir ante sus amigos de tener colgado en su casa un goya o un dalí.
En la historia ha habido maestros de la falsificación como el húngaro Elmyr de Hory, el holandés Han van Meegeren (especializado en imitar a Johannes Vermeer) y el británico Tom Keating, capaz de emular a la perfección a Degas, Constable y Samuel Palmer, entre otros.
En no pocas ocasiones, los falsificadores son los secretarios, los marchantes u otros de los allegados al artista.
Algo así sucedió con el genial Salvador Dalí o el burgalés José Vela Zanetti, cuyo falsificador más conocido se ahorcó en su casa en 2008.
¿Qué se falsifica ahora? Mucha obra antigua: Picasso, Marc Chagall, Kandinski, Van Gogh.