Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

13 ene 2013

‘Diccionario biográfico español’, acto II

Los 13 nuevos tomos publicados por la Real Academia de la Historia no caen en graves errores históricos pero mantienen su tradicional amabilidad con los sublevados del 36.

Es que vamos patrás como los Cangrejos.

La Pasionaria, en una imagen de 1936. / Keystone-France (Getty Images)

No hay en los 13 nuevos tomos impresos del Diccionario biográfico español, de la Real Academia de la Historia, entradas de grandes figuras históricas del siglo XX tan controvertidas como la de Franco y otras, publicadas cuando salieron los primeros 25 volúmenes de la obra.
 Las biografías de protagonistas como Pasionaria, Juan Negrín o Largo Caballero están hechas, cuando menos, con pulcritud —caso del historiador conservador Stanley G. Payne escribiendo de Dolores Ibárruri o de su colega Gabriel Cardona retratando al teniente general golpista Jaime Miláns del Bosch— y algunas con reconocimiento a historiadores que son poco del gusto de la casa, como ocurre con Ángel Viñas, citado como fuente prestigiosa por el biógrafo de Negrín. Perdura, eso sí, ese tradicional tono de amabilidad para con los militares sublevados en el 36 contra la República, de quienes se omiten sus episodios siniestros y se glosan sus hazañas.
Dolores Ibárruri. Al poco tiempo abandonó el catolicismo, pero siempre se mantuvo en una actitud de cerrada fe religiosa, en adelante consagrada al socialismo y, a partir de 1920, al comunismo (…) La combinación de elocuencia y pasión, el tono de una voz rica en matices, su estatura alta, su imagen de mujer siempre vestida de negro…, todo se combinaba para formar una imagen ampliamente difundida por el aparato propagandístico del partido y de la Internacional como la comunista española más conocida de la Guerra Civil y luego la española más famosa del siglo XX (…) En 1956, el XX Congreso del Partido Comunista soviético, en que se denunció el culto a la personalidad de Stalin y los grandes crímenes del dictador fallecido, fue un gran golpe para ella (…) Sus funerales fueron apoteósicos, dominados por un gran culto a la personalidad, tanto dentro como fuera del país, únicos en toda la historia de las izquierdas revolucionarias en España”.
Emilio Mola Vida. “El día 21 se entrevistó con Azaña, ministro de la Guerra, que ordenó su detención.
 Fue encarcelado en las prisiones militares de San Francisco, inhóspito caserón, antaño albergue de tropa (…) Participó en la sublevación de Sanjurjo el 10 de agosto de 1932, por lo que se le separó del servicio y pasó a la segunda reserva.
 Por entonces, falto de recursos, fabricó juguetes, escribió cuentos para niños y un tratado de ajedrez sin ser jugador (…) Pronto, al elogiar el aire barojiano de las Memorias, se las juzgaba tan excelentes que ‘por sí solas, le hubieran hecho célebre como escritor político y militar’ (…) El Gobierno, que tenía noticias de los proyectos del Ejército, adquirió armamento en el extranjero y concentró en Madrid y capitales de provincia el material militar y aéreo (…) unos petroleros rusos descargaron en Cádiz y Sevilla armas para las Casas del Pueblo (…) En julio todo estaba ultimado para el alzamiento. Los comunistas, temiendo que se les adelantasen los militares, fijaron su revolución para el 21”.
Juan Negrín. “El envío de las reservas de oro a la Unión Soviética tuvo como objetivo salvaguardar esos recursos de la amenaza de que cayeran en manos del ejército franquista y también financiar los gastos de la guerra (…) Las investigaciones de Ángel Viñas han mostrado que un 27,4% del tesoro movilizado por el Banco de España fue adquirido por Francia y el resto fue a la URSS. A pesar de tan controvertida acción —que ha sido sistemáticamente manipulada por los detractores de Negrín y especialmente por la propaganda franquista—, el proceso contó con el consentimiento del presidente del Gobierno, Francisco Largo Caballero, y con el asentimiento del resto de miembros del Gobierno (…) Fue el chivo expiatorio de los males de una República…”.
Franco y Millán Astray en el acto fundacional de la Legión.
José Millán Astray. “El código de la nueva unidad fue el Credo legionario, basado según su propio creador en el Bushido, el código moral de los samuráis (…) Las Banderas del Tercio con esa magnífica preparación fueron la baza fundamental de Berenguer que evitaron (1921) la caída de Melilla en manos de Abd el Krim (…) De Millán Astray se cuentan múltiples anécdotas, unas favorables y otras no. En el famoso enfrentamiento que tuvo con Unamuno en la Universidad de Salamanca, la frase de ‘¡muera la inteligencia'’ es criticada por muchos historiadores, pero matizada por otros”.
Francisco Largo Caballero. “A sus malas relaciones personales se añadía la progresiva divergencia de sus proyectos políticos, que en el caso del asturiano (Indalecio Prieto) se dirigía a la salvación de la democracia republicana y en el de Largo Caballero se encaminaba abiertamente a la dictadura del proletariado (…) Ante la sublevación militar del 18 de julio exigió el reparto de armas entre las masas obreras. Él mismo, en los días siguientes, visitó el frente de la sierra madrileña vestido de miliciano y armado con un fusil”.
Juan March. “Llegada la Guerra Civil, March fue uno de los principales sostenedores materiales del Gobierno de Burgos, más allá y muy por encima de la anécdota de la compra del Dragón Rapide para transportar a Franco desde Canarias a Marruecos. El máximo conocedor del tema, José Ángel Sánchez Asiaín, no duda en calificar su ayuda financiera como uno de los elementos de la tríada de factores económicos sobre los que descansó el triunfo del bando nacional. Pese a lo cual las relaciones con el dictador gallego no discurrirían en la década de 1940 por cauces de cordialidad y entendimiento”.

 

El Príncipe preside sin Rajoy el funeral por el sargento muerto en Afganistán


En una emotiva ceremonia, el príncipe Felipe impuso ayer a título póstumo la Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo al sargento bilbaíno David Fernández Ureña, fallecido el pasado viernes en Afganistán cuando intentaba neutralizar un artefacto explosivo. Poco antes, don Felipe se había acercado a dar el pésame a la madre, los hermanos y la novia del militar, que estaban acompañados por otros familiares, amigos y compañeros. Fue el Príncipe la máxima autoridad presente en el acto, mientras el Gobierno fue representado por el ministro de Defensa, Pedro Morenés, un hecho que ha encendido la polémica. Porque, sin asunto oficial alguno que lo impidiera, hasta Zaragoza no se desplazó el presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy.
Las reacciones ante su ausencia no se hicieron esperar. Así, el portavoz socialista en la Comisión Defensa del Congreso, Diego López Garrido, lamentó que al acto faltara el jefe del Ejecutivo, más aún al tratarse del primer militar fallecido en una misión internacional desde la llegada del PP al poder.
“Lamentamos la no presencia del presidente del Gobierno, ya que rompe una tradición y supone también perder la oportunidad de transmitir un mensaje de apoyo a las Fuerzas Armadas ante el cumplimiento de misiones que, como se ha demostrado, entrañan graves riesgos”, ha declarado López Garrido.
En su opinión, la ausencia de Rajoy resulta “inexplicable, pues no figuraba ninguna actividad en su agenda oficial”. Fuentes de Moncloa confirmaron que Rajoy estaba ayer en Madrid y justificaron su ausencia alegando que se había decidido que el Gobierno estuviera representado por Morenés. Se da la circunstancia de que el sargento Fernández es el primer militar muerto en una acción violenta desde que el PP llegó al poder.
El funeral, celebrado ayer por la mañana en la sede del Regimiento de Pontoneros y Especialidades de Ingenieros número 12 de Zaragoza, donde estaba destinado el militar fallecido, fue presidido por el Príncipe de Asturias. Al acto asistieron la presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, el alcalde de Zaragoza Juan Alberto Belloch, el presidente de la Comisión de Defensa del Congreso, Agustín Conde, la diputada popular Beatriz Rodríguez-Salmones, y el propio López Garrido.
 El máximo representante del Gobierno fue el ministro de Defensa, Pedro Morenés, a quien acompañaron el jefe de la cúpula militar, el almirante Fernando García Sánchez, y el jefe del Ejército, general Jaime Domínguez Buj. Don Felipe y las demás autoridades dieron el pésame a la novia y a los familiares del militar fallecido, que recibió la cruz del mérito militar con distintivo rojo.
Según fuentes del Grupo Socialista, Zapatero acudió durante su mandato a ocho de los 11 funerales por militares muertos en ataques. De los tres restantes, en un caso la familia quiso celebrar el funeral en la intimidad; en otro, la ceremonia fúnebre, que se celebraba en Las Palmas (Gran Canaria), coincidió con el arranque del debate sobre el Estado de la Nación; y, en un tercero, con un viaje a EE UU invitado por Obama para participar en el llamado Desayuno de Oración.
Esta última ausencia le valió a Zapatero una dura crítica del portavoz del PP, Esteban González Pons, quien le acusó de “confundir las prioridades”.
“A mí me hubiera gustado verlo haciendo esa oración en el funeral de un soldado español que ha muerto en Afganistán, a los pies de la bandera de España. Debe ser muy importante hacer oración junto a Obama”, concluyó el dirigente popular

Rajoy, en caída libre en un momento crítico

Con la actual estimación de voto del PP (29,8%) ningún partido ha ganado unas generales

El PSOE frena su bajada pero está a más de seis puntos de los populares

  • El 96% de los españoles cree que la corrupción política es muy alta , por algo será.
  • La situación de Mariano Rajoy es paradójica: es el presidente del Gobierno con mayor poder real de la historia constitucional y, al tiempo, es el que tiene menos apoyo popular y más baja estimación de voto de todos, a solo un año de su llegada a La Moncloa.Que se vayan los feos....
     En esta situación debe afrontar el 2013 que arranca con los retos más enormes a los que ha tenido que hacer frente un jefe del Ejecutivo en España: la crisis económica y el desafío soberanista de Cataluña, combinados con notables crisis institucionales y políticas.
    Según el sondeo de Metroscopia para EL PAÍS, la imagen de Rajoy cae en picado y la estimación de voto del PP se desploma hasta el 29,8% de los votos.
     Con ese dato nunca ningún partido ha ganado unas elecciones generales en España. Incluso, un partido perdedor no tiene ese resultado desde 1989, cuando el centro derecha se llamaba Alianza Popular (AP), su líder era Manuel Fraga, su voto era del 25% y el PSOE de Felipe González gobernaba con mayoría absoluta holgada desde siete años antes.
     La estimación de voto del PP ha bajado 15 puntos en solo un año en el Gobierno y su desgaste le lleva a estar diez puntos por debajo de su resultado de 2008, cuando perdió por segunda vez frente al PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero.
    Intención de voto. Fuente: Metroscopia / El País
    La debilidad de Rajoy es la de su pérdida acelerada de respaldo ciudadano, con la fidelidad de voto del PP más baja de hace más de diez años, que le lleva a que solo un 45% de sus votantes esté dispuesto a repetir en este momento.
     Su debilidad es también su pésima valoración entre los españoles, ganada con esmero en solo 12 meses
    . Rajoy nunca fue un político carismático o especialmente bien valorado por los ciudadanos, pero ahora es el presidente más rechazado y a un 84% de los encuestados no le inspira confianza.
     Ni siquiera a él parece importarle cuando admite abiertamente que ha incumplido su programa y sus compromisos.
    Cuenta José María Aznar en sus memorias que, tras descartarse Rodrigo Rato, optó por Rajoy como sucesor por su habilidad para manejar y negociar a los nacionalistas.
     La realidad del desafío de Artur Mas en Cataluña pone a prueba ahora esta supuesta virtud del presidente, una vez derrumbada la etiqueta de previsible que él mismo se atribuía.
    IU sigue subiendo (15,6% ) y Rosa Díez es la líder política mejor valorada
    En esa pérdida de respaldo, está acompañado por sus ministros, porque ninguno aprueba y todos siguen cayendo
    . El rechazo afecta a los ministros clave, porque el peor valorado es José Ignacio Wert, encargado de la ambiciosa reforma educativa que requiere de fortaleza política y apoyo social; le sigue Fátima Báñez, responsable de las políticas de Empleo que han de paliar las terribles cifras de paro; a continuación está Alberto Ruiz-Gallardón, el ministro estrella, con la agenda más amplia de reformas y también el más rechazado por los sectores afectados por su gestión en Justicia y luego Cristóbal Montoro, quien como responsable de Administraciones Públicas tiene sobre la mesa el desafío territorial.
    Por el momento no hay visos de cambios en el Gobierno, salvo que Rajoy quiera sacar a Javier Arenas de la sombra.
    La ventaja de Rajoy con este panorama y en un momento tan crítico es que no hay elecciones a la vista hasta las europeas de 2014
    . Y su evidente fortaleza está en que mantiene su apabullante mayoría absoluta en las Cortes y el control de los principales ayuntamientos y casi todas las comunidades.
     También tiene su fortaleza en la debilidad del adversario, porque el PSOE ha mejorado ligeramente respecto al anterior sondeo, pero está en el 23,3% de los votos (5,4 puntos menos que el último resultado en generales).
    La explicación de la estrategia futura de Rubalcaba está más en la física elemental que en la política: primero hay que frenar la caída y luego empezar a pensar en subir. Para eso tiene un año para recomponer su posición ideológica con la tranquilidad de no tener elecciones previstas que, en su caso, se cuentan por derrotas.
     Esa situación la afronta también con un rechazo ciudadano notable y con un 81% de sus propios votantes que dicen no confiar en él.
    Los beneficiados siguen siendo IU y UPyD. La formación de Cayo Lara llega al 15,6% de los votos, casi nueve puntos más que su resultado de las generales de noviembre de 2011. Rosa Díez es la mejor valorada en su gestión política entre los líderes de los cuatro principales partidos.
     

La esclavitud, según Tarantino



Quentin Tarantino (Knoxville, Tennessee, 1963) entra en la habitación de un hotel de Nueva York y con él, el mejor cine de las últimas dos décadas.
 El joven director que rompió todas las reglas y revolucionó a los cinéfilos en los noventa con Reservoir dogs y Pulp fiction ha conseguido en el siglo XXI, a punto de cumplir los 50, revolucionar también la taquilla.
Salvo por el bache de Death proof, Tarantino ha logrado convertirse en un cineasta taquillero estos años: si Kill Bill Vol. 1 y Vol. 2 le llevaron a conectar con el gran público, este le respondió y aplaudió con ganas su violenta e hilarante revisión histórica en Malditos bastardos.
 Tras este éxito, los estudios le dieron el apoyo y todo el dinero que pidió (más de 75 millones de euros) para rodar Django desencadenado, darle una vuelta al western y hablar a gusto sobre el gran tema tabú en Estados Unidos: la esclavitud. Y, además, hacerlo al estilo Tarantino: derrochando sangre, humor y diálogos frenéticos.
Entra con un café en la mano, el pelo despeinado (y más rojizo de lo normal) y viste esmoquin, sin pajarita ni corbata, con la camisa abierta, como si fuera el fin de fiesta.
 Así lo siente Tarantino. Por fin presenta Django desencadenado —que se estrena en España el próximo viernes—, su séptima película como director (según sus cuentas), que llevaba 10 años rumiando, los tres últimos de intenso trabajo
. “Hace solo unas semanas que la he terminado, ahora por fin puedo descansar. Estoy deseando recuperar mi rutina: ver películas, estudiar cine, a mis directores, actores, escribir, reflexionar sobre ellos”.
Ha acabado tan cansado que en la primera entrevista que concedió por Django soltó que se retiraría tras su décima película. “No quiero convertirme en un director de cine viejo”, dijo a Playboy. Hoy, en la presentación internacional en Nueva York (en Estado Unidos en menos de un mes ha superado los 75 millones de euros en taquilla), no quiere ahondar mucho más en el tema: preferiría irse en el momento alto de su carrera.
 Y hacer por fin un western es uno de esos momentos cumbre con los que siempre soñó. “Amo los westerns, pero sobre todo los spaghetti westerns. Pulp fiction para mí era un rock & roll western, Kill Bill tenía muchísimas influencias, y lo mismo en la primera secuencia de Malditos bastardos. Además siempre he usado sus músicas…”, cuenta con su habitual y gratificante verborrea.
“Con Django, la estética del spaghetti western y en concreto el universo de Sergio Corbucci [autor del Django original], me ayudaban a contar la historia, porque son como óperas violentas y casi surrealistas. Y en el Sur de mi país en aquella época la violencia era tan fuerte que no podrías ni creerlo, parece surrealista visto ahora”.
Al aplicar las reglas y la estética del western a una historia del Estados Unidos sureño de esclavos y terratenientes, Tarantino decidió clasificar su propia película como un southern en el que cuenta la historia de Django (Jamie Foxx), un esclavo negro rescatado por un cazador de recompensas, el Dr. King Schultz (Christoph Waltz, recuperando la ironía de su coronel Hans Landa en Malditos bastardos).
Juntos emprenden un viaje a caballo que acabará en casa de Calvin Candie, el caprichoso y sádico algodonero interpretado por Leonardo DiCaprio.
El primer villano que Tarantino odia en toda su filmografía, por cierto. Schultz va por el dinero, pero Django solo quiere rescatar a su mujer, Broomhilda (Kerry Washington), propiedad de Candie. Parece Kill Bill, pero no lo es.
“Django no está en un viaje de venganza, esto es un viaje romántico. Su objetivo es rescatar a Broomhilda y ya después destrozar a los que se la quitaron.
Yo quería que este viaje de un esclavo negro se pareciera al de un personaje mitológico, quería que este viaje de salvar a su princesa en la torre del malvado rey fuera la odisea de Django”.
El entretenimiento puro e inteligente es su sello. Lo que busca en el cine y lo que da en su cine. Aunque lo parezca, Tarantino no tenía ninguna intención de revisitar la Historia como hizo en Malditos bastardos. “Django ni siquiera está basada en un hecho real. Sí es verdad que estos personajes habrían sido víctimas según la Historia, pero aquí los convierto en héroes. Esa es la diversión de la película”.
Sin embargo, convertir al esclavo en héroe no ha sido suficiente para los sectores críticos con la película. Colegas de la industria (como Spike Lee) y algunos periodistas han vuelto a acusar al director de abusar de la palabra “negro”, (la n-word innombrable en inglés, nigger) y de no tomarse demasiado en serio el pasado de los afroamericanos.
“La polémica existe porque la película se estrena ahora, ¿pero quién se acordará de ella dentro de cuatro meses?”, se defiende. Y casi sin tomar aire continúa: “La mayoría de los países tiene episodios terribles en su pasado y se han enfrentado a ellos para superarlos.
 Desde que se abolió la esclavitud, Estados Unidos ha evitado el dolor de encarar y afrontar a aquella época.
 Esto lo he experimentado mientras hacíamos la película.
Y no solo entre la gente blanca, la población negra tampoco ha querido enfrentarse a la verdad de lo que fue. Por eso hay tan pocas películas sobre el tema”.
Su intención nunca fue abrir un debate sobre la esclavitud, aunque, ahora que ha saltado, se muestra bastante satisfecho de haberlo logrado.
 “Hablar del tema quizá nos llevaría a todos como nación a un sitio diferente.
 Es la razón por la que muchos actores entraron en la película [Jamie Foxx o Samuel L. Jackson, por ejemplo]: este filme podría ser importante para generaciones futuras que no tengan miedo de hablar de la esclavitud”, se explaya.
Pensando justo en la audiencia no ha quitado ni un “negro” de la boca de sus personajes, aunque por primera vez sí ha tenido que controlarse en su característica explosión de violencia. “Nunca me han afectado las críticas ni he tenido miedo de hacer lo que yo creía que tenía que hacer, pero con Django necesité hacer varios pases con distintos públicos para encontrar el equilibrio entre todos los tonos de la película. Y me di cuenta de que, en concreto, en la lucha de los mandingo o en la de los perros, yo podía soportar algo mucho más violento, pero al público le dejaba traumatizado.
 Preferí sacrificar eso a cambio de lo que busco.
 Quiero que todo el mundo, y no solo el público estadounidense, tenga una idea de lo que fue aquella época y grite y aplauda con Django al final”.