Repasamos alfabética y cronológicamente los aciertos y errores de un
Ayuntamiento intervenido en lo económico por Rajoy y maniatado por la
herencia de Gallardón.
>> Alcaldesa. La sentó al frente del
Ayuntamiento de Madrid la succión provocada por el vacío súbito de
Alberto Ruiz-Gallardón al poner pies en polvorosa al Ministerio de
Justicia sin mirar atrás.
Solo Gallardón parecía confiar en su valía, y
un año después Ana Botella (PP) ha confirmado por qué: mejor gestora que
política, trabajadora incansable aunque apenas le luzca, la hasta
entonces esposa de José María Aznar y ahora alcaldesa ha ido madurando a
marchas forzadas en el puesto, creciendo por encima de cada golpe que
recibía pero siempre por debajo del siguiente, cultivando el trato
directo con los ciudadanos en la calle hasta que la calle se le puso en
contra, y cumpliendo sin revolverse aquello para lo que fue designada no
por las urnas sino por su partido: pagar las facturas de Gallardón sin
chistar.
El Ayuntamiento de Madrid —como todos— está intervenido
económicamente por el Gobierno, lo que ha dejado a Botella sin apenas
margen de maniobra.
Y la tragedia del Madrid Arena le ha robado
definitivamente la iniciativa y ha colocado el grueso de su gestión bajo
sospecha, pese a que prácticamente todo (incluido su equipo de
Gobierno) es herencia o consecuencia de Gallardón
. A la alcaldesa, que
no cuenta ya ni con el respaldo público de su partido, le ha tocado
pagar la cuenta.
>> Basura. Botella ha ejecutado el proyecto de
Gallardón de agrupar los contratos de servicios públicos (farolas,
limpieza, parques, etcétera) para ahorrar y vigilar mejor su calidad
. El
más importante este año era el de recogida de basuras, pero quedó
desierto tras motivar una huelga de tres días
. Ese contrato preveía
dejar de recoger los residuos en domingos y festivos, medida que ha sido
aparcada al menos un año.
>> Cuentas. Gallardón gastó en obras 9.800
millones de euros entre 2003 y 2011. Quedan por pagar 6.641 millones.
“Nos hemos comido parte del futuro de la siguiente generación, tenemos
que hacer la digestión lo más rápido posible”, explicó hace días
Botella, que jamás ha señalado de forma directa a su predecesor.
Lo más rápido posible
significa que dentro de 10 años la ciudad aún deberá 1.600 millones. La
deuda de Madrid no es desmesurada si se compara con su capacidad para
generar ingresos o se divide por el número de habitantes.
Le superan de
largo todas las autonomías, el Estado y decenas si no cientos de
ciudades de todo color político. Pero la prohibición del anterior
Gobierno (PSOE) de aplazar su pago y la imposición del actual (PP) de
abonar de una tacada las facturas pendientes a proveedores ha asfixiado
las cuentas municipales, obligando a aprobar varios planes de ajuste
sucesivos que han dejado la ciudad funcionando al ralentí.
>> Desahucios. Botella ha finiquitado la
construcción de vivienda protegida; y ha aprobado la venta de cuatro
bloques alquilados a personas de escasos recursos (en su mayoría,
ancianos), diseminando a 120 familias por otros barrios.
Ha querido
vender además varios edificios oficiales, en su mayor parte sin éxito
por falta de compradores.
>> Eurovegas. El Ayuntamiento parece haberse
salido con la suya: el proyecto de Sheldon Adelson se construirá
presumiblemente en Alcorcón (o Paracuellos), y la capital se verá
beneficiada por la creación de empleo sin perdonar impuestos.
>> Fiesta de Halloween. La muerte de cinco
jóvenes en el pabellón Madrid Arena obligó a dimitir al edil Pedro
Calvo, tiene al albur de la investigación del juez a varios miembros más
del Gobierno local, y ha dejado muy tocada la imagen de la alcaldesa,
que decidió marcharse apenas horas después de la tragedia a un balneario
portugués
. La ciudad va de sobresalto en sobresalto por las actuaciones
municipales para ponerse al día en materia de seguridad tras años de
laxitud administrativa.
>> González. La exigua tregua de nueve meses
en las batallitas diarias de Comunidad y Ayuntamiento se diluyó cuando
Aguirre, amiga de Botella, cedió el Gobierno regional a Ignacio
González.
Entraron alcaldesa y presidente con mal pie por la falta de
respaldo expreso de ella a las aspiraciones de él de heredar también el
liderazgo del PP regional. Botella le pegó una patada al tablero al
respaldar con su firma las protestas del sector sanitario contra
González.
La Comunidad respondió negándole el pan y la sal tras la
tragedia del Madrid Arena, una estrategia (más defensiva que otra cosa) a
la que se sumó la tercera autoridad en discordia, la delegada del
Gobierno, Cristina Cifuentes.
>> Incendio de la M-30. Los tres sucesos se
encadenaron en apenas un mes: el 21 de septiembre, los altercados en el
festival MTV (60 heridos y 11 detenidos), que el Ayuntamiento admitió no
haber sido capaz de evitar; el 26 de octubre, un fuego en los túneles
de la M-30 que costó la vida a dos trabajadores y desnudó graves
carencias de seguridad; y el 1 de noviembre, el Madrid Arena.
>> Juegos Olímpicos. Botella ha mantenido con
la cabeza muy fría (y menguante respaldo ciudadano) la aventura
sentimental en la que Gallardón metió a Madrid en tres ocasiones
.
Presume de no gastar apenas dinero (aunque la partida olímpica superará
el gasto en polideportivos en 2013) hasta saber el desenlace en
septiembre. Entre tanto, la mudanza del Atlético de Madrid a La Peineta
está en el aire por decisión judicial; y la Caja Mágica (que costó casi
300 millones) ha vuelto a quedarse sin inquilinos tras ponerse a los
pies del equipo de Fórmula 1 HRT, ahora en liquidación.
Sólo se ha
salvado la ampliación el Santiago Bernabéu.
>> Las Artes. El responsable de la cultura
municipal, Fernando Villalonga, llegó en enero despotricando sobre
supuestas corruptelas del equipo anterior, de la máxima confianza de
Gallardón, y ha terminado el año con un expediente de regulación de
empleo abortado a última hora tras fuertes protestas sindicales. Entre
tanto, ha prometido poner patas arriba la cultura de Madrid, sin apenas
propuestas concretas a excepción de cubrir la falta de dinero con
patrocinios privados.
>> Música. El precio de las escuelas
municipales de música se ha triplicado, expulsando a muchos alumnos.
Pero también han subido los parquímetros, el IBI, polideportivos y
talleres culturales...
>> Negro. De luto se vistieron los
funcionarios municipales por los recortes salariales del Gobierno.
El
Ayuntamiento ha hecho equilibrios para tocar lo menos posible su sueldo,
y las protestas no han sido notables
. Pero queda pendiente la
restructuración de organismos y empresas municipales, que tienen 3.500
empleados. La alcaldesa se ha cuidado de negar que vaya a haber
despidos.
>> Prostitutas. Botella prometió un plan
social contra la prostitución que lleva meses congelado.
Prepara también
una ordenanza para regular esa y otras materias de convivencia
(mendicidad, gorrillas, acampadas en la calle). Promete no multar a los
meretrices, como propugna el Gobierno.
>> Quioscos. Botella renovó la concesión de
los puestos de El Retiro entre protestas de los empresarios que llevaban
décadas explotándolos. Quiso hacer lo propio con la terraza del café
Gijón, pero en esta ocasión la presión social sí permitió conservar el
negocio a sus dueños. Ha prometido sembrar de terrazas las plazas del
centro y del área de las cuatro torres. En Sol, el Ayuntamiento prometió
además árboles por encima de sus posibilidades.
>> Real. La Cañada sigue esperando un plan
regional que debía estar listo en septiembre y del que nada se sabe aún,
a cinco meses de que venza el plazo impuesto por Aguirre para
solucionar el tema con consenso. Botella, por su parte, no ha logrado
avanzar en El Gallinero, y ha dejado a su suerte Puerta del Hierro.
>> Social. Prometió no recortar en servicios
sociales, y aunque lo ha hecho (escondiendo el grueso del ajuste en la
atención directa de los distritos), sí ha protegido esa partida.
>> Trabajo. Gallardón ganó las elecciones en
junio de 2011 con la promesa de impulsar la creación de 150.000 empleos
.
Desde entonces, sólo se ha destruido empleo.
Con Botella se han sumado
27.100 personas a la cola del paro (ya son los 254.700), a un ritmo
superior que en el resto del país. Casi 95.000 llevan dos años sin
trabajo, y 127.776 no reciben prestaciones, según denuncia el líder
municipal socialista, Jaime Lissavetzky.
>> Urbanismo. Su gran proyecto, el nuevo plan
general, no verá la luz hasta 2015, pero antes deberá solventar el revés
judicial a las artimañas legales de Gallardón, que ha dejado en el aire
la mayor parte del crecimiento de la ciudad en la última década. La
inversión en infraestructuras está paralizada, y con ella las
peatonalizaciones. Sólo se ha salvado el carril bici del centro.
>> Voluntarios. Su primera bofetada
. Botella
nunca ha explicado si su apuesta por colocar a voluntarios en puestos
que corresponden a funcionarios fue un desliz dialéctico o una idea
política abortada por el escándalo.
>> Taxi. El Ayuntamiento ha renovado la
vetusta ordenanza del sector: tarifa fija al aeropuerto, ESO obligatoria
para los nuevos conductores... La norma discrimina a los enfermos de
sida.
A última hora, se cayó la prohibición de usar chanclas en verano.
>> ZPAE. Botella ha aprobado una norma para
reducir el ruido de bares y restaurantes en el centro que no ha gustado
ni a vecinos ni a hosteleros.
Además, presume de un recorte del 11% en
las emisiones contaminantes de los coches, aunque el veredicto
corresponde a la UE.