Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

5 dic 2012

Berlín homenajea a su reina egipcia

El descubrimiento del busto de Nefertiti por el egiptólogo alemán Ludwig Borchardt, cumple un siglo.

 

FOTOGALERÍA
Busto de Nefertiti. New Kingdom, 18th dynasty c 1340 BC; limestone and plaster Donation James Simo
El gran interés por el busto de Nefertiti cumple mañana un siglo, como su descubrimiento por parte del egiptólogo alemán Ludwig Borchardt, que escribió en su libro de notas: “Describirlo no sirve de nada, hay que verlo”. Su centenario es motivo de una gran exposición en el Neues Museum de Berlín, cuya ala norte alberga desde su reapertura en 2009 las piezas principales del viejo Museo Egipcio berlinés.
Los interiores estupendamente remozados por el arquitecto inglés David Chipperfield dignificarían a cualquier reina, pero con Nefertiti le pasa lo que a un gran teatro cuando acoge a una estrella de ópera. Los aficionados agradecen que esté bien hecho y que los asientos sean cómodos, pero la diva acaparará la atención y el disfrute. Berlín mantiene con su reina una relación así desde tiempos del káiser Guillermo II, quien en 1913 se hizo fabricar una réplica exacta que, quizá como vínculo sentimental con la capital de su propio imperio derrotado y abolido, se la llevó consigo al exilio en 1918.
Todo interesado en asuntos culturales en Berlín desarrollará algún grado de intimidad con la vieja reina. Cualquier cosa relacionada con ella es un titular: su traslado al Neues Museum en 2009, su reclamación por parte de los egipcios, las constantes investigaciones sobre su origen o sobre su descubrimiento el 6 de diciembre de 1912
. Esta semana, el influyente Der Spiegel le ha dedicado un buen número de páginas a la reina berlinesa, porque todos los medios se fijan ahora en la exposición sobre que abrirá el viernes
: En la luz de Amarna.
Toca visitar de nuevo a Nefertiti y sorprenderse con su intacta belleza tuerta y milenaria mientras uno se hace más viejo y recuerda a sus descubridores, a su escultor Tutmose, a su esposo el faraón Akenatón, todos muertos. Otra vez correrán ríos de tinta sobre la reina del Nilo.

Toda la intimidad poética de Marcel Proust, por primera vez


El escritor Marcel Proust.
“Delicado y leal”, así califica Santerbás al Proust poeta, y esta es la primera vez que se editan traducidas al castellano las poesías completas de Marcel Proust; anteriormente a esta edición (que aparece jalonada con algún dibujo del propio escritor y con fotografías de los íntimos), solo se contaba con las traducciones puntuales de Consuelo Berges (Alianza, 1975) y con las de Mauro Armiño (Valdemar, 2006) de Los placeres y los días; en 2011 la revista cultural Turia de Teruel publicó 11 poemas también en versión de Armiño. Huyendo de la literalidad y rescatando el vuelo, estas traducciones pueden calificarse también de delicadas y leales.
Ahora se edita bajo el título de Poesía completa (Cátedra), en edición bilingüe y traducción de Santiago R. Santerbás.
Quizás incluso muchos lectores de En busca del tiempo perdido y hasta devotos proustianos, solo alcanzaban a conocer esos ocho poemas incluidos en su primer libro: Los placeres y los días , pero resulta que ciertamente casi ocultos entre el enorme flujo epistolar y otras papelerías del gran novelista francés, estaba la producción, si bien magra (apenas alcanza el centenar de poemas), de un poeta algo misterioso y muy distante estilísticamente de su enjundiosa y característica prosa, y a tenor de esto, el compilador, traductor y prologuista dice “Advirtamos, sin embargo, que la poesía y la prosa no son, en Marcel Proust, dos actividades literarias opuestas, enfrentadas o excluyentes, sino dos caminos distintos que, en contados casos, se cruzan o incluso recorren un trecho en la misma dirección sin apenas reconocerse, como dos extraños”.
Así, mientras en la prosa encontramos el delineado de personajes literarios ficticios compuesto de trazos diversos extraídos de diversas personas que estuvieron o cruzaron en la vida del escritor, asunto que ha sido pasto de biógrafos y otras voraces interpretaciones, en la poesía la dependencia de personas reales y cercanas es mucho más firme y evidente, casi encuentra en ellos su razón de existir, su motivación primera. Es el caso de Reynaldo Hahn (1875-1946), músico francés de origen venezolano, esencial en la vida de Proust y gran amor de su vida. La relación con Hahn evolucionó de la pasión y un dramático sentido de los celos, a una sólida amistad que duró hasta la muerte del escritor.
 La intimidad y la complicidad entre ellos llegó lejos, más allá de los juegos verbales, apodos y sobrenombres que se encuentran frecuentemente en los poemas. Juntos vivieron momentos cumbres de su tiempo, como las temporadas de los Ballets Rusos de Serguei de Diaghilev en París, y su posición les permitió alternar con figuras como Picasso, Stravinski, Nijinski o el propio Diaghilev.
 El compilador insiste mucho en resaltar que a Marcel Proust también le gustaban las mujeres, su masa probatoria está precisamente en los poemas dedicados a ellas; la verdad es que Reynaldo Hahn se lleva la palma, en cantidad y calidad.
Es cierto también que este libro de poemas no enriquece de manera significativa el corpus de la obra proustiana, ni siquiera puede responder a un plan esclarecedor de las “zonas oscuras de su ingente creación novelesca”, pero sí pueden arrojar luz sobre algunos recodos de su vida donde no han llegado los biógrafos: se trata de penetrar en su intimidad aún por encima de cualquier reivindicación sexista.
* Poesía completa. Marcel Proust. Edición bilingüe y traducción de Santiago R. Santerbás. Cátedra. Letras Universales 368 páginas

La luz de su cuarto..........

La llave maestra

La luz de su cuarto me habla de él cuando no está,
me acompaña cuando tengo miedo,
y siempre tengo miedo porque soy valiente;
oye su paso sobre los mosaicos de la entrada
va a su encuentro cuando abre la puerta lentamente
cuando lo espero, y siempre lo espero;
lo mismo es para la luz eléctrica que para la luz del sol,
lo mismo para el sol que la luna o la estrella.
Un tapiz forma la luz complicada
es la vida y siempre la vida.
Si me quedara ciega la vería con mis patas
o tal vez con mi frente cuando llega.
El tapiz no lo forma la luz sino su llegada, el sonido
que cambia de oscuro en claro.
El tablero de la luz tiene varias llaves
pero una gobierna el resto:
se llama la llave maestra.
Del mismo modo el tablero de mi luz
tiene una sola llave que gobierna las otras
la llave que está en sus manos.
Apagaría todas las luces si quisiera
pero yo cierro los ojos para no ver
la oscuridad que podría ser luz
para no herirlo.
Silvina Ocampo

Soy como los reflejos de...............

SILVINA OCAMPO


CANTO

¡Ah, nada, nada es mío!
Ni el tono de mi voz, ni mis ausentes manos,
ni mis brazos lejanos.
Todo lo he recibido. Ah, nada, nada es mío.
Soy como los reflejos de un lago tenebroso
o el eco de las voces en el fondo de un pozo
azul cuando ha llovido.
Todo lo he recibido:
como el agua o el cristal
que se transforma en cualquier cosa,
en humo, en espiral,
en edificio, en pez, en piedra, en rosa.
Soy diferente a mí, tan diferente,
como algunas personas cuando están entre gente.
Soy todos los lugares que en mi vida he amado.
Soy la mujer que más he detestado
y ese perfume que me hirió una noche
con los decretos de un destino incierto.
Soy las sombras que entraban en un coche,
la luminosidad de un puerto,
los secretos abrazos ocultos en los ojos.
Soy de los celos, el cuchillo,
Y los dolores con heridas, rojos.
De las miradas ávidas y largas soy el brillo.
Soy la voz que escuché detrás de las persianas,
la luz, el aire sobre las lambercianas.
Soy todas las palabras que adoré,
en los labios y libros que admiré.
Soy el lebrel que huyó en la lejanía,
La rama solitaria entre las ramas.
Soy la felicidad de un día,
el rumor de las llamas.
Soy la pobreza de los pies desnudos,
con niños que se alejan, mudos.
Soy lo que no me han dicho y he sabido.
¡Ah, quise yo que todo fuera mío!
Soy todo lo que ya he perdido.
Mas todo es inasible como el viento y el río,
como las flores de oro en los veranos
que mueren en las manos.
Soy todo, pero nada, nada es mío,
ni el dolor, ni la dicha, ni el espanto
ni las palabras de mi canto.
Fuente: Ocampo, Silvina, Poemas de amor desesperado, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1949.