15 nov 2012
Huelga de plancha y fregona del Blog MUJERES
No se trabaja, no se consume, ni se hace la comida.
La huelga general convocada por los sindicatos el 14 de noviembre contra la reforma laboral también incluye una reivindicación feminista.
En diferentes páginas de Internet, en Twitter y otras redes sociales se llama a una “huelga de cuidados”
. Es decir, que las mujeres –quienes mayoritariamente se encargan del hogar- no cocinen, no planchen, ni limpien. ¿Su intención? "Denunciar que se relegue el trabajo de cuidados a las mujeres y se exima a los hombres de ellos como si se tratara del 'orden natural de las cosas", dice Feminismos Sol en su página web. En definitiva, visibilizar un trabajo que no se paga pero aporta riqueza y bienestar. Y normalmente, casi siempre, hacen las mujeres.
El colectivo Harimaguada dice en su manifiesto relativo a la huelga general: “Porque es necesario salir a la calle para protestar contra reformas y recortes, pero sobre todo para rechazar un sistema que, bajo el discurso de la 'mujer, mujer', nos pretende relegar a la esfera doméstica”.
La casa sigue siendo cosa de chicas. Los datos de la
encuesta de tiempo del Instituto Nacional de Estadística 2010 (la última
publicada) lo corroboran.
Aunque la participación de los hombres en los trabajos domésticos se ha incrementado en el siglo XXI: desde 2002 ha crecido cinco puntos la cantidad de varones que hacen tareas del hogar hasta alcanzar el 74,7% de la población masculina.
Las mujeres asumen la mayor parte del peso de las tareas cotidianas. El 91,9% trabaja en casa y dedican de media dos horas más que ellos a la familia y el hogar (cuatro horas y media, frente a las dos y media de los hombres). El resultado es que, según revela el estudio, ellos tienen (y disfrutan) más tiempo para el ocio, la vida social, la lectura, el deporte…
Esta realidad, muchas veces oculta, es la que quieren cambiar los colectivos que llaman a la huelga de cuidados. Feminismos Sol representa la cuestión como un glaciar en el que el hielo visible son los mercados, los bancos, la clase trabajadora, los empresarios… Bajo el mar, invisibles, están otras labores como “planchar la ropa al marido, cuidar de los enfermos, cocinar, vestir a los niños o lavar”. Según el panfleto que repartirán en la jornada de huelga, y que se puede descargar de Internet, sin ese trabajado no remunerado, no reconocido, los "trabajadores champiñones" (aquellos que aparecen en su empleo comidos, lavados y planchados, listos para producir, explican) no podrían hacer su trabajo el mismo tiempo ni con la misma disposición en sus puestos, a menos que las abuelas o empleados pagados sustituyan la labor que mayoritariamente hacen las mujeres en la casa.
La propuesta es que mañana las mujeres salgan a la calle a protestar ataviadas con su mejor delantal, guantes y porten utensilios de cocina y limpieza con un cartel en el que se declaren en "huelga de cuidados".
En sus casas, serán otros –ellos- los que frían el huevo de la comida. "Convocada está también la huelga de cuidados, que cada uno se haga su comida...", dice el usuario de Twitter @weiko. La inciativa, sin embargo, tiene detractores. También ellas. "¿Qué me estáis pidiendo, amigas? ¿Que mañana, no lave ni le cambie el pañal sucio a mi madre, que es una anciana de 88 años que no puede auto higienizarse?", escribía Marianna en un comentario en un blog el pasado 29 de marzo, cuando también se propuso una acción similar
. Helena Rincón recupera su escrito y suscribe la misma preocupación.
Ana Pérez Luna, secretaria de la mujer de UGT Andalucía cree, sin embargo, que es necesario dejar de hacer este trabajo "invisible" al menos "por un día". "A lo mejor así se hace visible", explica. Convencida de que las redes sociales pueden movilizar y promover cambios, ha inciado una campaña en Change.org para que las mujeres hagan mañana huelga de cuidados.
"El #14N ni consumimos, ni cuidamos, ni fregamos. Y NO, NO TRABAJAMOS", clama en la plataforma de peticiones online.
En su blog Esto lo arreglamos nosotras escribe 14 motivos por los que ellas tienen que hacer huelga, también en el hogar. "A nosotras nos afectan más la reforma laboral y los recortes sociales del Gobierno.
Si quitan la ayuda a la Dependencia, ¿quién se hará cargo de los dependientes?", pregunta por teléfono. "Nosotras", responde.
La ONG de cooperación al desarrollo InteRed es otra de las organizaciones que apoya la protesta. InteRed lleva años promoviendo una campaña -Actúa con cuidados- para sensibilizar a la sociedad y en los colegios sobre la importancia del trabajo doméstico.
Su objetivo: que haya una "responsabilidad colectiva de los cuidados donde estén implicados el Estado reconociendo a los “cuidados” como cuarto pilar del estado de bienestar y con políticas públicas que lo favorezcan; las empresas con flexibilización de horarios, contribución de guarderías, o la creación de un fondo de garantía para los cuidados (similar al fondo de desempleo o jubilación); y los hombres y su deber de comprometerse con los trabajos de los cuidados. Esta valorización pasa por un mejor reparto de tareas entre hombres y mujeres".
Por eso, desde esta ONG también llaman a las mujeres a manifestarse mañana vestidas con un delantal y con pancartas que destaquen su trabajo invisible. "Se trata de concienciarnos sobre qué pasaría si hiciéramos una huelga de los cuidados, posiblemente el sistema se paralizaría.
Y plantearnos cómo hacer esa huelga sin que repercuta en las personas que son cuidadas.
Los sujetos de obligaciones: los hombres, empresas y Estado, tendrían mucho que decir", explica una portavoz de la organización.
Aunque la participación de los hombres en los trabajos domésticos se ha incrementado en el siglo XXI: desde 2002 ha crecido cinco puntos la cantidad de varones que hacen tareas del hogar hasta alcanzar el 74,7% de la población masculina.
Las mujeres asumen la mayor parte del peso de las tareas cotidianas. El 91,9% trabaja en casa y dedican de media dos horas más que ellos a la familia y el hogar (cuatro horas y media, frente a las dos y media de los hombres). El resultado es que, según revela el estudio, ellos tienen (y disfrutan) más tiempo para el ocio, la vida social, la lectura, el deporte…
Esta realidad, muchas veces oculta, es la que quieren cambiar los colectivos que llaman a la huelga de cuidados. Feminismos Sol representa la cuestión como un glaciar en el que el hielo visible son los mercados, los bancos, la clase trabajadora, los empresarios… Bajo el mar, invisibles, están otras labores como “planchar la ropa al marido, cuidar de los enfermos, cocinar, vestir a los niños o lavar”. Según el panfleto que repartirán en la jornada de huelga, y que se puede descargar de Internet, sin ese trabajado no remunerado, no reconocido, los "trabajadores champiñones" (aquellos que aparecen en su empleo comidos, lavados y planchados, listos para producir, explican) no podrían hacer su trabajo el mismo tiempo ni con la misma disposición en sus puestos, a menos que las abuelas o empleados pagados sustituyan la labor que mayoritariamente hacen las mujeres en la casa.
La propuesta es que mañana las mujeres salgan a la calle a protestar ataviadas con su mejor delantal, guantes y porten utensilios de cocina y limpieza con un cartel en el que se declaren en "huelga de cuidados".
En sus casas, serán otros –ellos- los que frían el huevo de la comida. "Convocada está también la huelga de cuidados, que cada uno se haga su comida...", dice el usuario de Twitter @weiko. La inciativa, sin embargo, tiene detractores. También ellas. "¿Qué me estáis pidiendo, amigas? ¿Que mañana, no lave ni le cambie el pañal sucio a mi madre, que es una anciana de 88 años que no puede auto higienizarse?", escribía Marianna en un comentario en un blog el pasado 29 de marzo, cuando también se propuso una acción similar
. Helena Rincón recupera su escrito y suscribe la misma preocupación.
Ana Pérez Luna, secretaria de la mujer de UGT Andalucía cree, sin embargo, que es necesario dejar de hacer este trabajo "invisible" al menos "por un día". "A lo mejor así se hace visible", explica. Convencida de que las redes sociales pueden movilizar y promover cambios, ha inciado una campaña en Change.org para que las mujeres hagan mañana huelga de cuidados.
"El #14N ni consumimos, ni cuidamos, ni fregamos. Y NO, NO TRABAJAMOS", clama en la plataforma de peticiones online.
En su blog Esto lo arreglamos nosotras escribe 14 motivos por los que ellas tienen que hacer huelga, también en el hogar. "A nosotras nos afectan más la reforma laboral y los recortes sociales del Gobierno.
Si quitan la ayuda a la Dependencia, ¿quién se hará cargo de los dependientes?", pregunta por teléfono. "Nosotras", responde.
La ONG de cooperación al desarrollo InteRed es otra de las organizaciones que apoya la protesta. InteRed lleva años promoviendo una campaña -Actúa con cuidados- para sensibilizar a la sociedad y en los colegios sobre la importancia del trabajo doméstico.
Su objetivo: que haya una "responsabilidad colectiva de los cuidados donde estén implicados el Estado reconociendo a los “cuidados” como cuarto pilar del estado de bienestar y con políticas públicas que lo favorezcan; las empresas con flexibilización de horarios, contribución de guarderías, o la creación de un fondo de garantía para los cuidados (similar al fondo de desempleo o jubilación); y los hombres y su deber de comprometerse con los trabajos de los cuidados. Esta valorización pasa por un mejor reparto de tareas entre hombres y mujeres".
Por eso, desde esta ONG también llaman a las mujeres a manifestarse mañana vestidas con un delantal y con pancartas que destaquen su trabajo invisible. "Se trata de concienciarnos sobre qué pasaría si hiciéramos una huelga de los cuidados, posiblemente el sistema se paralizaría.
Y plantearnos cómo hacer esa huelga sin que repercuta en las personas que son cuidadas.
Los sujetos de obligaciones: los hombres, empresas y Estado, tendrían mucho que decir", explica una portavoz de la organización.
Màxim Huerta: "Siempre he sido pequeño, peludo y suave"
Aquel muchacho, serio, de los Informativos irrumpió como un ciclón en el Programa de su Dueña Ana Rosa, AR!!!
Una charla con el presenmtador sobre las mujeres como protagonistas literarias, vestir a lo Marichalar y la rivalidad por el amor de Ana Rosa.
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Pregunta. Una tienda en París, su tercera criatura novelada, está entre los primeros libros más vendidos. ¿Cree que es para tanto?
Respuesta. Los piropos y los regalos, bienvenidos sean. Para mí, que esté bailando en el cuarto o quinto lugar es un regalo.
P. En su primer libro hablaba de las tripas de la tele. No arriesgaría mucho cuando sigue vivo.
R. Yo creo que arriesgué demasiado.
Fui un inconsciente y un incendiario, propio de un valenciano.
P. Porque son ustedes muy falleros para sus cosas.
R. Y para quemarnos a nosotros mismos, también.
P. Dice que suele enamorarse de sus protagonistas. Fuera de la ficción, ¿está a por uvas?
R. Fuera de la ficción he
pasado periodos de sequía. Supongo que me toca el periodo de barbecho
ahora, y de recoger frutos. Pero yo soy muy solitario.
P. Sus protagonistas son siempre mujeres. ¿Se aburre con las limitaciones de los hombres?
R. Es que creo que la mujer, genética y emocionalmente, es muy superior al hombre.
A corta distancia
Café Comercial de Madrid. Ahí, en una mesa del
fondo, lee y corrige sus textos. Está cerca de su casa, y este es como
su segundo salón. O despacho. Caña en ristre, explica que lleva casi
quince años, desde que llegó a Madrid, bajando a desayunar. Es, cuenta,
parte del mobiliario. Para comer, algún bareto de Malasaña, porque no
toca un fogón: “Secundario en la tele y pinche en la cocina”, se define.
Su último libro transcurre en París, adonde dice que acabará yéndose.
P. Con El susurro de la caracola, su segunda novela, tuvo 10 ediciones, y la de bolsillo. A ver si va a resultar que sabe escribir.
R. Al menos, sé que disfruto
escribiendo, pero porque soy un lector voraz. Y escribo como
consecuencia de leer. En mi casa se lee mucho.
P. Le encanta hacer cameos en series de televisión ¿Quién querría ser en el discurso de Navidad del Rey?
R. La foto, porque me parece
que editorializa más que las propias palabras del Rey. Aparece y
desaparece la Princesa, aparece la mujer, no aparece la mujer, los
niños, el hijo, la selección... Siempre estoy pendiente de la foto que
cuelgan.
P. Ana Rosa, con quien copresenta El programa de Ana Rosa, ¿le quiere más a usted o a Joaquín Prats?
R. Ana Rosa me quiere más a mí porque son muchos años. Aunque solamente sea por relación matrimonial, me quiere más a mí.
P. ¿Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor, como dice la canción?
R. Y últimamente, de la
corrupción. Y como valenciano me molesta infinitamente que todos los
casos de mierda se relacionen con Valencia.
P. Si Rita Barberá protagonizara un libro suyo, ¿sería una novela negra, un misal o un relato porno?
R. Una novela negra con mucho policía. Lo digo por eliminación.
P. Uno de sus títulos de cabecera es Platero y yo. ¿En quién piensa que sea pequeño, peludo y suave?
R. Yo [ríe]. Siempre he sido pequeño, peludo y suave.
P. ¿Y también blando por fuera, que parece de algodón y no tiene hueso?
R. Pero por dentro, fuerte. Soy influenciable, pero poco permeable. Y pequeño, peludo y suave… Mis perras.
P. ¿Las pasea y las saca usted mismo?
R. Al revés. Ellas me sacan a mí.
P. Le sacan a hacer pis.
R. Me sacan a hacer pis. Ellas son las que me pasean.
P. Confiesa que el Twitter y el gin-tonic son sus dos adicciones. ¿Qué se calla?
R. Nunca cuento quién apaga la luz en mi casa [risas].
P. Porque usted es de los que prefieren la luz apagada.
R. Sí. Me gusta mucho apagar la luz. Más que encenderla, porque no me gusta madrugar.
P. Dice que ya no viste a lo Marichalar. Ahora qué va, ¿a lo Urdangarin?
R. Qué horror. No. No tengo
ninguna empatía ideológica con la Casa del Rey. Es que yo al principio
decía a todo que sí, y me vestía como me mandaban. Y recuerdo haber ido
vestido muy Marichalar. Espantoso. Me sentía ridículo, y lo más alejado
de mí estilísticamente. Y espero no parecerme a Urdangarin, con esa cara
que se le ha puesto de preso.
P. Se considera más sensual que sexual. Ha dicho: “Me gusta más la víspera”. Luego, ¿el día de autos nada de nada?
R. No, yo soy más de la víspera. Como el refrán catalán: De la festa, la vespra. Y creo que es mucho más emocionante y sexualmente morboso la cena, el cine, el café y el vino hasta que te quitas la ropa.
P. ¿Ahora qué perpetra?
R. Una nueva novela. Dicho así,
parece una amenaza, pero estoy metido de lleno ya en los años setenta. Y
las mujeres me deben de haber abandonado, porque los protagonistas son
masculinos. He empezado la novela desde el pudor de los sentimientos
masculinos.
P. ¿La situación de España no le inspira nada?
R. Creo que el país está como anestesiado. Aún no es
consciente de lo mal que está. Nos tratan como si fuéramos los hijos,
lo estamos haciendo por vuestro bien todo. Y a mí esa sensación de padre
me horroriza. El Gobierno no es mi padre.
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