Hoy no estoy para florituras, así que resuelvo
rapidito, que tengo prisa.
He pasado una semana que no se la deseo a
nadie por motivos que me callo, que luego todo se sabe, pero en cuanto
facture estas líneas me ingreso dos días en un balneario que tengo visto
en un polígono de la M-40 a desenchufarme del mundo, exfoliarme las
células muertas, y volver a conectar con mi propio yo, om, que digo yo
que debe de andar por algún sitio. ¿Que cómo tengo el rostro de quitarme
de en medio con la que está cayendo en este oficio? ¿A mí me lo
preguntas? ¿No se piró Ana Botella a un spa de lujo de Portugal
en medio de la peor crisis de su carrera y sigue siendo Mari Alcaldesa
de la capital del reino con toda su corte de esbirros y maceros? Pues
eso.
Había que verla en la rueda de prensa que tuvo
que convocar cuando la pillaron con todo el equipo y se le echó todo
cristo encima.
De cutis vendría suave, no voy a poner aquí en duda las
bondades de las cabinas lusas, pero el careto de cemento armado no se lo
quitaba nadie.
Que tenía reservada desde hacía siglos una escapada
familiar por Todos los Santos y que, en cualquier caso, eso pertenece a
su vida privada, le espetó a la prensa, menuda es la doña.
A la regidora
no le estropea un puente ni un luto oficial, ni cuatro niñas muertas,
ni Todos los Ídem de la letanía, que para eso es excelentísima señora.
Si acaso, a unas malas malísimas, acatará lo que dicte su compañera de
filas Soraya Sáenz de Santamaría, que ya ha amenazado con borrarlos del mapa para el año que viene. Los puentes, digo.
Para lo que quiere, Botella es una superwoman.
Mientras muchas palmamos dos horas diarias en llegar de casa al curro
en transporte público, va ella y se hace dos veces el trayecto
Madrid-Lisboa-Madrid en 48 horas para conciliar trabajo y familia, y eso
que no hay puente aéreo
. Con chófer, escolta y coche oficial de puerta a
puerta, eso sí; híbrido, para más señas, que queda más enrollado y
ecológico de cara al voto indeciso.
Ella se iba, se estaba un ratito con
los suyos en el hotelazo luso; volvía al Ayuntamiento, anunciaba que se
acabaron las macrofiestas en la villa y corte, y con las mismas
regresaba al spa de Sintra a tiempo para cenar con su maridito.
Dieta blanda, se supone, que el expresidente Aznar
acaba de pasar una gastroenteritis de cágate lorito, el hombre.
Total,
una maratoniana nata, doña Ana.
Lo malo es que ha debido de verle las
orejas a los lobos de Génova, que a raíz del episodio han amagado con no
presentarla de candidata en las próximas municipales, y ha tenido la
pobre que sacrificar el puente de la Almudena.
Ahí la tenías ayer, toda
compungida, presidiendo la eucaristía en la catedral de la Ídem
madrileña con el cardenal Rouco Varela y toda la curia, digo yo que si comulgó se habría confesado antes.
En fin, dirás que hoy estoy intensita y me he ido por los cerros de
la política, pero es que el quiosco rosa está que aburre a las ovejas.Ni la boda de Julio José Iglesias, ni el advenimiento al mundo de Francisco Rivera III, primogénito que es de Kiko y Jessi, y primer nieto de la Pantoja, me provocan lo más mínimo.
Lo segundo porque no hay documentos gráficos, ya los dará ¡Hola! exclusiva mediante la semana que viene.
Y lo primero, porque al final el bodón del milenio se quedó en bodorrio de provincias.
Que si tul ilusión, que si marco incomparable, que si tarta nupcial de tres pisos, en fin, un coma diabético.
Y hay semanas en que, con tanto ERE, tanto paro y tanto suicidio por deshaucio, las bobadas de Tamara francamente nos la sudan.