¿Dónde empezar y donde poner punto final a la hora de confeccionar
una guía de la moda española de las cuatro últimas décadas? ¿Quién forma
parte y quien se queda fuera?
Al crítico de moda Pedro Mansilla la editorial Lunwerg le encargó una especie de diccionario de la moda española, que él ha iniciado así: “Hace 40 años murió Franco”.
Ese libro aún no se ha publicado, saldrá dentro de un mes, pero ya tiene una secuela: la exposición Cazadores de Tendencias, que se puede ver hasta marzo de 2013 en CentroCentro.
A partir de ese suceso clave en la historia de España y el profundo cambio estético que trae consigo, surge una historia de la moda y sus protagonistas, y que sirve también de hilo conductor de la exposición.
Todo nace con “tres líderes”, en opinión de Mansilla: Antonio Miró en Barcelona, Jesús del Pozo, en Madrid y Adolfo Domínguez, en Galicia.
Ellos marcarían un camino que recorren 67 protagonistas ordenados en la exposición por orden alfabético. Rompe el fuego uno de los líderes, Adolfo Domínguez, al que le siguen, Ailanto, Amaya Arzuaga, Balenciaga, Carlos Díez, Francis Montesinos, Juanjo Oliva, Miguel Adrover, Sybilla, TCN... por nombrar solo algunos.
Mansilla explica que a la hora de elegir se ha regido por dos principios: uno, objetivo, “que todos los que salen hayan pasado por algún desfile de moda”, y dos, el de la intimidad, que él explica así:
“He acabado cediendo el protagonismo al diseñador y que fuera él quien eligiera las imágenes para explicar su trabajo”, al que acompañan sus biografías.
Los fotógrafos son, junto con las modelos, los otros grandes protagonistas con nombres como Outumuro, Javier Vallhonrat o García-Álix.
Las negociaciones han durado dos años y son un filón de anécdotas que darían para otro libro
. Por ejemplo, Mansilla, que ha procurado de cada diseñador tener imágenes originales, quería una de Roberto Verino hecha por Jon Kortajarena que como se sabe no es fotógrafo sino modelo.
Pero su representante no se contentó con 300 euros más o menos que pedían todos. O los 500 que costó una de Cecil Beaton a una modelo de Balenciaga. Pidió 19. 000 y se acabó la historia. “Una inmoralidad”, zanja el comisario.
Otro capítulo que da para mucho es el de los ausentes.
“Hay unos que primero no se ponen, luego te dicen que mañana te mandan la foto y al otro día que no quiero, como Carmen March, y lo siento mucho porque tendría que haber estado”.
Otros no están porque su negocio desapareció, no desfilan hace tiempo o tiraron la toalla (María Moreira, J+G o el dúo Spastor y Javier Larrainzar, que según el comisario no dieron señales de vida) o por líos de propiedad, como Antonio Miró o Purificación García.
Mansilla acaba pidiendo disculpas a algunos, Moisés Nieto, Juan Vidal o Nihil Obstat “porque en algún momento tenía que cerrar la puerta y fue en los desfiles de febrero”.
Y por una cuestión cabalística, pese a declararse no supersticioso: 67 nombres y 76 años que han pasado desde la primera imagen de Balenciaga (1936) y la del último, El Colmillo de Morsa.
Al crítico de moda Pedro Mansilla la editorial Lunwerg le encargó una especie de diccionario de la moda española, que él ha iniciado así: “Hace 40 años murió Franco”.
Ese libro aún no se ha publicado, saldrá dentro de un mes, pero ya tiene una secuela: la exposición Cazadores de Tendencias, que se puede ver hasta marzo de 2013 en CentroCentro.
A partir de ese suceso clave en la historia de España y el profundo cambio estético que trae consigo, surge una historia de la moda y sus protagonistas, y que sirve también de hilo conductor de la exposición.
Todo nace con “tres líderes”, en opinión de Mansilla: Antonio Miró en Barcelona, Jesús del Pozo, en Madrid y Adolfo Domínguez, en Galicia.
Ellos marcarían un camino que recorren 67 protagonistas ordenados en la exposición por orden alfabético. Rompe el fuego uno de los líderes, Adolfo Domínguez, al que le siguen, Ailanto, Amaya Arzuaga, Balenciaga, Carlos Díez, Francis Montesinos, Juanjo Oliva, Miguel Adrover, Sybilla, TCN... por nombrar solo algunos.
Mansilla explica que a la hora de elegir se ha regido por dos principios: uno, objetivo, “que todos los que salen hayan pasado por algún desfile de moda”, y dos, el de la intimidad, que él explica así:
“He acabado cediendo el protagonismo al diseñador y que fuera él quien eligiera las imágenes para explicar su trabajo”, al que acompañan sus biografías.
Los fotógrafos son, junto con las modelos, los otros grandes protagonistas con nombres como Outumuro, Javier Vallhonrat o García-Álix.
Las negociaciones han durado dos años y son un filón de anécdotas que darían para otro libro
. Por ejemplo, Mansilla, que ha procurado de cada diseñador tener imágenes originales, quería una de Roberto Verino hecha por Jon Kortajarena que como se sabe no es fotógrafo sino modelo.
Pero su representante no se contentó con 300 euros más o menos que pedían todos. O los 500 que costó una de Cecil Beaton a una modelo de Balenciaga. Pidió 19. 000 y se acabó la historia. “Una inmoralidad”, zanja el comisario.
Otro capítulo que da para mucho es el de los ausentes.
“Hay unos que primero no se ponen, luego te dicen que mañana te mandan la foto y al otro día que no quiero, como Carmen March, y lo siento mucho porque tendría que haber estado”.
Otros no están porque su negocio desapareció, no desfilan hace tiempo o tiraron la toalla (María Moreira, J+G o el dúo Spastor y Javier Larrainzar, que según el comisario no dieron señales de vida) o por líos de propiedad, como Antonio Miró o Purificación García.
Mansilla acaba pidiendo disculpas a algunos, Moisés Nieto, Juan Vidal o Nihil Obstat “porque en algún momento tenía que cerrar la puerta y fue en los desfiles de febrero”.
Y por una cuestión cabalística, pese a declararse no supersticioso: 67 nombres y 76 años que han pasado desde la primera imagen de Balenciaga (1936) y la del último, El Colmillo de Morsa.