Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

8 oct 2012

Huevos con 'ajvar' Por: Mikel López Iturriaga | 08 de octubre de 2012

Dice el Comidista.....


Huevos ajvar
Imaginad un pan sobre esa yema... / AINHOA GOMÀ

Hay veces que ves una receta en un blog y sabes de inmediato que vas a tener que hacerla.
 Los ingredientes, la preparación y la foto te están diciendo "ve hacia la luz" como si tú fueras Caroline y ellos los espíritus de Poltergeist. No puedes resistirlo y en cuanto dispones de un minuto, te lanzas poseído a cocinarla.
Esto es más o menos lo que me pasó tras visitar el ajvar de El Invitado de Invierno en Pepekitchen.
 El puré serbio de pimientos y berenjenas escalibados reunía casi todo lo que me gusta en una receta: verdurismo, preparación sencilla, técnica inteligente y originalidad. Y además era lo suficientemente versátil como para utilizarla en algún plato de mi invención.
Como los huevos fritos con pimientos asados me vuelven loco, decidí tirar por ahí.
 En una segunda prueba opté por añadir una salchichorra, quizá por el recuerdo de una maravillosa que me había comido en un restaurante serbio en Praga. Para no anegar en grasa el puré, hice los huevos escalfados, y el trío se transformó en uno de estos platos sublimes con los que puedes comerte una barra de pan.
Las cantidades de ajvar que pongo son para cuatro personas, pero yo recomiendo hacer un poco más y que sobre: se puede guardar en la nevera unos días y usarlo como aperitivo con unas tostaditas.
Dificultad
Para tróspidos.
Ingredientes
Para 4 personas
  • 2 berenjenas grandes
  • 2 pimientos rojos grandes
  • 2 dientes de ajo
  • 4-8 salchichas dependiendo del tamaño
  • 4-8 huevos dependiendo del hambre
  • Vinagre
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal
Preparación
1. Precalentar el grill del horno a 240º.
2. Poner las berenjenas y los pimientos en una bandeja de horno ligeramente aceitada o cubierta con papel para hornear. Asar unos 20 minutos y, cuando tengan la piel quemada, dar la vuelta, incorporar los ajos sin pelar y dejar otros 20 más o menos (pueden necesitar más tiempo dependiendo del horno).
3. Sacar las berenjenas y los pimientos y poner estos últimos en un bol o fuente tapados con plástico (el vapor hará que sean más fáciles de pelar)
. Una vez templados, pelar las berenjenas, los pimientos y los ajos, y poner sus pulpas en un bol.
4. Mezclarlos bien con un chorro de aceite y triturarlos con el pasapurés (se puede hacer con batidora o robot, pero el color saldrá más anaranjado).
 Añadir un par de cucharadas de vinagre, sal y otro chorro de aceite, hasta conseguir una textura de puré grueso pero cremoso.
 Probar y si se quiere un punto más ácido, añadir un poco más de vinagre.
5. Poner agua a hervir en un cazo pequeño. Poner un trozo amplio de plástico transparente sobre una taza pequeña, pegándolo un poco a las paredes interiores de ésta.
Mancharlo con unas gotas de aceite y cascar un huevo sobre la taza. Salarlo ligeramente y formar un paquetito con los extremos del plástico. Repetir la operación con el resto de los huevos.
6. Cuando el agua esté hirviendo, retirarla del fuego y sumergir los huevos en ella, dejando fuera los extremos del plástico
. Mantener unos 3-4 minutos, hasta que la clara esté cuajada. Sacarlos.
7. Embadurnar las salchichas con un poco de aceite y hacerlas en una sartén a fuego medio.
8. Servir el plato con una base de ajvar, las salchichas y los huevos sacados de los plásticos en los que los hemos cocido.

El salto al vacío de Clara Lago y Andrés Velencoso


Una mañana de mayo de 2011, la directora de casting Eva Leira tenía al otro lado del teléfono al representante de actores Antonio Rubial. Ella y su socia, Yolanda Serrano, le habían solicitado ideas para el papel de un golfo de unos 35 años y mucho magnetismo que culminaría el reparto de Fin, la adaptación cinematográfica de la exitosa novela homónima de David Monteagudo que la editorial Acantilado ha reeditado en 10 ocasiones desde su publicación en 2009. Rubial barajaba varios nombres para ese personaje. Entre ellos estaba el de un supermodelo de fama internacional que años atrás le había insinuado su interés en medirse en la gran pantalla. “Igual os parece una locura, pero… Os propongo a Andrés Velencoso”. La línea telefónica se fundió a negro y permaneció en silencio unos segundos. “Bueno… Eeehhh… Está bien, haremos una prueba, pero sin que lo sepan ni los productores ni el director”.
Quino Petit/Álvaro de la Rúa
Se trataría de un juego. Un experimento. Entre sesiones y desfiles alrededor del planeta, Andrés Velencoso buscó un hueco para acercarse a la oficina de Eva Leira y Yolanda Serrano en el centro de Madrid. Frente a ellas dio rienda suelta a la improvisación y esbozó diversos roles de seducción. Las directoras de reparto quedaron rendidas ante “su capacidad para transmitir emociones, más allá de la evidente belleza”. Y convocaron al director de Fin, Jorge Torregrosa, para enseñarle la grabación de aquel experimento unas semanas antes del rodaje. Eva y Yolanda advirtieron al cineasta de que el vídeo que estaba a punto de presenciar quizá le parecería una marcianada, pero también le aclararon que ellas estaban seguras de la apuesta. Tras contemplar la cinta boquiabierto, Torregrosa también tuvo claro que quería ver más registros de aquel morenazo con hechuras de Adonis.
Así empezó todo. Varias pruebas de cámara más tarde, Andrés Velencoso anulaba todos sus compromisos del verano de 2011 para preparar a toda mecha, junto a la profesora de interpretación Raquel Pérez, su primer papel en el cine. Responsable de moldear, entre muchas otras, a estrellas como Belén Rueda, Fernando Tejero y Verónica Echegui, su profesora supo pronto que lo de Velencoso no se trataba de un capricho pasajero. “No, señor, nada que ver. Lo suyo va muy en serio”, recuerda hoy. “Ya sabía ponerse delante de la cámara, pero de ahí a interpretar hay un mundo. El asunto es que Andrés cuenta con algo fundamental para un actor: capacidad de riesgo. Es curioso hasta el extremo; escucha, suma y a la vuelta te responde. Preparó su primer papel apenas ocho días antes del rodaje. Va a romper el molde de Soy modelo y me paso a actor. Y va a callar muchas bocas. Después de esta película ha dado cinco cursos de interpretación conmigo y uno sobre Shakespeare en Londres. Además, su perfecto inglés le hace candidato perfecto para papeles fuera de España”.
Andrés Velencoso y Clara Lago / Nico
El resultado de su primer asalto podrá verse en noviembre, fecha de estreno en España de Fin. David Monteagudo (Viveiro, Lugo, 1962), autor del inquietante y apocalíptico libro en el que se basa el filme, reconoce en conversación con El País Semanal que “la mayor sorpresa” que se llevó recientemente al ver un pase de la cinta es precisamente la actuación del top model internacional.
 Contento con la mirada que Jorge Torregrosa ha posado sobre la que fue su primera novela, el escritor considera que esta ópera prima cinematográfica ha quedado “muy Monteagudiana”.
 Y también reconoce que tuvo todos los prejuicios imaginables hacia el papel de Velencoso antes de verlo en pantalla. “Pero él es lo que más me ha sorprendido de la película, que, por otra parte, refleja el espíritu de mi libro con esa sensación generalizada de Apocalipsis que estamos viviendo. Velencoso tiene personalidad y sabe no solo estar, sino desenvolverse con naturalidad ante la cámara”.
"Velencoso es lo que más me ha sorprendido de la adaptación de mi libro en el cine", asegura el escritor David Monteagudo
Casi nada. Empiecen a desmontar pre­­juicios. Compañeros de reparto en Fin como Maribel Verdú no han dudado en ensalzar sus virtudes. Como también hace sin tapujos la actriz Clara Lago, sobre quien termina pivotando todo el peso de la trama de esta historia coral de suspense que se aproxima a la culpa y los ajustes de cuentas con el pasado mediante sugerentes interrogantes existenciales derivados de una catástrofe monumental. Clara, la niña que hemos visto crecer en el cine desde su nominación al Goya a la mejor actriz revelación con solo 12 años por El viaje de Carol, de Imanol Uribe, también da un salto al vacío con esta película. Si el de Andrés Velencoso es un triple mortal con pirueta al decidir dejar de vivir exclusivamente de su jeta, el de Clara Lago constituye su definitiva transición en pantalla a la edad adulta 10 años más tarde de aquella reveladora primera aparición y tras numerosos papeles de adolescente. En Fin, Clara va comiéndose poco a poco la cámara, a medida que extraños sucesos difuminan al resto de sus compañeros de reparto. “Ya me tocaba empezar a oler este otro tipo de personajes más adultos, no tan de niña o adolescente. Tenía muchas ganas. Y debo decir que he flipado con Andrés. El cabrón da en cámara que dices: ‘¡Por Dios, esto qué es!’. Y, además, actúa bien”.
Andrés y Clara no se limitan a compartir planos en Fin.
Entre ellos se genera una tensión de alto voltaje antes, incluso, de coincidir en escena. “¡Menudo morbazo! Y si me tira los tejos, ¿qué hago?”, pregunta el personaje de Clara Lago al ver unas fotos del tipo al que está a punto de conocer junto a otros viejos amigos del protagonista de la película. Todo se complica con el controvertido asunto del reencuentro. Haga la prueba usted mismo. Convoque al grupo de amigos con los que atravesó la adolescencia y comparta 20 años después con ellos un fin de semana de campo. ¿Cuántas rencillas, traiciones y celos saldrían a relucir? Básicamente eso es lo que florece cuando varias personas que llevan sin verse dos decenios –exactamente desde la fecha de una atrocidad que todos intentaron borrar de la memoria– deciden reencontrarse en una casa rodeada de exuberante naturaleza. Tan exuberante como peligrosa, esa naturaleza de la que abomina Houellebecq se convierte en punto de partida de una catarsis colectiva en la que paulatinamente se vislumbra que no va a quedar ni el apuntador para contarlo.
 Trepidante en el ritmo durante sus noventa minutos exactos de metraje, de atmósferas inquietantes y ambiciosa producción llevada a cabo por los exitosos artífices de Los otros y Los ojos de Julia, el debú en largo recorrido de Jorge Torregrossa denota su acertado ojo para el suspense y la acción, así como la huella de su formación cinematográfica estadounidense queda patente en la factura de esta cinta con aromas de thriller norteamericano contemporáneo
. Antes de que el Apocalipsis se apodere del metraje,
Clara y Andrés tendrán tiempo incluso de practicar el noble arte de la seducción. En una secuencia en la que Andrés “estaba cagao” antes de rodar, y que sintetiza como “la del típico animal que entra en la cocina y va a lo que pueda pillar”, saltan tantas chispas como durante la sesión de fotos que ilustra estas páginas.
“Estás yendo mucho al gimnasio tú, ¿eh?”. Clara irrumpe en el estudio fotográfico con vestido largo de fiesta y el pelazo moreno húmedo. Entorna sus ojos de almendra hacia Andrés mientras palpa sus abdominales al desnudo. “No, sobre todo hago yoga. Tú, Pilates, ¿no?”. Sí; Clara, Pilates. Su hermano es monitor y ella aprovecha.
 El resultado salta a la vista. En bíceps, cuádriceps y cuerpazo en general. Ahí están los dos, tan explosivamente carnosos como se les podrá ver en Fin. En este interior diáfano rodeado de flases, Andrés solo viste pantalones negros de esmoquin. Grandullón, ancho de espaldas y muscularmente fibroso, parece imposible encontrar algo en su cuerpo que no esté en su sitio. Pelo en pecho. Barba de tres días. Luce tatuaje con el nombre de su madre fallecida al lado del corazón. Lucía no llegó a conocer las ambiciones actorales de su hijo.
 Ella siempre quiso que fuera modelo.
 Andrés habla con toda naturalidad sobre ella. Es la misma naturalidad con la que se refiere a la estelar cantante australiana Kylie Minogue cuando dice “mi chica”, a quien conoció en 2009 durante el rodaje de un anuncio. De los ecos que despierta su aireada relación, a él solo le molesta “que el simple de hecho de salir a cenar en Londres con ella ponga en guardia a un ejército de paparazzi a las puertas del restaurante”.
–¿Esto del cine es porque a lo de modelo, por muy Andrés Velencoso que uno sea, no le ve mucho más recorrido?
"Todos tenemos nuestro lado canalla. Estoy aprendiendo a sacar partes de mí que sean creíbles" (Velencoso)
–Bueno, cuando trabajas un poco menos que cuando tenías 25 años, no viajas tanto, tienes algo más de tiempo libre… ¿Por qué no invertirlo en algo que tenía pensado desde hace tiempo? Ojalá lo hubiera intentado antes, cuando tuve tantos ratos libres paseando por Nueva York.
–Se estrena como un golfo irreductible, eterno Peter Pan. ¿Ha tenido que prepararse mucho el papel o traía bastante de serie?
–¡Sí, soy un cabronazo! [Estalla en una carcajada]. Todos tenemos nuestro lado canalla. Estoy aprendiendo a sacar partes de mí que sean creíbles. Supongo que en eso consiste el trabajo de actor.
Clara asiente mientras escucha a Andrés tras la sesión de fotos. Ella asegura no tener problemas como los de él con la persecución de paparazzi. Clara, menuda. Clara, con vaqueros, sandalias y rebeca tres cuartos que parecen ocultar lo inmensa que se vuelve en pantalla. Lía cigarrillos mientras saca una sacarina de un bolso de Loewe para echársela al café, y cuenta con desparpajo que está a punto de marcharse a Berlín a rodar su primera película en lengua extranjera
. Para su estreno con una cinta en otro idioma ha elegido… el alemán, que aún no sabe hablar, pero aprenderá a toda mecha para interpretar a una au-pair argentina que cuida a los niños de una pareja en crisis. Hija de diseñador gráfico y cuentacuentos, esta madrileña de 22 años ha ido sofisticando a la fiera interpretativa que llevaba dentro desde niña. Clara parece que siempre ha estado ahí, que siempre tiene un papel entre manos o pendiente de estreno. “¡Pero la realidad es que llevo desde enero tocándome los pies! He tenido algún curro de modelo y de doblaje, pero de actriz… ¡Ah! Y he ejercido de ayudante de dirección con una com­­pañía independiente de teatro”.
"Ya me iba tocando empezar a oler personajes más adultos, de dejar de parecer tan niña en el cine" (Lago)
La crisis golpea aquí hasta al más pintado. Pe­­ro de ahí a resumir to­­­da España, como hizo recientemente The New York Times, con la imagen de una persona trasteando en un contenedor de basura hay un trecho. El día de nuestro encuentro con Clara y Andrés, el rotativo estadounidense publicaba en su primera página la polémica foto de marras. Si hay algo que de veras le molesta a él de todo esto es tener que escuchar desde hace años, en todas partes del globo, eso de: “Estás mal, ¿eh?… Estáis mal allí, ¿verdad? Te lo dice desde el taxista hasta el peluquero de cualquier ciudad del mundo en cuanto te reconocen como español.
 Y es algo que me toca bastante los cojones. Entre eso, y que parece como si las soluciones siempre tienen que venir de fuera, de Estados Unidos, del Banco Central Europeo o de Alemania, al final, acabas diciendo: ‘¿Qué nos pasa en España? Parece que no somos nadie”. ¡Caramba con el supermodelo!
Tampoco le gusta mucho, por cierto, tener que reprimirse en su cuenta de Twitter. En la Red trata de ser bastante activo, hasta que vislumbra jardines en los que, según él, más vale no entrar para no provocar incendios. “El pasado 11 de septiembre me hubiera gustado poder decir: ‘¡Feliz Diada!’. Al final se convirtió en una reivindicación y preferí no dar mi opinión sobre algo tan delicado. Pero soy catalán y el otro día sí que escribí: ‘¡Feliz día de la Mercè!’. El problema es que hay gente en Twitter que está loca, te dice barbaridades, y al final tienes que bloquearles”.
La madurez de Clara acaba de comenzar y lleva una vida en esto
. Andrés afronta un océano de prejuicios por derribar
En Tossa de Mar (Girona), donde viven su padre y sus hermanas, tiene este incipiente galán de cine de 34 años su paraíso.
 El de Clara Lago está en cualquier terraza, compartiendo un tinto de verano con su hermano, el monitor de Pilates que cuida de su esbelta silueta. Si lo de Clara en el cine va en serio desde que era niña, su salto hacia la madurez acaba de comenzar. Pero lleva ya toda una vida en esto. “Y lo mejor es que parece no tener fin”, aseguran muchos de los que han trabajado con ella. Ha dejado de tener como único referente a aquella Penélope Cruz a quien ansiaba conocer desde niña y acabó conociendo gracias a que las dos comparten representante.
 Clara sigue admirando a Penélope, pero si hoy tiene que escoger un modelo a seguir elige sin dudarlo a una actriz tan gloriosamente madura como Meryl Streep. Andrés dirá que Gary Oldman le parece no solo un gran actor “que hace igual de Drácula que de El topo”, sino, además, un tipo que parece no haber perdido la cabeza, algo nada fácil de evitar en el Olimpo de las estrellas del celuloide.
Sobre Clara Lago caben pocas dudas acerca de si tiene la cabecita bien amueblada. Está por ver lo que ocurre con Andrés Velencoso cuando su apuesta salga a la luz.
 De hecho, está por ver si seguirá siendo actor. Todavía queda, para empezar, un océano de prejuicios por derribar. No es nada nuevo. Le ha pasado a muchos otros reputados guaperas cuando han dicho Esta boca es mía. Eva Leira y Yolanda Serrano, las directoras de casting que descubrieron “el talento” de Velencoso en aquellas primeras pruebas de improvisación, quieren deslizar una última puntualización para los más escépticos:
 “Guapos hay muchos. A patadas. Si haces una convocatoria en Estados Unidos puedes encontrar cientos. Pero que se te queden grabados no hay tantos. Y es fácil de demostrar: ninguno de nosotros ha podido olvidar a aquel Brad Pitt que hacía fugazmente de sinvergüenza en Thelma y Louise. Algo así no es solo fruto de la belleza, como pudo verse después”.

Una vivienda de Frank Lloyd Wright en Phoenix se enfrenta a su demolición

Casa diseñada por Frank Lloyd Wright en Phoenix (Arizona). / Scott Jarson/azarchitecture.com
Frank Lloyd Wright diseñó en 1952 una casa para su hijo David y su nuera Gladys, una joya arquitectónica enclavada en un naranjal a las afueras de Phoenix que está considerada como uno de los 20 edificios más importantes del creador y que podría desaparecer en unas semanas.
 Sus actual propietaria, la empresa inmobiliaria 8081 Meridian, tiene previsto demoler el edificio para construir una urbanización en su lugar y aunque el Gobierno local ha iniciado el proceso para declarar al inmueble edificio protegido y evitar su derribo, la entidad asegura que tiene un permiso para poder llevar a cabo su iniciativa en cualquier momento.
La vivienda, un entramado de pasadizos y techos espirales de caoba, con tres habitaciones, dos baños y una escalera de caracol muy parecida a la que el arquitecto diseñó para el museo Guggenheim de Nueva York - a la casa de Phoenix ya se la ha tildado como la hermana pequeña de ese edificio-, había pasado casi desaparecida a los estudiosos y admiradores de la obra de Wright, hasta que en junio pasado se dispararon todas las alarmas cuando la inmobiliaria 8081 Meridian -que adquirió la vivienda ese mismo mes por 1,8 millones de dólares 8unos 1,4 millones de euros)- anunció su intención de demolerla.
 “David y Gladys eran muy celosos de su intimidad, nunca quisieron dar a conocer su casa, porque querían que fuera eso, una casa y no un museo rodeado de curiosos”, explica por teléfono Janet Halstead, directora ejecutiva de la Organización para la Conservación de Edificios de Frank Lloyd Wright.
Detalle de la casa diseñada por Frank Lloyd Wright en Phoenix (Arizona). / Scott Jarson/azarchitecture.com
“No hay una fecha límite para el derribo de la casa, pero el 7 de noviembre finaliza todo el proceso legal para declararla edificio protegido y mientras tanto estamos tratando de llegar a un acuerdo con la inmobiliaria para tratar de preservar el inmueble”, indicó Halstead. Parte de ese acuerdo para evitar la desaparición de la casa de Wright pasa por encontrar un comprador que la adquiera e impida a los propietarios derruirla antes de esa fecha.
 Aunque 8081 Meridian -con la que este periódico ha tratado de ponerse en contacto en varias ocasiones- había amenazado con iniciar los trabajos de demolición, en virtud de un permiso que el Ayuntamiento considera ilegal, este miércoles, el Gobierno local aseguró que habían convenido ampliar el plazo hasta encontrar alguien interesado en comprarla.
Scott Jarson, propietario de la inmobiliaria Jarson & Jarson y un acérrimo defensor de la preservación de la casa Wright, encontró esta misma semana a un comprador, sin embargo, la empresa propietaria no aceptó su oferta. “Ofrecimos 2.050.000 dólares, pero la inmobiliaria se negó a vender alegando que quería 2.200.000 dólares y que no estaba dispuesta a enseñar el interior de la vivienda a mi cliente”, explica Jarson por teléfono.
 El empresario se muestra esperanzado en poder encontrar otro comprador, pero teme que no pueda lograrlo antes de que 8081 Meridian emprenda de nuevo las tareas de demolición. En el caso de que derribaran la vivienda y se demostrara que no estaban autorizados, además de a una demanda criminal, la promotora podría verse obligada a reconstruir el edificio, sostiene Jarson.
De momento, además de un posible comprador, la única esperanza para la casa es que el 7 de noviembre sea declarada edificio protegido.
 Pero aunque finalmente el Gobierno local de Phoenix declarara autorizara esa posibilidad, la medida no libraría a la vivienda de su demolición, “únicamente aplazaría su derribo un máximo de tres años”, explica Halstead. “Se trata de un edificio único, parte del legado de Wright en Arizona. A través de nuestra página web estamos recogiendo firmas de apoyo que presentaremos al alcalde el 7 de noviembre”, informa.
Detalle de la casa diseñada por Frank Lloyd Wright en Phoenix (Arizona). / Scott Jarson/azarchitecture.com
Aunque los vecinos de Phoenix conocían la existencia de la casa en la que el hijo de Wright y su mujer vivieron durante 40 años, se ignoraba que pudiera estar en peligro. “Cuando ambos murieron [David en 1998, con 102 años y Gladys en 2008, con 104], los nietos del arquitecto vendieron la casa en 2009 con la condición de que su nuevo propietario la conservara y viviera en ella. Al parecer, no hizo ni lo uno ni lo otro y volvió a ponerla a la venta”, señala Jarson.
 “Todos pensábamos que estaba en buenas manos”, se lamenta.
Pese a que desde que Gladys muriera en 2008 la casa no ha sido habitada, Halstead considera que la vivienda no está en malas condiciones.
“Como todos los edificios de más de 50 años, necesitará alguna reparación, pero más allá de ello, su estado de conservación es bueno”, sostiene. El acuerdo al que el lunes llegaron el Ayuntamiento de Phoenix y la inmobiliaria ha arrancado unas semanas más de vida a la casa de Wright, unos días preciosos para Jarson y Halstead en los que esperan dar con un comprador que garantice los cimientos del hijo del Guggenheim en Arizona.

Las flores póstumas de Baudelaire

Un libro reúne por primera vez todos los dibujos y últimos escritos en prosa del poeta francés

Las notas muestran la cólera y tristeza del autor.

Retrato fotográfico del poeta Charles Baudelaire.
Acorralado por la penosa enfermedad que cercenó su vida, el poeta maldito por excelencia, el hombre que se elevó sobre la vida y entendió sin esfuerzo “el lenguaje de las flores y de las cosas mudas”, llenó su larga agonía de coléricas notas.
“De niño tuve en mi corazón dos sentimientos contradictorios, el horror de la vida y el éxtasis de la vida.
 Es el sello de un holgazán enfermo de nervios”, escribió Charles Baudelaire (1821-1867) en estos Fragmentos póstumos que ahora publica la editorial Sexto Piso. Un volumen que reúne por primera vez todas las notas en prosa finales y también todos los dibujos del autor de Las flores del mal.
“En Francia se ha publicado parte de estos fragmentos, pero siempre en libros en los que muchas de las notas se habían descartado. Las ediciones españolas siempre eran traducciones directas de esas ediciones francesas. En este libro, sin embargo, hemos trabajado directamente sobre los originales. Están todos.
 No existe, ni siquiera en francés, un libro de estas características”, afirma el escritor mexicano Ernesto Kavi, encargado de la investigación y recopilación que contiene el volumen.
Las notas originales se encuentran repartidas entre la Biblioteca Nacional de Francia, la Biblioteca Jacques Doucet y dispersas en colecciones privadas. “Otro tanto ocurre con los dibujos”, explica Kavi. “La Biblioteca de la ciudad de París posee cuatro y es la que más tiene. El resto está desperdigado en manos de particulares”.
Tras su muerte en una clínica de París, la madre de Baudelaire recogió uno a uno los papeles de su hijo, pequeñas hojas arrancadas de cuadernos en las que anotaba, en lápiz y a pluma, lo que él mismo llamó “proyectiles”, junto a páginas dedicadas a pensamientos, aforismos, listas y proyectos
. Madame Aupick se las entregó a su editor, Auguste Poulet-Malassis, el único que podía encontrar algún sentido en aquel caos. Malassis los ordenó y es esa la ruta que ahora se ha seguido.
 Los dibujos, la mayoría en manos de sus amigos, también fueron recogidos por el editor en un cuaderno. Vivieron una azarosa vida. Fueron publicados y reunidos, pero en 1988 salieron a subasta y se volvieron a dispersar.
Los manuscritos están dispersos entre instituciones y manos privadas
Los pensamientos de Baudelaire muestran la rabia, cólera y tristeza de un hombre rodeado por la enfermedad y el exilio. Su caligrafía es desordenada. Pero, lejos del tópico del poeta embriagado y mujeriego, surge el hombre preocupado por el futuro. “Para él, el trabajo era una tortura, pero no hacía más que trabajar, le preocupaban su gloria como poeta y el dinero. Las notas son un fiel reflejo de esa batalla interior entre el desorden de su vida y su pensamiento y el orden que quiere imponerse para ser un gran artista”.
Dibujo de Baudelaire 'La Fanfarlo'.
El 23 de enero de 1862, el poeta escribe: “En lo moral, como en lo físico, siempre he tenido la sensación de un abismo, no solo el abismo del sueño, sino el abismo de la acción, de la ensoñación, del recuerdo, del deseo, del arrepentimiento, del remordimiento, de la belleza, del número…
He cultivado mi histeria con placer y con terror.
 Siempre tengo vértigo y hoy he sufrido una singular advertencia, he sentido pasar sobre mí el viento del ala de la imbecilidad”.
Baudelaire reflexiona una y otra vez sobre las tareas del escritor, sobre la inspiración y el tiempo. Anota que el placer desgasta, pero el trabajo fortifica. El coraje del escritor, el destino, la concentración frente a la dispersión. El poeta zarandea sus obsesiones. “Sería dulce, quizá, ser, alternativamente, víctima y verdugo”, apunta. Surge su profundo y estrecho sentido de lo sagrado: “Si la religión desapareciera de este mundo, volveríamos a encontrarla en el corazón del ateo”.
"Ni en francés hay un libro así", afirma el responsable de esta recopilación
En La Folie Baudelaire (Anagrama), Roberto Calasso ofrece un consejo que bien vale para el libro que ahora se edita: “Para quien está rodeado y atormentado por la desolación y el agotamiento es difícil encontrar algo mejor que una página de Baudelaire. Prosa, poesía, poemillas en prosa, cartas, fragmentos: todo sirve”. Quizá basta para ilustrar las palabras del escritor florentino un fragmento perteneciente a uno de los manuscritos menos conocidos, que catalogado bajo la letra D está custodiado por la Biblioteca Literaria de Jacques Doucet. La lucidez del poeta maldito solo puede provocar hoy un fatal escalofrío acompañado de un aliento de esperanza: “Síntomas de ruina. Construcciones inmensas. Uno sobre otro, demasiados apartamentos, habitaciones, templos, galerías, escaleras, desembocaduras, belvederes, farolas, fuentes, estatuas. —Fisuras, grietas. Humedad que proviene de un contenedor situado cerca del cielo—. ¿Cómo advertir a las personas, a las naciones?, advertimos, al oído, a los más inteligentes”.