Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

1 oct 2012

Te irás de jose angel buesa

*Te irás, tal vez


Te iras, tal vez; te irás, como una barca
buscando el mar huyendo de la tierra,
pero estarás en mi, como la marca
de un doblez en un libro que se cierra.



Te irás, tal vez; y como tantas cosas
que están presentes aunque se hayan ido,
serás en mí como un rosal sin rosas
pero secretamente florecido.

Te irás, tal vez; te iras calladamente,
mas si el humo se va, queda la brasa,
y te parecerás a la corriente
que, pasando y pasando, nunca pasa….

Y así te irás sin irte, como un largo
rumor de agua cayendo noche y día,
pues deja de llover, y sin embargo,
nos parece que llueve todavía….

La Despedida

30 sept 2012

Palmarés irreprochable en un buen festival..........por Carlos Boyero

Dustin Hoffman recoge el Premio Donostia / jesús uriarte
Entre los festivales internacionales de Serie A el de San Sebastián tiene que ingeniárselas para conseguir no ya lo que quiere sino lo que puede
. Nadie discute que a Cannes le corresponde la parte del león, que los anhelos de los productores y los directores de cualquier parte están colmados si la plataforma publicitaria y el prestigio que aporta Cannes decide seleccionar sus obras. La Mostra de Venecia, que se celebra inmediatamente antes que el festival de San Sebastián, además de disponer de un presupuesto superior al de este, se supone que tiene un potencial atractivo para que el cine de autor (con la impotencia expresiva, la impostura y las pretensiones vacuas que tantas veces acompaña a ese concepto elitista) desee competir en él.
Ante obstáculos tan complicados de superar, José Luis Rebordinos y su equipo han logrado en esta edición no solo algo fundamental como que un montón de estrellas del cine internacional, con el colorido y la fascinación que despierta su legendaria presencia entre el público y los informadores, hayan presentado aquí sus películas, sino también una sección oficial más que aceptable y que las paralelas (cómo lamento que la obligación profesional me haya privado del placer de revisar el ciclo dedicado a ese poeta tan original como perturbador llamado Georges Franju) no tengan desperdicio.
Había varias películas que no serían merecedoras de estupor al otorgarles la Concha de Oro
Tanto esfuerzo para lograr un festival meritorio lo puede arruinar parcialmente el palmarés de los jurados, que tantas veces agreden al sentido común premiando lo grotesco o la transparentemente inestrenable, aunque des por supuesto que sus integrantes son gente cultivada y con desarrollado sentido del gusto. Afortunadamente, el que presidía en esta ocasión la productora más fiel y contumaz del cine independiente norteamericano ha otorgado unos premios mayoritariamente irreprochables para los espectadores que no hayan perdido la cabeza o militen en el esnobismo tonto y el rebuscamiento con inútil afán de trascendencia.
Había varias películas que no serían merecedoras de estupor al otorgarles la Concha de Oro
. En la casa, era una de ellas. Su director, François Ozon, es un especialista en navegar por aguas turbias, relaciones enfermizas, personajes inquietantes
. A veces, con resultado irregular.
 No en esta ocasión. En la casa provoca en el espectador un desasosiego similar al que viven sus protagonistas. Son un profesor progresivamente obsesionado con los relatos que escribe un alumno suyo, experto en manipulación emocional, sobre la familia de un compañero al que desprecia, aunque tenga un notable interés por seducir a la madre de este. Ni ellos ni nosotros tenemos claro lo que es realidad y lo que es ficción, pero el perverso talento del director te mantiene enganchado en este juego de verdades, medias verdades y mentiras
. Es una película muy bien escrita, interpretada y rodada. La Concha de Oro y el reconocimiento a su esplendido guión, que adapta una obra de teatro de Juan Mayorga, son irreprochables.
San Sebastián ha tenido el olfato o la sabiduría de seleccionar El artista y la modelo y Blancanieves, dos de la películas más originales y hermosas (para mi gusto, la tercera sería Grupo 7) que ha parido este año el cine español. Fernando Trueba, Concha de Plata al mejor director, consigue un arte poderoso, sutil y conmovedor haciendo el retrato en blanco y negro, con matices, con sentimiento, con inteligencia, de un anciano escultor obsesionado por crear una obra maestra antes de largarse. Su relación con la joven, carnal, vitalista y desarmante mujer que le sirve de modelo, con la naturaleza, con su incertidumbre o su sensación de fracaso está admirablemente descrita.
Pablo Berger, Macarena García y Fernando Trueba con sus premios / Jesús Uriarte
Y habría que convencer a la gente escéptica de que prescindieran de sus prejuicios ante el cine mudo y en blanco y negro para que disfrutaran de la gracia y el lirismo de Blancanieves, Premio Especial del jurado. Imagino que esa pereza inicial también la sintieron ante The artist y luego salieron encantados del cine. La arriesgada película de Pablo Berger no se apunta a una moda.
 Es un proyecto muy personal y sentido que tuvo la mala suerte de que se le adelantara en su consecución la preciosa The artist.
El actor que más me ha impresionado en el cine a concurso se llama Jean Rochefort, una gloria con causa del cine francés. Su interpretación en El artista y la modelo es poderosa y perdurable. No ha ganado. Sí lo ha hecho José Sacristán, lo más soportable de la insoportable El muerto y ser feliz. Una permanente y pretenciosa, aunque banal, voz en off se encarga de contarnos anticipadamente, plano a plano, lo que va a decir, hacer y sentir su personaje. Imagino que eso representa una broma de mal gusto para cualquier actor que se respete.
 Es el problema de ponerse a las órdenes de alguien que va todo el rato de listo, rarito, experimental y artista. El premio de interpretación femenina a Macarena García, hubiera sido aun más justo si lo hubiera compartido con sus excelentes compañeras de reparto en Blancanieves, incluida una niña maravillosamente expresiva
. De la decepcionante película de Lauren Cantet Foxfire ya se me ha olvidado todo, incluida la galardonada interpretación de Katie Coseni.
En su segundo año como director del festival de San Sebastián, José Luis Rebordinos ha hecho un trabajo notable, un festival con vida. Exigirle la perfección sería tan injusto como absurdo.

Afecto de Bono por Juan Cruz

De las muy bien divulgadas memorias de José Bono (Les voy a contar…, Planeta) sorprenden algunas cosas, y todas ellas no están en el libro. El autor declara que no son memorias, sino diarios. Esa diferencia no alude a una sustancia muy grave, pues diario y memoria son la misma cosa. Basta con que apuntes en un diario para hacer memoria y ya eso que apuntas es memoria. Y la memoria es testigo de lo que eres, aunque recuerdes como te dé la gana.Bono es un coñazo (lo digo yo)
Se ve que debió afectarle mucho al entonces presidente castellanomanchego la suerte sentimental que corrió su afecto por Alfonso Guerra, con quien tuvo un desencuentro tan grave que acabó, de manera instantánea, con la amistad que él le fue a declarar ese día a quien tanto debió herirle que desde entonces ya no lo quiso ver ni en pintura. Me he fijado mucho en esa circunstancia, pues incide tanto en la naturaleza misma del diario que fue el chispazo que desató a escribir a quien luego sería candidato a la secretaría general del PSOE, ministro de Defensa con Zapatero y presidente de las Cortes.
Bono fue a ver a Guerra, que aún era poderoso en el Gobierno de Felipe González, para decirle precisamente que lo quería mucho, y si podía seguir queriéndolo.
 Y el otro, a las puertas de ser defenestrado por el político más citado en el libro (más de setecientas veces, el recuento es de Bono), le explicó que no podía impedirle que sintiera afecto por él. A Bono eso no le gustó. Asusta la instantaneidad del desafecto. ¿No hay luto, o interregno, uno pasa de buenas a primeras de querer tanto a no querer absolutamente nada? Es más, ¿uno pasa del afecto a las armas?
El diario es juez y parte, pues en él el diarista cae en la tentación (y Bono cae, más de setecientas veces) en verse mejor que el otro; contar lo que nos pasa siempre ha sido motivo para justificar lo que nos pasa, casi siempre a nuestro favor, pues nadie se ve en el espejo mucho peor de lo que nos ven los otros.
Ese fragmento del encuentro (del desencuentro) de Bono con Guerra me ha hecho pensar mucho en lo que vemos ahora cada día y lo que hemos visto cada día en el pasado. Entre políticos, entre artistas, entre consejeros de administración, entre futbolistas y, en general, en la naturaleza de los humanos. Mientras se sucede la relación (y esta interesa mantenerla), los hombres simulan saludos cordiales o distantes, pero mantienen las formas bajo la vigilancia de las navajas. Y en el fondo de sus almas van escribiendo sus diarios terribles. A veces los dan a la publicidad.
En el mismo ámbito de la guerra sorda con Guerra (y, en algún momento, contra Guerra), Bono divulga algunos aspectos de su variada diatriba. Aquel desafecto de Guerra lo convocó a una batalla que tuvo como escenario los manteles de una cena con Felipe González y una conversación de este con un patrocinado de Bono, Baltasar Garzón. Todo valía con tal de advertirle a Felipe de las maldades del otrora bienamado vicepresidente del Gobierno.
Dijo Bono, en las múltiples entrevistas que dio para divulgar esta primera entrega de su memoria, que nadie debía sentirse dañado por lo que recuerda. Seguramente no, pero si él se lee con atención, verá de cerca por qué otros al menos extrañarán la fugacidad con que alguna vez arbitró sus afectos.
jcruz@elpais.es