Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

23 ago 2012

Marlowe despierta del sueño eterno


Humphrey Bogart puso rostro a Marlowe en su encarnación más célebre en el filme 'El sueño eterno' (1946
Uno de los mejores escritores irlandeses del siglo pasado fue Flann O’Brien, autor de novelas magistrales como El archivo de Dalkey, Nadan dos pájaros o El tercer policía (todas en Nórdica).
 El problema era que Flann O’Brien no existía, era un mero nom de plume bajo el que se ocultaba Brian O’Nolan (1911-1966).
 Al crear un alter ego, O’Nolan, excelente escritor y periodista, se creó a sí mismo un problema que lo persiguió más allá de la tumba: jamás lograría a brillar a la altura del autor inventado por él. John Banville, otro irlandés, esta vez de nuestro tiempo, es uno de los escritores más importantes de su país, autor de una rigurosa obra que comprende una docena de títulos de ficción y que culmina con la publicación en 2005 de El mar, novela que obtuvo el Man-Booker, uno de los galardones más prestigiosos de la lengua inglesa, y fue declarada la mejor novela irlandesa del año. Tras su publicación, su autor hizo una revelación desconcertante a The Paris Review: “Odio a Banville”, afirmó.
“Sus obras me parecen detestables”. Un año después, bajo el seudónimo de Benjamin Black, iniciaba la publicación de una serie de novelas negras ambientadas en el lóbrego Dublín de los años 50 y protagonizadas por un tipo taciturno, atormentado y solitario, patólogo de profesión, que respondía al nombre de Quirke.
 Con ser sumamente interesante, nada de esto ha despertado tanta expectación en los círculos literarios anglosajones como el anuncio de que el irlandés ha aceptado la invitación que le han hecho los herederos de Raymond Chandler de escribir una novela protagonizada por uno de los personajes más enigmáticos y atractivos de todos los tiempos: el imperturbable Philip Marlowe.
Años después, Banville volvería a escribir novelas firmadas con su nombre, sin dejar de hacerlo como Benjamin Black.
 Hace apenas una semana se publicó Venganza, espléndida novela del alter ego de Banville, quien pronto publicará también novela sin seudónimo.
Cuando escribe novela negra, el irlándés firma como Benjamin Black
La situación no es nueva, por supuesto.
 La combinación entre la avidez de los lectores por seguir leyendo aventuras de personajes a los que son adictos y el hecho de que se trate de una industria que mueve muchos millones de dólares ha llevado a una serie de secuelas de relieve: Sherlock Holmes, James Bond, Sam Spade, Scarlett O’Hara, o Peter Pan son algunas de las más notorias.
La ley lo permite, pero para obrar la milagrosa resurrección de célebres personajes es necesario que contar con el beneplácito de los herederos, que sacan por ello grandes beneficios.
 O dejar que pase el suficiente tiempo. En España, la Ley de Propiedad Intelectual protege las obras (y los personajes, como “obra derivada”) hasta 70 años después de la muerte de su autor.
 En Estados Unidos, la ley amplió el plazo de 50 años después de la muerte del autor (o 75 años para una obra de creación corporativa) a 70 años (y hasta 120 años en las creaciones empresariales).
Chandler murió en 1959, es decir, hace 53 años.
El escritor irlandés John Banville. / CARLOS ROSILLO
A Philip Marlowe ya lo resucitó en su día Robert B. Parker, también a petición de los herederos de Chandler
. Como escritor, Parker era una fuerza de la naturaleza, que creó no uno sino toda una serie de personajes noir como Spenser, Hawk, Susan Silverman o Jesse Stone, que seguían con fervor millones de lectores. Parker, fiel discípulo de Chandler, cuya obra analizó concienzudamente en su tesis doctoral, se aplicó con respeto y disciplina a la tarea de poner fin a Poodle Springs, la novela que Chandler dejó inacabada al morir
. Cuando el resultado vio la luz se produjo una situación inexplicable:
 Todo estaba ahí, el argumento, el personaje, el ambiente, el lenguaje hasta la voz.
 Algunos críticos señalaron incluso que la prosa de Chandler escrita por Parker superaba a la del maestro. Y sin embargo los lectores se sintieron decepcionados. No era posible identificar con exactitud lo que faltaba… el alma de Marlowe, tal vez. Fuera lo que fuese, Chandler se lo había llevado consigo al otro barrio.
Parker, que no sabía hacer otra cosa que no fuera escribir, murió con 77 años frente al teclado, dejando huérfana a toda una cohorte de personajes a los que dieron vida otros escritores en secuelas que a la postre… tampoco funcionaron.
El negocio de las secuelas es demasiado lucrativo como para dejarlo de lado.
 Cuando Robert Ludlum falleció en 2001 dejó una máquina de generar beneficios interrumpida en plena producción con sus tres novelas de Jason Bourne. Tras su muerte Eric Van Lustbader lleva siete novelas dedicadas al legado de ese personaje.
Lo interesante es que en este caso el reto pasa a un escritor de verdad
Pero estamos mezclando demasiadas clases de escritores, y hay que distinguir entre lo que es literatura de lo que no lo es. Parker era más de la estirpe de Black que de la de Banville, en el sentido de que no era un autor “literario”, sino de género.
De hecho, a los puristas de la novela negra no les gusta demasiado Benjamin Black, en quien ven a un intruso que desprende un tufillo a literatura seria.
Demasiada complejidad. Más profundidad psicológica de la cuenta. El lector no quiere tantas complicaciones.
Lo que hace interesante la ecuación Banville-Marlowe es que esta vez el reto pasa a manos de un escritor de verdad que además no cuestiona la validez del género negro ni la grandeza de Chandler.
 Volviendo a la pelea que el escritor sostiene consigo mismo, el autor de El mar ha explicado: “Lo que hace Banville es el resultado de un esfuerzo de concentración. Lo que hace Black es pura espontaneidad.
 El primero es un artista, el segundo un artesano”. Mientras que las novelas que firma como Banville le suponen una tortura, las que firma como Black tarda apenas tres o cuatro meses en ultimarlas.
Que un escritor de la talla de Banville esté dispuesto a dar vida a Marlowe, además de un gesto de reconocimiento y humildad supone un reto fascinante
. Que la cosa salga bien es otra historia, pero como sabía muy bien Philip Marlowe, dar con las cosas verdaderamente interesantes exige meter las narices donde nadie quiere hacerlo. Es de buena ley celebrar la decisión de Banville. Algún día, también él nos dejará. Huérfanos, Black y Quirke quedarán a merced de los demonios.
Por Eduardo Lago.
 Esperemos que no falte quien quiera resucitarlos.

22 ago 2012

De Felisa a Carla, de Marcelino a Hugo

Recién nacidos en un hospital de Barcelona. / CARMEN SECANEL
Si va a tener un hijo y quiere ser original al ponerle nombre, lo tiene difícil. El Instituto Nacional de Estadística (INE) tiene registrados 25.442 masculinos y 24.494 femeninos, y eso sin contar los que se repiten menos de 20 veces.
Los más frecuentes son Antonio (765.138) y María del Carmen (681.108). El peso de la inmigración se refleja. Entre los 150 más habituales, Mohamed ocupa el puesto 67, y Mohammed, el 123. Entre las mujeres es más difícil identificar nombres propios adjudicables a priori al origen extranjero.
Los datos se han obtenido del padrón del 1 de enero de 2011, y distinguen los nombres compuestos de los simples. Por ejemplo, entre las mujeres, aparte de María del Carmen como primer nombre, Carmen es el tercero más frecuente. Entre los hombres, José Antonio ocupa el puesto séptimo.
Como novedad, el INE da la edad media de las personas con cada uno de los bautismos. Tomando los 150 más habituales para cada sexo, los mayores son los Marcelinos (60,1 años de media), seguidos por los Benitos, Josés y Gregorios
. Los más jóvenes, los Hugos, seguidos de Álex, Aarón e Iker.
 Entre las mujeres, las mayores son las Felisas (68,5 años), seguidas de las Ramonas, Vicentas y Josefas. Entre las más jóvenes, Carlas, Albas, Nereas y Claudias.
Este orden por edad es un indicador de las modas, pero si se toma la lista entera y no solo los 150 más frecuentes, arroja otros datos muy diferentes, e igualmente curiosos. Por ejemplo, entre los empadronados, los más mayores se llaman Albert Edward (74,8), Albert William (74,8) y Reginald John (74,7), lo que refleja la presencia de jubilados extranjeros que se asientan en España.
 Entre los 10 de mayor edad media, hay ocho nombres compuestos propios de países anglosajones.
 Los otros dos son de raíz española: Auxibio y Ursicio.
Entre las mujeres, en cambio, el reparto es diferente.
 El nombre de las 10 primeras que tienen una mayor edad media es un catálogo de rarezas de origen latino: Canuta, Prepedigna, Serviliana, Afrodisia, Decorosa, Exiquia, Teotiste, Parmenia, Sancho Abarca y Crescenciana. Todas ellas, junto con las Domicias, tienen de edad media 76,8 años o más.
La pujanza inmigrante —o el deseo de originalidad— es más patente entre los más jóvenes.
La edad media es un indicador del tiempo que hace que esos nombres se usan. Los recién llegados para los varones son, con menos de tres años, Neizan (2,9), Eric Andrei, Eizan, Eidan, Zarek, Zi Hao, Eydan, Rayan, Mohamed Rayan, Anir, Haoxuan y Rayyan (1,4). Entre las mujeres, con una edad media de 2,7 años o menos, Jare, Aaya, Maysaa, Naiala, Yusraa, Yumalay, Arhane, Nekal, Suri, Miley, Sara Andreea, Abrar, Yumalai, Izel y Rihanna. Suenan raros, pero son los nombres que vienen.

Un Contrasentido

Ya sabemos que hablar sobre ETa y los Etarras es de por sí un contrasentido. Pero en este caso lo parece más aún. Un Etarra en "huelga de Hambre" porque tiene un cáncer terminal, la vida es así de despiadada, juegan con la muerte y es la Naturaleza la que ponga FIN a su película.
Su huelga es por el derecho que algunos presos, según la ley al tener una enfermedad terminal pueden "morir en su casa", que si se mira bien no es acto de caridad sino de ahorrarse trabajos y hospitales carcelarias que cuestan un pastón, pero bueno si se cree que es un acto de piedad morir dando más tristeza y pena a los tuyos, pues vale.Que por otro lado quien está acostumbrdo a jugar con la muerte ajena ya sabrá que da igual dónde mueras, como si es en un Parque Infantil, donde mataron a Yoyes delante de su hijo, ETA es así, incomprensible.
El Contrasentido es que si está en vias de irse al otro mundo y hace Huelga de Hambre es que los médicos le digan que eso le hará sufrir más o morir antes, pero en los contrasentidos no hay que buscar Un sentido, y menos en gente que parece que son Autistas, o legionarios, novios de la muerte de otros. Otegui y alguno más que tb estaba en Huelga de Hambre la han dejado, no vamos a descubrir que los etarras son asesinos y cobardes.
Es decir, no le tengo apego a la vida, la ajena claro, la mia como todo ser le tengo miedo, porque somos mortales y en ese tramce y miedo solo le queda irse con la poca dignidad que le quede.
Lo siento, no me alegro de la muerte de esa gente aunque esa gente se haya alegrado de tantas muertes sin sentido. Si creen en Dios recen, sino sean valientes. y mueran como no supieron vivir.
Nadie llorará por ustedes después de muertos, título de una Película.

Euforia negra para despedir el verano

La novela policiaca seduce a cada vez más autores españoles.

Te damos una lista de diez escritores debutantes y que han repetido en el género

  • Toni Hill: “He querido llevar al crimen a la gente normal”
  • Cristina Fallarás, primera mujer en ganar el premio Hammett 
  • Imagen de la portada de 'La tristeza del samurái', de Víctor del Árbol.
    El entusiasmo por la novela policiaca no es solo de los lectores, ni por los autores extranjeros. Cada vez más, los escritores españoles se adentran con éxito en el territorio del género negro, incluso han sido seducidos autores consagrados como Carme Riera, que ha firmado este año Naturaleza casi muerta.
    Es uno de los géneros que más autores nuevos incorpora en cada temporada, desde personas anónimas y periodistas hasta cineastas prestigiosos. El objetivo de los escritores, en general, es explicar el mundo desconcertante en que vivimos, con todas las excepciones que se quiera. Las siguientes son diez novelas policiacas de debutantes, o segundos títulos, que recomendamos para despedir el verano:
    Simpatía por el diablo, primera novela del cineasta Agustín Díaz Yanes, entre lo negro y la política ficción, da miedo, porque lo que cuenta podría pasar en cualquier momento: un banquero corrupto, con muchos trapos sucios que esconder pone en marcha, con la inapreciable ayuda de políticos corruptos y de un elitista fondo de inversiones norteamericano, una conspiración para dar un golpe de Estado, de derechas, naturalmente. Todo es ficción, pero el lector atento podrá identificar a algunos personajes de la política española.
    Narcolpesia, primera novela de Jordi Ledesma, es la historia de un chiquillo de la Barceloneta que casi sin darse cuenta se convierte en un camello. Prospera rápidamente hasta que comete su primer asesinato y se pierde a sí mismo.
    Sanclemente hace una radiografía en Tienes que contarlo de la crisis de la prensa escrita, de la publicidad en Internet y del periodismo digital en una historia de amores y desamores entre un policía y una arriesgada periodista
    Primera novela negra también de Aro Sáinz de la Maza, El asesino de la Pedrera.
     Un pelo desmesurada, narra la obsesión de un asesino por los edificios y símbolos de Gaudí: el parque Güell, la Sagrada Familia, las chimeneas soldado de la azotea de La Pedrera. Es una acerba crítica a la Barcelona preolímpica, a los malos tratos y a los políticos y policías corruptos.
    El rostro de la maldad, segunda novela negra de Julián Sánchez, protagonizada por el inspector David Ossa, parte de un terrible atentado en unos grandes almacenes (recuerda a Hipercor, pero no tiene nada que ver). La venganza de un artificiero a quien sus compañeros dejaron caer voluntariamente en el fuego será terrible y su principal escenario es el subsuelo barcelonés.
    La segunda novela de Marta Sanz protagonizada por el detective privado Zarco, Un buen detective no se casa jamás, confirma la línea psicológica emprendida en Black, Black, Black. Zarco, huye de Madrid y de los sinsabores que sufrió en la anterior historia y acepta la invitación de una antigua amiga para pasar las vacaciones en la costa mediterránea, pero no puede quitarse de la cabeza a su exmujer Paula, que se convierte en la voz de su conciencia.
    Novelas de periodistas o sobre el periodismo.
    José Sanclemente hace una radiografía en Tienes que contarlo de la crisis de la prensa escrita, de la publicidad en Internet y del periodismo digital en una historia de amores y desamores entre un policía y una arriesgada periodista.
    Gabriela Cañas ha debutado con Fuego en las torres, en la que a partir del incendio del edificio Windsor en Madrid, traza un certero análisis de la corrupción política y empresarial que se inició con la burbuja inmobiliaria y sus paralelismos actuales.
    Con mucha acción, Verano en rojo, de Berna González Harbour, primer caso de la comisaria Ruiz, traza un panorama desolador del periodismo con una trama trepidante a partir del asesinato de dos muchachos en el verano de 2010, año en que España ganó el Mundial de Fútbol.
    La tristeza del samurái, de Víctor del Árbol, es un caso curioso. Se publicó en 2011, con buenas críticas pero pasó con más pena que gloria. Publicada en Francia por Actes Sud ha sido un rotundo éxito en el país vecino, donde ha obtenido el Premio Polar Europeo. Ahora aparece en España en edición de bolsillo. Abarca un periodo que va desde los primeros años cuarenta a bien entrados los ochenta. Los desafueros de los políticos de la posguerra, de cómo se situaron después de la guerra y prosperaron durante la transición, llegan hasta el presente. La venganza no tiene límites. Muy bien construida y con personajes sólidos.