9 ago 2012
Te vas porque yo quiero que te vayas.............Juan José Millas
Pedro y Carmen se relacionan a través del despecho, que es la forma llevadera de la nostalgia.
A veces las relaciones imposibles son más necesarias que las posibles.
Si Kafka no se hubiera llevado tan mal consigo mismo, tampoco habría escrito La metamorfosis
. Tiene que estar uno muy jodido para que le venga esa historia a la cabeza, y no ya para que le venga, sino para decir voy a desarrollarla, a ver cómo acaba este pobre tipo que se despierta un día convertido en un horrible insecto y que a lo mejor soy yo.
A alguien en paz consigo mismo y con el mundo, y que conoce lo que le conviene, no se le ocurre ni de coña lo de Gregorio Samsa.
Y si por casualidad se le ocurre, se lo atribuye a otro, ese otro conocido históricamente como chivo expiatorio y del que hay uno en cada familia y en cada oficina del Estado y, si me apuran, hasta en cada país
. En algunos sitios te quitan esas historias de la cabeza a base de terapias electroconvulsivas, o sea, de electroshocks.
Si en tiempos de Dostoievski, que tenía muchas diferencias también consigo mismo, hubiera existido el electroshock, nos habríamos quedado sin Crimen y castigo.
A ver si vamos explicándonos.
No siempre las dificultades jodidas, aunque estimulantes, están dentro, claro, a veces están fuera. La dificultad de Quevedo, por ejemplo, se llamaba Góngora y, la de Góngora, Quevedo. La de Freud, Jung, y viceversa; la de Larra, Dolores Armijo.
Sin conflicto no hay creación artística ni progreso científico ni hostias. Lo decía magistralmente Clarín en la primera línea de La Regenta: “La heroica ciudad dormía la siesta”.
Una ciudad heroica no duerme la siesta, por favor, y si la duerme es porque le pasa algo
. De esa incompatibilidad entre la siesta y la heroicidad nació una obra maestra, tomen nota.
Pedro y Carmen no se llevan. Seguramente no se llevaban ni cuando se llevaban, pero todavía no se habían dado cuenta. Se trata de una relación a todas luces imposible y, sin embargo, necesaria.
Se relacionan a través del despecho, que es la forma llevadera de la nostalgia al modo en que la belleza, según Rilke, es ese grado de lo terrible que soportamos
Un género que, sutil llegaste a mí, ha alumbrado versos inolvidables, versos, ya me canso de llorar y no amanece, desgarradores, versos tristes, que seas feliz, feliz, feliz, versos lastimeros, di que vienes de allá, de un mundo extraño, versos no pudo ser después de haberte amado tanto, versos con los que Maura y Almodóvar podrían contar la historia de una movida alucinante alrededor de sí mismos y de sus circunstancias.
Pedro y Carmen se relacionan a través del despecho, que es la forma llevadera de la nostalgia al modo en que la belleza, según Rilke, es ese grado de lo terrible que todavía soportamos.
—Si me llama —piensa ella—, le pongo un precio y voy porque yo soy una profesional.
—Si la necesito —piensa él— le digo a Agustín que la contrate y punto.
Tras firmar el contrato, dan una rueda de prensa políticamente correcta, llena de tópicos pactados, luego hacen entre los dos, casi sin dirigirse la palabra, una obra maestra tipo Volver y cada uno se va por donde ha venido tarareando cuando tú te hayas ido me envolverán las sombras.
No es falta de ternura, se quieren con el alma.
¿Dónde nació esta incompatibilidad de caracteres?
Lo más probable es que sea genética.
No vamos a negar la existencia de un momento concreto en el que saltara la chispa, lo hubo, sin duda, pero carece de interés porque la incompatibilidad venía de antes. Quizá hubo un desaire, consciente o no, de él, para ponerla en su sitio (hay varias leyendas al respecto).
Para ponerla en su sitio significa para decirle quién manda aquí porque tú al fin y al cabo no eres más que una actriz. Los actores, para Almodóvar, son un mal necesario.
No se puede hacer una película sin ellos como no se puede hacer una tortilla sin huevos
. Pero la distancia existente entre lo que él tiene en la cabeza cuando grita “acción” y lo que ellos son capaces de darle al ponerse en movimiento es de tal naturaleza que tampoco hay que extrañarse de que los odie. Carmen Maura es la única que se acerca a lo que él quiere, incluso que lo supera.
Pero eso es insoportable también, ni una cosa ni la otra.
Una tía que se lee el guion de Volver, que dice “vale”, que se pone ante la cámara y lo borda a la primera... Hija de puta.
No vamos a decir que Maura tenga de los directores la misma opinión que Almodóvar de los actores.
Quizá no los considere un mal necesario, pero tampoco lleva bien el teatro que le echan.
Vale que estén atormentados, que no sean felices, que tengan sus migrañas y sus moscas oftálmicas y sus ardores de estómago, pero que se corten un poco, por favor, que yo también he sufrido mucho
. Esto le viene de que procede de una familia burguesa, de clase media tirando hacia arriba, donde la exposición de los sentimientos en general (se trata de una hipótesis) no estaba muy bien vista.
Por eso los sentimientos le salen casi siempre en clave de comedia, como si se descojonara de ellos. De ahí le viene toda la carga transgresora que Pedro ha aprovechado hasta el paroxismo, signifique lo que signifique paroxismo.
—Quiero un fantasma de carne y hueso —le dice él.
Y ella le compone una fantasma de carne y hueso que te pone los pelos de punta precisamente por eso, porque es de carne y hueso, lo que resulta tan contradictorio como que la heroica ciudad duerma la siesta. Pero es que cuando más de carne y hueso es el fantasma, más fantasma, paradójicamente, resulta.
La genialidad de la Maura llega al punto de que cuando a lo largo de la película nos enteramos de que no es un fantasma, sino su imitación, es cuando deviene en un espectro de verdad, de los que dan risa y miedo al mismo tiempo porque no sabe uno a qué carta quedarse.
Todo esto complica mucho la relación en ambas direcciones.
Almodóvar, por explicarnos, es un transgresor burgués mientras que Maura es una burguesa transgresora. La heroica ciudad, por volver a Clarín, dormía la siesta.
Hay ahí un conflicto de personalidades típico de quienes necesitándose a muerte darían la vida por desnecesitarse.
El problema no es lo que se necesiten ellos, que a nosotros nos la trae floja, el problema es lo que los necesitamos nosotros
. Pero nos tienen a pan y agua porque se creen que la vida es un bolero y que te vas porque yo quiero que te vayas. Pobres.
Se nos van muriendo todos.....hoy Sancho Gracia, nuestro Curro Jimenez.
Sancho Gracia ha fallecido en la Clínica Quirón, acompañado por su mujer, sus tres hijos, su hermana y su sobrina. Pensamos que nada podría con Curro Jimenez....pero no....hay una lista y la guadaña te siega cuando vea tu Nº.
Gracia se hizo famoso por su interpretación en la serie de TV ''Curro Jiménez'' (1979), de Mario Camus, que fue emitida durante la Transición democrática y en la que interpretaba a un bandolero del siglo XIX.
El actor madrileño protagonizó también, entre muchas otras, "Montoyas y Tarantos" (1989), de Vicente Escrivá, y "El crimen del padre Amaro" (2002), de Carlos Carrera, seleccionadas para representar a España y a México, respectivamente, en las candidaturas a los Óscar.
Sancho Gracia fue también candidato a un premio Goya en 2002 a la mejor interpretación masculina por su actuación en la película "800 Balas", de Álex de la Iglesia.
Nacido en Madrid el 27 de septiembre de 1936, la infancia de Félix Ángel Sancho Gracia transcurrió entre los barrios madrileños de Embajadores y Lavapiés.
Expulsado de varios colegios debido a su carácter inquieto, se trasladó a Uruguay con su familia en 1947, donde vivió hasta 1964, tras el fallecimiento de su padre y después de que su madre contrajera segundas nupcias.
En Uruguay desempeñó varios y dispares trabajos y se hizo actor a partir de la lectura de un anuncio de un periódico.
Fue alumno de la actriz catalana Margarita Xirgú en el Conservatorio de Montevideo, donde estudió tres años y trabajó en los montajes de "Bodas de sangre", de García Lorca, y "El sueño de una noche de verano", de William Shakespeare.
De carácter extrovertido, llamó la atención de productores y pronto se convirtió en actor de películas de acción, aventuras, spaghetti-western y comedias.
Trabajó con directores como Juan Antonio Bardem, Jaime de Armiñán, Vicente Aranda, Mario Camus, Adolfo Aristaráin, Álex de la Iglesia o José Luis Cuerda.
Participó, entre muchas otras, en las películas "La chica de los anuncios" (1964), "La ciudad no es para mi" (1966), "Las viudas" (1966), "Oro maldito" (1967), "El último día de la guerra" (1969), "Marbella, un golpe de cinco estrellas" (1984) "Montoyas y Tarantos" (1989), "Tocando fondo" (1993), "Cachito" (1995), "La mirada del otro" (1997), "Inferno" (1999) y "A galope tendido" (1999).
Más recientemente intervino en "La Comunidad" (2000), "No te fallaré" (2000), "Caja 507" (2000), "El robo más grande jamás contado" (2001), "Hasta aquí hemos llegado" (2001), "El crimen del Padre Amaro" (2001), "800 Balas" (2002), "El Furgón" (2002), "El Oro de Moscú" (2002), "Mala uva" (2003), "Perfecto amor equivocado" (2004), "Los managers" (2006), "El prado de las estrellas" (2009) y "Entre Lobos" (2010) y "Balada triste de trompeta" (2010).
Curro Jiménez, su consagración
Pero fue en la TV donde se consagró como actor y obtuvo mayor popularidad, con papeles en las series "Los camioneros" (1973) o "Curro Jiménez" (1976), de la que fue creador y coproductor entre 1976 y 1978 y en su segunda parte, en 1994, en la que encarnaba el papel de bandolero-héroe, junto a Álvaro de Luna y José Sancho.
Protagonizó luego para TVE la serie "La máscara negra" (1980) y en el verano de 1982 encarnó a Juan Martín Díez ''El Empecinado'', héroe de la Guerra de la Independencia, en la coproducción hispano-francesa "Los desastres de la guerra", a las órdenes de Mario Camus, junto a Paco Rabal y Álvaro de Luna; y más recientemente "Unidad Central Operativa - UCO" (2009).
Para TV interpretó también papeles como el del capitán Piñero en "La isla de los fugitivos" o Simón Bolívar.
Encabezó el reparto de "Huidos. El último maquis" (1992), que acabó siendo su primera película como director a raíz de un desacuerdo con el realizador inicial del proyecto.
Sancho Gracia ha compatibilizado teatro, cine y televisión, dando vida en escena a personajes como el Tenorio de José Zorrilla (1995), o a ''Goya'' (1996) (Goya de Honor de la Asociación Española de Amigos de Goya).
Era agregado cultural honorario de Uruguay en España, desde enero de 1991, por designación del entonces presidente, Luis Alberto Lacalle, y fue premiado por la Asociación de Críticos de Nueva York en febrero del 2003 por su actuación en la película mexicana "El crimen del padre Amaro".
El Festival Internacional de Peñíscola, de Cine de Comedia, le otorgó el premio Calabuch de Honor a toda una carrera, que le entregó Álex de la Iglesia en mayo de 2003.
El actor se casó con Noelia Aguirre Gomensoro, hija de un destacado político del Partido Nacional uruguayo, el 19 de mayo de 1969, y tenía tres hijos (Rodrigo, Rodolfo y Félix).
Su padrino de boda fue Adolfo Suárez, a quien le unió siempre una fuerte amistad. Fue intervenido quirúrgicamente de un pequeño tumor en un pulmón, en una clínica de Madrid, en enero de 2001.
Gracia se hizo famoso por su interpretación en la serie de TV ''Curro Jiménez'' (1979), de Mario Camus, que fue emitida durante la Transición democrática y en la que interpretaba a un bandolero del siglo XIX.
El actor madrileño protagonizó también, entre muchas otras, "Montoyas y Tarantos" (1989), de Vicente Escrivá, y "El crimen del padre Amaro" (2002), de Carlos Carrera, seleccionadas para representar a España y a México, respectivamente, en las candidaturas a los Óscar.
Sancho Gracia fue también candidato a un premio Goya en 2002 a la mejor interpretación masculina por su actuación en la película "800 Balas", de Álex de la Iglesia.
Nacido en Madrid el 27 de septiembre de 1936, la infancia de Félix Ángel Sancho Gracia transcurrió entre los barrios madrileños de Embajadores y Lavapiés.
Expulsado de varios colegios debido a su carácter inquieto, se trasladó a Uruguay con su familia en 1947, donde vivió hasta 1964, tras el fallecimiento de su padre y después de que su madre contrajera segundas nupcias.
En Uruguay desempeñó varios y dispares trabajos y se hizo actor a partir de la lectura de un anuncio de un periódico.
Fue alumno de la actriz catalana Margarita Xirgú en el Conservatorio de Montevideo, donde estudió tres años y trabajó en los montajes de "Bodas de sangre", de García Lorca, y "El sueño de una noche de verano", de William Shakespeare.
De carácter extrovertido, llamó la atención de productores y pronto se convirtió en actor de películas de acción, aventuras, spaghetti-western y comedias.
Trabajó con directores como Juan Antonio Bardem, Jaime de Armiñán, Vicente Aranda, Mario Camus, Adolfo Aristaráin, Álex de la Iglesia o José Luis Cuerda.
Participó, entre muchas otras, en las películas "La chica de los anuncios" (1964), "La ciudad no es para mi" (1966), "Las viudas" (1966), "Oro maldito" (1967), "El último día de la guerra" (1969), "Marbella, un golpe de cinco estrellas" (1984) "Montoyas y Tarantos" (1989), "Tocando fondo" (1993), "Cachito" (1995), "La mirada del otro" (1997), "Inferno" (1999) y "A galope tendido" (1999).
Más recientemente intervino en "La Comunidad" (2000), "No te fallaré" (2000), "Caja 507" (2000), "El robo más grande jamás contado" (2001), "Hasta aquí hemos llegado" (2001), "El crimen del Padre Amaro" (2001), "800 Balas" (2002), "El Furgón" (2002), "El Oro de Moscú" (2002), "Mala uva" (2003), "Perfecto amor equivocado" (2004), "Los managers" (2006), "El prado de las estrellas" (2009) y "Entre Lobos" (2010) y "Balada triste de trompeta" (2010).
Curro Jiménez, su consagración
Pero fue en la TV donde se consagró como actor y obtuvo mayor popularidad, con papeles en las series "Los camioneros" (1973) o "Curro Jiménez" (1976), de la que fue creador y coproductor entre 1976 y 1978 y en su segunda parte, en 1994, en la que encarnaba el papel de bandolero-héroe, junto a Álvaro de Luna y José Sancho.
Protagonizó luego para TVE la serie "La máscara negra" (1980) y en el verano de 1982 encarnó a Juan Martín Díez ''El Empecinado'', héroe de la Guerra de la Independencia, en la coproducción hispano-francesa "Los desastres de la guerra", a las órdenes de Mario Camus, junto a Paco Rabal y Álvaro de Luna; y más recientemente "Unidad Central Operativa - UCO" (2009).
Para TV interpretó también papeles como el del capitán Piñero en "La isla de los fugitivos" o Simón Bolívar.
Encabezó el reparto de "Huidos. El último maquis" (1992), que acabó siendo su primera película como director a raíz de un desacuerdo con el realizador inicial del proyecto.
Sancho Gracia ha compatibilizado teatro, cine y televisión, dando vida en escena a personajes como el Tenorio de José Zorrilla (1995), o a ''Goya'' (1996) (Goya de Honor de la Asociación Española de Amigos de Goya).
Era agregado cultural honorario de Uruguay en España, desde enero de 1991, por designación del entonces presidente, Luis Alberto Lacalle, y fue premiado por la Asociación de Críticos de Nueva York en febrero del 2003 por su actuación en la película mexicana "El crimen del padre Amaro".
El Festival Internacional de Peñíscola, de Cine de Comedia, le otorgó el premio Calabuch de Honor a toda una carrera, que le entregó Álex de la Iglesia en mayo de 2003.
El actor se casó con Noelia Aguirre Gomensoro, hija de un destacado político del Partido Nacional uruguayo, el 19 de mayo de 1969, y tenía tres hijos (Rodrigo, Rodolfo y Félix).
Su padrino de boda fue Adolfo Suárez, a quien le unió siempre una fuerte amistad. Fue intervenido quirúrgicamente de un pequeño tumor en un pulmón, en una clínica de Madrid, en enero de 2001.
Luces de candilejas
Puedes ver ésta y otras entradas en la sección "Los caballeroa las prefieren rubias" del blog "As time goes by" dedicada a Marilyn Monroe (entra en este enlace para ver más)
Otra destacable y emocionante incursión en el musical de mi querido Walter Lang, previo a las excelentes El rey y yo y Can- Can, aquí con música y letras de Irving Berlín convenientemente adaptadas para la ocasión por los siempre eficientes Alfred y Lionel Newman.
Estamos ante un musical de sonoridades radiantes, en vistoso Tecnicolor , rodado en Cinemascope y verdadero representante de la edad dorada del musical hollywoodiense, un género que vivía sin duda, su mejor momento artístico y comercial a mediados de los cincuenta y que con esta vitalista y deslumbrante Luces de candilejas nos contó la entrañable y tierna historia de una familia de artistas, los Donahue, dedicados por entero al mundo del espectáculo, toda una película generacional bella y de profundos sentimientos.
Para tan satisfactorio empeño contó con la presencia de la diosa Marilyn Monroe, autentica diva del glamour y la belleza explosiva que aquí luce de manera despampanante, con tres números musicales a su cargo, destacando el de ola de calor por sus sobradas cualidades para la insinuación y sensualidad, una Monroe que poseía grandes dotes para la comedia (La tentación vive arriba, Con faldas y a lo loco, El multimillonario, y un largo recorrido lo demuestran) y que comparte escena con otros intérpretes como el simpático Donald O´Connor (Cantando bajo la lluvia) o la guapísima Mitzy Gaynor en este quizás, algo conservador pero de contagioso optimismo, musical alegre y serpenteante.
Luces de candilejas es un hermoso traje de luces cosido con esplendoroso hilo musical, tratado con elegancia y ganas por Walter Lang y contenedor eterno del verdadero espectáculo cinematográfico, el de las historias familiares de tradiciones olvidadas, profesionales de la farándula que hicieron y harán posible que el show no pare jamás.
LO MEJOR: Su condición de clásico, todo un musical alegre y muy bien hecho. Su canción final There´s no business like show business, título original del film, un tema inmortal y perfectamente reconocible, su conmovedor desenlace, la icónica presencia de Marilyn y la ternura que desprende todo el relato.
LO PEOR: Que en algunos aspectos sea considerado como excesivamente conservador y empalagoso, algo nada criticable teniendo en cuenta el tono general de la película, un musical lujoso e imprescindible.
En su día no tuvo una buena
acogida pero con el paso del tiempo ha sido considerada la mejor
película musical de la Twenty Century Fox, y la verdad es que no me
extraña. Las canciones son magníficas, destacando: "There's no Business
like Show Business", interpretada por Ethel Merman;"Heat Wave",
interpretada por Marilyn Monroe y "Alexander's Ragtime Band"
interpretada por Ethel Merman, DanDailey, Donald O'Connor, Johnnie Ray y
Mitzi Gaynor. El argumento es muy sencillo, pero funciona a la
perfección. Especialmente recomiendo esta película a los amantes de los
musicales de los años 50, ya que esta película es un homenaje a las
canciones del gran compositor Irving Berlin.
Es de los buenos musicales que produjo Hollywood es la década de los 50
que nos llena de fantasía, color y música levantando el espíritu y
haciéndonos disfrutar de lo mejor de este género, pues tiene de todo
para hacernos pasar un rato agradable y olvidar problemas personales y
colectivos.
Todo el reparto está a la altura de lo necesario para lograr un film alegre, dinámico y que es un regalo para los ojos y los oidos, con una excelente partitura musical del mítico Irving Berlin No obstante, tiene algunas secuencias en que decae algo por la trama del argumento, pero enseguida se restablece el optimismo y la alegría.
Rodada en formato Cinemascope, en los primeros tiempos del lanzamiento de este nuevo y revolucionario sistema panorámico por la Fox, contribuye, como es natural a la brillantez del espectáculo, siempre disminuido en una pantalla de TV. en comparación con lo que supondría verla en buen cine, y con un buen sonido moderno.
There´s No Business Like Show Business
AÑO 1954
DIRECTOR
Walter Lang
GUIÓN
Phoebe Ephron
Henry Ephron
Historia: Lamar Trotti
MÚSICA
Irving Berlin
FOTOGRAFÍA
Leon Shamroy
REPARTO
Ethel Merman, Dan Dailey, Donald O´Connor, Marilyn Monroe, Johnnie Ray, Mitzi Gaynor, Hugh O´Brian, Frank McHugh
PRODUCTORA
20th Century Fox
PREMIOS
1954: 3 nominaciones al Oscar: Mejor historia, vestuario color, bso
SINOPSIS
Narra la historia de los Donahue, una familia de actores dedicada plenamente al mundo del espectáculo. De escenario en escenario, haciendo todo tipo de variopintas representaciones, los Donahue hacían las delicias de un público entregado a sus números.
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