Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

7 ago 2012

Los ectoplasmas y yo José María Izquierdo

FERNANDO VICENTE
Tú me aseguras que no tendré que hablar con la Merkel, José Manuel? Chico, es que me agarra de la manga y venga a decirme cosas en inglés, que cuando dice Cameron y Monti bien está, pero el resto ya me dirás…
—No te preocupes, Mariano, que yo no me muevo de tu lado y ya sabes que mi inglés es, sin ánimo de presumir, francamente extraordinario, contestaba García Margallo.
—También yo estaré allí, presidente, que es cierto que tu english es fluently, Margallo, pero reconocerás que el mío tiene ese punto que te da moverte en los Hedge Fund, que forzosamente te relacionas con una private equity firms… Vamos, en Lehman, uy, perdón…
—¡¡¡Luis, cuántas veces te he dicho que ni mencionar la bicha!!!
Total, que el jefe se iba para Bruselas, hacía un día de primavera que era un lujo, a mí no me apetecía viajar y monté la kermés en un suspiro. Por cierto, eso sí que se me da bien. Lo de suspirar, digo. Los fantasmas tenemos una facilidad innata para el suspiro, es verdad, pero a mí se me da especialmente bien. Como a los Pujol lo de quejarse, pero en esa comparación yo sería el molt honorable.
  Así que reuní a todos los ectoplasmas, robamos unas cosillas en la cocina para picar, que no crean que fue fácil, que ahora tienen contadas hasta las aceitunas con anchoa.
 Por lo de los recortes, que primero se hace un café y si alguien repite le dan el recuelo. Nos tuvimos que llevar las olivas de gordal, que esas aún están por la libre. Y nos echamos al jardín. Que a mí, y al de Felipe, por lo de los bonsais, nos gusta mucho ese lujo de cedros, chopos y acacias, por citar unos poquitos.
Porque somos invisibles, que si no ya les contaría yo el espectáculo que ofrecíamos
. A ver. Alguna precisión de arranque, que todavía no les he explicado cómo convivimos los ectoplasmas y un servidor. No nos liemos, que aquí el baranda soy yo. Un fantasma es el súmmum de las especies incorpóreas, les saca varios cuerpos —es una broma que nos gastamos entre nosotros— a los demás entes, tal que los ectoplasmas.
 A partir de este hecho sin posible discusión, todo se desarrolla de forma fluida.
Y es que los ectoplasmas son poca cosa, que andan por aquí y por allá pero casi nunca se puede tener una conversación seguida con ellos, que es como si hablaras por Skype.
 Son difusos, borrosos e imprecisos, si bien llevan como adheridos a la piel que no tienen las más conspicuas características de aquellos cuyos cuerpos abandonaron el día que salieron de La Moncloa. En general. En particular son aún más complicados.
Yo solo tengo cuatro y ya me dan bastante guerra, que no quiero ni pensar lo que debe sufrir el fantasma de Downing Street, el de la Casa Blanca o, si me apuran, el del Eliseo.
Por ejemplo, Fito, que está en un estado intermedio entre ánima y ectoplasma. Yo le llamo Fito —de Adolfito— para que vea que le aprecio.
 El pobre se va diluyendo, sabedor de que su destino en primera instancia es extinguirse cuando definitivamente lo haga su personaje, aunque es consciente de que renacerá cuando se produzca el momento irreversible, que los ectoplasmas rehacen su vida cuando la de su par, finalmente, se apaga. Bragado y resuelto en sus comienzos, cuando yo le conocí, ahora apenas si es algo más que un suave viento, una presencia más presentida que advertida. Saben los ectoplasmas, como Roy Batty en Blade Runner, que “Todos aquellos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”.
Pero fueron importantes, muy importantes, y más para mí, y tengo a Fito en palmitas, que siempre le dejo en alguna piedra a su alcance una tortilla a la francesa y un café solo. Nada prueba, pobre, pero lo agradece.
Tampoco es sencillo sacar al jardín a Ecto, que se quedó así como a la mitad, cortado a la altura del vientre. Lo llevamos en un carrito que se usaba para dar de desayunar a los hijos de Leopoldo.
 ¡Cómo eran tantos! Menos mal que como tiene un depurado sentido del humor, gusta de ponerse unos collares de hojalata y unas ensaimadas en las orejas para hacernos una broma que nos gusta mucho: “¿Verdad que me quedo igualito que la Dama de Elche?”.
 Toca raro el piano, el pobre, que sin pedales no es lo mismo. Ecto lo dice mucho: es que Liszt sin pedales…
Los demás ya me los trajino mejor. Con sus cosas. El de Felipe —Por Consiguiente, le llamamos— solo tiene dos problemas. El primero es que no se calla jamás, nunca, bajo ninguna circunstancia.
Que digo yo y dale y vuelta. El otro es de más fácil solución, que siempre va mirando para atrás por si viene Alfonso. Ese cedro, hay que avisarle para que no tropiece.
 Pero está bien Por Consiguiente, que es un poquito más animado que los que le siguen, que vaya tela.
Al de Aznar le frené en seco, que fue tener mayoría absoluta en la segunda legislatura y venirme con aires de superioridad:
—Oye, Leandro…, me dijo sin mover la boca.
—Para ti don Leandro, Aznar López. Que solo eres un ectoplasma.
A él le llamaba Aznar López pero cuando no estaba me refería a él por Azorín.
 Por las Azores, claro. Tiene una tendencia natural a darte bufidos y mandarte a hacer algo. Cualquier cosa, da igual. También intenta subírseme a la chepa, y como siempre lleva el peso de Ana Botella —“eso ni se te ocurra”, le decía Ana muchas veces— resultaba un poco molesto.
Un poco, digo, porque como no tengo chepa, ni espalda, ni nada, cada vez que lo intentan se dan una costalada de mucho reír. ¡Y con el sentido del humor que se gasta el gachó!
Lo peor cuando venía Ana es que siempre quería que nos quedáramos en en la Fuente del Amor, con sus bojs y sus granados, que es el sitio más cursi de toda la Moncloa.
 “Aquí estuvieron Antonio Machado y Guiomar”, decían. Por Consiguiente le metía más marcha: “¿Y se querían mucho? A ver, cuenta, cuenta, Josemari, que eso me interesa una barbaridad”. Un cachondo, ya les digo.
Al ectoplasma de Zapatero tardé mucho en encontrarle nombre. Es que no sabía cómo llamarle. Y cuidado que llevo tiempo con él.
 Le miro, me mira. Le saludo y me saluda. No nos llevamos mal, que conste. Es un buen tipo. Lo que ocurre es que debe de tener mucha vida interior.
 A los ectoplasmas —ya les he dicho que son como incorpóreos y más bien imprecisos en sus contornos— la vida interior como que se les escapa y eso siempre les trae un poco retraídos.
 De nombres, probé con Talante, que era el obvio, pero no me sonó bien, que parecía así como de risa. Luego, lo intenté con Zen y Feng Sui. Tampoco. Al final no tuve más remedio que llamarle Om. Me resistía. Por cursi. Pero es que le veo cómo mira al infinito cuando el ectoplasma de Azorín le insulta, le araña y hasta le tira del pelo, que es que no lo puede ni ver.
 Y mientras, esos ojos tan claros fijos en las nubes. ¿Cómo no llamarlo Om?
Sorteamos a quien le toca hablar, que uno es un demócrata y les deja que se suelten. Criaturas.
 Si ya no pueden hacer casi nada
. Lo peor de esto es cuando le llega el turno a Azorín y quiere contarnos, otra vez, la boda de Anita.
—¡¡¡Basta!!!! Le gritamos a coro.
O lo de las Azores.
—¡¡¡Eso tampoco!!!
O lo del rancho de Bush.
—¡¡¡Ni se te ocurra!!!
Hoy el palito más corto lo ha sacado Por Consiguiente. Sin problemas: hemos traído almohadas y hasta sacos de dormir. Que no se preocupe Rajoy en volver.
Puede dar hasta la vuelta al mundo que aquí seguiremos:
—…Y le dije a Kohl, mira tío, mon uncle, ya sabes, que siempre hablábamos en francés…

La Quimio solo si hace falta....La han puesto por capricho?? aclaren bien esto, me suena a "recorte"

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Evarista Tejedor y su médico, Miguel Martín, en el hospital Gregorio Marañón de Madrid. / KIKE PARA
La quimioterapia ha salvado y sigue salvando miles de vidas de pacientes oncológicos. Pero hay ocasiones —cuando los tumores de mama son poco agresivos y están muy localizados— en que el beneficio que aporta esta medicación tras la cirugía puede ser mínimo o inexistente. Decidir si compensa o no administrar el tratamiento antineoplásico es delicado, pues comporta importantes riesgos. Para ayudar a los médicos a tomar la mejor decisión, un número creciente de hospitales españoles de la red pública está incorporando pruebas genómicas que analizan la probabilidad de reaparición de la enfermedad y el beneficio que la quimioterapia podría aportar.
Evarista Tejedor tiene 80 años. “Aunque los médicos dicen que mi edad biológica es de 60 o 65 años”, precisa por teléfono desde su descanso veraniego en Vilarnegrillo (Segovia). En marzo del año pasado le diagnosticaron un tumor en el pecho. “Me lo analizaron y me indicaron que no me hacía falta quimioterapia tras extirparlo”, comenta. “Tengo amigas que han recibido esta medicación y se notan los efectos físicos y psíquicos”. A ella le irradiaron tras la intervención y le recetaron un tratamiento antihormonal. Eso fue hace un año. “Estoy estupenda, en ningún momento he tenido que interrumpir mis paseos o mi natación”, explica.
Evarista, que reside en Madrid, tuvo que pagar de su bolsillo la prueba (en torno a los 3.000 euros), porque entonces aún no estaba cubierta por la red pública. Ahora ya no hubiera hecho falta. Madrid ha incorporado este servicio en sus centros desde mayo (ya los han probado 70 pacientes), como explica el jefe de Oncología del hospital Gregorio Marañón, Miguel Martín. El País Vasco implantará los test en sus principales hospitales a partir de septiembre, Cataluña también está desplegando esta tecnología en una decena de centros y otras comunidades como la valenciana están estudiando ofrecer este servicio a sus pacientes, explica Anna Lluch, jefa de servicio de la especialidad en el hospital Clínico de Valencia. Entre el 30% y el 50% de mujeres a las que se diagnostica un cáncer son candidatas a someterse a la prueba genómica, explica Martín.
Hospitales españoles están incorporando test para evitar terapias agresivas
Cuando un tumor de mama ha evolucionado hasta el punto de afectar al racimo de ganglios linfáticos de la axila —al menos, a tres o más de ellos— no existe más alternativa que, una vez extirpado, administrar quimioterapia a la paciente para evitar su posible reaparición. Lo mismo sucede en dos tipos de neoplasias especialmente agresivas. Una de ellas es la denominada triple negativo, que posee una alta tasa de proliferación celular —y, por ello, cuenta con elevada capacidad de extenderse por otras partes del cuerpo—. La otra modalidad es aquella cuyas células malignas expresan de forma amplificada la proteína HER2, que aumenta la capacidad de crecimiento y división del tejido neoplásico.
Pero existe un gran grupo de tumores, alrededor del 70% de los casos, que presenta un riesgo menor de migración. Sus células están poco diferenciadas y son hormonosensibles, es decir, son cánceres cuya biología está condicionada por receptores hormonales, de forma que al entrar en contacto con estrógenos o progesterona (que actúan de estímulo), activan sus mecanismos de crecimiento. Por ello, son muy sensibles a tratamientos hormonales, hasta el punto de que en muchas ocasiones se evita la quimioterapia.
De los tumores poco agresivos, solo al 4% les beneficia este tipo de tratamiento. “Pero, como no teníamos la certeza de cuáles eran las que necesitaban quimioterapia, se la administrábamos a las que tenían tumores de un centímetro o más”, explica Miguel Martín, que también es presidente del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (Geicam). En algunos casos, se discriminaba en función de criterios como el grado histológico (diferenciación respecto a las células del entorno) o por la afectación de los ganglios de la axila, “pero eran motivos muy subjetivos”, añade.
Hay un gran grupo de cánceres muy sensibles a los medios hormonales
Las pruebas genómicas han comenzado a dar la vuelta a esta situación al dar información mucho más fiable para que los oncólogos discriminen mejor si la quimioterapia será necesaria. Estos equipos analizan la actividad de un grupo de genes a partir de una muestra de tejido mamario canceroso. En función de la presencia de determinados genes y de su nivel de expresión, los test arrojan un resultado de la probabilidad de reaparición del tumor. Si la tasa es muy baja, no hará falta quimioterapia. Aunque la decisión final está en manos del oncólogo y la paciente, ya que la puntuación a la que hace referencia la prueba siempre hace referencia a la probabilidad de recurrencia, no a certidumbres.
Martín explica que, en términos generales, en la mitad de las mujeres a las que se les somete a este tipo de pruebas (hay dos plataformas denominadas Oncotype DX y MammaPrint) se decide prescindir de la quimioterapia.
 Quizás pueda parecer una tasa baja, teniendo en cuenta que lo ideal sería administrar el fármaco solo al 4% de pacientes que realmente se benefician de este tratamiento, pero ese 50% “ya es un avance muy notable”, dice. Especialmente al tratarse de una tecnología muy reciente que aún se está implantando, pero nuevos tests más avanzados ya están en camino.
La prueba cuesta 3.000 euros. “Pero compensa por el ahorro en toxicidad para las pacientes”, asegura Agustí Barnadas, jefe de Oncología del hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona.
 “Además de la incomodidad de ir al hospital, las náuseas, el cansancio o la caída del cabello, existe un riesgo de infección grave por la caída de defensas”. Por ello, “se puede decir que es una medida coste-efectiva”. Lo mismo opina Miguel Martí, que recuerda que una de cada ocho mujeres sufrirá un cáncer de mama a lo largo de su vida.
No me digan que eso lo saben ahora, quieren jugar con la salud, suena a Recorte, mas bien Huele.

Papeles Literarios

Basta de 'buenrollismo' literario (y otras historias)

Por: Virginia Collera07/08/2012
Sean Ford, Slate
Ilustración de Sean Ford para Slate. www.slate.com
Es una epidemia.
 Siempre que el crítico Jacob Silverman se asoma a las redes sociales se encuentra con una avalancha de retuits, +1, me gusta... 
Tanto entusiasmo 2.0 le ha inspirado un alegato contra el buenrollismo literario en el que pide a compañeros de profesión y lectores que recomienden menos literatura y critiquen más (y mejor). Dicho esto, en otros lugares del mundo, como en el Reino Unido y en México, el entusiasmo por Shakespeare y Borges respectivamente, sigue intacto. Empezamos:
ESTADOS UNIDOS
La advertencia "no juzgues un libro por la cubierta" puede estar a punto de quedar obsoleta. Según argumenta Jacob Silverman en Slate, el fenómeno está cambiando y muchos ya lo juzgan -o, mejor dicho, se abstienen de hacerlo- por la vida 2.0 de los escritores.
 "Si pasas un rato en el Twitter literario, o en la blogosfera, con toda seguridad te verás asediado por la afabilidad, por un entusiasmo implacable que podría hacerte creer que todas las novedades editoriales son maravillosas y que todos los escritores se profesan admiración mutua.
 No sólo es superficial, es falso, y está ejerciendo un efecto escalofriante en la cultura literaria, creando un entorno en el que los autores son cacareados por sus biografías personales o su tirón online más que por su trabajo sobre la página". Silverman pone el ejemplo de la escritora Emma Straub, que mima a su legión de seguidores en Twitter, Facebook y Tumblr con comentarios, recomendaciones, fotografías... ¿Cómo no retuitear todo lo retuiteable y darle a me gusta a todo lo que escriba después de ser partícipe de su vida literaria y extra-literaria?
 Está claro que la crítica se ha democratizado -según un estudio reciente de Harvard, las reseñas de los usuarios de Amazon son tan fiables como las de los críticos profesionales- y esto a Silverman le parece positivo, pero insta a reseñistas profesionales y amateur a ser menos complacientes para salvaguardar la crítica literaria y, sobre todo, para que cuando recomienden un libro sea de verdad... De la buena. (vía Slate)
En el debate antagónico libro físico vs. libro electrónico hay quienes optan, cada vez más, por una tercera vía: la convivencia de ambos.
 Y ese mercado híbrido es el que, según un estudio de Book Industry Study Group, parece imponerse: el porcentaje de lectores de e-books que compraron exclusivamente o fundamentalmente libros electrónicos cayó de casi el 70% en agosto de 2011 al 60% en mayo de 2012. En el mismo periodo, el porcentaje de lectores que declararon no tener una preferencia concreta o comprar algunos géneros en formato electrónico y otros en papel creció del 25% al 34%. (vía Publisher's Weekly)
MÉXICO
La semana pasada se inauguró en el DF la exposición Borges en México. Crónica visual y literaria, donde pueden verse fotografías de Rogelio Cuellar, Pualina Lavista o Héctor García -entre otros- que ilustran las visitas del escritor argentino al país. (vía Milenio)
BRASIL
Paulo Coelho está promocionando su nueva novela, Manuscrito Encontrado em Accra, y en una entrevista publicada en el diario Folha de S. Paulo asegura que los escritores de hoy quieren impresionarse los unos a los otros y el culpable de todo no es otro que James Joyce y su Ulises: "Uno de los libros que perjudicaron a la humanidad fue Ulises, que es sólo estilo. Está hueco. Si diseccionas Ulises te sale un tuit". (vía Folha de S. Paulo)   
ESPAÑA
Ayer arrancó en A Coruña el festival Viñetas desde o Atlántico, que en esta edición tendrá como invitados a Frank Quitely, Rubén Pellejero, Homs, R.M. Guéra, Bartolomé Seguí y Jose Domingo. Toda la programación, aquí.
FRANCIA
El equipo del suplemento Le Monde de Livres ha elaborado una lista de lecturas veraniegas.
 Entre las recomendaciones, La tristeza del samurai, una historia de venganzas familiares del catalán Víctor del Árbol; Verano y amor, "una estampa inolvidable de la pasión amorosa", del irlandés William Trevor; los poemas tiernos y melancólicos que Marie Modiano ha reunido en Espérance mathématique, y L'homme qui se prenait pour Napoléon de Laure Murat, un recorrido por la historia de la locura. La lista completa, aquí. (vía Le Monde)
... Y el affaire Dominique Strauss-Kahn ya tiene su novela: a finales de agosto se publicará en Francia Chaos brûlant de Stéphane Zagdanski, quien asegura haber escrito "una crónica sobre la desmesura del mundo moderno" protagonizada por DSK, Nafissatou Diallo y Anne Sinclair, con Barack Obama y Nicolas Sarkozy, entre otros, como secundarios de lujo. (vía L'Express)

Siguen Iconos de Belleza y Moda...¿Con cual te quedarías?

Foto: Cordon Press
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30 iconos de estilo en los que inspirarnos

Su vida se asemejó a un cuento de princesas y, como consecuencia, su armario también.


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Poco queda ya por añadir sobre el impecable estilo de Jacqueline Kennedy. Dio nombre a una forma de vestir: estilo Jackie, y aún hoy sigue formando parte de las listas de las mejor vestidas.

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Jane Birkin con un simple pantalón vaquero nos sigue inspirando. Y puede presumir de dar nombre a uno de los bolsos más deseados de Hermés.

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El estilo de Diana de Gales fue observado con lupa por la prensa especializada. Al principio recatada y con un look más discreto, a partir de su divorcio dio un cambio radical a su armario y se convirtió en una mujer capaz de lucir las tendencias de los noventa con mucho estilo, vestido hiperajustados incluidos.


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Además de ser una bomba sexual para ellos, Marilyn Monroe constituía un ejemplo estilístico a seguir por ellas.

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Catherine Deneuve: musa de Yves Saint Laurent y una de las que mejor lució la moda de los 60 (véase el ejemplo en la película Los paraguas de Cherburgo).