Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

2 jun 2012

Pobre Tita rica


JORGE ZAPATA (EFE)
Me ha pillado mi nuevo líder poniéndolo fino por el móvil en el baño.
 En el lavabo no, no soy tan suicida, sentada en el retrete propiamente dicho, que hay que explicarlo todo y ya me han dado un toque para no ser tan gráfica
. Estaba yo despachándome a gusto, y veo por debajo de la puerta las Vans que se ha agenciado para dárselas de moderno.
 Ahora él sabe que yo sé que él sabe, pero los dos hacemos que no sabemos nada por la cuenta que nos tiene. El derecho a la intimidad, la información es poder y todo eso. Eso le pasa por confraternizar con los esbirros en su terreno.
 Un jefe es un jefe, por mucho que vaya de colega. Mucha sinergia, mucho compadreo y mucha vía de doble sentido, que le decía Sigourney Weaver a Melanie en Armas de mujer cuando la Griffith era la Griffith y no la señora de Banderas. Pero si se les mete entre ceja y ceja que les puenteas, te quieren cortar la cabeza, como Rubalcaba a Maru Menéndez.
Por eso Tita Thyssen no paga a voceros. 
Tiene toneladas de pedruscos de los buenos, pero no se le caen los anillos por dar explicaciones. 
Tenías que verla en Iroco, un restaurante finísimo, confesándole a la prensa así, en confianza: fíjaos qué apuro, chicos, pero me veo obligada a subastar un constable por 26 kilos de salida porque tengo muchos gastos y estoy sin efectivo.
 Pobre Tita, yo la entiendo: una cosa es tener 300 cuadros, un yate de 38 metros, equis mansiones por el globo y 80 personas en nómina, y otra, no tener líquido ni para comprarles un Calippo a sus mellizas Carmen y Sabina con este calorazo. Borja y Blanca son otro asunto.
 El cariño ni se compra ni se vende, pero desde que su primogénito biológico le exigió la herencia en vida, la baronesa viuda le ha cortado el grifo.
Por cierto que, pese a ser patrimonio nacional de primer orden, Carmen presume de pasaporte suizo. Tributar no sé dónde tributa, pero Tita mira el euro más que Guindos. 
Que se peina sola, dice, no hace falta que lo jure.
 Da igual que vaya a la lonja de Sant Feliú a por unas chirlas o venga de posar para Testino, ella se planta un quiqui con una pinza de los chinos que le descu­­brió su íntima Carmen Calvo y va tan casual y tan mona.
 Con lo que ahorra en pelu podría pagar el amarre del Mata-Mua. Te lo digo yo, que sé lo que vale un peinazo de un peluquero estrella. No acaba de palmar Vidal Sassoon y ya hay varios postulantes al trono. El primero, el mío.
 Otros millonarios que hacen sus apaños de crisis: bautizan al nene y se casan y ventilan dos sacramentos con un convite.
Luego lapidan a Letizia por repetir pantalón dos días. Ejemplo es lo que da la Princesa.
Si no te manchas ni sudas, le das un fufú de colonia, un planchazo y arreando, que es gerundio. ¿O tú no tienes el armario lleno y vas siempre con lo mismo? Y me callo ya, que me comunican que me cambian de pupitre. Esto va a ser la venganza de mi primo.
 De pensar en la mudanza, con mi síndrome de Diógenes, hiperventilo. Voy a echarme en el sofá del Huffpost español, que se acaban de instalar aquí al lado.
Creo que hay un diván en todas las sedes del Huffington para que los curritos se relajen y fluyan las ideas. A buenas horas viene Arianna Idem a enseñarle a su homóloga Montserrat Domínguez que una siesta resucita a un muerto.