Mao Zedong hizo la revolución para acabar con los privilegios de clases y sacar de la miseria al campesinado, y el 1 de octubre de 1949 fundó la República Popular China.
Tras la muerte del Gran Timonel en 1976, Deng Xiaoping tomó las riendas del poder, y con un hábil golpe de timón desmontó la herencia ideológica maoísta y lanzó el país por la senda de un desarrollo veloz bajo el mando único del Partido Comunista Chino.
Su mandamiento fue ‘hacerse rico es glorioso’.
Algunos de quienes se han hecho ricos en las tres últimas décadas en China, dirigentes políticos y otros personajes influyentes acudieron anoche al exclusivo evento organizado por Giorgio Armani en Pekín para conmemorar la presencia de la marca de moda y lujo en el país asiático desde hace más de una década.
El acto, llamado One night only in Beijing (Solo una noche en Pekín), tuvo lugar en el New Tank, en el barrio del arte, 798 Art District.
Esta gran zona de gasómetros y almacenes, una interesante muestra de la arquitectura industrial en la metrópolis china, es en la actualidad sede de innumerables galerías de arte, talleres de moda, bares y restaurantes.
Modelos y centenares de invitados pasaron bajo las cámaras, en un acto arropado con música electrónica, focos y copas de champán.
El plato fuerte de la noche fue un desfile sobre una pasarela circular con tres calles trazadas en el suelo con líneas blancas, en el que Armani presentó su mundo a cientos de invitados, famosos y dirigentes políticos.
Proyecciones giratorias de los rascacielos de ciudades como Shanghái sobre una pantalla cilíndrica acompañaron a los y las modelos, principalmente asiáticos. Además de sus colecciones de 2012, Armani mostró 15 prendas de alta costura, creadas específicamente en tributo a China.
El diseñador asegura que siempre ha tenido “una relación muy especial con China”.
“Es un lugar al que he rendido homenaje en muchas de mis colecciones. Creo que puedo afirmar que fui uno de los primeros en vislumbrar el potencial del mercado chino”, ha dicho, recordando que abrió su primera tienda en Pekín en 1998. Tres años después, creó Armani Hong Kong, desde donde dirige todos sus negocios en la región Asia-Pacífico. En 2002, inauguró en la excolonia británica la primera tienda multimarca.
Dos años después, abrió un local en un edificio en el Bund, el paseo junto al río Huangpu, en Shanghái. Antes de los Juegos de Pekín 2008, inauguró 10 nuevas tiendas en la capital.
Anoche celebró su larga trayectoria en China, una relación que espera que siga siendo tan fructífera como hasta la fecha.
Además, en su afán de extender su emporio por el gigante asiático, Armani se reunió el miércoles con estudiantes de la Universidad Tshinghua (Qinghua).
El año pasado, el diseñador empezó a trabajar con esta institución para patrocinar un programa de investigación sobre la moda y el sector textil en el contexto de la globalización.
Y es que el trasvase de ideas creativas (y de dinero, a fin de cuentas) entre Oriente y Occidente es vital para el incierto futuro que se avecina.
Tras la muerte del Gran Timonel en 1976, Deng Xiaoping tomó las riendas del poder, y con un hábil golpe de timón desmontó la herencia ideológica maoísta y lanzó el país por la senda de un desarrollo veloz bajo el mando único del Partido Comunista Chino.
Su mandamiento fue ‘hacerse rico es glorioso’.
Algunos de quienes se han hecho ricos en las tres últimas décadas en China, dirigentes políticos y otros personajes influyentes acudieron anoche al exclusivo evento organizado por Giorgio Armani en Pekín para conmemorar la presencia de la marca de moda y lujo en el país asiático desde hace más de una década.
El acto, llamado One night only in Beijing (Solo una noche en Pekín), tuvo lugar en el New Tank, en el barrio del arte, 798 Art District.
Esta gran zona de gasómetros y almacenes, una interesante muestra de la arquitectura industrial en la metrópolis china, es en la actualidad sede de innumerables galerías de arte, talleres de moda, bares y restaurantes.
Modelos y centenares de invitados pasaron bajo las cámaras, en un acto arropado con música electrónica, focos y copas de champán.
El plato fuerte de la noche fue un desfile sobre una pasarela circular con tres calles trazadas en el suelo con líneas blancas, en el que Armani presentó su mundo a cientos de invitados, famosos y dirigentes políticos.
Proyecciones giratorias de los rascacielos de ciudades como Shanghái sobre una pantalla cilíndrica acompañaron a los y las modelos, principalmente asiáticos. Además de sus colecciones de 2012, Armani mostró 15 prendas de alta costura, creadas específicamente en tributo a China.
El diseñador asegura que siempre ha tenido “una relación muy especial con China”.
“Es un lugar al que he rendido homenaje en muchas de mis colecciones. Creo que puedo afirmar que fui uno de los primeros en vislumbrar el potencial del mercado chino”, ha dicho, recordando que abrió su primera tienda en Pekín en 1998. Tres años después, creó Armani Hong Kong, desde donde dirige todos sus negocios en la región Asia-Pacífico. En 2002, inauguró en la excolonia británica la primera tienda multimarca.
Dos años después, abrió un local en un edificio en el Bund, el paseo junto al río Huangpu, en Shanghái. Antes de los Juegos de Pekín 2008, inauguró 10 nuevas tiendas en la capital.
Anoche celebró su larga trayectoria en China, una relación que espera que siga siendo tan fructífera como hasta la fecha.
Además, en su afán de extender su emporio por el gigante asiático, Armani se reunió el miércoles con estudiantes de la Universidad Tshinghua (Qinghua).
El año pasado, el diseñador empezó a trabajar con esta institución para patrocinar un programa de investigación sobre la moda y el sector textil en el contexto de la globalización.
Y es que el trasvase de ideas creativas (y de dinero, a fin de cuentas) entre Oriente y Occidente es vital para el incierto futuro que se avecina.