En 2002 presenté la primera colección de mi firma de prêt-à-porter en Barcelona, donde me otorgaron el premio FAD al Mejor Diseñador.
Dicho galardón ha sido decisivo en mi carrera, tanto que en la segunda presentación, también en la Ciudad Condal, la firma Pertegaz me llamó para entrevistarse conmigo. Así, acudí al estudio del famoso modisto en el número 423 de la Avenida Diagonal
. Me acuerdo como si fuera ayer: al entrar en el portal me adentré en un mundo onírico, obra de un discípulo de Gaudí (Manuel Sayrach). Silencio y una atmósfera distinguida, muy artística. Corría frío mientras esperaba el ascensor de la época modernista, magníficamente conservado
. Llegué al piso, tomé aire antes de tocar el timbre y… me recibió Ángel, la mano derecha de Manuel Pertegaz.
De modo muy cordial y elegante me invitó a sentarme en el recibidor del gran salón, con unos largos visillos que mitigaban la luz de la mañana y unas sillas vestidas con almohadones de seda color arena.
Durante la entrevista conversamos sobre moda y mostré mi porfolio, a la vez que expresé mi gran admiración por el maestro. Me anunciaron que la firma estaba buscando a un diseñador joven, que fuera capaz de dominar la técnica de la alta costura para integrarla en un prêt-à-porter de alta gama.
La línea se lanzaría con el nombre Diagonal Studio Pertegaz. Acordamos una nueva reunión.
La segunda vez que visité el estudio percibí la misma sensación de sobriedad mediterránea, un lugar en el que se intuye el trabajo de un gran artista, infatigable e inspirador.
Llegamos a un acuerdo y firmamos un contrato por dos temporadas.
Me enseñaron los archivos, justo en el momento oportuno, pues la casa Pertegaz estaba recopilando las creaciones de alta costura que importantes clientas guardaban recelosamente en sus armarios. Di con grandes tesoros: trajes sastre de día impecables, abrigos de mediodía-cóctel eternos, vestidos camiseros en las mejores sedas… Pude verlo todo en una inmensa habitación circular presidida por un retrato de Manuel Pertegaz. La oportunidad de observar detenidamente las prendas del
maestro y poder estudiarlas al milímetro ha sido uno de mis mejores momentos profesionales.
El pacto era diseñar una colección piloto que sería supervisada por Pertegaz.
Porque aunque yo iba a aportar sabia nueva, también debía conservar la esencia atemporal y austera de la firma. Realicé mi selección de tejidos en las mejores casas de Italia y París, basada en colores ahumados y tabaco.
Gabardinas de lana, crepé, seda, chifón, cachemir, botones joya… la colección fue finalmente aprobada y, como la empresa no contaba con un equipo de costura prêt-à porter, tuve que buscarlo desde cero. Fue un trabajo arduo al que le dediqué muchas horas.
Paralelamente, seguía con la creación de mis colecciones Ion Fiz, siempre con el consentimiento de Pertegaz. En ese momento, corría el año 2003, sucedió algo que cambió el rumbo de los acontecimientos: Pasarela Cibeles me invitó a desfilar y solo tenía cinco meses para prepararlo todo. Acepté. Recuerdo esos meses como una auténtica locura, pero también con mucha ilusión. Tenía 24 años y mucho que demostrar.
Poco a poco, las dos colecciones fueron tomando forma. Todo iba bien: Pertegaz aprobó con entusiasmo la primera colección piloto, mi firma desfiló en Cibeles con éxito, las ventas a nivel nacional e internacional empezaron a llegar…
Pero, como bien es sabido, el diseñador nunca para y, sin descanso, comencé a crear la siguiente colección otoño-invierno 2004 (tanto para Pertegaz como para mi firma, Ion fiz). Al atelier del maestro seguían llegando más piezas de alta costura de clientas en cesión para la gran exposición que el Museo Reina Sofía iba a dedicar a su figura. Yo todas las mañanas estudiaba y examinaba prenda por prenda. Aun entonces, no conocía a Manuel Pertegaz en persona: su equipo me dejó claro desde el primer día que no le gustaba relacionarse con sus colaboradores hasta pasado un tiempo
. Así, cuando él llegaba al estudio, yo lo abandonaba para que no coincidiéramos.
Poco después nos encontramos en la exposición de moda española Tras el espejo, comisariada por Pedro Mansilla. Nos presentaron, nos saludamos y compartimos unas palabras
. La primera sensación fue la de conocer a alguien iluminado.
Después han sido pocas las ocasiones en las que nos hemos visto.
Una vez terminada mi segunda colección para Pertegaz, la empresa decidió presentarla en Madrid.
Poco quedaba también para mi segundo desfile en Cibeles.
Todo estaba preparado cuando Pertegaz me informó de una impactante noticia social: el maestro diseñaría el vestido de novia de Doña Letizia Ortiz.
Desde el principio se me pidió discreción absoluta: él y solo él sería el encargado de realizar el vestido y, así, comuniqué a todo interesado que yo no tenía nada que ver en dicho encargo.
Pocos días después, en Cibeles, recibí el Premio L’Oréal al Mejor Diseñador. Me sentí enormemente satisfecho. Pero fue entonces cuando la casa Pertegaz me llamó en tono de urgencia para comunicarme que, debido a las circunstancias del momento, no les interesaba el revuelo mediático creado con mi último galardón. Y así se rescindió mi contrato.
La colección Diagonal Studio de Pertegaz diseñada por Ion Fiz no salió a la luz.
Todo mi trabajo se esfumó de la noche a la mañana. Fue entonces cuando me di cuenta, de golpe, de lo dura que puede llegar a ser la industria de la moda.
Han pasado muchos años y, aunque sigo manteniendo que no me gustó el trato que se dio a mi trabajo, valoro el hecho de haber podido conocer en persona todos los detalles de las prendas de Pertegaz: desde los botones hasta el forro son piezas de alta costura, bellas pese al paso del tiempo y de las modas.
Las cosas suceden por algo y hoy en día estoy orgulloso de tener mi propia firma y empresa, que recientemente ha festejado su 10º aniversario con un desfile en el Museo Guggenheim.
Espero permanecer en la moda muchos años y si Pertegaz viene a buscarme de nuevo, le seguiría diciendo que sí, pero esta vez cerrando un acuerdo con la sabiduría que dan los años.
Dicho galardón ha sido decisivo en mi carrera, tanto que en la segunda presentación, también en la Ciudad Condal, la firma Pertegaz me llamó para entrevistarse conmigo. Así, acudí al estudio del famoso modisto en el número 423 de la Avenida Diagonal
. Me acuerdo como si fuera ayer: al entrar en el portal me adentré en un mundo onírico, obra de un discípulo de Gaudí (Manuel Sayrach). Silencio y una atmósfera distinguida, muy artística. Corría frío mientras esperaba el ascensor de la época modernista, magníficamente conservado
. Llegué al piso, tomé aire antes de tocar el timbre y… me recibió Ángel, la mano derecha de Manuel Pertegaz.
De modo muy cordial y elegante me invitó a sentarme en el recibidor del gran salón, con unos largos visillos que mitigaban la luz de la mañana y unas sillas vestidas con almohadones de seda color arena.
Durante la entrevista conversamos sobre moda y mostré mi porfolio, a la vez que expresé mi gran admiración por el maestro. Me anunciaron que la firma estaba buscando a un diseñador joven, que fuera capaz de dominar la técnica de la alta costura para integrarla en un prêt-à-porter de alta gama.
La línea se lanzaría con el nombre Diagonal Studio Pertegaz. Acordamos una nueva reunión.
La segunda vez que visité el estudio percibí la misma sensación de sobriedad mediterránea, un lugar en el que se intuye el trabajo de un gran artista, infatigable e inspirador.
Llegamos a un acuerdo y firmamos un contrato por dos temporadas.
Me enseñaron los archivos, justo en el momento oportuno, pues la casa Pertegaz estaba recopilando las creaciones de alta costura que importantes clientas guardaban recelosamente en sus armarios. Di con grandes tesoros: trajes sastre de día impecables, abrigos de mediodía-cóctel eternos, vestidos camiseros en las mejores sedas… Pude verlo todo en una inmensa habitación circular presidida por un retrato de Manuel Pertegaz. La oportunidad de observar detenidamente las prendas del
maestro y poder estudiarlas al milímetro ha sido uno de mis mejores momentos profesionales.
El pacto era diseñar una colección piloto que sería supervisada por Pertegaz.
Porque aunque yo iba a aportar sabia nueva, también debía conservar la esencia atemporal y austera de la firma. Realicé mi selección de tejidos en las mejores casas de Italia y París, basada en colores ahumados y tabaco.
Gabardinas de lana, crepé, seda, chifón, cachemir, botones joya… la colección fue finalmente aprobada y, como la empresa no contaba con un equipo de costura prêt-à porter, tuve que buscarlo desde cero. Fue un trabajo arduo al que le dediqué muchas horas.
Paralelamente, seguía con la creación de mis colecciones Ion Fiz, siempre con el consentimiento de Pertegaz. En ese momento, corría el año 2003, sucedió algo que cambió el rumbo de los acontecimientos: Pasarela Cibeles me invitó a desfilar y solo tenía cinco meses para prepararlo todo. Acepté. Recuerdo esos meses como una auténtica locura, pero también con mucha ilusión. Tenía 24 años y mucho que demostrar.
Poco a poco, las dos colecciones fueron tomando forma. Todo iba bien: Pertegaz aprobó con entusiasmo la primera colección piloto, mi firma desfiló en Cibeles con éxito, las ventas a nivel nacional e internacional empezaron a llegar…
Pero, como bien es sabido, el diseñador nunca para y, sin descanso, comencé a crear la siguiente colección otoño-invierno 2004 (tanto para Pertegaz como para mi firma, Ion fiz). Al atelier del maestro seguían llegando más piezas de alta costura de clientas en cesión para la gran exposición que el Museo Reina Sofía iba a dedicar a su figura. Yo todas las mañanas estudiaba y examinaba prenda por prenda. Aun entonces, no conocía a Manuel Pertegaz en persona: su equipo me dejó claro desde el primer día que no le gustaba relacionarse con sus colaboradores hasta pasado un tiempo
. Así, cuando él llegaba al estudio, yo lo abandonaba para que no coincidiéramos.
Poco después nos encontramos en la exposición de moda española Tras el espejo, comisariada por Pedro Mansilla. Nos presentaron, nos saludamos y compartimos unas palabras
. La primera sensación fue la de conocer a alguien iluminado.
Después han sido pocas las ocasiones en las que nos hemos visto.
Una vez terminada mi segunda colección para Pertegaz, la empresa decidió presentarla en Madrid.
Poco quedaba también para mi segundo desfile en Cibeles.
Todo estaba preparado cuando Pertegaz me informó de una impactante noticia social: el maestro diseñaría el vestido de novia de Doña Letizia Ortiz.
Desde el principio se me pidió discreción absoluta: él y solo él sería el encargado de realizar el vestido y, así, comuniqué a todo interesado que yo no tenía nada que ver en dicho encargo.
La colección Diagonal Studio de Pertegaz diseñada por Ion Fiz no salió a la luz.
Todo mi trabajo se esfumó de la noche a la mañana. Fue entonces cuando me di cuenta, de golpe, de lo dura que puede llegar a ser la industria de la moda.
Han pasado muchos años y, aunque sigo manteniendo que no me gustó el trato que se dio a mi trabajo, valoro el hecho de haber podido conocer en persona todos los detalles de las prendas de Pertegaz: desde los botones hasta el forro son piezas de alta costura, bellas pese al paso del tiempo y de las modas.
Las cosas suceden por algo y hoy en día estoy orgulloso de tener mi propia firma y empresa, que recientemente ha festejado su 10º aniversario con un desfile en el Museo Guggenheim.
Espero permanecer en la moda muchos años y si Pertegaz viene a buscarme de nuevo, le seguiría diciendo que sí, pero esta vez cerrando un acuerdo con la sabiduría que dan los años.