La debacle espectacular de Bankia domina el panorama.
Las cifras las saben o pueden verlas en este mismo periódico en la excelente información de Miguel Jiménez
. En resumen: los 400.000 accionistas de la entidad han perdido ni más ni menos que el 62% de su dinero desde que con gran aparato salió a Bolsa en julio del año pasado.
Está bien, pero es poca cosa, que aparezca el nuevo presidente, José Ignacio Goirigolzarri a intentar frenar el desplome: le va en el sueldo.
Que lo ignoramos a pesar de la nacionalización, por cierto.
Ya hay petición variada de que se cree en el Congreso una comisión de investigación
. Está bien.
No será el catavenenos quien se oponga a que todos los ciudadanos sepan –por no hablar de los clientes y accionistas de la entidad- el porqué de la vergüenza de que una Caja como la de Madrid, fuerte y sana hace dieciséis años, llegue a la situación que vemos ahora
. Pero ya puestos, habrá que investigar en serio y desde 1996 –antes no parece que hubiera problemas- cuando el PP sitúa en la presidencia de Cajamadrid a Miguel Blesa, un abogado sin el menor conocimiento de la actividad bancaria, pero eso sí, íntimo amigo de José María Aznar.
Y desde ahí, que se investigue todo el recorrido, incluido el ajetreado nombramiento de Rodrigo Rato, con las ya publicadas escaramuzas entre Esperanza Aguirre y el entonces alcalde de Madrid Alberto Ruiz-Gallardón -¿recuerdan aquel “hijo puta” de la lideresa?-, la salida a Bolsa, la fusión con otras cajas, en especial con Bancaja, hasta la salida de Rato y la desastrosa situación en la que deja la entidad el otrora poderoso vicepresidente de Aznar. Y también, por supuesto, la actuación del Banco de España y sus gobernadores, Jaime Caruana y Miguel Ángel Fernández Ordóñez, MAFO.
Y además, la de la CNMV que ha dejado estos días la acción sin protección alguna, además de la desastrosa gestión en el fin del drama del ministro Luis de Guindos. Y de Rajoy.
Adelante, pues: investíguese.
Pero todo. Absolutamente todo. Y el Gobierno, además, debería hoy mismo dejar bien claro que responde de todos los compromisos adquiridos por Bankia con sus clientes, puesto que eso debería significar la nacionalización. Estarían los ciudadanos en condiciones de exigir al Estado que respondiera de las obligaciones de la entidad que ha intervenido. Eso, al menos, parecería lo justo.
Las cifras las saben o pueden verlas en este mismo periódico en la excelente información de Miguel Jiménez
. En resumen: los 400.000 accionistas de la entidad han perdido ni más ni menos que el 62% de su dinero desde que con gran aparato salió a Bolsa en julio del año pasado.
Está bien, pero es poca cosa, que aparezca el nuevo presidente, José Ignacio Goirigolzarri a intentar frenar el desplome: le va en el sueldo.
Que lo ignoramos a pesar de la nacionalización, por cierto.
Ya hay petición variada de que se cree en el Congreso una comisión de investigación
. Está bien.
No será el catavenenos quien se oponga a que todos los ciudadanos sepan –por no hablar de los clientes y accionistas de la entidad- el porqué de la vergüenza de que una Caja como la de Madrid, fuerte y sana hace dieciséis años, llegue a la situación que vemos ahora
. Pero ya puestos, habrá que investigar en serio y desde 1996 –antes no parece que hubiera problemas- cuando el PP sitúa en la presidencia de Cajamadrid a Miguel Blesa, un abogado sin el menor conocimiento de la actividad bancaria, pero eso sí, íntimo amigo de José María Aznar.
Y desde ahí, que se investigue todo el recorrido, incluido el ajetreado nombramiento de Rodrigo Rato, con las ya publicadas escaramuzas entre Esperanza Aguirre y el entonces alcalde de Madrid Alberto Ruiz-Gallardón -¿recuerdan aquel “hijo puta” de la lideresa?-, la salida a Bolsa, la fusión con otras cajas, en especial con Bancaja, hasta la salida de Rato y la desastrosa situación en la que deja la entidad el otrora poderoso vicepresidente de Aznar. Y también, por supuesto, la actuación del Banco de España y sus gobernadores, Jaime Caruana y Miguel Ángel Fernández Ordóñez, MAFO.
Y además, la de la CNMV que ha dejado estos días la acción sin protección alguna, además de la desastrosa gestión en el fin del drama del ministro Luis de Guindos. Y de Rajoy.
Adelante, pues: investíguese.
Pero todo. Absolutamente todo. Y el Gobierno, además, debería hoy mismo dejar bien claro que responde de todos los compromisos adquiridos por Bankia con sus clientes, puesto que eso debería significar la nacionalización. Estarían los ciudadanos en condiciones de exigir al Estado que respondiera de las obligaciones de la entidad que ha intervenido. Eso, al menos, parecería lo justo.
Porque no vale, por ejemplo, la Comisión de investigación que pide El Mundo, al menos por lo leído en su editorial, largo y generoso.
Que allí se incluye a Olivas, deBancaja y a Miguel Blesa, además, por supuesto de MAFO. Y se dice esto: “Los gravísimos errores de gestión, la magnitud del agujero contable, el papel del Banco de España y el Gobierno de Zapatero en la fusión, la decisión de salir a Bolsa y la colocación de las acciones entre pequeños ahorradores que carecían de la suficiente información deberían ser investigados por una comisión parlamentaria en el Congreso de los Diputados y no en la Asamblea de Madrid, como ayer propuso UPyD, pues el escándalo y los perjuicios tienen dimensión nacional.
El trabajo de esta comisión debería ir orientado a esclarecer todos estos aspectos y las eventuales responsabilidades políticas que se desprendan de la gestión de unos órganos de gobierno en los que estaban representados el PP, el PSOE, IU y los sindicatos”
. ¿Es posible escribir un editorial así y que no aparezca en toda sub extensión el nombre de Rodrigo Rato? ¿Estuvo alguna vez Rodrigo Rato al frente de Bankia? ¿Tuvo quizá menos influencia en las decisiones que los representantes de IU o los sindicalistas? ¿De qué hablamos y qué falacia estamos intentando montar? El primero en desfilar frente a la Comisión, Rodrigo Rato, que era quien la presidía cuando el Titanic. Obvio. Evidente. Elemental.