Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

10 may 2012

El escondite de la palabra


FOTOGALERÍA
Mujeres en una terraza de café, hacia 1925 (Francia).
La irreverencia convertida en hipérbole del absurdo y la mala educación se ha democratizado de tal manera gracias a la televisión que cualquier voz más alta que otra se confunde primero con un esperpento catódico que con argumento de autoridad. Antes de que la pantalla contaminara la idea de tertulia y tertuliano, existían, y algo queda, unos espacios donde se disfrutaba de la conversación, se aplaudía el sentido de la crítica y no se consideraban escandalosos el libre pensamiento o las ideas irreverentes. Los cafés y salones literarios, “espacios de civilidad”, en palabras del sociólogo y politólogo José Vidal-Beneyto, que tienen su origen en la Francia del siglo XVII, trasladaron la palabra de los palacios a la calle, sin perder un ripio de excelencia. Los cafés históricos (Cátedra) de Antonio Bonet Correa repasa estos puntos de encuentro, casi de manera enciclopédica, como un manual estilístico y geográfico.
“El mejor teatro de Madrid fue el café Gijón: un escaparate, una casa de citas en el sentido más amplio del término, un refugio,…”, dice Marcos Ordóñez, autor de Ronda del Gijón (Aguilar) y crítico teatral de EL PAÍS. Este lugar, ahora en el candelero por la incógnita que se cierne sobre su terraza, en el que Ayala pasó unas cuantas tardes, “se ha quedado para los turistas”, afirma el escritor, “siguen algunas tertulias, pero es una sombra de lo que fue”.
 Lo que fue son las mañanas para los pintores, el mediodía para la gente de postín y la tarde para los escritores que se fusionaban con los actores a la salida del teatro. “A una tertulia hay que ir llorado y tosido, dejar la preocupación íntima para recomponer el mundo con saliva”, dice Manuel Vicent en Ronda del Gijón.
En los cafés y salones históricos el individuo ejercía su autonomía frente a las tradiciones, las instituciones y los poderes. Se convirtieron en rincones para la convivencia, donde lo público se convertía en privado a través de la palabra hablada de personas que tenían más que ver con la figura del diletante, del escritor amateur y del esteta, que con la del profesor universitario. En España, los herederos de Larra además de en el Gijón, alternaban en el Varela o en el Lyon desde los años treinta a los ochenta. A este último, el de la tertulia de Sánchez Ferlosio, acudían los escritores Soledad Puértolas y Andrés Trapiello. “Era un lugar destartalado, de techos altos y sucios y tranquilo, para tertulia”, dice el autor, el más joven de aquellas reuniones. “Se hablaba de todo, Grecia, palabras raras como lígrimo, asuntos del momento. Era una tertulia animada, donde se solían respetar ciertas normas. Para decirlo en palabras de Ferlosio: nos ocupábamos de las cosas, no de medirnos con los demás”.
Estos espacios terminarían siendo un lugar de peaje obligado para darse a conocer. “Había que dejarse ver", contaba Umbral. Y resguardarse del mal tiempo. “Cuando las casas eran frías e inhóspitas, es natural que la gente corriera a reunirse en un café buscando otra temperatura física y moral. El lema entonces era: Como fuera de casa en ninguna parte”, apunta Trapiello.

La herencia de las librerías café

La escritora y académica Soledad Puértolas montaría años después, en 2002, una librería café en honor a su primera novela El bandido doblemente armado, con la que acudía a las tertulias de antaño. “Duró casi ocho años, aguantamos como pudimos, pero era un mal negocio”, recuerda la académica y escritora. “Era un lugar estupendo para reunirse con amigos, también hicimos talleres, exposiciones, conciertos. Esa parte de su vocación se cumplió, pero falló la parte económica. Es difícil conciliar lo rentable con lo ideal”.
Los chicos de Tipos Infames han tenido algo más de fortuna. Su librería en el centro de Madrid lleva casi un año y medio de presentaciones literarias, encuentros con escritores, catas de vinos y otras bebidas espirituosas y tardes de lectura y conversación.
“No somos un bar con libros alrededor, si no un espacio abierto en el que suceden cosas”, cuenta Francisco Llorca, uno de los tres socios del lugar.
“Poco a poco hemos ido viendo cómo se han creado vínculos y afinidades entre nuestros clientes, muchos ya amigos”. Tipos Infames ha conseguido que el vicio solitario de la lectura se descontracture alrededor de una barra como tantos otras esquinas de estanterías y café humeante en los que la música no impide la charla, ni la oscuridad la miopía.
“Lo bonito de Madrid es que se montan tertulias instantáneas por todas partes”, dice Ordóñez. “El espíritu siempre ha estado muy vivo, no hace falta enseñar un carné para que surja una conversación en un bar o un café”.

El amor oscuro de García Lorca


El crítico Juan Ramírez de Lucas, fotografiado junto a su colección de objetos de arte popular.
Juan Ramírez de Lucas (Albacete, 1917-Madrid, 2010), periodista y crítico de arte, no quiso llevarse a la tumba su secreto. Guardó silencio durante más de 70 años, con todos los recuerdos (dibujos, cartas, un poema, su diario…) de su tragedia sentimental ocultos en una caja de madera. Sin embargo, antes de fallecer, entregó a una de sus hermanas su legado para que se hiciera público. Pese al férreo silencio que mantuvo en vida, apoyado por los propios amigos de la pareja que respetaron su intimidad, Ramírez de Lucas no quiso que la memoria de su gran amor de juventud, el poeta Federico García Lorca, se perdiera para siempre.
La pareja se conoció en el convulso Madrid republicano, donde mantuvieron su idilio de espaldas a sus familias, una de ideas muy conservadoras y otra socialista pero con sentimientos cercanos en cuanto a la homosexualidad. Culto y muy atractivo, Ramírez de Lucas soñaba con ser actor y Lorca prometió llevarlo por los teatros del mundo. Locamente enamorados decidieron escapar juntos a México. La situación de Lorca en Madrid, convertido ya en un autor de éxito en medio mundo y una de las figuras más odiadas por los grupos violentos de derechas, se hacía más peligrosa por momentos. Sus amigos le advirtieron del peligro que corría, pero el poeta no quería viajar solo. La pareja se despidió, el mes de julio de 1936, en la estación de Atocha. Ramírez de Lucas, que apenas contaba 19 años, iba camino de Albacete, buscando el permiso familiar (la mayoría de edad era a los 21) para poder marcharse a América con el poeta. Lorca subió al tren rumbo a Granada para despedirse de sus padres antes de partir para México.
La vuelta a escena de Ramírez de Lucas ha sido saludada por los expertos lorquianos, dada la importancia histórica que supone que afloren nuevos documentos que ayuden a comprender mejor la historia. Laura García Lorca, sobrina del poeta, que conocía la existencia de la carta, aseguró que podría tratarse de “material de enorme interés para el archivo de la Fundación Lorca”. Una novela de Manuel Francisco Reina, Los amores oscuros, que Temas de Hoy publica el 22 de mayo, recupera la relación de ambos. Los herederos de Ramírez de Lucas, que negocian con una editorial la posible publicación del diario y otros documentos, no quisieron aportar ningún dato a este diario, alegando problemas de herencia y de criterios sobre el destino del legado.
A estas alturas del siglo XXI sobra contar que los planes de la pareja no pudieron salir peor. Como sospechaba Ramírez de Lucas su padre puso el grito en el cielo y amenazó con poner el asunto en manos de la Guardia Civil si intentaba salir de Albacete sin su autorización. Lo había mandado a Madrid para estudiar administración pública y, pese a los buenos resultados escolares, había defraudado su confianza. Su vida paralela como actor en el Club Teatral Anfistora, creado por Pura Ucelay para estrenar, entre otras, las obras de Lorca, no encajaba para nada en sus planes, y menos aún su relación sentimental con un poeta homosexual. Trató de intermediar a su favor Otoniel, el mayor de sus 10 hermanos, miembro de las Juventudes Socialistas y el único que conocía su doble vida, pero fue en vano. Simultáneamente, desde la Huerta de San Vicente en Granada, Lorca telefoneaba animándole a que fuera paciente y comprendiera a su familia. Pensaba que se impondría la razón y acabarían entendiéndolo. Llegó una carta, fechada en Granada el 18 de julio, pero ahí perdió su rastro. El arresto de Lorca, en casa de la familia Rosales, y su fusilamiento no fueron conocidos en los primeros momentos en la confusión de la guerra. El asesinato del poeta dejó a Ramírez conmocionado. Su sentimiento de culpa no hizo sino aumentar con el paso de los años.
Tras su paso por la División Azul para limpiar su pasado, Ramírez de Lucas regresó a Madrid y rehizo su vida. Solo Agustín Penón, el escritor que viajó a Granada para investigar la muerte de Lorca en 1955, descubrió la relación y dejó constancia de ello en sus anotaciones, que posteriormente serían publicadas, en primera instancia, por Ian Gibson y después recogidas también en la edición que Marta Osorio realizó de la maleta de Penón.
Se trataba en ambos casos de unas pocas líneas perdidas entre cientos de páginas, algo que alentó el propio amante de Lorca al no contestar a los requerimientos de ninguno de los estudiosos. Perdido en el anonimato que ofrece una gran ciudad, recurrió al poeta Luis Rosales, gran amigo de Lorca, quien lo ayudó a entrar en el diario Abc, donde comenzó su carrera como crítico de arte y arquitectura, que luego desarrollaría en otros medios especializados.
Comenzó a redactar un diario y nunca se desprendió de los recuerdos que le unían a Lorca, entre ellos un poema escrito en el reverso de una factura de la academia Orad, donde estudiaba en Madrid.
No contó su relación con Lorca ni a su nuevo compañero, con el que vivió 30 años. “Tenía encanto, sentido del humor, personalidad y era muy atractivo”, cuenta Julia Sáez-Angulo, vicepresidenta de la Asociación de Críticos de Arte, quien lo valora como un pionero en la crítica de arquitectura y un gran experto en arte popular.
Tras dos años de investigación exhaustiva, que ha volcado en su novela testimonial, Manuel Francisco Reina tiene claro que Ramírez de Lucas fue el protagonista último de los Sonetos del amor oscuro. Para el biógrafo Ian Gibson la recuperación de la documentación, que obra en poder de los herederos de Ramírez de Lucas, sería fundamental para aclarar los últimos días de Lorca. “Intenté entrevistarle, pero no fue posible. Sabía que era un personaje fundamental pero supongo que su silencio tuvo que ver con el tema gai”.
Todos los expertos en la obra del poeta aplaudieron ayer la noticia.
 Para Félix Grande la sorpresa fue escuchar su nombre: “Sabíamos que había un gran amor, que en cierto modo inspiró los Sonetos de amor oscuro, pero no sabíamos cómo se llamaba”, explicó el poeta. “En las muchas conversaciones que tuve con Rosales me contó que durante los días que Lorca pasó escondido en su casa corregía sin parar esos versos.
 Nunca logré que me diera el nombre. Le había prometido a Federico que mantendría el secreto y era una persona de palabra”. Para el flamencólogo, que una historia de ese calibre permanezca oculta prueba el mundo en que vivimos tres cuartos de siglo después del asesinato. También el poeta Antonio Hernández conocía la relación.
 De hecho, lleva tiempo trabajando en un libro que cerraría la obra poética de Luis Rosales en el que aborda, entre otros, el tema de la homofobia y de Lorca y en el que aparece Ramírez de Lucas.

El PSOE apoya la nacionalización de Bankia si se recupera el dinero público


El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba se ha reunido con su equipo económico para analizar la actual situación de Bankia. / EFE
“No podemos dejar caer el cuarto banco del país”. Con ese argumento ha anunciado Alfredo Pérez Rubalcaba, secretario general del PSOE, el apoyo del primer partido de la oposición a la entrada del Estado en el capital de Bankia decidida por el Gobierno. Los socialistas, que están convocados esta tarde a una reunión en el Ministerio de Economía para abordar con el Ejecutivo la operación, actuarán “con responsabilidad” para evitar “la quiebra” de la entidad financiera. Pero Rubalcaba ha puesto una condición: “El PSOE es partidario de que el Estado entre en Bankia, pero el Estado tendrá que salir en algún momento. Y hay que garantizar que cuando salga no haya pérdidas para el Estado: que ni un euro público se gaste en esta operación. Que se recupere el dinero público, a ser posible con beneficios”. Cómo se recuperaría ese dinero (como mínimo, 4.400 millones) y en qué plazo debería recuperarse es algo que se verá “en la negociación”.
El secretario general del PSOE ha apostado también por "delimitar responsabilidades” entre quienes, desde distintos cargos, han podido contribuir a la crisis de Bankia, aunque no ha concretado los nombres ni ha querido responder –se lo han preguntado varias veces- si una de las personas que debería asumir responsabilidades es el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. “Aquí hay muchos años de mala gestión. Un banco no se va a esta situación en un mes o dos. Habrá que hablar de todo”, se ha limitado a decir. Sí ha señalado claramente al Gobierno a la hora de exigir otra responsabilidad: la de la gestión política de la crisis. “Es el ejemplo de gestión más deplorable que he conocido en la vida pública: los ahorradores todavía no han recibido una explicación del Gobierno”.
El dirigente socialista ha insinuado, sin decirlo abiertamente, que, aunque el PSOE es partidario de pactar el decreto de reforma financiera, condicionará ese apoyo a que el Gobierno se siente a hablar sobre los recortes en sanidad y educación. “El jueves se votan tres decretos ley: el de las medidas financieras, el de los recortes sanitarios y el de los recortes educativos. Para nosotros el financiero es muy importante; la educación, ni le cuento; y la sanidad, qué le voy a decir”, ha afirmado Rubalcaba. Cuando se le ha preguntado qué quería decir, ha añadido: “Lo que hago es enmarcar políticamente la negociación”.
Y, en esa negociación sobre la reforma del sistema financiero, el PSOE es “muy reticente” a la creación de bancos malos o bancos sucios (entidades que se queden con los activos tóxicos de los bancos, fundamentalmente las pérdidas de la burbuja inmobiliaria), porque, “cuando sale lo tóxico, generalmente alguien se envenena: se envenena al Estado”. Pero reticencia no tiene por qué significar línea roja o causa de ruptura de la negociación. Rubalcaba solo ha dicho que le parece “una mala solución”, y que PP y PSOE lo discutirán esta tarde.
De hecho, la nacionalización de Bankia que el Gobierno va a acometer y el PSOE respalda consiste básicamente -por lo que se conoce hasta la fecha- en que el Estado se hace cargo con capital público no de toda Bankia, sino solo de la matriz del grupo, el Banco Financiero y de Ahorro, que concentra los activos tóxicos de la burbuja inmobiliaria. Lo más parecido a un banco malo.