Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

9 abr 2012

LA LLAMADA DE LA MODA

Paris Street 170132
Carla Sozzani, de Corso Como 10, con una tableta en los desfiles de primavera/verano 2012 en París (L'Estrop)
Si existe un sector donde el tiempo corre más rápido que en la moda, y donde lo que hoy es 'lo más' mañana está obsoleto, ese es el de la teconología. 
Y a la industria textil, que lleva impreso en su ADN la renovación constante, no le gusta que nadie la gane en rapidez. 
Sí, marcas y revistas llegaron tarde, por una vez en su vida, al carro de Internet, pero parece que no están dispuestas a quedarse out nunca más.
Si las webs y blogs son ya la Altamira digital, en la carrera por lanzar la aplicación para móviles más innovadora, todos están en sus marcas.
Aquí va una pequeña lista de aplicaciones para llevar desde desfiles a tiendas en el bolso:
1. Style.com Esta publicación de moda que nació en la Red y dio el saltó hace unos meses al papel, al revés que el resto de cabeceras de prestigio, fue una de las primeras en lanzar una versión para el móvil: desfiles, perfiles de diseñadores, fotogalerías de las fiestas más cool y una magnífica selección de vídeos.
 Rápida y bien diseñada.
Bstyle









2. Chicfeed El blog The Sartorialist en el que el fotógrafo Scott Schuman retrataba a elegantes personajes anónimos por la calle se convirtió en uno de los primeros fenómenos fashion en la Red. Esta aplicación recopila y selecciona las mejores imágenes espontáneas que publican cada día el propio Sartorialist, Face Hunter, Jak and Jill o LookBook.
Bchicfeed







 3. Pose Con un mecanismo muy semejante al de la red social Instagram, esta aplicación permite subir fotos de prendas y complementos y que tus seguidores las comenten, compartan y valoren. Si eres de los que no pueden comprar sin la aprobación de tus amigos (o de los que no saben cómo conseguir que por fin acierten con sus regalos), los creadores de esta start up han pensado en ti.
Bpose










 4. Trenbadl Se autodefine como Instragram para la moda. Sus usuarios pueden subir fotos de sus estilismos y etiquetarlas de acuerdo a su precio, marca o estilo, además de comentar y valorar los de otros miembros. Famosas adictas a la ropa como las diseñadoras Mary Kate y  Ashley Olsen, o estilistas como Harley Viera Newton y Whitney Port forman parte de esta comunidad online.
Btrendball










 5. Fashion Network y The Cut son dos aplicaciones que recogen todos los desfiles de las principales semanas de la moda y cuentan con archivos de los shows de temporadas anteriores. The Cut ofrece, además, galerías fotográficas del backstage, primeras filas de las presentaciones y fiestas posteriores. ¿La duda de si esa blusa troquelada es de Louis Vuitton o Prada te corroe tantao que no puedes esperar a llegar a tu ordenador? Enciende el móvil. (En la imagen, la aplicación Fashion Network)
Bfnetwork







 6. Lustr recopila todas las tiendas, ventas especiales, desfiles o eventos relacionados con la moda que hay en la ciudad donde te encuentras o en otros destinos que quieras visitar. Una agenda que aún no cuenta con actualizaciones diarias, pero que promete incluirlas pronto.
Blustr








 7. Tiendas. Las aplicaciones e-commerce de las marcas fueron las primeras a llegar a los móviles. Aunque no está muy claro si ya estamos preparados para comprar a través del teléfono o si moda y tecnología se han movido más rápido que sus propios consumidores esta vez. Lo que si es seguro es que de la misma forma que echamos un vistazo en las tiendas tridimensionales solo por el placer de mirar, sin ninguna intención inicial de sacar la tarjeta de crédito, también podemos deleitarnos por el móvil con aplicaciones como la de Net-a-Porter, la tienda online de firmas de lujo más potente, la de Zara, Topshop... (En la imagen, la aplicación de Net-a-Porter)
Bnet

La foto que todo lo ve Vicente Verdú

Casi la mitad de la Humanidad posee una cámara o un móvil con el que poder hacer fotos.
 La cantidad de ellas que pueden llegar a hacerse cada día es abrumadora, pero ¿qué podría decirse de la ingente cosecha de todo un año?
Aparte de los motivos familiares que ocasión tras ocasión incrementan exponencialmente la suma de imágenes captadas, el objeto turístico multiplica por mil la colección de estampas que van desde la realidad física a la fílmica o, mejor, al paraíso del mundo digital donde son tan intangibles como presentes, tan presentes como inmediatas a la voluntad de su revelación.
De este modo, cada día, cada hora, un sinfín de documentos gráficos va convirtiendo la presencia en una ausencia de segundo grado.
 No es la ausencia de la anulación sino la pérdida de atributos del objeto que en cada instantánea se deja atrás su textura o su variable contemplación, su talla y su potencia.
 Monumentos, edificios, jardines o palacios, el Taj Mahal o el Vaticano, las pirámides de Egipto o las cataratas del Niágara son despojadas en la foto de cualidades fundamentales a cambio de una captura que, más tarde, las dejará definitivamente simplificadas en el interior del aparato.
Tratamos de eternizar la vida al precio de poseerla en un almacén vitual
¿Se resiente con ello la verdad? Crece la verdad del turista frente a la verdad de la presencia real.
 Y crece anualmente en la multiplicación de sujetos turísticos que llegan ya a casi los 1.000 millones al año y no han dejado, sino circunstancialmente, de crecer.
 Su número pesa ya como un importante factor en el cambio de la visión de las cosas como, caseramente, los vídeos y las fotos afectan a la memoria convirtiendo el recuerdo cada vez menos en un objeto de la memoria y más como una posesión del artefacto.
 Una traslación que afecta tanto como Google y sus semejantes, sea a través de la Wikipedia o no, a la capacidad y el esfuerzo mental de la retención.
La pequeña cámara y el móvil, el almacén gráfico del ordenador personal, componen ya la personalidad de un individuo paralelo que va tomando de nuestras vidas sus porciones y haciéndose cargo, más o menos, de su peso y de su acción.
La atávica idea de esas tribus que no se dejan fotografiar por miedo a perder su alma, regresa desprovista de temor y cargada de celebración.
 Sin que lo percibamos con claridad la existencia va tomando el carácter de un pasaje sucesivo para ser plasmado y simplificado en la mnemotecnia de la cámara.
 La vivencia ingresa en una suerte de congelador donde tiende a conservarse mejor que sin su pasiva colaboración.
Toda circunstancia fotografiada se plasma, se detiene en el tiempo y el tiempo deja de hallarse expuesto a una parte de su devoración.
 De este modo tratamos de eternizar nuestra vida al precio de poseerla simplificada en un almacén virtual.

La vida secreta de los juguetes

We Ping Good Things To Life - Acto 1
Algo deben tener los juguetes viejos para atraer a tantos artistas contemporáneos

. Desde Carlos Pazos, pasando por Esteban Vicente y Mark Hogancamp hasta Jarvis Rockwell, quien realiza esculturas de gran formato repletas de muñecos de los más triviales
. Precisamente a Rockwell y sus creaciones se inspira We Ping Good Things To Life, una obra en cinco actos que explora la vida secreta de los juguetes, realizada por la pareja de artistas de Nueva York, Ephraim & Sadie Hatfield.

We Ping Good Things To Life - Acto 3We Ping Good Things To Life es una obra de telepresencia, vinculada con una instalación interactiva en tiempo real, que funciona exclusivamente a través de Internet.
 Hasta el 14 de mayo a través de la web del proyecto, los visitantes online pueden elegir qué objeto activar entre una selección de viejos muñecos y pequeños juguetes, que la pareja de artistas ha recogido y dotado de elementos electrónicos, que le permiten reaccionar a las intervenciones remotas.

La performance online está estructurada en cinco actos
, cada uno de los cuales presenta una nueva selección de juguetes, imágenes de cabaret y alusiones a temáticas, que abarcan desde el patriotismo hasta el circo.
 Aunque cada tres semanas cambia la composición de los elementos del escenario principal de este anómalo y lejano teatro digital, durante todo el desarrollo del proyecto, los cinco escenarios en los que están distribuidos los juguetes están disponibles para ser activados, mientras que después del 14 de mayo se conservará online sólo una memoria en vídeo de la performance.
Además desde la página de Facebook es posible acceder al backstage, es decir a numerosas imágenes captadas entre bastidores, donde se aprecia el tinglado artesanal-tecnológico montado por los Hatfield.

We Ping Good Things To Life - Acto 2
La obra se inspira en el teatro de títeres y el vaudeville
, un género de espectáculo en boga entre finales de 1800 y 1930, interpretado por músicos, bailarinas y magos, en una irreverente y surrealista puesta en escena, que se alimentaba de objetos procedentes de la cultura popular y la iconografía del consumismo.

Ephraim & Sadie HatfieldLos cinco escenarios están ubicados en la casa de la pareja de artistas cuyos nombres, Ephraim & Sadie Hatfield, son en realidad unos seudónimos que esconden sus verdaderas identidades.
Los Hatfield llevan desde el año 2000 trabajando con dioramas y títeres y curiosamente tienen un sitio web elegido con un dominio español (hatfield.es), “no por ser españoles, sino por las iniciales de Ephraim y Sadie”, explican. Los artistas prefieren mantener oculta su identidad, aunque con un poco de paciencia es fácilmente identificable, para dar vida a una imaginaria (¿o quizás verdadera?) pareja, que presentan en su escueta biografía a través de una amarillenta, y nada favorecedora, imagen de inicio del siglo pasado.

We Ping Good Things To Life es un encargo de New Radio and Performing Arts, Inc. para Turbulence, una plataforma de Nueva York, financiada por la Jerome Foundation, una institución sin ánimo de lucro, dedicada a la producción y la difusión del arte en Internet.

8 abr 2012

Los lunes, combate Boris Izaguire

Mercedes Milá ha conseguido que ‘Gran Hermano’ sobreviva desde hace 12 años, "aportando a cada emisión forzuda veteranía”, asegura Boris Izaguirre. / TELECINCO
Por fin ha llovido! Y no solo han sido tijeretazos, sino también simplemente agua.
 Un pesado chaparrón que les recuerda a los vacacionistas que su tradicional Semana Santa playera pueda ser también víctima de la crisis. Antes, cuando éramos ricos, las fechas del sufrimiento de Cristo eran una semana de goce y delicia asegurados. 
Ahora, solo son sagrados el Jueves y Viernes Santo. Y encima, llueve. Ya nos lo advirtió el Rey en su discurso de Navidad, aquel de la justicia es igual para todos: “La crisis va a hacernos cambiar muchas de nuestras costumbres”.
Mientras cerramos los paraguas, vamos abriéndonos a la idea de que la amnistía fiscal no termina de convencer a los millonarios a quienes está dirigida. Aunque consideremos a los millonarios unos vagos, en realidad no son tontos. No gastan de la misma forma que nosotros, son muy pillos y no se dejan engatusar por una nómina. Y además son expertos en regatear, que para ellos es renegociar. Un millonario no necesariamente es un patriota y difícilmente acepte que su fortuna tenga nacionalidad. Tiene su nombre, a lo mejor el de sus hijos, pero no pertenece a un país, aunque puede que le pertenezca parte de uno. Los millonarios prefieren pertenecer a clubes antes que a países. Puede pecar de ingenuidad el ministro Montoro, que ha visto un diluvio de millones como los de la estafa de Gescartera evaporarse, al creer que los dueños de huidizas fortunas patrias vendrían como una tromba a devolver sus dineros ante su señal de bandera blanca. Ya lo dijo Andy Warhol: “Los millonarios caminan más despacio que tú y que yo”. Por cierto, otro detalle que diferencia a los millonarios españoles de nuestros ministros: los millonarios sí podrían mandarse hacer un retrato con el mismísimo Warhol a buen precio. Exministros como Bono o Álvarez Cascos gastan hasta 150.000 euros para unos retratos que difícilmente consigan agradarnos, mucho menos hacer historia.
Mientras llueve ceniza sobre la televisión pública, en las cadenas privadas cada lunes hay un combate solo comparable a la relación de amor/odio entre Ben-Hur y Mesala. El programa de talentos de Antena 3 El número 1 se enfrenta con el reality histórico de Telecinco, Gran Hermano. En su estreno, El número 1 superó por tres puntos de share a su competidor.
 En la segunda entrega, la lucha fue tan feroz que Gran Hermano acortó esa distancia. Hartos de ver cómo corre nuestra prima de riesgo, vuelve a ser un deporte nacional la lucha por un punto de audiencia.
Ambos programas son emisiones maratonianas de hasta cuatro horas. Nuevo circo romano saturado de luces y diodos. Un talent show y un reality show tienen el 50% en común y el 50% en discordancia.
 El porcentaje en común es que son shows. 
 La diferencia es que en los realities se duerme y en los talents se sueña. Son programas que nacieron al mismo tiempo, en la década rica, cuando no teníamos tan clara la diferencia entre dormir y soñar. En el reality prevalece lo horizontal y en el talent retumba lo vertical. 
eternidad de la emisión está relacionada con el desempleo: ya no es cierto que por mucho madrugar habrá más trabajo.
Los que defienden los realities argumentan que este GH es el de mayor coeficiente intelectual y ofrece auténticas historias de amor como la de Sindia, que ha visto cómo el programa la hace convivir con el hombre de su vida junto al de sus sueños
. En el talent show, cinco números uno con ventas de discos millonarias seleccionan a un heredero en tiempos en los que la música es descarga y pesadilla. Ese jurado tiene sus favoritos, la audiencia también, pero se comenta que la productora sueña con que Meritxell Negre, barcelonesa que emigró a Estados Unidos hace 20 años, consiga escalar puestos gracias a su agotadora fórmula de divismo con humildad. “Para ser una gran diva hay que ser muy humilde”, entona como mantra. Llegue a finalista o no, Meritxell tiene su mérito: fue emigrante pionera, escogió luchar en Norteamérica en una época en la que los españoles viajábamos a Nueva York a conquistar el sueño de comprarlo todo con el dólar regalado.
En el combate catódico, Paula Vázquez podría ser Mesala con la musculatura y sonrisa de quien puede amarte sin abandonar su espíritu guerrero.
 En Gran Hermano está Mercedes Milá, una Ben-Hur que es parte de nuestro ADN catódico, que ha corrido en todo tipo de arenas y que tira del carro de nuestra telerrealidad completamente sola. 
Con su singular manera de enlazar entrevista con fisgoneo y devaneo sentimental, Milá ha conseguido que su reality sobreviva desde hace 12 años, aportando a cada emisión forzuda veteranía. Su cuadriga alcanza en las curvas más peligrosas a la de Vázquez. Una vez más, en televisión, son mujeres las que se zurran en el combate ante los ávidos espectadores. Los césares continúan siendo hombres.
Y una vez más la televisión es el mayor espectáculo del mundo, un coliseo donde podemos dar rienda suelta a lo emocional. Es bonito que Ben-Hur Milá y Mesala Vázquez repitan felizmente las palabras “momento” y “momentazo” sin querer hacerme un homenaje.
 Lo hacen probablemente porque desean transmitirnos que, pese a todo, el chorro de la crisis, la llovizna de millones que consiga la amnistía fiscal, mucho en la vida es sueño pasajero.
Y, a veces, húmedo.