Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

4 mar 2012

La mano derecha de Hollywood

Portada de 'Infamous Players' / T&B Editores
Como en las buenas historias de maduración, Infamous players tiene un héroe inocente recién llegado a la ciudad; una atmósfera de corrupción, drogas, sexo y sí, algo de arte; un secundario de lujo arrogante e hipnótico, y un subtítulo contundente:
‘Una historia de películas, mafia (y sexo)’. Y encima es real, porque Infamous players –que se publicó el año pasado en EE UU y ahora T&B lo edita en España- es la autobiografía de Peter Bart, no de toda su vida, sino de los años, benditos años, de 1967 a 1975 cuando los estudios Paramount se convirtieron en los revitalizadores de un Hollywood decadente y Robert Evans, su responsable creativo, en el explosivo que reventó el tinglado. Durante toda esta revolución, Peter Bart estuvo en primera línea porque era la mano derecha de Evans.
'El descenso de la muerte', con Robert Redford. Se creó como un gancho para atraer a Redford a Paramount y aquel drama deportivo tampocó mejoró la cuenta de resultados.
Bart no hizo la típica carrera de Hollywood, escalando desde lo más bajo. Ni siquiera era de Los Ángeles. Peter Bart era periodista de The New York Times.
 Prometedor, con gran carrera y ganas de hacerlo bien. Amaba Nueva York… pero su periódico le destinó a Los Ángeles, en un momento en que el mundo del cine se hundía, y la ciudad no levantaba grandes intereses en la costa Este: Bart se encarga él solo del trabajo que antes realizaban hasta cuatro redactores.
 Por eso cuenta cómo cubre un día los disturbios del barrio de Watts y otro viajaba con Paul Newman en su escarabajo Volkswagen
. En uno de esos reportajes conoció al hijo de un dentista, que ya había hecho sus pinitos como actor, y que quería dejar atrás su trabajo como sastre: Robert Evans. Pero la ambición de Evans no estaba en protagonizar películas, sino en producirlas, en convertirse en una figura legendaria como Irving B. Thalberg (al que había interpretado en el cine) o Darryl F. Zanuck.
Marlon Brando, en 'El padrino'. Peter Bart recuerda las penalidades de un rodaje donde hasta la mafia intentó meter mano e imponer su criterio a Francis Ford Coppola.
Cuando Evans llamó la atención de Charles Bluhdorn, presidente del conglomerado industrial Gulf & Western, la Paramount acababa de ser comprada por este emporio, y Bluhdorn pensó que Evans sería un hábil director de la oficina de Londres
. Evans se mudó, pero le pidió a Bart que leyera los guiones que él le enviaría, que “le guardara las espaldas en Los Ángeles”, como escribe el mismo periodista
Cinco meses después, Evans volvió a Hollywood, pero como director general de producción de Paramount. Y tras muchas dudas, Bart aceptó ser su hombre de confianza en Paramount: a los 35 años –estamos en 1967- comenzaban los ochos años más increíbles en la vida de este periodista.
Bart no tiene pelos en la lengua, aunque hay momentos que parecería que hincha sus méritos en el nacimiento de títulos míticos como Valor de ley o Harold y Maude . Habla de los brutales enfrentamientos diarios entre los productores de Hollywood, aunque trabajasen en la misma major, del eterno desacuerdo entre Gulf & Western y Paramount (el retrato que dibuja en las páginas del libro de Bluhdorn no deja a su superior en buen lugar), de la llegada de gente como Polanski y Coppola a los altares cinematográficos… y sobre todo, ayuda a entender a Robert Evans, su importancia en el advenimiento del Nuevo Hollywood.
Ryan O'Neal y Ali MacGraw, la pareja de 'Love story'.
 A todos los jefes de Paramount les parecía una película floja... hasta que su éxito comercial cambió sus opiniones
El nuevo niño de oro se compró uno de los edificios más añejos de Beverly Hills, el que pertenecía al decorador James Pendleton y lo convirtió en su guarida para las fiestas y las mujeres, primero, y su oficina, después
. Por las páginas pasan las drogas y las chicas sedientas de un papel y dispuestas a tragar con lo que sea para conseguirlo –Bart jura y perjura que no se acostó con ninguna, porque era feliz en su matrimonio- pero también ahonda en los procesos de producción de éxitos como La extraña pareja, Love story, La semilla del diablo, Chinatown o El padrino y de desastres como ¿Arde París?, El gran Gatsby, Darling Lili o La leyenda de la ciudad sin nombre.
Mia Farrow y John Cassavetes pelean en 'La semilla del diablo'.
 El rodaje de este éxito del terror le supuso a Farrow el divorcio de Frank Sinatra.
Ocho años, los que pasa Bart en Paramount, antes de que la situación se haga insostenible, enfrentado con muchos jefes y decida montar su propia productora, dan para un montón de anécdotas y personajes: por ahí asoman Coppola, Polanski, Warren Beatty –el único que hacía sombra a la cantidad de conquistas femeninas de Evans-, Ali MacGraw (que acabó casada con Evans). Robert Redford y gente mucho menos conocida como Sidney Korshak, el contacto de la Mafia con los grandes estudios.
 Bart cuenta todo lo que ve y cómo lo ve, sin adornos, describiendo todos los trapos sucios, cómo se levantaban películas y se tiraban después, cómo se trampeaba para los jefes no hundieran tu proyecto y las estrellas sí trabajaran en él…
El experiodista explica las lecciones más dolorosas que aprendió y cómo en 1975 lo dejó, harto, y creó su propia productora… antes de abandonar esta cara de la industria y pasarse a la dirección de Variety, donde trabajó 20 años.
Pero quedaron sus recuerdos y ellos valen su peso en oro.

Macondo se muda al ciberespacio

El escritor, periodista y guionista Gabriel García Márquez. / FERNANDO VICENTE
Aquel hombre que hubiera querido ser pianista de bar para ayudar a que los enamorados se quisieran más terminó convertido en un enamorador de lectores y en cómplice de muchos de ellos que han regalado sus libros en su estrategia de conquista. Por eso este martes, 6 de marzo, la literatura celebra los 85 años del colombiano Gabriel García Márquez (Aracataca, 1927) y su collar de conmemoraciones: 60 del primer cuento, La tercera resignación, 45 de Cien años de soledad, 30 del Premio Nobel y 10 de haber empezado a publicar sus memorias, Vivir para contarla.
Uno de los más significativos obsequios se lo dará Carmen Balcells, su gran amiga y agente literaria desde Barcelona: las habituales rosas amarillas que tanto le gustan al escritor irán acompañadas de la primera edición de Cien años de soledad que sube al ciberespacio en formato de libro electrónico.
 Y será como un juego de espejos reflectantes porque el regalo-libro llegará a García Márquez y a las librerías virtuales con la portada de la primera vez: un galeón en la selva colombiana.
Un cumpleaños que incluye un mensaje-tarjeta oral de Balcells: “Mi relación con él ha sido una experiencia tan enriquecedora que ya no recuerdo ni cuándo empezó o si todavía seguimos anclados en esa nube del sueño; más ahora, cuando todos hablan del mundo cibernético y de esa nube infinita donde se pueden alojar todas las historias y los libros”.
Y desde el martes, esta edición de la obra más popular del Nobel colombiano será solo en español. La agente literaria no va a autorizar, en principio, ninguna más en otro idioma: “El libro electrónico es un mercado sin fronteras y todo se hará despacio. No se puede entrar en ese delirio del mundo de la edición contribuyendo al nerviosismo que lo circunda”.
Será la cuarta obra de García Márquez en edición electrónica: ya están Relato de un náufrago, Todos los cuentos y Vivir para contarla, dentro de la colección Palabras Mayores
. Lo publicará la misma editorial a la que Balcells ha fiado los anteriores títulos en este formato: Leer-e, dirigida por Ignacio Latasa. Solo que esta vez será en coedición con Mondadori (su editorial en papel en España) y los derechos son mundiales. Todo ha sido muy rápido.
En el proceso de edición de la novela ha estado implicada Balcells, quien, por ejemplo, pidió que la letra de presentación del libro electrónico fuera un poco más grande de la habitual. Además, cuenta Latasa, “se han extremado las atenciones en el trasvase del texto a digital, los márgenes están equilibrados y el interlineado es más cuidado”.
El precio será de 5,99 euros y saldrá en dos formatos: para Kindle y el estándar de Epub (para diferentes dispositivos, incluido Apple). La política de la editorial, afirma Latasa, es que los precios digitales no pueden ser altos.
 “Trabajamos para acercar al autor y el libro al lector.
 Apostamos por precios bajos dentro de la ganancia que corresponde a los implicados en la cadena de valor del libro”.
Los agentes, asegura Balcells, “no podemos perdernos en el tumulto de los cambios en el mundo del libro. Tenemos que cuidar las ediciones electrónicas, no solo publicar sino contribuir a una mejor lectura en aras del placer de la misma”.
Es lo que se busca con la metamorfosis de Cien años de soledad, a partir de este martes, cuando Macondo y los Buendía se enrumben en el universo digital y empiece a leerse desde allí ese rosario de historias de la humanidad contadas desde la frontera del sueño y la vigilia. Vivencias del autor y de lo que le contaba el abuelo materno, el coronel Nicolás Ricardo, pero escritas con la misma “cara de palo” con que su abuela Tranquilina intentaba amordazarlo de miedo para que estuviera quieto.
 El resultado fue un vallenato de más de 300 páginas escrito durante año y medio en compañía de “dos discos que se gastaron de tanto ser oídos: los Preludios de Debussy y Qué noche la de aquel día de los Beatles”.
Pero así como Cien años de soledad no existiría sin aquellos primeros años con sus abuelos donde está el manantial de su literatura, tampoco toda la obra del periodista, escritor y guionista colombiano sería lo que es sin La tercera resignación, el primer cuento que publicó.
Fue hace 60 años en el diario colombiano El Espectador, el 13 de septiembre de 1947. Tenía 20 años, se había graduado de bachiller. Cuando lo vio publicado, su primera reacción fue “la certidumbre arrasadora de que no tenía los cinco centavos para comprar el periódico”.
 Porque en una página, debajo de unas letras de molde que decían Gabriel García Márquez, estaba el big bang de un universo literario que empezaba con estas palabras:
“Allí estaba otra vez ese ruido. Aquel ruido frío, cortante, vertical, que ya tanto conocía; pero que ahora se le presentaba agudo y doloroso, como si de un día a otro se hubiera desacostumbrado a él...”.

Esos amores.......

Cuando tropecé con Jacques Brell y esa desgarradora canción, Ne me quitte pas, no sabía, nadie sabía de esos ruegos desesperados de algún amor que no lo era pero me gustaba ser her6ina de alguna canción así, mezclada con los 15 años del Duo Dinámico, pero  pasa el tiempo y te das cuenta que no, no hay amores desgarrados, a los que supliques que no te deje, se puede creer que si, pero no, no existen.
Hay amores que matan, si, ahora en lugar de cantar Ne me quitte pas, los hombres que son rechazados, matan directamente a quien tuvo la osadía de rechazarlo, no deben saber que existe un señor que es Francés y canta llorando y suplicando, !No me dejes!, pues como todo es menos romántico en nuesta vida, ellos te matan, y tranquilamente además, de forma fria, calculando tu sufrimiento físico porque el espiritual terminó hace ya tiempo, Ne me quitte pas....pues te quito la vida, así de sencillo, así de facil, así,,,,,

http://youtu.be/i2wmKcBm4Ik

Jacques Brel - ne me quitte pas (subtitulos español)