Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

29 feb 2012

Una sociedad de solitarios Ángel Gabilondo


Soledad2La soledad, incluso silenciada, sigue de actualidad. Atraviesa de modo determinante la sociedad
. Estamos más solos de lo que deseamos reconocer. Solitarios conectados, con mucha información y poca comunicación, no está claro que nos encontremos.
 Ello tiene efectos decisivos en múltiples aspectos.
Y no hemos de olvidar que su alcance es también literalmente político.
Ignorar la soledad, dando por supuesto que no es significativa socialmente y que es un mero asunto personal, agudiza el aislamiento y acentúa una vez más la percepción de que lo político sólo es una cuestión pública, o lo que es peor, que lo público no afecta ni incide en lo singular, sobrevolando de modo insensible nuestra situación
. No hablamos de ninguna voluntad de intromisión en la intimidad o en la esfera de lo más propio, pero insistimos en que esta soledad personal tiene raíces y consecuencias sociales y públicas.
Olvidar que en numerosos pueblos y ciudades muchísimas personas viven y se sienten solas, incluso desamparadas, que los espacios comunes se agostan, que no pocos jóvenes no tienen entornos, contextos ni  oportunidades para desarrollarse adecuada y colectivamente, que hay muchos niños que no encuentran hogar ni siquiera en su casa, que en múltiples trabajos priman condiciones de aislamiento y separación, que no siempre en las aulas queda garantizada la suficiente convivencia o integración, que a veces el combate por cuidar de la propia salud deja a algunos en situación de cierta indefensión, o que determinadas discapacidades no son suficientemente atendidas, confirma una soledad, otra soledad, la soledad social, la de quienes sólo reciben discursos compasivos, paternalismos, filantropías, pero no verdadera solidaridad.
Esa supuesta “atención” marca aún más la soledad, cuyo alcance, desde luego, no se agota en la presente mirada. No bastan los falsos alivios
. Más aún, en ocasiones las grandes celebraciones o los múltiples intercambios no hacen sino ratificar un mundo con superpoblación de solitarios.
Soledad1No se trata de pretender saldar políticamente la soledad. 
Hay una soledad constitutiva, en cierto modo insuperable, pero, incluso en tal caso, si es compartida, es extraordinariamente más llevadera.
 La fecundidad de determinada soledad buscada no impide, sin embargo, una sospecha que nos hace subrayar que no acabaremos ni de entender ni de afrontar en serio estas situaciones de abandono o de discriminación, de necesidad, si no asumimos que la soledad no es una simple situación individual y que hemos de reivindicar y realizar políticas explícitas para afrontar sus consecuencias y evitar su entronización social.
Más aún, en situaciones complejas, de crisis o de zozobra, el desamparo profesional o laboral, o la falta de formación podrían acentuar el aislamiento
. Por ello se precisan estructuras, organismos, instituciones e instrumentos de solidaridad y de garantía y defensa de los derechos. 
No sólo para facilitar apoyos, subvenciones, indemnizaciones, remuneraciones, compensaciones, tan necesarios, sino para garantizar entornos sociales de afecto y de comprensión y de derechos sólidos.
 No simple asistencia, sino mayores condiciones, más dignas y más justas, de vida.
Frente a las estrategias de aislamiento, para hacer que uno se las vea solo y a solas, en un supuesto tú a tú, que, en situación de desigualdad y de poder, adopta formas de dominio, es preciso impulsar espacios comunes, compartidos. Nada une más, en todo caso, que luchar juntos por algo, que participar en un proyecto y en una tarea que no es sólo individual.
No basta el ánimo para afrontar la soledad social.
 No es suficiente con el soporte, asimismo necesario, para situaciones de dependencia, sino que lo decisivo es procurar los debidos requisitos para la máxima autonomía personal.
 El aislamiento social, personal, económico, obstruye la libertad.
 Sin esta autonomía personal no hay vías de desarrollo y se trata de crear condiciones para que sea posible la vida integral en común. 
Una sociedad de solitarios encerrados en sí mismos es una sociedad desarticulada e indefensa.
Se precisan instituciones y hombres y mujeres comprometidos. 
Acentuada una sociedad de solitarios, las decisiones y la responsabilidad de elegir y de implicarse requieren espacios compartidos, apoyos, participación; en definitiva, corresponsabilidad.

28 feb 2012

Cuando no te sientas .........

Cuando no te sientes seguro y tu barca navega sin rumbo, mecida entre las olas de espuma blanca, de salitre y de algas, no tardes, porque se está haciendo de noche.
Da un golpe al timón de la vida,
evita rocas y salientes de la costa,
Cierra los ojos para que los acaricie la luna,
y te traiga un hermoso collar de estrellas.

Un barco de Costa Cruceros queda a la deriva en el Océano Índico

Una imagen del crucero 'Costa Allegra', en junio de 2010. / KENNETH KARSTEN (AFP)
Menos de dos meses después del accidente del Costa Concordia frente a la isla italiana de Giglio, que dejó 25 muertos y 7 desaparecidos, otro barco de la compañía Costa Cruceros sufre un accidente.
 Se trata del Costa Allegra que se encuentra a la deriva a más de 200 millas al suroeste de las islas Seychelles, en el Océano Indico, después de declararse un incendio en la popa, en la sala de generadores eléctricos.
Según informa en un comunicado la naviera, el incendio, que no se extendió a ninguna otra zona del barco, se declaró en torno a las 10.39 (hora peninsular de España) y fue inmediatamente extinguido.
"Los procedimientos y el sistema antiincendios de a bordo se han activado y los equipos especiales antiincendios de a bordo han intervenido",  afirma Costa Cruceros en un comunicado.
 "Como medida de precaución, se ha dado la alarma de emergencia general a bordo.
 Todos los pasajeros y los miembros de la tripulación que no trabajaban en la gestión de la emergencia se han dirigido al punto de encuentro con las dotaciones de seguridad necesarias", prosigue.

más informació

La naviera explica que actualmente se está verificando el estado de la sala de máquinas para saber si se pueden volver a poner en movimiento los instrumentos necesarios para "reactivar la funcionalidad de la nave", desde la que se ha lanzado la "señal de socorro".
Al lugar se han dirigido remolcadores y otros medios para ofrecer apoyo al barco en el que viajan 636 pasajeros de distintas nacionalidades –entre ellos 15 españoles– y 413 tripulantes y que partió el pasado sábado del norte de Madagascar y se dirigía al puerto de Victoria, en las Seychelles, donde pretendía arribar mañana.
El primer buque en llegar ha sido un pesquero francés de alta mar de 90 metros de largo.
 Los capitanes de ambas naves ya están en contacto por radio
. Se espera la llegada de un barco similar en las próximas horas.
 Dos remolcadores tienen previsto llegar a la zona este martes a mediodía.
Según informa en un comunicado la Guardia Costera italiana, que sigue el desarrollo del suceso, el crucero, con ocho puentes y 399 camarotes, se encuentra sin propulsión, pero con los medios de comunicación que funcionan.
Las mismas fuentes explican que todos los ocupantes del Costa Allegra se encuentran en "buen estado de salud" y añaden que ya se ha dado aviso a las autoridades de las Seychelles, desde donde han partido una lancha motora, un avión y dos remolcadores.

¿Por qué no te callas un poquito, Karl?

Karl Lagerfeld, en su desfile de Chanel del pasado julio en París. / François Mori (AP)
Una vez tuve una entrevista bastante dura.
Fue con una mujer alemana, horrible y fea. Fue justo después de que se marcharan los comunistas, tal vez solo una semana desde la caída del Muro
. Ella vestía un jersey amarillo que era medio transparente. Sus tetas eran enormes y llevaba un sujetador negro.
 Me dijo: ‘Es de mala educación. Quítese las gafas de sol’. Le respondí: ‘¿Le pido yo que se quite el sujetador?”.
En 2007, la revista Vice tenía la brillante idea de mandar al pornógrafo arty Bruce LaBruce a entrevistar a Karl Lagerfeld (Hamburgo, 1933).
Una inocente pregunta alrededor de la pasión de ambos por el lucimiento de gafas de sol bajo techo desembocaba en esta anécdota narrada por el káiser.
 Para más inri, pertenecía a la época, principios de los noventa, en la que “la ropa que se llevaba era muy ancha. Decidí que no importaba engordar”.
Si esta ya era su actitud durante su fase oronda, ¿cómo iba a ser este personaje el día que pudiese embutirse en un traje de Dior?
La respuesta llegaría una década después –y 30 kilos menos– en forma de inabarcable catálogo de salidas de tono.
 Así, el último éxito del diseñador de Chanel no ha sido su colección para Macy’s, ni tampoco la línea Karl, que se vende a través del portal Net-a-Porter, sino unas declaraciones realizadas al diario Metro en las que demostraba todo su amor por Adele calificándola de “un poco demasiado gorda”.
 Y, ya lanzado, se despachaba también a gusto con los hombres rusos: “Son tan feos que si fuera yo una mujer rusa, me haría lesbiana”, afirmaba el inventor de la nueva modestia.
Uno de los elementos clave para entender el devenir de la pasada década ha sido el advenimiento de la industria de la moda como fuerza de inusitada centralidad cultural, económica y social.
 Hoy, todo el mundo sabe que Anna Wintour es la editora de Vogue USA. Hasta la madre naturaleza lloró cuando se le fue la cabeza a John Galliano y terminó fuera de Dior.
 Tom Ford provoca disturbios en centros comerciales cuando presenta su línea de cosméticos.
 Si algo resulta bello o, al menos, extravagante, lo llamamos fashion, y jamás estamos a más de un par de módems de alguien que tiene un blog de moda. En todo este desbarajuste, la figura de Karl Lagerfeld ha sido clave
. Nadie como él ha aprovechado la naturaleza gregaria de una industria y el desarrollo de un modelo de público cautivo que ha comprado incluso sus discos –colecciones de canciones seleccionadas por el tipo, que posee, hay que admitirlo, un gusto exquisito– y se ha atrevido a calificarlo de gran fotógrafo.

Las perlas del káiser

• “Los estampados florales son para mujeres gordas de mediana edad”. • “La mitad de la prensa la forman guapas tontas; la otra mitad, mujeres embarazadas”. • “La clase media no tiene suficiente clase”. • “El cuerpo debe ser algo impecable; si no lo es, come menos y cómprate ropa de tallas menores”. • “Jamás fui feminista porque no soy lo suficientemente feo”. • “No me interesa la historia; es muy infantil, muy orgullo gay”. • “En esencia, soy la persona más superficial del planeta”. • “Odio a los niños”. • “Hay gente que me dice que estoy demasiado delgado, pero esto siempre me lo dice alguien a quien no le sentaría mal perder unos kilos”.
Alguien como él, que afirma poseer más de 300 ipods, es adicto a la coca-cola light y odia el pasado, solo podía aspirar a ser mito en vida. Y lo ha logrado.
“Es imposible separar al hombre del mito”, comentaba LaBruce tras su encuentro con el diseñador alemán.
Pero algo está cambiando.
 Hasta el mes pasado, las únicas críticas que podían verterse sobre el hombre que no tuvo pudor en utilizar versos del Corán en una de sus colecciones para Chanel a mediados de los noventa tenían que ver con algunas de sus salidas de tono, aunque el resultado final de la controversia siempre era más publicitario o cómico que punitivo.
 Ser un bocazas siempre le ha salido gratis.
Después de todo, en la era de la universalización de la moda y del “opine usted sobre esta colección en su blog o en su peluquería preferida”, Lagerfeld se ha erigido en el bastión de la verdadera idiosincrasia de este exclusivo negocio ante las embestidas de una democratización que él ha gestionado desde el desprecio y con resultados sorprendentemente exitosos.
 Si caía en la tentación de diseñar para H&M –con éxito masivo de ventas, por cierto–, se arrepentía inmediatamente, convencido de que diseñar para pobres o siluetas poco canónicas era el equivalente a meterse en una bañera con agua hirviendo. Si le preguntaban sobre su compatriota la supermodelo Heidi Klum, declaraba no saber quién es. ¿Milán? Le falta glamour.
Pero, como decíamos, algo parece estar cambiando.
 En las últimas semanas han aparecido prácticamente tantos artículos censurando sus declaraciones al respecto de la cantante Adele (a los hombres rusos nadie parece querer defenderlos) como cuestionando su vigencia como creador, e incluso el legado que puede dejar en Chanel.
Ellen Grace Jones, editora de The Real Runway, escribía en The Huffington Post al respecto de su línea Karl, publicitada por el diseñador como su intento “de dotar de clase a la clase media”:
 “Si saliera de su torre de marfil, descubriría que esa clase media a la que se dirige se halla en declive. Sus alucinaciones no tienen límites”.
 A renglón seguido, Jones procedía a enumerar algunas de las piezas de la colección y sus precios.
“Su calzado es realmente poco inspirado. Ahorraré cien euros más y me haré con unos Louboutin”.
 Lo peor que le puede pasar al diseñador que crea una línea supuestamente económica es que le digan que no solo es fea, sino que resulta cara.
Su desprecio a la democratización de la moda le ha beneficiado sorprendentemente
Más dura incluso era la pieza escrita por Robin Ghivan en Newsweek.
Aquí, la ganadora de un Pulitzer se preguntaba si Lagerfeld está sobrevalorado y si, después de todo, no ha llegado la hora de que la prensa de moda se emancipe y se decida de una vez por todas a cuestionar el consenso alrededor de figuras como las de Tom Ford o el propio Lagerfeld.
 “Si un diseñador se juzga por la silueta que popularizó, la sensibilidad que desarrolló o unos preceptos estéticos que le son propios, entonces Lagerfeld ha fracasado”.
Un día después de haber llamado gorda a Adele, el teutón ensayaba una suerte de disculpa. “Sé lo mal que sienta que la prensa sea cruel contigo por culpa de tu aspecto”, declara obviando el hecho de que los comentarios sobre el peso de Adele los había hecho él, no un periodista.
 Menos amable era con Ghivan. “No sé quién es esta periodista. Leí algo que escribió sobre la señora Obama y me hizo odiarla, a ella, no a la señora Obama”.
Todo indica que el genio creador Lagerfeld desaparecerá antes que el genio cómico.