Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

27 feb 2012

La alfombra roja (también) premia la madurez

Ahora que toca volver la vista atrás a los orígenes de Hollywood, no está de más recordar que este fue siempre fue un lugar inclemente.
 Especialmente, para las mujeres.
Cuando la joven starlet perdía ese rubor adolescente de las mejillas que hacía temblar a la cámara, solía iniciar una travesía por el desierto que no era de rigor para sus compañeros de reparto.
No hay que ser tan ingenuo como para pensar que la situación haya cambiado.
Pero en una ceremonia de los Oscar que no pasará a la historia como una de las más exitosas en lo estilístico, surge un atisbo de esperanza.
 Porque las mujeres de más de 35 años dominaron la escena.
 De alguna manera, en el partido de anoche el equipo de Margo Channing se impuso al de Eva Harrington; son 40 los años que tiene el personaje de Bette Davis en Eva al desnudo.
 Como dijo ¡Meryl Streep: "Era una niña cuando gané por primera vez, dos de las nominadas ni siquiera habían nacido" [Rooney Mara y Michelle Williams]"
Cuando una se acerca a esa edad, para empezar, ya sabe qué le sienta bien. Una premisa que guió las decisiones de Angelina Jolie (36 años) y Penélope Cruz (37).
 La actriz española retornó a su fórmula predilecta con un vestido de Armani Privé que la seguía con precisión: hombros al aire, cintura ceñida y falda con vuelo
. Esa ha sido su ecuación comodín -en diferentes colores, acabados y tejidos- durante la última década. Abarca desde el traje de Ralph Lauren con el que entregó el Oscar a Pedro Almodóvar en 2000 hasta el de Pierre Balmain con el recogió el suyo en 2009, pasando por el de Versace en 2007.
Solo el año pasado, al poco de dar a luz, se saltó esa norma.
Si cambiamos el patrón por uno de palabra de honor, cintura ceñida y vertiginosa apertura en la falda, todo lo dicho sirve para Angelina Jolie. Atrás quedaron sus experimentos y anoche se ajustó al guion que ella misma ha escrito con un Atelier Versace de terciopelo negro.
Como ella, Gwyneth Paltrow (39 años) se ha olvidado de saltar de un traje de princesa rosa chicle (el que llevaba en 1998 cuando ganó por Shakespeare enamorado) a uno de inspiración gótica (el de Alexander McQueen que llevaba en 2002) para convertirse en la reina madura del cuerpo tonificado y la silueta minimalista.
Su vestido-columna blanco con capa de Tom Ford dibujó una estampa quirúrgica -sin duda, una de las mejores de la velada- que, además, se da la mano sin dificultad con la flecha plateada de Calvin Klein que vistió un año atrás. Sandra Bullock (47 años) compartió con ambas espíritu, decisión y hasta colores con un diseño de Marchesa blanco y negro. También Octavia Spencer (39 años) y Viola Davis (46 años) demostraron conocerse, asumirse y quererse.
La primera, con un calculado diseño de Tadashi Shoji. La segunda, más que por el vestido esmeralda de Vera Wang, por el hecho de aparcar la peluca.
Gwyneth Paltrow, en la alfombra. / VALERIE MACON (AFP)
Insistir en una idea no necesariamente la convierte en buena, pero es una muestra de coherencia.
El Zuhair Murad que llevaba Jennifer López era de un gusto discutible, pero responde al papel que la cantante y actriz ha querido para sí desde hace una década
. Anoche estuvo a punto de mostrar demasiado de su anatomía... otra vez.
 Hace falta valentía y constancia para que tu cuerpo a los 42 años siga corriendo los mismos peligros que a los 30. Porque han pasado ya doce años desde que Lopez apareciera en los premios Grammy con un traje de palmeras de Versace abierto hasta el ombligo.
En teoría, la noche prometía convertirse en un ejercicio de nostalgia.
Dado que las pasarelas apuestan esta temporada por el retorno de la década de los 20, la ocasión parecía idónea para que moda y cine se abrazaran en un tema que les une sin fisuras.
 Sin embargo, finalmente, hubo poco de eso.
La principal concesión a la era dorada vino de la mano de Stacy Keibler (32 años) y Meryl Streep (62 años), de Marchesa y Lanvin, respectivamente.
La comparación entre ellas demostraba hasta qué punto la madurez y la experiencia son un grado
. Lo mismo probaba la forma en que Glenn Close (64 años) se imponía a su Zac Posen.
 Pero si en general el tono fue más esquemático y pragmático de lo esperado, se debe en parte al protagonismo de cómicas poco dadas a las frusilerías, como Kristen Wiig (38 años), Leslie Mann (39 años) o Tina Fey (41 años).
Si alguien podía competir por el trono de la noche con Paltrow, esa era Rooney Mara (26 años). Apareció, algo desvalida con un vestido de Givenchy de alta costura, y reafirmó la reconocible identidad que ha creado en unos pocos meses
. Quién le iba a decir a Stieg Larsson que acabaría influyendo en los desfiles de Versace o Calvin Klein. Mara pertenece a un grupo con potencial, pero que ayer quedó deslucido por su propia homogeneidad. Jessica Chastain (30 años) se desmarcó con un Alexander McQueen de Sarah Burton en dorado y negro.
 Pero un trío de vestidos rojos sirvieron para que Emma Stone (23 años), Michelle Williams (31 años) y Natalie Portman (30 años) casi se antojaran intercambiables. La coincidencia es extraña, ya que las dos últimas comparten estilista.
 En todo caso, por sí misma, la decisión de Portman contiene valor simbólico.
 El año pasado a estas alturas, estallaba el escándalo Galliano en Dior.
 La actriz, que es imagen de los perfumes de la firma, fue una de las primeras en desmarcarse del diseñador cuando fue acusado de proferir insultos antisemitas en un bar.
Lo hizo poco antes de recibir un premio Oscar por su trabajo en El cisne negro... vestida de Rodarte. Esta vez volvió al redil de la marca pero lo hizo con un traje diseñado por el propio Christian Dior y perteneciente a la colección otoño/invierno de 1954.
 Toda una declaración.

26 feb 2012

Adiós de un periódico

Adiós de un periódico

Por: | 25 de febrero de 2012
Cuando iba a escribir este post lamentando la desaparición del diario ´Público`, que dejó de existir ayer, me encontré en mi teléfono un correo de una web de índole religiosa que titulaba así la primera de sus noticias: "El diario ´Público` ya no difundirá más el laicismo radical a través de su edición impresa".
Esa imprecación malvada sirve para certificar, también, el disgusto que sentimos muchos de los que hemos lamentado esta pérdida en la prensa diaria española. Por ser laico y radical, por haber sido testimonio del pensamiento y el trabajo de los profesionales que lo hacían, por haber sido una competencia leal y audaz a los que, lógicamente, queríamos que nuestro diario fuera mejor, los compañeros de ´Público` se merecen hoy el respeto de sus competidores y debieran merecerse, en un país no marcado por el cainismo, el respeto de sus adversarios.
No ha sido así en vida, no es así tampoco en la despedida.
Pero ellos, los compañeros cuyo diario deja de salir, e incluso esos adversarios que se declaran enemigos tan despiadadamente gozosos, saben que este país se hizo así y así se hace. Para terrible memoria de nuestro tiempo.
En todo caso, de esas desagradables reacciones mezquinas no quería hablar, sino del periódico que se va.
Han procurado una audiencia, la han tenido, han procurado, en medio de una crisis enorme de la publicidad, un rincón en el que sobresalir, y de pronto el hacha más terrible de la crisis publicitaria los halló trabajando pero ya sin porvenir. Hicieron del final de su trabajo una heroica profesión de fe en el periodismo en los tiempos oscuros (Brecht decía: "Hay que cantar también en los tiempos oscuros") y hubiera sido bueno que las promesas que recibieron de financiación para durar se hubieran sustanciado finalmente. Y finalmente el empresario, desde Hollywood, dijo que estaba jodido pero que ya no podía seguir. Y esa misma tarde, ayer, dieron por concluida su residencia en la tierra. Ojalá todos y cada uno hallen acomodo feliz en el futuro que es, y que me perdone Brecht, tan oscuro para el oficio.
Despedir un periódico, y en España ya se han despedido demasiados, es una de las tareas más difíciles para quienes estamos en el oficio. Hacerlo, salir a la calle, encontrar en el camino dificultades que se salvan, noticias que te hacen reencontrar con la vida que elegiste, es uno de los privilegios que nos han hecho tan felices; recuerdo siempre aquella exclamación de Albert Camus en medio de la guerra, cuando acabó un ejemplar vibrante de ´Combat`brindando con estas palabras: "¡Vale la pena vivir para este oficio!"
Sé que los valerosos compañeros que ayer decidieron echar el cierre antes del tiempo que prolongaba la agonía encontrarán en esta carrera difícil lugar donde brindar de nuevo por haberlo hecho. Lo deseo como antiguo periodista que soy y como compañero que ha visto nacer y morir y morir y nacer.
Y, por cierto, me gustaría acabar por donde empecé. Mi madre me recordaba siempre lo que gritó el anarquista Ferrer cuando iba a ser ajusticiado a principios del siglo XX por sus ideas acerca de la vida y de la escuela:
"¡Vivan los niños! ¡Vivan las escuelas laicas!"
Viva, pues, el laicismo radical, viva la escuela laica, vivan los niños, y viva el periodismo que lo pueda gritar.

Shakira - Hay Amores

Esta Noche es la entrega de los Oscars.

Esta es la noche del Oscar


Sí, muy artificial, muy americano, muy comercial, pero sigue siendo el Oscar, y como se suele decir "algo tendrá el agua cuando la bendicen", aunque pocos se acuerden de Clift Robertson, Gloria Stuart o Lewis Milestone, que ganaron una estatuilla, y sigamos recordando la elegancia de Cary Grant, la dureza de Robert Mitchum o la belleza letal de Kim Novak, que nunca la consiguieron.
 Es la magia del cine, pero también es cierto que la mayor parte de los nombres legendarios tuvieron al menos una vez un Oscar en sus manos.
 Pasa lo mismo que con los Premio Nobel de Literatura. En cualquier caso, esta noche es especial para el cine.
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APUNTES A DESTIEMPO
Y yo me pregunto: Si la película se llamaba El Tercer hombre, ¿por qué solo están Joseph Cotten y Orson Welles en la foto? Welles parece decirle a Cotten "Desengáñate Joseph, el premio será este año para José Ferrer por Cyrano de Bergerac" (a Cotten tampoco le dieron nunca un Oscar). El tercer hombre debe ser Oliver Reed, que fue nominado al Oscar al mejor Director en 1951 por esa película, que ganó Mankiewicz por Eva al desnudo.
Y andaban por allí nada más y nada menos que Huston, Wilder, Cukor, Bette Davis, William Holden, James Stewart, Eleanor Parker y siempre Disney.
Fue el año de, además de las mencionadas, La jungla del asfalto, La minas del rey Salomón, El halcón y la flecha, Arroz amargo, Flecha rota y es el de Cenicienta, una de las joyas de los dibujos animados clásicos.
 En Sunset Boulevard (llamada en España El crepúsulo de los dioses), aparecían dioses de la talla de Gloria Swanson, Buster Keaton, Erich von Stroheim y hay un cameo memorable de Cecil B. De Mille, que tampoco recibió nunca un Oscar ni como productor ni como director, a pesar de haber sido uno de los fundadores de la Academia y del Hollywood que hoy conocemos.
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¿Que por qué traigo ahora esa ceremonia de 1951? No sé, tengo predilección por ese año, porque creo que hubo una muy de buena cosecha en casi todo, pues se publicaron El guardián entre el centeno, Memorias de Adriano y, por qué no decirlo, La Colmena. Y dejémonos de tonterías, según Carlos Tena y otros historiadores, el 6 de octubre de1951, a mediodía en Nueva York, el disc jockey Alan Freed le puso nombre al rock and roll por primera vez en una emisión de radio.
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Cotten.- Orson, ¿cuándo voy a ganar un Oscar? Soy tan bueno como Cooper, Gable o Bogart.
Welles.- Nunca, Joseph, nunca. Los Oscars son para los niños bonitos como Gary Grant, Robert Taylor, y Tyrone Power. (Vaya ojo tenía el citizen Kane).