Y NO QUISO LLORAR
Un día,
despertó la casa igual que un campanario,
izaron la bandera de un pañal
y la vio pálida, dulce y sonriente
con el pelo anocheciéndole la almohada
y otro niño ocupando su lugar
y no quiso llorar, y no quiso llorar.
Él, él ya la había visto acariciarse el vientre,
tener en los ojos una inquietud de alas,
que es la ternura, pájaro en las madres
y a veces bajito la oía cantar
para la espera una secreta nana
y no quiso llorar y no quiso llorar.
Vio, ir y venir sus manos, de la aguja a la lana
y su alma de la aguja al suspiro,
por el que vendría y del suspiro al beso,
sobre la ropita tibia del hermano nuevo,
ese que vendría a robarle el cariño
y no quiso llorar y no quiso llorar.
Todos vendrían hoy a ver la flor recién abierta
y traerían caricias de pétalo y rocío
y se vio tan solo y sintió que del pecho,
se le volaban un millón de mariposas,
roto el cántaro de su corazón pequeño
y tuvo que llorar y tuvo que llorar.
En el mismo rincón en el que la fantasía había creado
un mundo de amparos, la muralla donde la penitencia nunca le dolía.
Y lloraron las aves, los caballos, las hadas y aquel perro invisible le
lamía las manos sin poderlo consolar, sin poderlo consolar… ¿y
bien… ?
un mundo de amparos, la muralla donde la penitencia nunca le dolía.
Y lloraron las aves, los caballos, las hadas y aquel perro invisible le
lamía las manos sin poderlo consolar, sin poderlo consolar… ¿y
bien… ?
pasaron los días,
una noche la casa en su quietud de nido,
tan ocupada en beberse la luna,
no oyó sus pasos, temblorosos, furtivos,
ir con su mejor caballo hasta la cuna
y al besar la pelusa del niñito dormido,
decirle:- toma, vamos a ser amigos…
RAFAEL AMOR®