Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

2 feb 2012

La importancia de ser bellas

En su libro ‘Capital erótico’, la socióloga Catherine Hakim anima a las mujeres a aprovechar su atractivo para conseguir mejoras personales y profesionales

 

No quedaba más remedio que una huelga.
Las trabajadoras la habían convocado para pedir la igualdad salarial con los hombres de la fábrica y estaban dispuestas a llevarla a cabo.
La empresa debió de oler el peligro y envió a un negociador.
No uno cualquiera, sino un joven mánager, extremadamente atractivo y convincente, capaz de vender veneno y darle sabor de miel. Hechizadas por ese hermoso flautista de Hamelín, las mujeres aprendieron finalmente su estribillo: había que retirar la protesta. Sin embargo, lejos de los finales de cuentos de hada, la historia acabó con el tipo ascendido y con un sueldo más alto y las mujeres igual de discriminadas.
Y frustradas, tanto que décadas después una de aquellas señoras, ya anciana, se acercó a la socióloga británica Catherine Hakim tras una conferencia para contarle su vivencia.
“No sabes lo cierto que es tu libro”, añadió.
Se refería a Capital Erótico. El poder de fascinar a los demás, las 266 páginas que Debate acaba de publicar en España y en las que Hakim ha edificado una controvertida teoría. “Además de los capitales social, humano y económico, existe el erótico: es una mezcla de belleza, atractivo sexual, vitalidad, saber vestirse bien, encanto y don de gentes”, explica el primer paso la autora. El segundo es casi inmediato: a más capital erótico, más resultados en la vida. Por lo que, tercera etapa, las mujeres (sobre todo, aunque los hombres también) deberían mejorar su apariencia y aprovechar a fondo su atractivo para obtener lo que se prefijen.
En la marcha femenina hacia el éxito, interviene, según la socióloga, un discutible aliado: el déficit sexual masculino. “En contra de la igualdad que siempre han defendido las feministas, hay investigaciones que demuestran que el hombre siente más deseo y busca más el sexo respecto a las mujeres”, asegura Hakim. En el esquema de demanda y oferta de la británica -que rara vez mira a los ojos a su interlocutor- la caza frenética del hombre dispara el valor del capital erótico femenino y las posibilidades para las mujeres de explotarlo. ¿Hasta qué punto? “No se trata de acostarte con cualquiera, sino de tener atractivo, charme, y usarlo para tus propios fines, sin avergonzarte”, aclara Hakim, que es experta en políticas sociales y autora de varios libros sobre la condición de la mujer.
Lagarde, Madonna, Abril. Tres ejemplos, según Hakim, de mujeres con un alto capital erótico.
A gusto bailando con la dinamita, la profesora de la London School of Economics avanza con cierta seguridad por el campo minado, escudándose a cada paso tras un estudio que respalde su caminata. Aunque por su sendero, inevitablemente, Hakim ha recibido palmaditas y bofetones, halagos y acusaciones de machismo. Will Self escribió en The Guardian que, más allá de que no coincidiera con la autora en todo, al menos “llama las cosas por su nombre”. Yasmin Alibhai-Brown, en cambio, desde las páginas del Independent retrató así la teoría de la socióloga: “Esa desesperación [masculina] a base de testosterona ha de ser explotada, y para ello las mujeres deben convertirse en geishas de por vida, dedicadas a embellecerse y negociar hábilmente con los hombres”.
En general, Hakim cuenta que al público masculino el libro le ha gustado. A las feministas, reconoce,“no”. Tampoco debe de haberles hecho mucha ilusión a cuantos pelean en balde con la báscula.
“Estar gordo es indefendible e innecesario
. La obesidad es una elección personal que provoca un coste extra para todos los ciudadanos, ya que los gordos son ingresados más a menudo en el hospital, ya sea por diabetes, problemas respiratorios, etc.”, afirma, seca, Hakim.
También la belleza es cuestión de voluntad, defiende la autora, que cada sábado pedalea con su bicicleta durante cuatro horas:
“No existen feos, sino perezosos. Un 50% del capital erótico procede del nacimiento, pero la otra mitad depende de los esfuerzos de cada uno”.
Y enumera personajes famosos que, a su modo de ver, han triunfado también gracias al explotar su capital erótico: "Vincent Cassell, Christine Lagarde, Antonio Banderas, Obama, Madonna, Victoria Abril".
Para la socióloga quien cuida su forma recibe más premios a cambio. “A los guapos les sonríe el mundo, sonrisa a la que ellos corresponden”, resume Hakim. ¿Acaso significa que los bellos son mejores personas? “Se vuelven mejores. El trato más agradable que suelen recibir por parte de los demás les ayuda a desarrollar una personalidad más abierta”, sostiene la británica.
Tanto que ella, en una hipotética entrevista de trabajo, ante dos candidatos de igual currículo, no tardaría mucho en decidirse: “El más bello sería más productivo y se llevaría mejor con los compañeros”. Y, en algunos casos, hasta con los enemigos. Para confirmaciones, preguntarle a la anciana huelguista.

PRESENTE INDICATIVO DE Jose Miguel Junco Ezquerra.

PRESENTE INDICATIVO.

Yo como despacito pensando mientras trago,
tú comes sin mesura la parte que te toca,
él come muchas veces según avanza el día.
O sea que resumiendo comemos como locos.
Ustedes comen siempre dos platos por lo menos,
ellos comer no comen por eso es que se mueren.
Hay luna llena y nieva, que son impersonales.

Cuando Bismarck recitó la 'Marsellesa'

Nadie esperaba ya poder oír la voz de Bismarck, el canciller que unificó los Estados alemanes en 1871. Menos aún escuchar al viejo aristócrata recitando la primera estrofa de La Marsellesa, el himno del país al que había declarado la guerra en 1870.
Cuando apenas le quedaban unos meses en la cancillería del Imperio alemán, Bismarck (1815-1898) recibió en su palacio de Friedrichsruh a Theodor Wangemann, enviado a Europa por el inventor Thomas Alva Edison. Wangemann quería promocionar el fonógrafo en Alemania grabando las voces de sus prohombres más célebres: Bismarck, el mariscal Helmuth von Moltke y el flamante káiser Guillermo II. Las de Bismarck y Moltke quedaron registradas en varios cilindros de cera que se creyeron perdidos hasta esta semana. El museo de Edison en Nueva Jersey ha desvelado ahora la única grabación de la voz de Bismarck. La voz de su mariscal de campo Moltke tiene un interés añadido: no quedan grabaciones de nadie nacido antes que él, que vino al mundo en 1800, en plenas guerras napoleónicas.
La grabación de Bismarck parece desmentir, además, algunas sátiras de la época que se mofaban de su voz atiplada y “feminoide”. Las biografías del canciller señalan que fue un “orador deficiente”, incapaz de dar solemnidad a sus discursos.
La voz del cilindro parece, sin embargo, firme y masculina.
Quizá las críticas a su timbre eran sólo infamias contra el poderoso dirigente. O tal vez, sabiendo que la cera de Edison lo inmortalizaba, Bismarck impostó una voz mejor modulada de lo habitual. Tampoco se sabe por qué eligió la Marsellesa: ¿Se burlaba del archienemigo francés? ¿De los revolucionarios? ¿O, tal vez, le gustaba la canción?
Los periódicos de la época y hasta una carta de la princesa Johanna von Bismarck dan fe del entusiasmo que el fonógrafo despertó en el Canciller de Hierro. Más ambigua era la admiración tecnológica del viejo conde de Moltke, que recita versos del Fausto en los que Goethe cuestiona los avances científicos. Pero Moltke, maestro de la estrategia bélica curtido en cien batallas sangrientas, traiciona ante el fonógrafo el mote por el que era conocido. “El gran taciturno” comienza la toma con un particular Elogio del Fonógrafo. “La más reciente invención del señor Edison es de veras admirable”. El casi nonagenario Moltke se equivoca al nombrar el aparato, al que llama “teléfono”.
Pero a la segunda atina y concluye que “el fonógrafo permite que un hombre que yace desde hace mucho en la tumba levante otra vez su voz y salude al presente”.
Nos podemos dar por saludados por el héroe de Sedán, que lleva en la tumba desde 1891.
La unificación de Alemania debió casi tanto al genio bélico de Moltke como a la implacable Realpolitik de Bismarck. La grabación del canciller concluye con lo que algunos historiadores consideran una broma dirigida a su hijo. Le recomienda que no trabaje demasiado y que no coma ni beba desproporcionadamente. El propio Bismarck era un gran glotón con fama de adicto al trabajo.
También recita sendas estrofas iniciales de La Marsellesa y del himno universitario Gaudeamus igitur, así como los primeros versos de un poema de Ludwig Uhland.
La grabación comienza con el arranque de la canción estadounidense In Good Old Colony Times. Probablemente un homenaje a Edison.
Los cilindros de cera fueron hallados ya en 1957, dentro de una caja de madera que Edison guardaba cerca de la cama donde echaba la siesta entre invento e invento
. Los conservadores del museo Edison los mantuvieron en buen estado, pero minusvaloraron su contenido: un hombre con acento alemán recitando versos en inglés casi inaudibles por los ruidos del cilindro.
Pero en 2011, un experto del museo contactó con historiadores alemanes para buscar el origen de la grabación. Los expertos conocían ya el sonido original del piano de Johannes Brahms inmortalizado por Wangemann, que fue el primer ingeniero de sonido de la historia. 
Pero han tardaron en percatarse de que escuchaban a Bismarck y a Moltke saludando al presente.

 

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