Su cara define el equilibrio como una forma de arte. Entre el bien y el mal, entre la seducción y la guerra psicológica, entre su lado femenino y el masculino, los que habitan el cuerpo y el alma de Albert Nobbs, esta mujer travestida de mayordomo a la que da vida Glenn Close en la última película de Rodrigo García.
Sutil, delicada y honda, como todas sus obras, el director ha sacado partido de esta actriz arriesgada y audaz hasta el punto de llevarla hacia una nueva candidatura a los oscars de este año con un papel que ya hizo en teatro hace 30 en el Off Broadway.
Su trabajo es un ejercicio de contención y arte casi de mimo, a lo Charlot, a quien ha estudiado a fondo para inspirarse y realizar el retrato de un buen hombre…
O una buena mujer.
Pregunta. Viéndola a usted en varios papeles, uno cree: Glenn Close, debe ser una gran jugadora de póquer. ¿Me equivoco?
Respuesta. No. ¡Pero me encantaría aprender!
P. En la pantalla, con la cara.
R. Eso tiene gracia. Bueno, quizá lleve razón. Pero me siento más actriz que jugadora.
P. Ya, es que ese gesto suyo de clara ambigüedad, en el que en todo momento controla que no se sepa qué piensa, qué le pasa por la cabeza. Eso es arte, ¿o no? ¿Es esa la clave para ser grande?
R. Creo que debes ser poderoso a la hora de sugerir. Dejar entrever que estás pensando cosas y que por tanto guardas secretos. Y en cuanto eres capaz de sugerir ese propio secreto enriqueces al personaje.
P. Pero para eso se necesita una fina inteligencia y además, experiencia en la vida.
R. O imaginación.
P. Bueno, pues todo junto. Pero dentro de ese equilibrio, ¿qué es lo más importante?
R. Para mí, lo más importante es la imaginación y la capacidad para penetrar en la cabeza de los demás. También concentración y cuanto más pasa el tiempo, en mi caso, llevo en esto más de 30 años, retarte para mejorar.
P. Usted fue actriz tardía. Empezó alrededor de los 30 años. Quería ser como Katherine Hepburn, me han dicho.
R. No, quise ser actriz desde niña, cuando veía las películas de Walt Disney.
P. Grandes actores...
R. Cierto. A mí es que me encantaban los cuentos de hadas, además, me veía dentro de ellos. Luego me hizo ilusión que me ofrecieran a Cruella de Ville. Pero llegué tarde al oficio, como dice. Primero estudié en la universidad. Hice Teatro y Antropología.
P. Una buena combinación para adentrarse en los secretos del hombre como especie.
R. Cierto, en fin, los intérpretes hacemos eso, preguntarnos por qué. El porqué de las cosas, de los comportamientos.
P. Sus personajes suelen poseer una gran fuerza moral. Para bien o para mal. Y una línea difusa entre masculino y femenino.
R. Cuestionarse el bien y el mal. En Las amistades peligrosas, la marquesa de Marteuil sabe que si no se comporta como un hombre, será destruida como una mujer, se niega a que le pase eso, pero en su batalla arrastra al hombre con quien se enfrenta a su infierno.
P. Poder y posición en el mundo, como Albert Nobbs.
R. Bueno, Albert es diferente, ella es un espíritu muy puro que trata de sobrevivir.
P. ¿Ella o él?
R. Siempre digo ella. Ella es ella, Albert. Ella no se considera un hombre, es una mujer que despista. Cambia su apariencia, su voz, pero es una mujer. Y Rodrigo, en los detalles, nos muestra todo eso. Incluso al vestir como una mujer, anda como un hombre. Albert tiene algo de
clown.
P. O de Charlot.
R. Me inspiré en él esta vez. He vuelto a ver sus películas y a estudiarlo para fijarme en sus movimientos. Lo mismo que en un payaso que me fascinaba cuando era pequeña, Emmet Kelly, tenía ese gesto triste que me parecía tan gracioso. Los grandes de su especie aúnan lo trágico y lo cómico al tiempo.
P. En el guion ha participado junto a usted John Banville. ¿Cómo ha sido esa experiencia?
R. Fantástica. Le admiro mucho, sobre todo su novela
El mar. Muy divertido, porque yo no controlaba los giros del habla irlandesa. Escribía cosas y él me las traducía a la manera en que ellos hablan. Por ejemplo, si yo le decía: "Mi padre era un cabronazo borracho"; él me corregía e indicaba que en Irlanda dirían: "Un puto borracho
arrastrao".
P. ¿Le gusta su prosa poética más que los libros policiacos de su otro nombre: Benjamin Black?
R. Leo muchísimo ensayo histórico, sobre todo el periodo de entre guerras, incluso la I Guerra Mundial, me interesa especialmente, fue el conflicto que cambió el mundo para siempre.
P. Albert Nobbs, de lo que trata es de la identidad.
R. Creo que la película nos explica que nuestro sexo es irrelevante. Que nos confunde demasiado eso y que no importa a la hora de ser de una forma u otra. Para mí, la película trata de la supervivencia y que el género en eso no importa, que lo fundamental es hallar un lugar seguro donde desarrollarse.
P. También de perseguir un sueño sencillo.
R. Y demostrar el hecho de que para mucha gente un sueño sencillo es algo casi inalcanzable, como atravesar una puerta.
P. El primer plano en que aparece usted de cara, bajo una vela, impacta.
R. ¿Por qué? Lo estudiamos y lo preparamos mucho. Desde la peluca a la apariencia de la cara. Hay mucho talento metido en esa cara. Lo que me preocupaba es que la gente olvidara un poco mi rostro, quería que vieran a Albert desde el principio.
P. Pertenece a una clase social alta. Su padre era médico y vivieron en el Congo Belga. Incluso fue médico de Mobutu Sese Seko.
R. Yo no fui a vivir allí, estaba estudiando y los visitaba. Además fue durante una época en la que primaba el conflicto. Él conoció a Mobutu cuando este era coronel. Pensó que tenía potencial para ser líder y se involucró en la construcción de hospitales en el país, pero empezó a percibir la corrupción alrededor. Entonces volvió. Cuando se dio cuenta de que aquello no tenía remedio.
P. Usted, en aquella época, pertenecía a un grupo llamado Moral Re-Armament. ¿Qué era? ¿Algo parecido al Tea Party?
R. Oh, no, no. Era la típica organización en la que pretendían reconstruir el mundo.
P. ¿Reconstruirlo o salvarlo?
R. Decían reconstruirlo. No sabría especificarle la diferencia. Era una niña. No resultaba un buen ambiente para una niña, créame. Eran rígidos, muy cerrados, te decían cómo debías actuar, hablar…
P. ¿Por ejemplo?
R. De verdad, no quiero hablar mucho de eso
. Me limité a sobrevivir allí, como lo hace una niña, tratando de obedecer y ser un buen soldado
. Esos sitios tan cerrados son muy peligrosos, no fue una buena experiencia. Algo se te queda claro, pero lo que aprendes es que no quieres meter a tus hijos ahí.
P. Usted lo debe saber de sobra. Tampoco ser madre soltera en Hollywood será fácil.
R. Es duro. No tienes nunca tiempo suficiente para dedicarte a ello como merece. Aun así, estoy muy orgullosa de mi hija, es una gran muchacha que se las ha arreglado para ser poco dependiente de mí, es muy suya.