Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

7 ene 2012

El año que vivimos retrospectivamente

Acabó el año cultural, proliferaron las listas de repaso a sus frutos y entre el coro discordante emergió un claro triunfador: el pasado. Sobran los ejemplos: mientras The artist, ¡una película en blanco y negro muda!, figura en las quinielas de los Oscar, la más ¿novedosa? aportación estilística de la música resultó ser un mejunje de referencias que llaman pop hipnagógico y se basa en los ecos de las producciones de los 80 procesados con la atención del duermevela. Libertad, de Jonathan Franzen, se vendió como "la gran novela decimonónica del siglo XXI" en su invocación a Dostoievski.
Y entretanto, la gastronomía, motor de democratización de la modernidad, se descolgó con un sorprendente ejercicio de contrición al glorificar la comida de la abuela, mientras el hipster, último paradigma del joven enterado, decidió que su barba rescatada del baúl de los recuerdos solo debía ser cuidada por los veteranos artesanos del corte a cuchillo.


El triunfo de Adele y sus canciones inspiradas en los 60 es un paradigma
Se podría argumentar que la cultura del eterno revival es cosa vieja, tan vieja al menos como el siglo. Por no decir, como Marco Aurelio o Hegel, que ya detallaron sus tentaciones. Acaso la diferencia resida en que vivimos el paroxismo de una tendencia que ha hecho saltar las alarmas teóricas. 2011 comenzó en el terreno de los retroestudios culturales con la publicación de Retromania (Faber and Faber), libro del crítico británico Simon Reynolds sobre la obsesión de la cultura pop con su propia herencia, y terminó con un artículo en la edición estadounidense de la revista Vanity Fair. Firmado por Kurt Andersen, detallaba, con fotografías en las que se afeaba a Lady Gaga su escasa aportación al discurso de Madonna, la incapacidad de la cultura a secas de las dos últimas décadas para proyectarse hacia el futuro en un mundo por lo demás marcado por los vertiginosos cambios sociales y tecnológicos. El novelista se refería al pasado como a un país extranjero sin iPhones, redes sociales y el resto de lo que súbitamente ha venido a configurar nuestras vidas.
Pero ¿a qué se debe tanta esclerosis creativa? ¿Por qué la cultura solo parece tener ojos últimamente para fijarlos en el retrovisor? Podría ser pura comodidad. "Se busca desesperantemente el confort en el pasado, cuando no en lo meramente entrañable, como demuestra la fiebre del diseño por lo vintage", explica el escritor Julián Rodríguez, editor también de Periférica. Paradigma de la joven editorial, el sello se identificó en sus primeros compases con la sintomática tribu de los reeditores, casas que basaron (y basan) su oferta en el rescate de clásicos por razones estéticas o puramente económicas; desde hace un par de años, Periférica se atreve también con nuevos autores.
En esa comodidad hay también un ingrediente de conservación, coinciden los expertos, acaso disculpable; en medio de la crisis económica el pasado se identifica con lo auténtico, con una tabla salvavidas en medio de la tormenta de ese progreso que ya dejó de ser sinónimo de mejora. Nadie está para demasiadas alegrías. Menos, si, como decía el crítico de arte Harold Rosenberg, padre del expresionismo abstracto, "todo arte profundamente original es, en un principio, percibido como feo". Y lo feo, ya se sabe, no vende a la primera. Andersen achaca estos síntomas al hecho de que, "como cualquier otro sector capitalista, la gigantesca industria de la cultura y el estilo busca lo estable y predecible".
"Todo el mundo quiere triunfar y, para innovar, debe haber gente dispuesta a no hacerlo. Por eso parece que volvamos siempre a lo mismo, porque avanzar es arriesgar", explica Thomas Frank, crítico cultural estadounidense. El extremo podría ilustrarse con el triunfo de Adele, autora de 21, el álbum más vendido en 2011 con más de siete millones de copias. Su fórmula no se despega demasiado de la música de los años 60 que la inspira. "En la música, la ideología de la modernidad se hallaba en pleno corazón del discurso más popular, y alcanzó a los artistas más exitosos de la historia.
Desde Pink Floyd hasta The Police", afirma Reynolds. "Eso pasó. De la parálisis reinante nace el concepto de la atemporalidad, tan en boga. Ya no puedes detectar la época en que fue concebida una canción".
Quizá porque, como reconoce Andreas Huyssen, cofundador de la New German Critique y autor de Modernismo después de la posmodernidad (Gedisa), hay un elemento que ha venido a distorsionar el discurso lineal de pasado que progresa en el presente para proyectarse al futuro: Internet. "Paradójicamente, los nuevos instrumentos", aclara Frank, "se utilizan para afianzar viejos sistemas, no para crear nuevas perspectivas". La Red no solo posibilita acceder de un modo inmediato al archivo universal, sino que permite recrearse en la nostalgia (propia o ajena), imitar gracias a YouTube sus ademanes y volver sobre lo mismo una y otra vez. Como aquel personaje de Woody Allen en Midnight in Paris, una de las películas que marcaron el año que vivimos retrospectivamente.
Ya saben, ese tipo en crisis que solo hallaba consuelo viajando cada noche al París de los años 30, el pasado de su elección.

Llora por ti Argentina

Argentina, un país contradictorio


zzbue-obelisco_a2_5191_[1].jpgVuelvo sobre la mitomanía de los argentinos, por las escenas casi inverosímiles que se han dado en Buenos Aires a raíz de la intervención quirúrgica realizada a la Presidenta argentina, afectada de cáncer. Debe ser que han rememorado a Evita o algo así. Hace años, el escritor canario Emilio Sánchez Ortiz -entonces afincado en París- me invitó a cenar en su casa de Issy les Moulineaux. Entre otros ilustres comensales estaba la pareja del escritor, una artista argentina que él me presentó más o menos así: "Es argentina, que es algo único; porque, ¿qué es un argentino? Pues un argentino es un italiano que vive en Buenos Aires, habla español, sueña con ser inglés y si puede acaba viviendo en París; o sea, universal". Y algo así debe ser, porque los pueblos cultos no son mitómanos, y Argentina es la cuna de muchas expresiones culturales de mucha altura, tanto en la literatura como en el arte, las ciencias (empíricas o sociales) y hasta en la historia de los avances (por ejemplo, la primera sesión de cine en la se cobró por ver una película sucedió en una azotea de Buenos Aires). Pues este país que nos ha dado a Borges o Cortázar (que responden un poco a la definición de Sánchez Ortíz) es muy racional y a la vez mitómano a veces hasta el fanatismo. ¿Creen que si Gardel, Evita, Fangio, Perón, El Che Guevara, Di Stéfano o Maradona fuesen de otro país habrían alcanzado la categoría de mito universal? En Estados Unidos está Búfalo Bill, en Francia Edith Piaft y en España mitos recientes universales no hay, si acaso Hemingway y encima no era español. Y poco más (ya sé, Don Quijote, Don Juan y La Celestina, pero hablo de contemporáneos). 
No hay país en el mundo que tenga tantos mitos de esta clase como Argentina. En realidad, Argentina es un mito en si misma. ¿Y si no existiera y fuese una fantasía creada por Borges? Y ya tenemos otros en puertas: Messi. ¿Sería lo mismo si no fuese argentino?

Carlos Gardel - Caminito

6 ene 2012

Los ladrones devuelven un 'magritte' robado hace dos años por no poder venderloUn cuadro del pintor surrealista belga René Magritte (1898-1967) robado hace dos años por dos hombres en un museo de Bruselas ha sido devuelto, aparentemente porque los ladrones no han podido venderlo, informa hoy la prensa belga. La obra, titulada L'Olympia y valorada entre tres y cuatro millones de euros, desapareció de una pinacoteca de Jette (distrito al noroeste de Bruselas ) que acoge la antigua casa del matrimonio Magritte. La pintura es un desnudo de Georgette Magritte, la esposa del artista, sobre un fondo de un paisaje junto al mar. Las cartas privadas de Magritte desvelan su faceta más comercial El absurdo cotidiano de Magritte toma Bruselas Hace un siglo de Magritte René François-Ghislain Magritte René Magritte A FONDO Nacimiento: 21-11-1898 Lugar: Lessines, Hainaut La noticia en otros webs webs en español en otros idiomas El experto en arte Janpiet Callens, con el que contactaron hace dos semanas los supuestos ladrones para entregarle el cuadro, lo ha entregado las autoridades. Callens ha explicado que los cacos no consiguieron colocar L'Olympia en el mercado negro, según los medios belgas. Cuando los ladrones cometieron su fechoría, el 24 de septiembre de 2009, se llevaron el cuadro a cara descubierta del pequeño museo en Jette. Magritte, uno de los pintores que más ha influido en los artistas de la segunda mitad del siglo XX, nació en Lessines, quedó huérfano en 1912 -su madre se tiró a un río y su recuerdo le persiguió en muchas de sus telas a través de cuerpos humanos cubiertos por una sábana- y vivió toda su vida en Bélgica excepto entre 1927-29, cuando se instaló con Georgette en París. Dejó París por la crisis de 1929, que hundió el mercado del arte y por sus enfrentamientos con André Breton, el padre del surrealismo.

Un cuadro del pintor surrealista belga René Magritte (1898-1967) robado hace dos años por dos hombres en un museo de Bruselas ha sido devuelto, aparentemente porque los ladrones no han podido venderlo, informa hoy la prensa belga. La obra, titulada L'Olympia y valorada entre tres y cuatro millones de euros, desapareció de una pinacoteca de Jette (distrito al noroeste de Bruselas ) que acoge la antigua casa del matrimonio Magritte. La pintura es un desnudo de Georgette Magritte, la esposa del artista, sobre un fondo de un paisaje junto al mar.
El experto en arte Janpiet Callens, con el que contactaron hace dos semanas los supuestos ladrones para entregarle el cuadro, lo ha entregado las autoridades.
Callens ha explicado que los cacos no consiguieron colocar L'Olympia en el mercado negro, según los medios belgas. Cuando los ladrones cometieron su fechoría, el 24 de septiembre de 2009, se llevaron el cuadro a cara descubierta del pequeño museo en Jette.
Magritte, uno de los pintores que más ha influido en los artistas de la segunda mitad del siglo XX, nació en Lessines, quedó huérfano en 1912 -su madre se tiró a un río y su recuerdo le persiguió en muchas de sus telas a través de cuerpos humanos cubiertos por una sábana- y vivió toda su vida en Bélgica excepto entre 1927-29, cuando se instaló con Georgette en París.
Dejó París por la crisis de 1929, que hundió el mercado del arte y por sus enfrentamientos con André Breton, el padre del surrealismo.