Algunas veces la historia
compleja como la vida
debe jugar la partida
tirando de la memoria.
Aunque la memoria falla
y selecciona recuerdos
conviene que de los cuerdos
alguna evidencia haya.
Evidencias del sentir,
del batallar frente a frente
en contra de la corriente
y a favor del porvenir.
Porque al final, convengamos,
al poner en la balanza
hay que decir en confianza:
somos más los que sumamos.
Sumamos con voluntad
de dejar como testigo
nuestra condición de amigo
y el rechazo a la maldad.
Sumamos sudor y abrazos
sumamos llantos y penas
y nos dejamos las venas
de tanto extender los brazos.
Sumamos la certidumbre
y sumamos la ilusión
de formar un corazón
que de noche nos alumbre.
Sumamos sangre y quejido,
y afirmamos el tesón
de no aceptar rendición
ante el olor a podrido.
Por eso a la historia incumbe
ser justa y rememorar
lo que quisieron callar
detrás de la podredumbre.
Del olvido rescatar
a los hombres y mujeres
que algunos con alfileres
pretendieron disecar.
No es cosa de inteligencia
ni de destreza o pericia,
es que a veces la justicia
debe ser como una ciencia.
Si a lo evidente se suma
el camino recorrido
no habrá que salir perdido
de esta maraña de espuma.
Otros suman posesiones
sudor ajeno, avaricia,
suman hasta la inmundicia
de cercenar corazones.
Yo sé que no es elegante,
que alguno no está conmigo,
yo sé bien lo que me digo:
aquí hay que sembrar el trigo
con la verdad por delante.
En ser honrado y tenaz,
en decencia y compromiso
tengan en cuenta este aviso:
nosotros sumamos más.
