La manipulación de la superchería
En los días finales de año suelen circular predicciones para el año siguiente, y en este final de 2011 se recrudece el ambiente apocalíptico en un batiburrillo de profecías, conspiraciones y cataclismos. Aunque los medios profesionales parece que han decidido no hincar el diente en lo fácil (sobre todo porque está en juego su credibilidad), Internet es un hervidero y hay mucha gente que está pasando miedo. Antes se decía que el papel aguanta todo lo que le pongan, y ahora hay que decir que Internet, que es un medio de comunicación fantástico, también es un espacio en el que campan libremente todo tipo de supercherías.
Algunas de ellas dicen basarse en documentos que vaya usted a saber si existen, pero tienen apariencia de reales. Otros documentos existen realmente, pero su interpertación puede hacerse de muchas maneras. El catastrofismo atrae mucha atención, y en cierto modo es peligroso porque no todas les mentes están equilibradas, y ante la certeza (infundada, pero certeza) de un futuro inmediato terrible pueden reaccionar muy mal. De hecho, son cada vez más frecuentes los episodios de violencia extrema sin encaje racional posible, basados casi siempre en voces que dictan no sé qué o mensajes de no sé donde que dicen esto o lo otro.
Andan por ahí artículos que dicen, por ejemplo, que una carta escrita por un masón británico del siglo XIX planificaba las tres guerras mundiales de los siglos XX y XXI, o los conspiranoicos ajustes que relacionan hasta simbólicamente los atentados islamistas de Nueva York, Londres y Madrid con un plan que parece de cómic
. Luego siguen en vigor las profecías de Nostradamus (todas interpretadas después del suceso), los Papas de San Malaquías (Benedicto XVI es el último antes de Pedro el Romano), la Gran Pirámide o las estelas mayas, que anuncian el fin del mundo para el 21 de diciembre de 2012 (si hay mucha gente que se lo crea, la venta del Gordo de Navidad va a ser un desastre, porque el sorteo sería un día después). Hay todo tipo de anuncios, se enarbolan hasta las profecías supuestamente científicas, como la de la gran erupción del supervolcán de Yelowstone, que arrasaría el planeta.
Y yo les digo que son ganas de amargarle la vida a la gente, porque ya ha habido días señalados para el final y nunca pasó. Lo que más increíble me parece es que, después del fallo repetido en la predicción de una fecha por parte de una secta religiosa, esta siga teniendo seguidores.
Es cierto que vivimos en un universo en evolución, y que La Tierra y el Sistema Solar son parte de un proceso que apenas entendemos, pero de eso a fijar una fecha del final del planeta va la misma distancia que entre la verdad y la charlatanería. Como siempre, basándome en lo que a mí me parece, estoy en condiciones de asegurar que no habrá fin del mundo en 2012. La verdad es que con esta profecía no me juego el prestigio, porque como esto explote nadie vendrá a reclamarme al día siguiente.