Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

18 dic 2011

GÜRTEL, un estilo de vida, por Juan Cruz.

Gürtel, un estilo de vida

En las conversaciones de los inculpados por el caso Gürtel hay un gusto por la vida que excluye cualquier complejidad. Es muy curioso anotar lo que se dicen entre ellos, sobre qué hablan en esas conversaciones a veces largas, a veces circunstanciales, pero todas ellas con objetivos bien claros: señalar el afecto ("te quiero un huevo", "amiguito del alma"), calificar al otro ("cabrón", en el peor sentido, "cabrón", en el mejor sentido, "hijoputa", en el mejor sentido, "hijo de puta", en el peor sentido), expresar profecías ("serás el próximo presidente del Gobierno"), o indicar envidia (sana) a quien está en Brasil ("cabrón, tú en Brasil y yo en Orihuela aguantando navajazos").
No extraña, leyendo el resumen que ahora vuelve a hacerse en el juicio popular que tiene lugar en Valencia, que el nuevo presidente valenciano, Fabra, consigne su estupor ante lo que se dice. Lo que pasa es que el presidente de lo que se extraña es de que eso se haya grabado, aparentemente no le preocupa que eso se haya dicho. Pero se ha dicho.
Y en medio de ese mendrugo de pan oscuro que constituyen las conversaciones de los incriminados lo que hay es un objeto bien claro: favorecer, desde el poder a unos amigos; y buscar, desde los aledaños del poder, el enriquecimiento gracias a que los que están en las poltronas públicas son, en mayor o menor grado, "amiguitos del alma".
La estrategia con la que desde el principio se descalificó el caso, desde tribunas públicas y políticas, como una inútil persecución de gente honrada incapaz de venderse "por dos o tres trajes" es un indicativo del aprecio (es decir, el desprecio) que se manifiesta tanto por lo público como por el ejercicio mismo de la ética de la política. Da igual si son dos o tres trajes, da igual si es un traje; lo que se revela en ese conjunto sintáctico de conversaciones vergonzantes es el estilo que estas personas habían construido en su mente, qué cosas llegaban a importarles (el caviar, el reloj, el coche, el móvil, la última generación de cada capricho) y cuál era el índice (cero) de su preocupación por lo que había alrededor, aparte de la naturaleza del afecto que tenían en función de los regalos esperados o de los regalos ofrecidos.
Que ese mendrugo de pan oscuro hubiera sido deglutido impunemente ha sido imposible gracias al ejercicio de la justicia y del periodismo pertinaz, que ahora sigue actuando para vergüenza (por ejemplo, del presidente Fabra) y para ejemplo de aquellos que llegaran a considerar que hacer política es hacer amistades para tener a quienes contentar para pagarles los regalos o incluso los halagos con epítetos como cabrón, hijoputa o amiguito del alma, que de todo ha habido en ese diccionario que ahora se llama Gürtel.

17 dic 2011

Esa absurda manía de Aznar y La Botella de querer ser Rey

El hijo de Aznar, se ha casado, Hasta ahí pues vale, !Vivan Los novios! pero es que se ha vuelto a casar un hijo en El Escorial.
Está claro que Aznar quiere ser Emperador en lugar del Califa, feo, bajito, sin personalidad, mucha mala leche sigue en el calendero, esta vez de Boda con sus Incodicionales Peperos, como Zaplana desaparecido entre la corrupción Valenciana, sale otra vez de los Rayos UVA, donde parece vivir.

La botella de Madrina, fea con arreglos o sin arregos, sus modelitos imposibles, asesorada por su peor enemiga se debía sentir como Ana Eboli pero con los dos Ojos
Se fue Aznar por la Barranquera pero antes casó a su hija fea en el Monasterio del Escorial, entra el PP y se le casa el Hijo, !Que Obsesión! para ser Felipe II venga bodas en el Escorial, se dará cuenta que con el Escorial acabaron la dinastía de Los Austrias? me da que no, solo quiere quedar como el Presidente y expresidente que huyendo del anonimato se refugió en lugar donde el Sol se volvia a poner como siempre..

Los Aznar (y el PP) se van de boda

Ha sido la última boda del año de un año marcado por bodas reales.
La de hoy no ha sido exactamente aristocrática, aunque la nobleza política sí ha estado muy presente. José María Aznar Botella y Mónica Abascal se han casado este mediodia en la finca El Campillo de la localidad madrileña de El Escorial, en una ceremonia en la que ha primado la intimidad familiar, lejos del boato que ha caracterizado a otras celebraciones de la familia del expresidente del Gobierno.
Aún así se ha dejado ver (o más bien entrever) pasado, presente y futuro del Partido Popular y, por tanto, de la política española.
Por supuesto, allí ha estado el más esperado, el presidente electo del Gobierno, Mariano Rajoy, que ha llegado a la ceremonia a las 12.51, apenas diez minutos antes de que comenzara.
Como habían confirmado, y pese a que los cristales tintados de los vehículos apenas han dejado verla, el presidente ha estado acompañado por su esposa, Elvira Fernández Balboa. Además, se ha visto a entrar en la finca a políticos como Eduardo Zaplana, Ana Palacio, Rodrigo Rato, Miguel Arias Cañete, Jaime Mayor Oreja, Luisa Fernanda Rudi, Josep Piqué y Ana Mato. Entre las caras conocidas también estaban Nicolás Vallejo-Nágera (no se sabe si acompañado de su esposa, la cantante Paulina Rubio), los empresarios Javier Hidalgo y Fernando Fernández Tapias, el jinete Fernando Gigi Sarasola y el diplomático Inocencio Aria
Bastante antes han llegado al lugar de la celebración los familiares del novio. José María Aznar, hijo, ha entrado en la finca conduciendo su propio coche y con su hermano Alonso de copiloto. Junto a ellos, en otro coche, su padre, José María Aznar, que iba sentado en el asiento trasero de otro vehículo.
La velocidad de los vehículos tratando de esquivar a los periodistas ha evitado vislumbrar a Ana Botella, más protagonista que nunca por ser hoy madre, madrina, teniente de alcalde de Madrid y quien sabe si en pocos días alcaldesa de la capital.
La familia del novio ha llegado sobre las 12.15, y, como en todas las celebraciones, la novia se ha hecho un poco de rogar.
Los Aznar la han esperado dentro durante casi una hora, puesto que Abascal ha aparecido por la finca a las 13.10. Nada de coches de gran cilindrada para ella. Mónica, diseñadora de bolsos, ha llegado en un antiguo Seat seiscientos blanco, con un gran velo y una sonrisa que delataba su nerviosismo.
Ella fue la más amable de todos, ya que paró unos instantes para saludar a los medios allí congregado, permitiendo que la fotografiaran.
A mediodía la carretera que une los pueblos serranos de Guadarrama y El Escorial estaba totalmente colapsada por la llegada.
Varios efectivos de seguridad privada como de Guardia Civil paraban el tráfico para dejar paso a los lujosos coches que llevaban a los invitados, muchos de ellos con chaqué y muchas de ellas con pamelas y tocados
.Todas las miradas buscaban a los posibles ministrables, los que pronto podrían formar parte del gobierno de Rajoy. Las quinielas buscaban caras conocidas como Alberto Ruiz-Gallardón o Soraya Sáenz de Santamaría.
Los coches con cristales ahumados han impedido distinguirlos.

Vida y muerte de un escritor al límite

Con el fallecimiento de Christopher Hitchens desaparece una figura inclasificable de la literatura, el periodismo y el ensayo - El polemista sucumbió al cáncer de esófago.

Aspirante sin reservas al título de mayor polemista de nuestro tiempo, Christopher Hitchens, muerto el jueves a los 62 años en Houston como consecuencia de un cáncer de esófago, era un modelo excepcional de intelectual al límite, de esos, sin contemplaciones, que obligan al público a tomar drásticamente partido entre los extremos, entre la civilización o la barbarie, la justicia o la tiranía.
Se puede discrepar de su visión sobre esos conceptos, pero no de su valentía para abordar las dudas y los conflictos contemporáneos con la misma limpieza y atrevimiento que George Orwell, su paradigm
Teresa de Calcuta, Jomeini, Clinton y Martin Amis fueron sus 'víctimas'
El título de su último libro, Arguably (Discutible), una colección de ensayos, es un reflejo de la interpretación de su papel en el mundo. Escribía y hablaba, sobre todo hablaba, inconteniblemente, respecto a cualquier acontecimiento relevante y sin piedad.
Utilizaba la provocación como un vehículo hacia el conocimiento. Consideraba la discusión el instrumento imprescindible para alcanzar la verdad, y entendía que a esta solo se podía llegar liberado de cualquier atadura política, religiosa o incluso emocional.
No conocía fronteras en su afán de consecuencia.
No le tembló el pulso para reconocer en su autobiografía, Hitch-22 (Debate), el desprecio hacia su padre, un oficial burócrata de la Armada británica.
Ni tuvo escrúpulos en escribir contra su mejor amigo en vida, Martin Amis, después de la publicación de un libro en el que entendía que este se había burlado de las víctimas de Stalin.
El dictador ruso era su prototipo de la maldad.
Se pronunció contra todos los tiranos de su época, desde Pinochet a Milosevic, y azotó por igual a derecha e izquierda cada vez que creía detectar un ataque a la razón o un abuso de poder. Escribió un libro contra Henry Kissinger, a quien consideraba un criminal de guerra, y otro contra Bill Clinton, a quien tenía por un político manipulador y mentiroso.
Escribió contra la madre Teresa, a quien creía una iluminada que pervertía el Tercer Mundo con sus mensajes retrógrados, y contra el ayatolá Jomeini, especialmente después de la fetua emitida por Irán contra su amigo Salman Rushdie.
Se le tiene como el inventor del término islamofascismo. Brillante e imaginativo siempre, Hitchens era un gran inventor de palabras.
En esta se resume perfectamente la intolerancia y el peligro que representa el radicalismo islámico, uno de los fenómenos que con más firmeza combatió.
Espíritu libre hasta el final -pasó sus últimos días en el Anderson Cancer Center de Houston sin tratamiento médico para poder morir en paz-,
Hitchens se ganó múltiples enemigos por abominar de cualquier Dios.
Jamás se retractó del alegato antireligioso de su libro más famoso, God is not great (Dios no es bueno, en la edición española de Debate).
Y, aunque descubrió hacia la mitad de su vida que su madre, a la que adoró, era judía y, por tanto, él también lo era, eso no le desató mayor curiosidad por el alma del judaísmo ni templó sus críticas al Estado de Israel.
Aunque dio varios quiebros en su vida, como el tránsito de su juventud trotskista a su apoyo a la guerra de Irak, no se le conocen rectificaciones significativas de sus opiniones expuestas como adulto
. Explicó varias veces que, en su respaldo a la aventura iraquí, primó su odio a los sátrapas sobre cualquier otro factor, y así lo sostuvo hasta el final.
Persistió y defendió también su desmedida afición al alcohol y al tabaco, pese a que era consciente de que esto último había acabado provocando su cáncer de esófago.
Su cigarrillo le sirvió además de bandera de independencia en Estados Unidos, a donde llegó en 1981 y cuya nacionalidad adquirió.
El pitillo de Hitchens, en tiempos dominados por la presión de lo conveniente, fue siempre un acto de rebeldía contra el poder de lo políticamente correcto en Washington, ciudad donde tenía su residencia.
Indomable en sus actos y en sus palabras, deja un ejemplo que no es fácil de seguir.
Se ha comparado su escritura con la de Oscar Wilde y Lord Byron.
Su amigo el novelista Christopher Buckley -que lo fue, pese a los continuos ataques de Hitchens hacia su padre, el influyente pensador conservador William Buckley- lo ha calificado como "el más grande ensayista en lengua inglesa".

También fue un gran periodista. Pero es su papel como polemista, como agitador contra el pensamiento dominante, lo que hará que le echemos de menos, ahora que tanta falta hace.