Lunes 12 de diciembre de 2011
Se mueve por la Gran Manzana desde 2004. Durante todos estos años, la escritora y periodista Elvira Lindo (Cádiz, 1962) ha ido conociendo cada rincón de la ciudad, desde los más populares a los más íntimos. Ahora, en Lugares que no quiero compartir con nadie (Seix Barral), los desvela todos.
Nueva York parece una ciudad perfecta para un escritor
En general las urbes son el gran material de la literatura moderna. Aún así uno tiende a hacer más pequeña la ciudad en la que vive, hacer una pequeña ciudad dentro de la ciudad. Hablar de Nueva York es también hablar de Madrid.
Ahora Madrid debe parecerle pequeña…
Es una ciudad muy casera, es parte de su encanto. También le pasa a Nueva York, donde la gente se apiña en los barrios. Son dos ciudades con mucha vida.
¿Les encuentra similitudes?
Sí. Tienen mucho parecido en su vitalidad. Hay un triángulo que lo forman esas dos ciudades y Buenos Aires. Urbes muy abiertas y anárquicas.
Antes de vivir allí viajó para describir el viaje de García Lorca. ¿Encontró Nueva York buscando al poeta?
Todo sirve. También lo hicieron otros escritores o películas que ayudan a dar una idea de la ciudad. El hecho de viajar hasta allí con un objetivo te hace mirar con otros ojos. Estás más atento de lo que sucede a tu alrededor.
¿Qué queda de la ciudad que describió el autor en ‘Poeta en Nueva York’?
La esencia de la obra de Lorca sigue allí. Tiene una mirada abrumada por la gran urbe, esa que a veces se come a las personas. Pero estoy segura de que también tuvo una mirada alegre de la ciudad. Las cartas que escribió después así lo demuestran.
¿Se sintió así cuando comenzó a vivir en la ciudad?
Ya la conocía como turista. Me aturdí cuando me enfrenté a los problemas cotidianos, esos que no conoces cuando vas a un hotel.
¿ ‘Lugares que no quiero compartir con nadie’ era un objetivo o sintió la necesidad de escribir sobre la ciudad?
Llevaba tiempo pensando escribir sobre Nueva York. Quería escribir algo que sonara como suenan los pasos en la calle. Una obra íntima y tranquila. Mirar la vida y contar cómo te enfrentas al mundo.
¿Es Nueva York el protagonista del libro?
Es el paisaje. En los libros buscamos una voz.
Dice que tiene cierta ventaja por ser a la vez neoyorquina y extranjera.
Allí se vive una contradicción: La cultura es familiar y la forma de pensar es diferente. Eso te lleva a pensar que al principio la conoces muy bien y cuando va pasando el tiempo te das cuenta que no es así.
A veces me refugio en esa diferencia para justificar actuaciones.
Por lo que dice, parece una ciudad con poca comunicación entre las personas
.Hay muchas personas solitarias pero la gente es bastante espontánea. Están muy acostumbrados a hablar con desconocidos.
No me parece una ciudad con muchos problemas de comunicación. Eso es más propio de ciudades como Munich.
En un artículo llamado ‘No me quieras tanto’ habló de la incomunicación directa entre personas por culpa del fenómeno de los ‘smartphones’.
Eso sí parece universal.
Toda esa tontería no tiene fronteras. En el fondo es cuestión de mala educación. Yo utilizo la tecnología como la que más pero se trata más de un problema de comportamiento.
No nos han educado en los buenos modales del uso de la nueva tecnología.
Es que es algo muy reciente. Se ve como mala educación muchas actitudes y ahora está aceptado mandar mensajes cuando se está con otro.