Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

11 dic 2011

Memorias prematuras de Marilyn

En 1954 Marilyn Monroe hacía los equilibrios propios de una estrella que está en la cresta de la ola.
Recién casada con Joe DiMaggio y pese a que solo tenía 28 años, le pareció un buen momento para escribir sus memorias y así aclarar en primera persona las confusas historias que circulaban sobre su infancia y adolescencia, su fugaz primer matrimonio o sus orígenes en Hollywood.
Además, escribir su vida le permitiría demostrar que aunque se había hecho famosa con papeles de encantadora rubia tonta no lo era tanto.
No solo tenía ideas propias sino que no le asustaba expresarlas. "Hollywood es un lugar donde te pagan 1.000 dólares por un beso y 50 centavos por tu alma.
Lo sé porque rechacé la primera oferta bastante a menudo y cobré siempre los 50 centavos", escribe en uno de los capítulos de My story, editada ahora en España por Global Rhythm en una edición que incluye las imágenes exclusivas de uno de sus fotógrafos de cabecera, Milton H. Greene, quien por los azares que rodearon a este accidentado libro (oculto hasta 1974, 12 años después de la muerte de la actriz) acabó siendo dueño de sus derechos.
"Yo era el tipo de chica a la que encuentran muerta en su dormitorio"
Marilyn buscó a un escritor con garantías para que redactara My story y pensó en Ben Hecht, el Shakespeare de Hollywood, el hombre detrás de La ley del hampa, Scarface, Primera plana, Encadenados, Con faldas y a lo loco, Luna nueva o Me siento rejuvenecer.
Hecht y Marilyn se citaron durante el mes de marzo de 1954 en el hotel Beverly Hills de Los Ángeles. Los agentes de la actriz y los del escritor habían llegado a un acuerdo para que el guionista hiciera de negro. Hecht no figuraría en los créditos.
La actriz puso sobre la mesa los detalles de su vida. Muchas de las reuniones acababan con ella llorando. Hecht, fascinado con el descarnado material que la actriz le estaba proporcionando, la llamaba "la belle temblores y lágrimas".
Un mes después de las entrevistas, el guionista ya tenía el borrador. A la actriz le gustó, tenía su voz, era ella. Michel Schneider, autor del libro Últimas sesiones con Marilyn, que narra la terapia con el que sería su último y más influyente psicoanalista, Ralph Greenson, escribía hace poco que de todos los libros que existen sobre la estrella My story está entre los imprescindibles. "Aquí Marilyn se revela como una escritora dotada, vulnerable y sensible", dice Schneider.
Lo cierto es que el libro fluye a toda velocidad, en gran medida gracias a sus vivos diálogos.
Parece ligero pero está cargado de intención. Hecht puso orden a los pensamientos de una mujer que ya mostraba su resentimiento hacia Hollywood y su tendencia depresiva: "Sí, había algo especial en mí y sabía de qué se trataba. Yo era el tipo de chica a la que encuentran muerta en su dormitorio con un frasco de somníferos en la mano".
El libro recoge anécdotas e impresiones de sus años como actriz pobre y anónima ("Cuando recuerdo aquel Hollywood desesperado, embustero y pedigüeño que conocí hace tan solo unos años, me entra un poco de nostalgia. Era un lugar más humano que el paraíso primero soñado y luego encontrado.
La gente que lo poblaba, los impostores y fracasados, resultaban más llamativos que los hombres ilustres y los artistas famosos a quienes conocería muy pronto"); sus primeros choques con la realidad de aquel sueño ("En Hollywood la virtud de una chica importa menos que su peinado") y, una vez más, con los vaivenes de su propio ánimo ("Pero no todo era completamente negro... aún no. En realidad nunca lo es.
Cuando eres joven y gozas de buena salud, el lunes puedes planear suicidarte y estar riendo de nuevo el miércoles").
Marilyn relata con una naturalidad que asusta cómo su primera experiencia sexual fue (aunque no use la palabra) una violación.
O cómo su primer amor (que no fue su primer marido, sino un amante que tuvo años después y cuya identidad oculta porque es un hombre casado) la maltrataba:
"Cuando él entraba en mi habitación y me tomaba en sus brazos olvidaba todos mis problemas. Incluso olvidaba a Norma Jeane. Incluso olvidaba que no era fotogénica. [...] 'Lloras con demasiada facilidad', me decía. 'Es porque tu mente no está suficientemente desarrollada. Comparada con tus pechos, es embrionaria...' [...] No me importaba ser una estúpida si él me amaba.
Yo andaba por el arroyo y él por la acera". Finalmente, dejó al tipo, aguantó el tirón de la soledad como pudo y siguió su camino.
Después, entró en su vida Johnny Hyde, el cazatalentos que convirtió a Norma Jeane en Marilyn y que fue, hasta su temprana muerte, su mejor amigo y aliado.
Cuando Milton H. Greene compró los derechos de My story lo hizo para proteger a su amiga, que no quería que se publicara el libro después de que una revista adelantara su contenido, algo que ella vivió como una traición de Hecht. Greene lo mantuvo guardado hasta 1974; entonces lo publicó pero ocultó la mano del guionista en el texto.
Probablemente había algo más y el incidente de la revista solo fue la excusa para sacar el libro de circulación. No era un retrato amable de Hollywood, más bien al contrario, era incómodo de una manera profunda y, aunque a ella aún le quedaban ocho años de vida, ya se intuía el precipicio al que se asomaba. La mujer más deseada de Hollywood llegaba tarde a las citas porque se distraía vaciando y llenando compulsivamente la bañera: "A veces conozco la verdad de lo que estoy haciendo.
No es Marilyn Monroe la que está en la bañera, sino Norma Jeane. Estoy dándole gusto a Norma Jeane. Solía tener que bañarse en el agua que habían utilizado seis u ocho personas.
Ahora puedo bañarme en agua tan limpia y transparente como el cristal. Y parece que Norma nunca tenga suficiente agua limpia".

Los Ancianos y La Bomba



zsFoto0234.JPGHace unos días apareció la notcia de que había sido encontrada una bomba británica de la II Guerra Mundial en el fondo del Rhin a su paso por la ciudad de Koblenz. Lo que más me llamó la atención de la nota de agencia es que había sido evacuada media ciudad, que tiene 45.000 habitantes, y aun más me sorprendió que en ese pequeño espacio hubiera siete hogares para ancianos. Es decir, una ciudad de la mitad del tamaño de Telde tiene siete residencias (y faltaba media ciudad), lo cual muestra un tipo de sociedad que está muy planificada en todas las edades de sus habitantes. En España hemos tomado una parte de la nueva sociedad pero nos hemos olvidado de la otra. Muchos ancianos viven solos, y la Ley de Dependencia es un parche que ayuda después de un laberinto de burocracia lenta que no siempre acaba bien. Existen las residencia privadas, pero, lo mismo que las guardería, los colegios y los hospitales, están pensados como negocio, por lo que resultan inaccesibles para la mayor parte de la población. Se ha dicho en muchos programas electorales que la atención a la tercera edad es, además de un servicio necesario, una fuente de empleo, ya que que con las modestas pensiones se generan puestos de trabajo; pero luego esto no se hace realidad. Creo que las residencias de ancianos debieran estar pensadas como servicio, pagando cantidades razonables que generan empleo y activan la economía. Lo que no puede ser es que se monten residencias con tarifas altísimas que generan grandes beneficios para los promotores. Una racionalización de todo estos beneficiaría a los ancianos, al mercado de trabajo y a la economía en general, porque las pensiones no serían un saco sin fondo sino una fuente de activación de la economía. Ganaríamos todos y sería uan sociedad más justa. Por eso me resultó muy relevante el hecho de que en la mitad de una pequeña ciudad alemana existan siete residencias de ancianos, casi tantas como en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, que es más de diez veces mayor. 
Publicado por Emilio González Déniz

9 dic 2011

Deseo, Jose Miguel Junco Ezquerra.

DESEO

Hay un fuego encendido en la memoria,
un fuego de matices fraternales
hecho de convicciones y de sueños.

A su amparo reclamo tu presencia
para reivindicar desde las manos,
desde el filo basal de la ternura,
un mundo de verdad apetecible.

Querer y sufrir juntos si es preciso
con la estridencia que el vivir impone
y la conciencia que en el ruido crece.

En el nervio frontal de la alegría,
justo donde se amansa la nostalgia
hay una puerta sin cerrar que lleva
a un abrazo cordial sin aspavientos.

En ese punto plantaré los ojos.

                     CON LA ESPERANZA PUESTA EN LOS HOMBRES Y MUJERES DEL ÁGORA