Hace unos días apareció la notcia de que había sido encontrada una bomba británica de la II Guerra Mundial en el fondo del Rhin a su paso por la ciudad de Koblenz. Lo que más me llamó la atención de la nota de agencia es que había sido evacuada media ciudad, que tiene 45.000 habitantes, y aun más me sorprendió que en ese pequeño espacio hubiera siete hogares para ancianos. Es decir, una ciudad de la mitad del tamaño de Telde tiene siete residencias (y faltaba media ciudad), lo cual muestra un tipo de sociedad que está muy planificada en todas las edades de sus habitantes. En España hemos tomado una parte de la nueva sociedad pero nos hemos olvidado de la otra. Muchos ancianos viven solos, y la Ley de Dependencia es un parche que ayuda después de un laberinto de burocracia lenta que no siempre acaba bien. Existen las residencia privadas, pero, lo mismo que las guardería, los colegios y los hospitales, están pensados como negocio, por lo que resultan inaccesibles para la mayor parte de la población. Se ha dicho en muchos programas electorales que la atención a la tercera edad es, además de un servicio necesario, una fuente de empleo, ya que que con las modestas pensiones se generan puestos de trabajo; pero luego esto no se hace realidad. Creo que las residencias de ancianos debieran estar pensadas como servicio, pagando cantidades razonables que generan empleo y activan la economía. Lo que no puede ser es que se monten residencias con tarifas altísimas que generan grandes beneficios para los promotores. Una racionalización de todo estos beneficiaría a los ancianos, al mercado de trabajo y a la economía en general, porque las pensiones no serían un saco sin fondo sino una fuente de activación de la economía. Ganaríamos todos y sería uan sociedad más justa. Por eso me resultó muy relevante el hecho de que en la mitad de una pequeña ciudad alemana existan siete residencias de ancianos, casi tantas como en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, que es más de diez veces mayor.
Publicado por Emilio González Déniz