Napoleón fue quien inventó la figura del funcionario, para que cuando había relevos en los cargos se mantuviera encendida la luz del Estado. Llegan mandatarios nuevos, pero el funcionario es la maquinaria que hace que no se detenga la administración. Ese es el origen de los funcionarios y la razón de su continuidad, y algo debe tener el sistema cuando todos los países, sea cual sea su régimen político, democracia o tiranía, tienen funcionarios, porque los cambios se producen por arriba aún en regímenes perpetuos, y sería un desastre si cada vez se mueve todo y hay que empezar de nuevo. Luego, por extensión, llaman funcionarios a todas las personas que desempeñan un trabajo dependiente de una institución pública, porque hace un servicio indispensable, sea sanitario, educativo, judicial, de seguridad o de protección civil. Hasta los militares son funcionarios. Y, siguiendo la línea pensada por Napoleón, son los funcionarios los que mantienen siempre vivos los servicios básicos del Estado, porque aunque haya un gobierno en funciones o relevo en los ayuntamiento, los hospitales siguen abiertos, los niños reciben clases y la policía patrulla las calles. Y eso tiene que hacerlo alguien.
Pero. ¡ay! Como el salario del funcionariado sale de los impuestos que pagamos todos, resulta que la crisis parece provocada por policías, profesores, jueces, empleados de limpieza, bomberos, médicos, auxiliares de clínica, fiscales de la Audiencia y demás especies que cobran del erario público. Por lo visto, son una plaga de sabuesos insensibles, corruptos, voraces, gandules, avariciosos y todo lo negativo que se les ocurra. La inmensa mayoría cobra astronómicos salarios mileuristas (otros menos), y se les exige alta cualificación. La primera medida que se le ocurre a los gobernantes es reducir los salarios, quitar pagas extras, suprimir plazas de interinos y cargar de más trabajo a esos privilegiados que están devorando el Estado. La única medida que aplican es sablear al funcionario y cargarlo como una mula. Así están hoy los colegios, los hopitales, los cuerpos de seguridad y todo el funcionariado. Eso es lo que han hecho Cataluñas, Madrid, Euskadi, Castilla-La Mancha... Y la cosa sigue en cadena.
Ya sabemos de dónde proviene esta crisis y quien se ha hecho de oro en tiempos del pelotazo, pero nos han hecho creer dos cosas: que todos vivíamos todos por encima de nuestras posibilidades (nunca nos lo dijeron) y que el remedio es patear a los funcionarios. Pues imagínense una sociedad sin hospitales, sin policías, sin colegios, sin bomberos... Si no hubiera servicios básicos sería el caos, la selva, la prehistoria. Por cierto: en Alemania, Estados Unidos, El Reino Unido y Francia, países tan ejemplares ellos, también hay funcionarios. Por algo será.
26 nov 2011
25 nov 2011
La verdad es que ya uno no sabe que decir. La violencia machista crece, es como una enfermedad contra la que no funcionan los remedios aplicados: educación igualitaria, leyes de igualdad, campañas incesantes... Es como si retrocediéramos, porque leo que el 80% de la gente joven (chicos y chicas) cree que las mujeres deben complacer al hombre. Por lo visto de nada sirve que haya mujeres que demuestren una y otra vez que tienen las mismas capacidades que los hombre, y a veces pienso que precisamente eso es lo que no soportan los cavernarios. Quienen tener un perrito, y si un día el animal se iguala o supera al dueño este lo elimina. Es una barbaridad, y no se entiende que en una época con tanta comunicación tecnológica siga funcionando el viejo sistema. En esta semana los Premios Nacionales de Historia y las dos modalidades del de Traducción han recaído en mujeres, pero eso debe sonarle a campanas de madera a Gonzalo Anes, Presidente de la Academia de La Historia, que ha minusvalorado a la mujer y poco menos que la ha mandado a la cocina. Pero hay que seguir machacando, porque un mundo sin igualdad de géneros no es libre, es un conglomerado de tiranías que en la calle se vende por democracia. Es tremendo. La verdad es que ya uno no sabe que decir. La violencia machista crece, es como una enfermedad contra la que no funcionan los remedios aplicados: educación igualitaria, leyes de igualdad, campañas incesantes... Es como si retrocediéramos, porque leo que el 80% de la gente joven (chicos y chicas) cree que las mujeres deben complacer al hombre. Por lo visto de nada sirve que haya mujeres que demuestren una y otra vez que tienen las mismas capacidades que los hombre, y a veces pienso que precisamente eso es lo que no soportan los cavernarios. Quienen tener un perrito, y si un día el animal se iguala o supera al dueño este lo elimina. Es una barbaridad, y no se entiende que en una época con tanta comunicación tecnológica siga funcionando el viejo sistema. En esta semana los Premios Nacionales de Historia y las dos modalidades del de Traducción han recaído en mujeres, pero eso debe sonarle a campanas de madera a Gonzalo Anes, Presidente de la Academia de La Historia, que ha minusvalorado a la mujer y poco menos que la ha mandado a la cocina. Pero hay que seguir machacando, porque un mundo sin igualdad de géneros no es libre, es un conglomerado de tiranías que en la calle se vende por democracia. Es tremendo.
La verdad es que ya uno no sabe que decir. La violencia machista crece, es como una enfermedad contra la que no funcionan los remedios aplicados: educación igualitaria, leyes de igualdad, campañas incesantes... Es como si retrocediéramos, porque leo que el 80% de la gente joven (chicos y chicas) cree que las mujeres deben complacer al hombre. Por lo visto de nada sirve que haya mujeres que demuestren una y otra vez que tienen las mismas capacidades que los hombre, y a veces pienso que precisamente eso es lo que no soportan los cavernarios. Quienen tener un perrito, y si un día el animal se iguala o supera al dueño este lo elimina. Es una barbaridad, y no se entiende que en una época con tanta comunicación tecnológica siga funcionando el viejo sistema. En esta semana los Premios Nacionales de Historia y las dos modalidades del de Traducción han recaído en mujeres, pero eso debe sonarle a campanas de madera a Gonzalo Anes, Presidente de la Academia de La Historia, que ha minusvalorado a la mujer y poco menos que la ha mandado a la cocina. Pero hay que seguir machacando, porque un mundo sin igualdad de géneros no es libre, es un conglomerado de tiranías que en la calle se vende por democracia. Es tremendo.
POR EMILIO GONZÄLEZ DËNIZ; EN BARDINIA:
POR EMILIO GONZÄLEZ DËNIZ; EN BARDINIA:
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