Árbol amigo, tu sombra es una mano de ternura
abierta y derramada. Tan alto y te nace a los pies
a ras de hierba, dándole sin mirar,
isla de la frescura y el beso de paloma,
toda semblante de hoja seca y no obstante
maternal hasta el fondo con la tela de araña,
con el rencor de los trozos de vidrio,
con la hebra sin fin de las hormigas
y mi propia ballesta de deseos
que ha crecido en tus brazos,
y latido en tus savias
y dormido en tus frutos
dulces como los senos del amor y del mar,
Ahora estoy tendido bajo tu sombra
y te oirás mi sangre
como te oyes el viento derramar tus madejas
y un posarse de pájaros en tu raíz de bosque.
Tan alto como estás y no te olvidas
de que tienes un poco del destino del hombre,
de que fluyas en el alma del tiempo,
que es verde por ser tuyo, porque tú te has hecho rama a
[rama,
hoja por hoja, pecho y espalda de propia vida.
Árbol amigo, ahora que tan juntos no hemos encontrado
¡qué pena que no tengas
abierta y derramada. Tan alto y te nace a los pies
a ras de hierba, dándole sin mirar,
isla de la frescura y el beso de paloma,
toda semblante de hoja seca y no obstante
maternal hasta el fondo con la tela de araña,
con el rencor de los trozos de vidrio,
con la hebra sin fin de las hormigas
y mi propia ballesta de deseos
que ha crecido en tus brazos,
y latido en tus savias
y dormido en tus frutos
dulces como los senos del amor y del mar,
Ahora estoy tendido bajo tu sombra
y te oirás mi sangre
como te oyes el viento derramar tus madejas
y un posarse de pájaros en tu raíz de bosque.
Tan alto como estás y no te olvidas
de que tienes un poco del destino del hombre,
de que fluyas en el alma del tiempo,
que es verde por ser tuyo, porque tú te has hecho rama a
[rama,
hoja por hoja, pecho y espalda de propia vida.
Árbol amigo, ahora que tan juntos no hemos encontrado
¡qué pena que no tengas
el silencio interior de mi alegría! (Rescate del hombre, Tacoronte 4-IX-49)
Pedro García Cabrera.