Francia recuerda a la mítica actriz alemana a 30 años de su trágico final .
A punto de cumplirse los 30 años de la muerte de Romy Schneider, París ha decidido recordar a una de las actrices más queridas por los franceses con una exposición inolvidable. El Museo de los años 30, ubicado en la localidad de Boulogne-Billancourt, a las afueras de la capital, exhibirá a partir del viernes una colección de fotos inéditas y recuerdos de la actriz, nacida en la Austria ocupada por los nazis en 1938 y que también gozaba de la ciudadanía francesa.
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La exposición, que se llevará a cabo en colaboración con la Cinemateca de Berlín, y que cuenta con el consentimiento de la hija de Romy -la también actriz Sarah Biasini- revelará varios objetos personales de la diva austriaca, así como documentos nunca vistos de la historia de su vida. La muestra se extenderá hasta el 22 de febrero del próximo año.
Mundialmente conocida por dar vida en la pequeña y gran pantalla a Sissi Emperatriz, la belleza de Schneider también ayudó a encumbrarla a lo más alto del panorama cinematográfico europeo.
Pero fue sin duda su matrimonio con Alain Delon lo que la convirtió en un icono del cine francés. La pareja tuvo un hijo, David, cuya inesperada muerte a los 14 años marcó el inicio del final de la vida de la actriz.Nunca se casó con Alain Delón aunque ambos fueran los amores de sus vidas, el hijo tampoco era de Alain Delon, desgraciadamente Romy murió según docen unos por sobredosis de droga. Y Alain se encargó de su funeral, de jóvenes fueron muy importantes entre si, pero Romy se fue, Alain la recuerda como la mujer de su vida, el se casó varias veces y Romy tb, pero entre ellos no.
Tras divorciarse de Delon y enfrentar el accidente en el que su hijo resultó muerto tras intentar saltar la reja de su casa una noche de 1981, Schneider se entregó a la bebida.
El giro trágico de sus últimos días acabó con su propio final: la actriz fue encontrada muerta en su apartamento meses después de despedir a David. Había ingerido una fatal mezcla de analgésicos y alcohol.
3 nov 2011
El influjo que no cesa
Invencible en su 50º aniversario, el icono de 'Desayuno con diamantes' aún determina el estilo de nuestro tiempo .
Como dijo Huxley: un mundo feliz
En su libro 'Un viaje optimista por el futuro', Mark Stevenson intuye un buen porvenir gracias al avance de la ciencia y se interroga sobre sus dilemas morales .
.Ajeno a lo que se cuece en las altas esferas de Bruselas y de la Casa Blanca, Mark Stevenson decidió un día recorrer el globo en compañía de su curiosidad innata en busca de argumentos para la religión que abandera: el optimismo.
En mitad de la crisis económica, este cómico, actor y divulgador estadounidense está convencido de que el nuevo mundo que está por llegar y el paradigma que lo envolverá serán mejores gracias al avance de la ciencia y la tecnología.
Todo lo que ha visto, vivido y sufrido lo ha condensado en Un viaje optimista por el futuro (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores).
El autor recorrió el mundo en busca de respuestas para su ideología positiva
"El cinismo se ha colado en la política, los medios y las instituciones"
En Oxford, Stevenson se encontró con el transhumano, "la idea más peligrosa del mundo", según un libro de Julian Huxley, primer director general de la Unesco y hermano biólogo del autor de Un mundo feliz.
Huxley planteó la posibilidad de que el humano se trascendiera a sí mismo y el atleta paralímpico Oscar Pistorius -con prótesis de fibra de carbono en ambas piernas- la materializó. "Cuando aquellos que han sido considerados discapacitados empiecen a verse como seres mejorados se producirá un cambio interesante en la manera de pensar", dice el autor.
Esta lucha científica contra las limitaciones humanas plantea profundas cuestiones filosóficas y políticas.
Stevenson lanza una pregunta que se adosa a la curiosidad del lector a medida que recorre con el cómico Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y España: "¿Cuál será el impacto en la sociedad y en las relaciones personales de un mundo en el que podríamos vivir para siempre?".
Los científicos que charlan con Stevenson plantean escenarios propios de la ciencia-ficción que, sin embargo, defienden con autoridad.
"Habrá máquinas más inteligentes que los seres humanos antes de que termine el siglo XXI", dice Ray Kurzweil. El inventor y científico estadounidense está convencido de que el hombre terminará descargando su conciencia en ordenadores, ampliando así su capacidad creadora y creativa, como primero pasó con el papel, y en la actualidad con los dispositivos digitales. "Esta posibilidad sigue en discusión. Para crear una máquina con conciencia, habría que definir primero qué es la conciencia", apunta Stevenson.
"Si esta fusión se consigue, planteará un nuevo debate: dotar a estas máquinas de derechos humanos o poshumanos para que su contribución cultural tenga un efecto real".
Mientras se prepara la llegada de estos aparatos, existe una realidad científica que está permitiendo la autorrenovación del ser humano: la experimentación con células madre. Hasta el momento, esta práctica ha conseguido que se curen determinadas enfermedades, no sin cierta reprobación religiosa.
¿Se superarán las fronteras morales y se usarán para mejorar las cualidades intelectuales y creativas? Stevenson replantea la pregunta: "¿Queremos una sociedad de gente muy sana y longeva, pero idiota?". Y centra la atención en el sistema educativo imperante: "Es un desastre, se trata a los estudiantes como objetos en una cadena de montaje. Se mata la creatividad y se estigmatiza el error". Un modelo que no solo es patrimonio de los colegios, sino que Stevenson cree que gobiernos y empresas usan por igual.
"Hemos dejado que el cinismo se cuele en la política, en las instituciones y en los medios de comunicación", explica; "si además dejas que se integre en ti, te conviertes en parte del problema".
Stevenson ha creado una Liga de optimistas pragmáticos que siguen la filosofía del probar y equivocarse para después volverlo a intentar. "Se trata de pensar más como un ingeniero que como un ministro para que las cosas mejoren".
Internet es uno de los nuevos espacios donde se generan algunas de las directrices de este optimista. Stevenson recupera la idea de tribu para un sistema que cree se basa en la confianza y la cooperación.
Estas comunidades de las que habla no solo comparten información, sino que crean nuevas ideas. "La rapidez para encontrar compañeros de trabajo resulta en una explosión de creatividad y acción que da a Internet un papel esencial en la cultura".
El propio Stevenson lidera un grupo de trabajo que poco tiene que ver con los fanáticos de los gatitos en la Red: "Este movimiento intenta recuperar datos personales. El habeas corpus digital".
La capacidad democratizadora de Internet no resta para Stevenson autoridad a los nuevos artistas. "Cada vez más gente puede acceder a herramientas, antes limitadas a unos pocos", cuenta, y pone como ejemplo el boom de jóvenes músicos y directores de cine que con la autoedición consiguen sacar adelante su trabajo.
La posideología que augura Un viaje optimista por el futuro heredará del viejo mundo la capacidad crítica y el respeto mutuo.
"Se impondrá un nuevo liderazgo basado en la distribución", dice, recordando a Gandhi o Luther King.
"No se trata de crear pequeños líderes, sino comunidades responsables con capacidad de acción que lograrán que las cosas cambien lejos de las tradicionales organizaciones jerarquizadas".
.Ajeno a lo que se cuece en las altas esferas de Bruselas y de la Casa Blanca, Mark Stevenson decidió un día recorrer el globo en compañía de su curiosidad innata en busca de argumentos para la religión que abandera: el optimismo.
En mitad de la crisis económica, este cómico, actor y divulgador estadounidense está convencido de que el nuevo mundo que está por llegar y el paradigma que lo envolverá serán mejores gracias al avance de la ciencia y la tecnología.
Todo lo que ha visto, vivido y sufrido lo ha condensado en Un viaje optimista por el futuro (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores).
El autor recorrió el mundo en busca de respuestas para su ideología positiva
"El cinismo se ha colado en la política, los medios y las instituciones"
En Oxford, Stevenson se encontró con el transhumano, "la idea más peligrosa del mundo", según un libro de Julian Huxley, primer director general de la Unesco y hermano biólogo del autor de Un mundo feliz.
Huxley planteó la posibilidad de que el humano se trascendiera a sí mismo y el atleta paralímpico Oscar Pistorius -con prótesis de fibra de carbono en ambas piernas- la materializó. "Cuando aquellos que han sido considerados discapacitados empiecen a verse como seres mejorados se producirá un cambio interesante en la manera de pensar", dice el autor.
Esta lucha científica contra las limitaciones humanas plantea profundas cuestiones filosóficas y políticas.
Stevenson lanza una pregunta que se adosa a la curiosidad del lector a medida que recorre con el cómico Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y España: "¿Cuál será el impacto en la sociedad y en las relaciones personales de un mundo en el que podríamos vivir para siempre?".
Los científicos que charlan con Stevenson plantean escenarios propios de la ciencia-ficción que, sin embargo, defienden con autoridad.
"Habrá máquinas más inteligentes que los seres humanos antes de que termine el siglo XXI", dice Ray Kurzweil. El inventor y científico estadounidense está convencido de que el hombre terminará descargando su conciencia en ordenadores, ampliando así su capacidad creadora y creativa, como primero pasó con el papel, y en la actualidad con los dispositivos digitales. "Esta posibilidad sigue en discusión. Para crear una máquina con conciencia, habría que definir primero qué es la conciencia", apunta Stevenson.
"Si esta fusión se consigue, planteará un nuevo debate: dotar a estas máquinas de derechos humanos o poshumanos para que su contribución cultural tenga un efecto real".
Mientras se prepara la llegada de estos aparatos, existe una realidad científica que está permitiendo la autorrenovación del ser humano: la experimentación con células madre. Hasta el momento, esta práctica ha conseguido que se curen determinadas enfermedades, no sin cierta reprobación religiosa.
¿Se superarán las fronteras morales y se usarán para mejorar las cualidades intelectuales y creativas? Stevenson replantea la pregunta: "¿Queremos una sociedad de gente muy sana y longeva, pero idiota?". Y centra la atención en el sistema educativo imperante: "Es un desastre, se trata a los estudiantes como objetos en una cadena de montaje. Se mata la creatividad y se estigmatiza el error". Un modelo que no solo es patrimonio de los colegios, sino que Stevenson cree que gobiernos y empresas usan por igual.
"Hemos dejado que el cinismo se cuele en la política, en las instituciones y en los medios de comunicación", explica; "si además dejas que se integre en ti, te conviertes en parte del problema".
Stevenson ha creado una Liga de optimistas pragmáticos que siguen la filosofía del probar y equivocarse para después volverlo a intentar. "Se trata de pensar más como un ingeniero que como un ministro para que las cosas mejoren".
Internet es uno de los nuevos espacios donde se generan algunas de las directrices de este optimista. Stevenson recupera la idea de tribu para un sistema que cree se basa en la confianza y la cooperación.
Estas comunidades de las que habla no solo comparten información, sino que crean nuevas ideas. "La rapidez para encontrar compañeros de trabajo resulta en una explosión de creatividad y acción que da a Internet un papel esencial en la cultura".
El propio Stevenson lidera un grupo de trabajo que poco tiene que ver con los fanáticos de los gatitos en la Red: "Este movimiento intenta recuperar datos personales. El habeas corpus digital".
La capacidad democratizadora de Internet no resta para Stevenson autoridad a los nuevos artistas. "Cada vez más gente puede acceder a herramientas, antes limitadas a unos pocos", cuenta, y pone como ejemplo el boom de jóvenes músicos y directores de cine que con la autoedición consiguen sacar adelante su trabajo.
La posideología que augura Un viaje optimista por el futuro heredará del viejo mundo la capacidad crítica y el respeto mutuo.
"Se impondrá un nuevo liderazgo basado en la distribución", dice, recordando a Gandhi o Luther King.
"No se trata de crear pequeños líderes, sino comunidades responsables con capacidad de acción que lograrán que las cosas cambien lejos de las tradicionales organizaciones jerarquizadas".
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