28 oct 2011
Bandrés supo que la batalla en Euskadi era también por la libertad
Últimamente solo hablaba por los ojos, por los ojos y por las manos con que nos atraía hacia sí y nos abrazaba y besaba cuando nos lo encontrábamos por la calle en su silla de ruedas, conducido y también escoltado.
Quería decirnos que aunque se encontraba al otro lado de la frontera marcada por su enfermedad, en un territorio nebuloso invisible para nosotros, no había perdido la memoria, que reconocía perfectamente nuestros rostros y voces y necesitaba de nuestro contacto, nuestro roce, que le transmitiéramos cariño.
Hablaba por los ojos, con la sonrisa puesta, mientras nos apretaba muy fuerte las manos, sin prisa, detenido en cualquier punto del centro de la ciudad, pero con sus escoltas atentos.
Y es que en esta Euskadi-Saturno tan capaz de comerse a sus hijos, ni siquiera él, en su estado, podía sentirse libre de la vesania asesina cuando paseaba por San Sebastián, entre el Boulevard y la avenida de la Libertad, preferentemente, y recogía muestras de afecto de amigos y conocidos.
Bandrés había perdido el habla a resultas de un derrame cerebral, pero antes de eso ya había apagado prácticamente su voz política, decepcionado por la evolución y división del país, dolido también por aquellos de sus compatriotas que le habían retirado la palabra.
El abogado antifranquista, clave en la estrategia del Proceso de Burgos a los primeros militantes de ETA que puso al régimen de Franco contra las cuerdas en la esfera internacional, el político que junto a Mario Onaindia más empujó para que ETA político-militar se disolviera, el diputado que trazó en el Congreso la raya entre quienes consentían y no consentían la tortura y soportó un 23-F particularmente amenazante, acaba de morir justo cuando en Euskadi se abre el tiempo de silencio para las pistolas por el que tanto luchó y sufrió.
Porque, cargada de amenazas, de la extrema derecha y de ETA, y de descalificaciones de los nacionalistas españoles y vascos, su vida estuvo demasiado marcada por el desgarro de una sociedad vasca violenta y violentada.
Le quedó siempre el alivio reconfortante de haber peleado honestamente contra el fundamentalismo totalitario y la violencia terrorista, de no haber sucumbido a la visión estrecha y criminal de un nacionalismo que justificaba el exterminio del adversario o la limpieza étnica.
Frente a los personajes nefastos que determinaron la deriva del país, Bandrés fue de los políticos responsables que en los tiempos más convulsos tiró del carro de la democracia y el autogobierno cuando los aventureros locos empujaban hacia el despeñadero y los expendedores de carnés de la autenticidad vasca trabajaban a pleno rendimiento.
Brillante, inteligente, afable, educado, la “corbata de Euskadiko Ezkerra” fue un hombre bueno y un político de bien que contribuyó a hacer mejores a los vascos que lucharon contra el último franquismo.
Desde su compromiso militante con las libertades y los derechos humanos supo ennoblecer y encauzar las alborotadas luchas de buena parte de la juventud vasca durante la Transición política y ayudó a vencer las inercias del pasado, a practicar la democracia y a guiarse de la moral y la ética a la hora de contener la violencia.
A sus esfuerzos se debieron en gran medida la desarticulación de los grupos de extrema derecha del Batallón Vasco Español y demás que empezaron a practicar un terrorismo de respuesta al de ETA.
Fue de los primeros en comprender que los perros guardianes del caserío pueden convertirse en nuestros carceleros y asesinos y que la batalla que se libraba en Euskadi no era solo por la paz, sino también por la libertad.
Al igual que Mario Onaindía, a quien defendió en el Proceso de Burgos y con quien compartió el liderazgo en Euskadiko Ezkerra, Juan María Bandrés sostuvo que la patria no es el lugar donde se nace sino donde se es libre.
Ha muerto cuando se retira la amenaza sobre la paz y la libertad, aunque sin tiempo de haberla disfrutado.
Descanse en paz, Bandrés, siempre libre.
27 oct 2011
La cineasta Josefina Molina, premio Goya de Honor 2012
La Academia le concede el galardón honorífico por su contribución al cine español .
Josefina Molina será la tercera mujer en la historia de la Academia del Cine, y la primera no intérprete, que recibirá el Goya de Honor.
Esta tarde, la Junta de la Academia ha decidido otorgarle el premio a una cineasta que ha abierto camino, y que ha sabido compatibilizar con éxito el cine (Función de noche) y la televisión (la serie Teresa de Jesús). "Lo agradezco muchísimo, y aunque a mí estas cosas me abruman me he puesto muy contenta.
Es un honor muy grande que los compañeros se fijen en ti. Cuando [el presidente de la Academia] Enrique González Macho me lo ha comunicado, le he preguntado si se lo habían pensado bien.
Y él me ha contestado que muy bien. Yo ahora estoy un poco asustada", ha declarado esta tarde tras recibir la llamada de rigor con las buenas noticias.
Josefina Molina: "Este no es un país de matices"
Josefina Molina estrena en Sevilla una versión actualizada del texto de 'La lozana andaluza'
Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España
Será la tercera mujer en recibir este homenaje, tras Rafaela Aparicio e Imperio Argentina
Será la tercera mujer en recibir este homenaje, tras Rafaela Aparicio (1988) e Imperio Argentina (1989), y por lo tanto la primera directora. "Lo mejor de todo esto es que represento a una generación de directoras y está muy bien que a las mujeres nos den premios".
La cineasta nació en 1936 en Córdoba.
Tras estudiar Ciencias Políticas, en 1962 fundó el Teatro de Ensayo Medea. Se mudó a Madrid, donde, en 1969, fue la primera mujer que se licenció en la Escuela Oficial de Cinematografía. Josefina Molina entró a trabajar en Televisión Española y allí dirigió diversos programas de Estudio 1, hasta que en 1973 debutó en la gran pantalla con Vera, un cuento cruel.
Su mejor filme lo dirigió cuatro años después: Función de noche, con Lola Herrera, en el que entra como un bisturí en la relación entre Herrera y su expareja, el también actor Daniel Dicenta.
'El camino'
En cuanto a su labor televisiva, El camino, adaptación de la novela de Miguel Delibes, con Amparo Baró; la serie Teresa de Jesús, con Concha Velasco, y Esquilache, basada en la obra de Antonio Buero Vallejo Un soñador para un pueblo, en la que estaban Fernando Fernán-Gómez, Adolfo Marsillach, Amparo Rivelles y Concha Velasco, conforman una trilogía fundamental para la pequeña pantalla en España.
Sus últimas dos películas, Lo más natural (1990), con Charo López, y La Lola se va a los puertos (1993), con Rocío Jurado, no estuvieron a su altura.
Este año ha recibido el premio Mujer de Cine, que otorga el Instituto de la Mujer, y en la actualidad, es presidenta de honor de la Asociación de Mujeres Cineastas (CIMA).
Desde esta edición, el Goya de Honor se entregará en la recepción de candidatos que cada año se celebra en la sede de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol.
Así se siguen los pasos de los Oscar, que ha sacado el galardón de honor de la gala principal desde hace tres años.
Aunque la Academia asegura que servirá para realzar el trofeo, ese cambio ha provocado numerosas críticas negativas: da la sensación de que hay premios de primera y otros de segunda. En la ceremonia grande, el 19 de febrero, un vídeo recordará los mejores momentos de ese homenaje.
Josefina Molina será la tercera mujer en la historia de la Academia del Cine, y la primera no intérprete, que recibirá el Goya de Honor.
Esta tarde, la Junta de la Academia ha decidido otorgarle el premio a una cineasta que ha abierto camino, y que ha sabido compatibilizar con éxito el cine (Función de noche) y la televisión (la serie Teresa de Jesús). "Lo agradezco muchísimo, y aunque a mí estas cosas me abruman me he puesto muy contenta.
Es un honor muy grande que los compañeros se fijen en ti. Cuando [el presidente de la Academia] Enrique González Macho me lo ha comunicado, le he preguntado si se lo habían pensado bien.
Y él me ha contestado que muy bien. Yo ahora estoy un poco asustada", ha declarado esta tarde tras recibir la llamada de rigor con las buenas noticias.
Josefina Molina: "Este no es un país de matices"
Josefina Molina estrena en Sevilla una versión actualizada del texto de 'La lozana andaluza'
Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España
Será la tercera mujer en recibir este homenaje, tras Rafaela Aparicio e Imperio Argentina
Será la tercera mujer en recibir este homenaje, tras Rafaela Aparicio (1988) e Imperio Argentina (1989), y por lo tanto la primera directora. "Lo mejor de todo esto es que represento a una generación de directoras y está muy bien que a las mujeres nos den premios".
La cineasta nació en 1936 en Córdoba.
Tras estudiar Ciencias Políticas, en 1962 fundó el Teatro de Ensayo Medea. Se mudó a Madrid, donde, en 1969, fue la primera mujer que se licenció en la Escuela Oficial de Cinematografía. Josefina Molina entró a trabajar en Televisión Española y allí dirigió diversos programas de Estudio 1, hasta que en 1973 debutó en la gran pantalla con Vera, un cuento cruel.
Su mejor filme lo dirigió cuatro años después: Función de noche, con Lola Herrera, en el que entra como un bisturí en la relación entre Herrera y su expareja, el también actor Daniel Dicenta.
'El camino'
En cuanto a su labor televisiva, El camino, adaptación de la novela de Miguel Delibes, con Amparo Baró; la serie Teresa de Jesús, con Concha Velasco, y Esquilache, basada en la obra de Antonio Buero Vallejo Un soñador para un pueblo, en la que estaban Fernando Fernán-Gómez, Adolfo Marsillach, Amparo Rivelles y Concha Velasco, conforman una trilogía fundamental para la pequeña pantalla en España.
Sus últimas dos películas, Lo más natural (1990), con Charo López, y La Lola se va a los puertos (1993), con Rocío Jurado, no estuvieron a su altura.
Este año ha recibido el premio Mujer de Cine, que otorga el Instituto de la Mujer, y en la actualidad, es presidenta de honor de la Asociación de Mujeres Cineastas (CIMA).
Desde esta edición, el Goya de Honor se entregará en la recepción de candidatos que cada año se celebra en la sede de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol.
Así se siguen los pasos de los Oscar, que ha sacado el galardón de honor de la gala principal desde hace tres años.
Aunque la Academia asegura que servirá para realzar el trofeo, ese cambio ha provocado numerosas críticas negativas: da la sensación de que hay premios de primera y otros de segunda. En la ceremonia grande, el 19 de febrero, un vídeo recordará los mejores momentos de ese homenaje.
26 oct 2011
"Sin bótox no hay trabajo en Hollywood"
La actriz Robin Wright critica el culto a la juventud en la industria del cine .
Pocas son las voces que se alzan en Hollywood en contra el exceso de cirugía estética y el uso de bótox. Entre ellas está la actriz Robin Wright, de 45 años, que ha lamentado "la falta de papeles en la industria cinematográfica" para actrices maduras que, como ella, se niegan a hacerse tratamientos para parecer más jóvenes. "Sin bótox no hay trabajo".
La protagonista de películas como La princesa prometida (1987) o Forrest Gump (1994), de 45 años, dijo que
en Estados Unidos "la oferta es limitada para quienes no sigan esa ruta", y confesó que le gustaría trabajar más en Europa.
"A lo largo de tu carrera, lo que buscas como actriz no cambia, lo que cambia es lo que está a tu alcance, según tu edad, y, sobre todo,si no te has inyectado bótox", ha denunciado durante el Festival de Cine Tribeca de Doha, donde este año ejerce de jurado. "Espero equivocarme, pero creo que casi estamos programando a los espectadores para que solo quieran ver en la pantalla caras estiradas y lo preocupante es que se están acostumbrando", apostilló.
La actriz estuvo unida sentimentalmente desde 1989 al también actor Sean Penn, con quien se casó en 1996, en una boda que congregó en Santa Mónica (California) a unos 80 invitados, entre ellos Marlon Brando, Jack Nicholson, Robert De Niro, Warren Beatty, Tim Robbins y Susan Sarandon.
Era el primer matrimonio para la actriz y el segundo para Penn, que estuvo casado con la cantante Madonna entre 1985 y 1989. Penn y Wright se conocieron en 1989 durante el rodaje de El clan de los irlandeses, y desde entonces mantuvieron una tormentosa relación.
El divorcio llegó hace un año tras varios intentos de reconciliación.
Tras la separación, la actriz ha vuelto a la primera línea cinematográfica con dos grandes producciones, Rampart, de Oren Moverman, y Los hombres que no amaban a las mujeres, dirigida por David Fincher y basada en uno de los libros de Stieg Larsson.
Wright interpreta a la periodista Erika Berger en la versión estadouniense de la primera novela de la trilogía Millennium del escritor sueco, protagonizada también por Daniel Craig, como Mikael Blomkvist, y Rooney Mara, en el papel de la heroína Lisbeth Salander. "Creo que Larsson se había tomado muchos cafés cuando escribió este libro", bromeó Wright, en alusión a la trepidante trama de la historia.
Según la actriz, Fincher ha sido "fiel a la novela" en su adaptación y en la película, cuyo estreno está previsto para diciembre, demuestra "su capacidad para mostrar con intensidad los detalles que merecen la pena, mientras deja otros a la imaginación". De su colega Craig -el último James Bond- dijo que "es fantástico, divertido y profesional".
Wright, que ha sido jurado del Festival de Cannes (Francia), es este año miembro del panel de jueces del Festival de Cine Tribeca de Doha -hermanado con el Tribeca de Nueva York que patrocina el actor Robert de Niro-, presidido por el director sirio Mohammed Malas.
La actriz señaló que le gusta ejercer de jurado porque "te permite estar abierto a otras perspectivas" y, comparando puntos de vista, uno descubre que pese a "lo diferentes que somos" se puede "conectar".
Pocas son las voces que se alzan en Hollywood en contra el exceso de cirugía estética y el uso de bótox. Entre ellas está la actriz Robin Wright, de 45 años, que ha lamentado "la falta de papeles en la industria cinematográfica" para actrices maduras que, como ella, se niegan a hacerse tratamientos para parecer más jóvenes. "Sin bótox no hay trabajo".
La protagonista de películas como La princesa prometida (1987) o Forrest Gump (1994), de 45 años, dijo que
en Estados Unidos "la oferta es limitada para quienes no sigan esa ruta", y confesó que le gustaría trabajar más en Europa.
"A lo largo de tu carrera, lo que buscas como actriz no cambia, lo que cambia es lo que está a tu alcance, según tu edad, y, sobre todo,si no te has inyectado bótox", ha denunciado durante el Festival de Cine Tribeca de Doha, donde este año ejerce de jurado. "Espero equivocarme, pero creo que casi estamos programando a los espectadores para que solo quieran ver en la pantalla caras estiradas y lo preocupante es que se están acostumbrando", apostilló.
La actriz estuvo unida sentimentalmente desde 1989 al también actor Sean Penn, con quien se casó en 1996, en una boda que congregó en Santa Mónica (California) a unos 80 invitados, entre ellos Marlon Brando, Jack Nicholson, Robert De Niro, Warren Beatty, Tim Robbins y Susan Sarandon.
Era el primer matrimonio para la actriz y el segundo para Penn, que estuvo casado con la cantante Madonna entre 1985 y 1989. Penn y Wright se conocieron en 1989 durante el rodaje de El clan de los irlandeses, y desde entonces mantuvieron una tormentosa relación.
El divorcio llegó hace un año tras varios intentos de reconciliación.
Tras la separación, la actriz ha vuelto a la primera línea cinematográfica con dos grandes producciones, Rampart, de Oren Moverman, y Los hombres que no amaban a las mujeres, dirigida por David Fincher y basada en uno de los libros de Stieg Larsson.
Wright interpreta a la periodista Erika Berger en la versión estadouniense de la primera novela de la trilogía Millennium del escritor sueco, protagonizada también por Daniel Craig, como Mikael Blomkvist, y Rooney Mara, en el papel de la heroína Lisbeth Salander. "Creo que Larsson se había tomado muchos cafés cuando escribió este libro", bromeó Wright, en alusión a la trepidante trama de la historia.
Según la actriz, Fincher ha sido "fiel a la novela" en su adaptación y en la película, cuyo estreno está previsto para diciembre, demuestra "su capacidad para mostrar con intensidad los detalles que merecen la pena, mientras deja otros a la imaginación". De su colega Craig -el último James Bond- dijo que "es fantástico, divertido y profesional".
Wright, que ha sido jurado del Festival de Cannes (Francia), es este año miembro del panel de jueces del Festival de Cine Tribeca de Doha -hermanado con el Tribeca de Nueva York que patrocina el actor Robert de Niro-, presidido por el director sirio Mohammed Malas.
La actriz señaló que le gusta ejercer de jurado porque "te permite estar abierto a otras perspectivas" y, comparando puntos de vista, uno descubre que pese a "lo diferentes que somos" se puede "conectar".
Manuel González Sosa
Manuel González Sosa
Tránsito a tientas
Estudio preliminar de Jorge Rodríguez Padrón
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