Cuando cayó el Muro de Berlín, muchas voces apocalíptico literarias se lanzaron a enterrar la literatura de John Le Carré.
Lo que era un enorme sinsentido: primero porque, siguiendo esa regla, sólo se podrían escribir novelas sobre el mundo presente (el final de la Guerra Fría no tendría que representar el final de las novelas sobre ese periodo, al igual que la caída del Imperio romano no imposibilitó a Robert Graves o a Marguerite Yourcenar escribir sobre la dinastía de los Claudios o sobre el emperador Adriano con unos cuantos siglos de distancia); segundo porque Le Carré supo adaptar sus relatos a los nuevos tiempos y se ha convertido en uno de los grandes cronistas de nuestra época y tercero porque todas las grandes novelas son, al final, grandes historias universales que transcienden tanto el periodo en el que han sido escritas como el periodo en el que están ambientadas.
Le Carré no habla sólo de la Guerra Fría: reflexiona sobre la capacidad de algunos hombres para mantenerse morales en un mundo inmoral, habla de la traición, de la culpa y de las intrigas que, superándonos, dirigen al final nuestras existencias. Además, la Guerra Fría está volviendo.
Una película recién estrenada en España, La deuda, y, sobre todo, una nueva adaptación de Calderero, sastre, soldado, espía de Le Carré, vuelven a aquellos tiempos del comunismo.
El filme basado en la novela de Le Carré que en España se tituló El Topo, dirigido por Tomas Alfredson (Déjame entrar) y con un reparto espectacular, ha recibido unas críticas muy positivas tras su estreno en Reino Unido y su paso por el Festival de Venecia (a España no llega hasta diciembre).
21 sept 2011
Nadando...
En el último día oficial del verano cierro esta serie en las aguas frías de Irlanda con Nadan dos chicos, de Jamie O'Neill, una de las mejores novelas en lo que llevamos del siglo XXI.
Al igual que el año pasado, y como lo anuncié en la entrega anterior de estos Veranos literarios, termino el homenaje a episodios veraniegos clave en obras de la literatura con un autor contemporáneo que les recomiendo especialmente.
O'Neill es un narrador irlandés, tal vez su país es el que tiene más escritores de calidad por número de habitantes, nacido en 1962 en Dún Laoghaire (anteriormente Kingstown), al sur de Dublín, que escribió esta novela durante diez años mientras trabajaba como portero de noche en un hospital psquiátrico de Londres.
Fue El libro de la semana de Babelia, el 9 de julio de 2005 en edición de Pre-Textos, y José María Guelbenzu empezaba la crítica diciendo: "Dar con una gran novela de un autor estrictamente contemporáneo es cosa tan rara como verdaderamente estimulante. (...) Ya desde la primera página la calidad y variedad de los recursos expresivos se manifiestan sin el menor pudor".
Veamos, pues, un pasaje estival de Nadan dos chicos en la costa irlandesa en 1916:
"La playa estaba desierta bajo la postrera luz de la tarde.
La marea estaba muy baja, no había ningún ruido salvo un leve zumbido y de vez en cuando un chapoteo en las charcas más profundas. Doyler bajó del malecón y fue a las rocas. (...)
Bordearon el lugar de baño de damas, que parecía una piscina profunda e intacta, y en vez de quedarse allí treparon por los recios farallones que se metían en el mar, sobre las abruptas y erosionadas rocas cubiertas de percebes que llevan a la encenada de Sandycove.
Rodearon la mullida arena de fuera y luego se zambulleron en el fango que había donde rompían las olas. Y era raro entrar de ese modo en la ensenada.
Todo estaba cubierto de algas, un flujo fétido y oleaginoso.
Recia sobre ellos se cernía la torre Martello, con su aspecto fantasmal y portentoso sobre su montículo cubierto de hierba.
Al igual que el año pasado, y como lo anuncié en la entrega anterior de estos Veranos literarios, termino el homenaje a episodios veraniegos clave en obras de la literatura con un autor contemporáneo que les recomiendo especialmente.
O'Neill es un narrador irlandés, tal vez su país es el que tiene más escritores de calidad por número de habitantes, nacido en 1962 en Dún Laoghaire (anteriormente Kingstown), al sur de Dublín, que escribió esta novela durante diez años mientras trabajaba como portero de noche en un hospital psquiátrico de Londres.
Fue El libro de la semana de Babelia, el 9 de julio de 2005 en edición de Pre-Textos, y José María Guelbenzu empezaba la crítica diciendo: "Dar con una gran novela de un autor estrictamente contemporáneo es cosa tan rara como verdaderamente estimulante. (...) Ya desde la primera página la calidad y variedad de los recursos expresivos se manifiestan sin el menor pudor".
Veamos, pues, un pasaje estival de Nadan dos chicos en la costa irlandesa en 1916:
"La playa estaba desierta bajo la postrera luz de la tarde.
La marea estaba muy baja, no había ningún ruido salvo un leve zumbido y de vez en cuando un chapoteo en las charcas más profundas. Doyler bajó del malecón y fue a las rocas. (...)
Bordearon el lugar de baño de damas, que parecía una piscina profunda e intacta, y en vez de quedarse allí treparon por los recios farallones que se metían en el mar, sobre las abruptas y erosionadas rocas cubiertas de percebes que llevan a la encenada de Sandycove.
Rodearon la mullida arena de fuera y luego se zambulleron en el fango que había donde rompían las olas. Y era raro entrar de ese modo en la ensenada.
Todo estaba cubierto de algas, un flujo fétido y oleaginoso.
Recia sobre ellos se cernía la torre Martello, con su aspecto fantasmal y portentoso sobre su montículo cubierto de hierba.
Munch se mira en el espejo del siglo XX
El Centro Pompidou descubre la etapa madura del autor de 'El grito' - La muestra, que incluye fotografías y filmaciones, incide en el afán de modernidad del pintor .
.En el gran relato del arte moderno, tan unívoco, suele hurtarse al espectador la madurez del pintor que profirió el grito más angustioso de la historia. El noruego Edvard Munch (1863-1944) realizó un brillante viaje de transición al siglo XX, como viene a demostrar la muestra que le dedica el Centro Pompidou y que promete cambiar nuestra percepción sobre la vida y la trayectoria del artista expresionista. El aparato teórico gira en torno a un punto de partida que se antoja lógico. Munch vivió más la nueva centuria que la vieja y murió el mismo año que algunos de los creadores que definieron la explosión irrepetible de las primeras vanguardias, como Piet Mondrian o Vasili Kandinsky.
Objeto criminal
A la izquierda, Rosa Meissner en el Hotel Rohn, Warnemünde, fotografía de Edvard Munch que le sirvió de modelo para su óleo Mujer llorando (derecha). Ambas, de 1907.-
Edvard Munch
A FONDO
Nacimiento: 12-12-1863Lugar:LoeitenLa noticia en otros webs
webs en español
en otros idiomas
En 1902 se compró una pequeña cámara con la que se empleó a fondo
La muestra, planteada con la ambición marca de la casa, se aventura aún más lejos: "Nuestro objetivo es mostrar a otro Munch que destacó como artista de varias disciplinas, que se adentró en los terrenos de las nuevas artes como la fotografía y el cine", recuerda Angela Lampe, comisaria de la exposición junto a Clément Chéroux. "No pretendemos borrar la angustia por la que es conocido, y que está presente en su obra, pero queremos desplazar el foco para mostrar que hay también un Munch muy moderno", añade Chéroux.
Se han reunido aquí más de 140 obras entre lienzos (60) y fotografías (medio centenar). El Munch del último estertor decimonónico sirve de trampolín para zambullirse en el más moderno. No está El grito; las dos versiones de la obra maestra, tan codiciada por los ladrones de arte internacionales, se conservan en Noruega y nunca abandonan el país. Sí se encuentran en cambio algunas de sus obras más famosas, como la primera versión de todo un icono del siglo XIX, Pubertad (1894-1895), así como Las muchachas en el puente (1901) o La niña enferma (1896), copia de un original en el que él mismo fijó el inicio de su carrera artística.
Ya desde la primera sala queda clara la obsesión del artista por la repetición en busca del resultado perfecto. Lo hará en particular con los dúos El beso y Los vampiros, de los que realizará una decena de reproducciones a lo largo de los años. Hay algo ciertamente hipnótico en la contemplación de la misma pareja que se besa obsesivamente en una danza de espejos en la que los rostros acaban por fundirse en uno solo.
La figura que reiteró de forma más compulsiva -en una serie realizada en 1907- fue, con todo, la célebre e intrigante Mujer llorando, de la que realizó seis pinturas (cinco de las cuales se exponen en la muestra), varios dibujos, una fotografía e incluso una de las muy escasas esculturas que se le conocen. Munch no llegó a explicar el significado de aquella silueta desnuda, de pie junto a la cama, con el pelo recogido en un moño alto y la cabeza inclinada hacia adelante que esconde su cara. Sí se sabe que la escultura estaba en un principio destinada a adornar su propia tumba.
El insobornable romance del artista con la modernidad queda también reflejado en la influencia de la fotografía y del cine en su obra. El movimiento del retrato del abogado Thorvalt Lochen (1917), con un pie delante del otro, recuerda a las instantáneas de las revistas a las que Munch estaba suscrito (de nuevo, otra promesa de la modernidad) y que a partir del siglo XX se llenan de retratos callejeros en los que los modelos se mueven como sombras animadas llegadas del futuro.
No extraña, por tanto, que planee por la trayectoria de Munch en esta época la promesa (omnipresente en la cultura de la época) del cine de los hermanos Lumière. Se siente en el dinamismo que desprende del cuadro Obreros volviendo a casa (1913-1914), en el que las figuras se acercan al espectador con afanes cinemáticos. No fue esta la única referencia al nuevo arte en el Munch maduro: el artista noruego escenificó su pelea de 1905 con el joven pintor Ludvig en una secuencia de cuadros que reflejan diferentes momentos del altercado, como en una película.
La influencia del teatro queda sobre todo reflejada en una serie de pinturas que realiza en 1907, titulada Habitación verde. Munch, que trabajó con Max Reinhardt, pinta en ella una sucesión de cuadros en la estela del teatro intimista, donde la escena es una habitación cerrada a la que le falta una pared para entrar en el universo de los personajes.
Con la fotografía, el artista fue más allá de la permeabilidad de la influencia. Se empleó a fondo con ella como forma de expresión. En 1902 se compró ya una pequeña cámara Kodak con la que realizó gran cantidad de autorretratos: en su estudio, en su jardín o en una habitación anónima de hotel. También retrató sus pinturas o lugares clave de su existencia, como la casa de su infancia o el patio del edificio en el que murió su madre víctima de la tuberculosis.
La muestra también rescata un pequeño vídeo de algo más de cinco minutos, en el que Munch rodó escenas tomadas de la crudeza de las calles en Alemania y Noruega.
Una prueba de su curiosidad por este nuevo arte tecnológico queda en la memoria del visitante cuando deja atrás la arquitectura anacrónicamente futurista del Pompidou. Se trata de una escena en la que Munch se acerca al objetivo y se mira en él como si fuera un espejo. El espejo del siglo XX.
.En el gran relato del arte moderno, tan unívoco, suele hurtarse al espectador la madurez del pintor que profirió el grito más angustioso de la historia. El noruego Edvard Munch (1863-1944) realizó un brillante viaje de transición al siglo XX, como viene a demostrar la muestra que le dedica el Centro Pompidou y que promete cambiar nuestra percepción sobre la vida y la trayectoria del artista expresionista. El aparato teórico gira en torno a un punto de partida que se antoja lógico. Munch vivió más la nueva centuria que la vieja y murió el mismo año que algunos de los creadores que definieron la explosión irrepetible de las primeras vanguardias, como Piet Mondrian o Vasili Kandinsky.
Objeto criminal
A la izquierda, Rosa Meissner en el Hotel Rohn, Warnemünde, fotografía de Edvard Munch que le sirvió de modelo para su óleo Mujer llorando (derecha). Ambas, de 1907.-
Edvard Munch
A FONDO
Nacimiento: 12-12-1863Lugar:LoeitenLa noticia en otros webs
webs en español
en otros idiomas
En 1902 se compró una pequeña cámara con la que se empleó a fondo
La muestra, planteada con la ambición marca de la casa, se aventura aún más lejos: "Nuestro objetivo es mostrar a otro Munch que destacó como artista de varias disciplinas, que se adentró en los terrenos de las nuevas artes como la fotografía y el cine", recuerda Angela Lampe, comisaria de la exposición junto a Clément Chéroux. "No pretendemos borrar la angustia por la que es conocido, y que está presente en su obra, pero queremos desplazar el foco para mostrar que hay también un Munch muy moderno", añade Chéroux.
Se han reunido aquí más de 140 obras entre lienzos (60) y fotografías (medio centenar). El Munch del último estertor decimonónico sirve de trampolín para zambullirse en el más moderno. No está El grito; las dos versiones de la obra maestra, tan codiciada por los ladrones de arte internacionales, se conservan en Noruega y nunca abandonan el país. Sí se encuentran en cambio algunas de sus obras más famosas, como la primera versión de todo un icono del siglo XIX, Pubertad (1894-1895), así como Las muchachas en el puente (1901) o La niña enferma (1896), copia de un original en el que él mismo fijó el inicio de su carrera artística.
Ya desde la primera sala queda clara la obsesión del artista por la repetición en busca del resultado perfecto. Lo hará en particular con los dúos El beso y Los vampiros, de los que realizará una decena de reproducciones a lo largo de los años. Hay algo ciertamente hipnótico en la contemplación de la misma pareja que se besa obsesivamente en una danza de espejos en la que los rostros acaban por fundirse en uno solo.
La figura que reiteró de forma más compulsiva -en una serie realizada en 1907- fue, con todo, la célebre e intrigante Mujer llorando, de la que realizó seis pinturas (cinco de las cuales se exponen en la muestra), varios dibujos, una fotografía e incluso una de las muy escasas esculturas que se le conocen. Munch no llegó a explicar el significado de aquella silueta desnuda, de pie junto a la cama, con el pelo recogido en un moño alto y la cabeza inclinada hacia adelante que esconde su cara. Sí se sabe que la escultura estaba en un principio destinada a adornar su propia tumba.
El insobornable romance del artista con la modernidad queda también reflejado en la influencia de la fotografía y del cine en su obra. El movimiento del retrato del abogado Thorvalt Lochen (1917), con un pie delante del otro, recuerda a las instantáneas de las revistas a las que Munch estaba suscrito (de nuevo, otra promesa de la modernidad) y que a partir del siglo XX se llenan de retratos callejeros en los que los modelos se mueven como sombras animadas llegadas del futuro.
No extraña, por tanto, que planee por la trayectoria de Munch en esta época la promesa (omnipresente en la cultura de la época) del cine de los hermanos Lumière. Se siente en el dinamismo que desprende del cuadro Obreros volviendo a casa (1913-1914), en el que las figuras se acercan al espectador con afanes cinemáticos. No fue esta la única referencia al nuevo arte en el Munch maduro: el artista noruego escenificó su pelea de 1905 con el joven pintor Ludvig en una secuencia de cuadros que reflejan diferentes momentos del altercado, como en una película.
La influencia del teatro queda sobre todo reflejada en una serie de pinturas que realiza en 1907, titulada Habitación verde. Munch, que trabajó con Max Reinhardt, pinta en ella una sucesión de cuadros en la estela del teatro intimista, donde la escena es una habitación cerrada a la que le falta una pared para entrar en el universo de los personajes.
Con la fotografía, el artista fue más allá de la permeabilidad de la influencia. Se empleó a fondo con ella como forma de expresión. En 1902 se compró ya una pequeña cámara Kodak con la que realizó gran cantidad de autorretratos: en su estudio, en su jardín o en una habitación anónima de hotel. También retrató sus pinturas o lugares clave de su existencia, como la casa de su infancia o el patio del edificio en el que murió su madre víctima de la tuberculosis.
La muestra también rescata un pequeño vídeo de algo más de cinco minutos, en el que Munch rodó escenas tomadas de la crudeza de las calles en Alemania y Noruega.
Una prueba de su curiosidad por este nuevo arte tecnológico queda en la memoria del visitante cuando deja atrás la arquitectura anacrónicamente futurista del Pompidou. Se trata de una escena en la que Munch se acerca al objetivo y se mira en él como si fuera un espejo. El espejo del siglo XX.
Juan José Cortés, el padre de la niña Mari Luz, detenido por un tiroteo
Su hermano y tres personas más de su familia están arrestadas.- El origen de los disparos parece estar en una riña entre miembros de la familia .
. .Juan José Cortés, el padre de la niña Mari Luz, desaparecida y asesinada en 2008 en un caso que provocó una gran conmoción social, ha sido detenido hoy en Huelva por su implicación en un tiroteo que ha tenido lugar en el barrio en el que reside, El Torrejón, según informa la Cadena SER.
Junto a Juan José Cortés han sido detenidas cuatro personas más de su familia: su padre, sus hermanos Diego y Francisco y un cuñado.
Como resultado del intercambio de disparos hay una persona herida por un impacto en la cabeza, aunque ya ha sido dada de alta.
El pederasta que asesinó a Mari Luz, condenado a 22 años de cárcel
Líder a su pesar
Ciudadano Cortés
Santiago y Rosa del Valle, condenados por el asesinato de Mari Luz
El PP 'ficha' al padre de Mari Luz como asesor en temas de justicia
El padre de Mari Luz estudia su paso al PP
Fuentes de la Subdelegación del Gobierno han informado a Europa Press de que los hechos se produjeron sobre las dos y media de la pasada madrugada cuando, por motivos que por el momento se desconocen, se inició una discusión entre miembros de la familia Cortés y de su mujer, Irene García, y se utilizaron escopetas de caza. Cortés y el resto de los detenidos se encuentran en las dependencias del Cuerpo Nacional de Policía de Huelva en estos momentos.
Tras la desaparición y asesinato de su hija en 2008, Juan José Cortés, recorrió el país en busca de firmas para endurecer el código penal, en concreto las penas a los pederastas. En mayo de 2008, dos meses después de que apareciera el cadáver de su hija, fue recibido por el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en La Moncloa, y éste se comprometió a revisar el código penal, una promesa que, según Cortés, "nunca se cumplió".
Juan José Cortés estuvo afiliado al PSOE, partido del que se dio de baja en 2010. Posteriormente anunció contactos con UPyD en Huelva para presentarse a las primarias de esta formación como posible candidato a la alcaldía.
Finalmente, el PP anunció queCortés sería asesor de esta formación como asesor en temas de justicia para trabajar en una reforma del Código Penal.
Entonces, Cortés explicó que pensaba realizar este trabajo sin afiliarse al partido.
. .Juan José Cortés, el padre de la niña Mari Luz, desaparecida y asesinada en 2008 en un caso que provocó una gran conmoción social, ha sido detenido hoy en Huelva por su implicación en un tiroteo que ha tenido lugar en el barrio en el que reside, El Torrejón, según informa la Cadena SER.
Junto a Juan José Cortés han sido detenidas cuatro personas más de su familia: su padre, sus hermanos Diego y Francisco y un cuñado.
Como resultado del intercambio de disparos hay una persona herida por un impacto en la cabeza, aunque ya ha sido dada de alta.
El pederasta que asesinó a Mari Luz, condenado a 22 años de cárcel
Líder a su pesar
Ciudadano Cortés
Santiago y Rosa del Valle, condenados por el asesinato de Mari Luz
El PP 'ficha' al padre de Mari Luz como asesor en temas de justicia
El padre de Mari Luz estudia su paso al PP
Fuentes de la Subdelegación del Gobierno han informado a Europa Press de que los hechos se produjeron sobre las dos y media de la pasada madrugada cuando, por motivos que por el momento se desconocen, se inició una discusión entre miembros de la familia Cortés y de su mujer, Irene García, y se utilizaron escopetas de caza. Cortés y el resto de los detenidos se encuentran en las dependencias del Cuerpo Nacional de Policía de Huelva en estos momentos.
Tras la desaparición y asesinato de su hija en 2008, Juan José Cortés, recorrió el país en busca de firmas para endurecer el código penal, en concreto las penas a los pederastas. En mayo de 2008, dos meses después de que apareciera el cadáver de su hija, fue recibido por el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en La Moncloa, y éste se comprometió a revisar el código penal, una promesa que, según Cortés, "nunca se cumplió".
Juan José Cortés estuvo afiliado al PSOE, partido del que se dio de baja en 2010. Posteriormente anunció contactos con UPyD en Huelva para presentarse a las primarias de esta formación como posible candidato a la alcaldía.
Finalmente, el PP anunció queCortés sería asesor de esta formación como asesor en temas de justicia para trabajar en una reforma del Código Penal.
Entonces, Cortés explicó que pensaba realizar este trabajo sin afiliarse al partido.
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