Siempre entre las nubes hay esos huequitos de Sol que te dan valor.
Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
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Una carta de santa Teresa, Luis Junco
El libro. Con Una carta de santa Teresa, Luis Junco se descubre como uno de esos novelistas a los que la crítica y el público peninsulares no pueden dejar de prestar la más minuciosa atención.
Porque Una carta de santa Teresa resulta ser el perfecto ejemplo de que el deleite y el aprovechamiento, como exigían los clásicos, no están en absoluto reñidos. Luis Junco ha sabido unirlos admirablemente, en un libro de amplias miras, ambicioso y profundo a la par que entretenido, construido a partir de una intriga de las que atrapan y enriquecen. Aunque tiene elementos de misterio, nada tiene que ver con las planas tramas de los best-sellers esotéricos de moda; pero al tiempo, aunque refina la inteligencia y la imaginación del más exigente lector, no es una novela densa y trabajosa.
Su trama se desarrolla a finales del siglo XIX, cuando la casual llegada de un joven médico aragonés a un hermoso y tranquilo pueblecito del interior de la isla de Gran Canaria –lugar del que se convertirá en médico titular– pronto pondrá de relieve que nada es lo que parece.
Ni el azar ha gobernado la llegada del médico, ni la vida en el pueblo tiene la apacibilidad que aparentaba.
Una carta atribuida a santa Teresa de Jesús, con supuestas virtudes milagrosas y por la que diversas personas y grupos de diferentes ideologías pugnan con encono, será lo que haga emerger todo ese escondido poso de amores y odios, que, como el magma volcánico que dio lugar a la naturaleza que sirve de escenario –no inocente, por cierto– a la novela, acaba derramándose en una trama que se desarrolla de forma creciente y acelerada hasta un final sorprendente.
Porque Una carta de santa Teresa resulta ser el perfecto ejemplo de que el deleite y el aprovechamiento, como exigían los clásicos, no están en absoluto reñidos. Luis Junco ha sabido unirlos admirablemente, en un libro de amplias miras, ambicioso y profundo a la par que entretenido, construido a partir de una intriga de las que atrapan y enriquecen. Aunque tiene elementos de misterio, nada tiene que ver con las planas tramas de los best-sellers esotéricos de moda; pero al tiempo, aunque refina la inteligencia y la imaginación del más exigente lector, no es una novela densa y trabajosa.
Su trama se desarrolla a finales del siglo XIX, cuando la casual llegada de un joven médico aragonés a un hermoso y tranquilo pueblecito del interior de la isla de Gran Canaria –lugar del que se convertirá en médico titular– pronto pondrá de relieve que nada es lo que parece.
Ni el azar ha gobernado la llegada del médico, ni la vida en el pueblo tiene la apacibilidad que aparentaba.
¿Qué hacían aquel 11-S?
Paul McCartney, Matt Damon, Al Pacino, algunos de los famosos que reviven el día en que un atentado de Al Qaeda sacudió el mundo .
Paul McCartney ya se había acomodado en su asiento de primera clase del avión que lo llevaría de vuelta a Londres desde Nueva York.
El motor ya estaba en marcha y el exbeatle sentía cómo las ruedas comenzaban a rodar por el asfalto de la pista cuando la voz del piloto avisó por los altavoces: "No podemos despegar, volvemos a la base".
McCartney, extrañado, miró por la ventanilla. "Creí que era una ilusión óptica", recuerda 10 años después.
"Se veían las Torres Gemelas y tres columnas de humo saliendo de ellas. Luego, una de las azafatas se me acercó y me dijo: 'Mire, ha pasado algo realmente serio en Nueva York, y tenemos que sacarlo de aquí".
El testimonio de Paul McCartney es uno de los 11 que el portal especializado en famosos TheWrap.com ha conseguido para recordar el día más atroz de la historia reciente de Estados Unidos: el 11 de septiembre de 2001.
Un década después del atentado, el exbeatle rememora que lo llevaron a Long Island y que fue ahí, mientras veía con ansias las noticias, donde se le ocurrió montar un concierto que luchara contra el miedo que inevitablemente iba a invadir a los neoyorquinos.
Al Pacino, en cambio, vivió la tragedia en Los Ángeles. "Fue el día más terrible, el más desolador de mi vida", recuerda el actor. "La noche anterior volé a Los Ángeles, y esa mañana lo único que quería era volver a mi casa, a Nueva York.
No podía regresar, los aviones no salían, fue devastador".
A Matt Damon lo pilló en su piso de Manhattan. "Recuerdo que salía y entraba a mi apartamento y que estaba hambriento de información. Vi todo el día la CNN; necesitaba entender qué era lo que pasaba".
El actor se sorprende ahora de su reacción: "Solo recuerdo estar pegado al televisor, a pesar de que era algo que estaba pasando justo en la puerta de mi casa".
Gus Van Sant, en cambio, sí aprovechó la cercanía. El director de cine estaba en su oficina, a solo ocho calles del World Trade Center cuando oyó la primera de las explosiones. "Me di cuenta de que una de las torres estaba en llamas", recuerda. "Estábamos en el techo, mirando cómo se desplomaban los edificios. Realmente no estaba consciente del tremendo momento que estaba viviendo. Creo que eso mismo le pasó a mucha gente en los barrios cercanos. Algunos incluso continuaban trabajando".
Al más célebre bloguero de los famosos el atentado lo pilló dormido. "Me levanté, subí al techo de mi edificio en el West Village y vi el World Trade Center con un inmenso agujero. Me desplomé", cuenta Perez Hilton.
Pero tras el impacto, su primera reacción fue bastante más apegada a la realidad. "Saqué todos mis ahorros del banco y corrí al supermercado. Pensé que era el fin del mundo. No sabía qué pensar".
Paul McCartney ya se había acomodado en su asiento de primera clase del avión que lo llevaría de vuelta a Londres desde Nueva York.
El motor ya estaba en marcha y el exbeatle sentía cómo las ruedas comenzaban a rodar por el asfalto de la pista cuando la voz del piloto avisó por los altavoces: "No podemos despegar, volvemos a la base".
"Se veían las Torres Gemelas y tres columnas de humo saliendo de ellas. Luego, una de las azafatas se me acercó y me dijo: 'Mire, ha pasado algo realmente serio en Nueva York, y tenemos que sacarlo de aquí".
El testimonio de Paul McCartney es uno de los 11 que el portal especializado en famosos TheWrap.com ha conseguido para recordar el día más atroz de la historia reciente de Estados Unidos: el 11 de septiembre de 2001.
Un década después del atentado, el exbeatle rememora que lo llevaron a Long Island y que fue ahí, mientras veía con ansias las noticias, donde se le ocurrió montar un concierto que luchara contra el miedo que inevitablemente iba a invadir a los neoyorquinos.
Al Pacino, en cambio, vivió la tragedia en Los Ángeles. "Fue el día más terrible, el más desolador de mi vida", recuerda el actor. "La noche anterior volé a Los Ángeles, y esa mañana lo único que quería era volver a mi casa, a Nueva York.
No podía regresar, los aviones no salían, fue devastador".
A Matt Damon lo pilló en su piso de Manhattan. "Recuerdo que salía y entraba a mi apartamento y que estaba hambriento de información. Vi todo el día la CNN; necesitaba entender qué era lo que pasaba".
El actor se sorprende ahora de su reacción: "Solo recuerdo estar pegado al televisor, a pesar de que era algo que estaba pasando justo en la puerta de mi casa".
Gus Van Sant, en cambio, sí aprovechó la cercanía. El director de cine estaba en su oficina, a solo ocho calles del World Trade Center cuando oyó la primera de las explosiones. "Me di cuenta de que una de las torres estaba en llamas", recuerda. "Estábamos en el techo, mirando cómo se desplomaban los edificios. Realmente no estaba consciente del tremendo momento que estaba viviendo. Creo que eso mismo le pasó a mucha gente en los barrios cercanos. Algunos incluso continuaban trabajando".
Al más célebre bloguero de los famosos el atentado lo pilló dormido. "Me levanté, subí al techo de mi edificio en el West Village y vi el World Trade Center con un inmenso agujero. Me desplomé", cuenta Perez Hilton.
Pero tras el impacto, su primera reacción fue bastante más apegada a la realidad. "Saqué todos mis ahorros del banco y corrí al supermercado. Pensé que era el fin del mundo. No sabía qué pensar".
El misterio de la fortuna menguante de Amy Winehouse
La cantante, que en 2008 era una de las artistas mejor pagadas del mundo, dejó poco más de dos millones de euros al morir .
A pesar de que en el punto álgido de su carrera fue considerada como una de las artistas jóvenes que más dinero había ganado, al momento de morir, Amy Winehouse contaba apenas con dos millones de libras (poco más de dos millones de euros).
La autopsia no aclara la muerte de Winehouse
Sin rastro de sustancias ilegales en los restos mortales de Amy Winehouse
La cantante británica Amy Winehouse, encontrada muerta en su apartamento de Londres
Ron, tabaco y flores en memoria de Winehouse
Las cuentas de las dos empresas que poseía la cantante británica fueron publicadas el lunes.
En ellas se puede ver que Cherry Westfield reportó en noviembre del año pasado 2.293.731 de euros, mientras que CW Touring fue valorada en apenas 9.188 euros.
De esas cifras se deduce que la fortuna de Winehouse menguó de forma drástica entre 2008 y el momento de su muerte.
La lista en que The Sunday Times menciona a los más ricos del mundo la señalaba hace tres años como poseedora de un patrimonio de unos 10 millones y medio de euros.
Una fuente cercana a la cantante ha declarado a The Daily Star que Winehouse gastaba miles y miles de libras en drogas y alcohol.
"A pesar de todo el dinero que malgastaba en sus vicios, todavía era una joven millonaria", dice. "Si hubiera solventado sus problemas con el alcohol, lo más seguro es que hubiera vivido una vida sin complicaciones económicas.
Es una pena que nunca tuvo la oportunidad de disfrutar la fortuna que amasó trabajando muy duro".
En enero de 2009, la cantante le pidió a su padre que se hiciera cargo de sus bienes.
Tras su muerte, el 23 de julio de este año, Mitch Winehouse anunció que tenía pensado crear una fundación con su nombre.
A pesar de que en el punto álgido de su carrera fue considerada como una de las artistas jóvenes que más dinero había ganado, al momento de morir, Amy Winehouse contaba apenas con dos millones de libras (poco más de dos millones de euros).
La autopsia no aclara la muerte de Winehouse
Sin rastro de sustancias ilegales en los restos mortales de Amy Winehouse
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Ron, tabaco y flores en memoria de Winehouse
Las cuentas de las dos empresas que poseía la cantante británica fueron publicadas el lunes.
En ellas se puede ver que Cherry Westfield reportó en noviembre del año pasado 2.293.731 de euros, mientras que CW Touring fue valorada en apenas 9.188 euros.
De esas cifras se deduce que la fortuna de Winehouse menguó de forma drástica entre 2008 y el momento de su muerte.
La lista en que The Sunday Times menciona a los más ricos del mundo la señalaba hace tres años como poseedora de un patrimonio de unos 10 millones y medio de euros.
Una fuente cercana a la cantante ha declarado a The Daily Star que Winehouse gastaba miles y miles de libras en drogas y alcohol.
"A pesar de todo el dinero que malgastaba en sus vicios, todavía era una joven millonaria", dice. "Si hubiera solventado sus problemas con el alcohol, lo más seguro es que hubiera vivido una vida sin complicaciones económicas.
Es una pena que nunca tuvo la oportunidad de disfrutar la fortuna que amasó trabajando muy duro".
En enero de 2009, la cantante le pidió a su padre que se hiciera cargo de sus bienes.
Tras su muerte, el 23 de julio de este año, Mitch Winehouse anunció que tenía pensado crear una fundación con su nombre.
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