Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

23 jun 2011

La isla de los amores infinitos

La isla de los amores infinitos

La isla de los amores infinitos

Daína Chaviano








La isla de los amores infinitos de Daína Chaviano:

Tres familias de orígenes y culturas dispares protagonizan esta apasionante saga de emigrantes que recalan en Cuba y cuyos destinos a lo largo de más de 150 años correrán parejos con los de la bella isla.
Desde el Miami actual, la historia retrocede hasta 1856, cuando entran en contacto los personajes, procedentes de China, España y África, y surge el amor, que hallará una mágica continuidad un siglo más tarde.
Una hermosa historia de esperanzas y sueños rotos, de nostalgia, exilio y amores unidos por el destino.

Esta novela ha ganado la Medalla de Oro en el certamen Florida Book Awards 2007 (Estados Unidos), en la categoría Mejor Libro en Lengua Española y sus derechos de traducción se han vendido a 19 idiomas.

La chica mecánica Paolo Bacigalupi

La chica mecánica


Paolo Bacigalupi

La mejor novela de ciencia ficción que se ha escrito en los últimos años.



Anderson Lake es uno de los pocos occidentales que ha obtenido permiso de trabajo y residencia en Tailandia.
Sin embargo, la fábrica que dirige es una tapadera: su misión es descubrir la reserva de semillas no modificadas de plantas desaparecidas hace muchos años en el resto del planeta, que misteriosamente se han conservado en el aislado reino asiático, y entregarla a la multinacional biotecnológica para la cual realmente trabaja.

No, 'bwanas' MARUJA TORRES

Cumplir las recetas, hacer los deberes, respetar los plazos...
No me extraña que la calle esté mostrando el hartazgo que tales cantinelas tutoriales producen en parte de la ciudadanía, joven o no tanto.
Hay otra frase que últimamente se pronuncia a menudo: "Hay que respetar las instituciones", afirman en las tertulias afamados economistas que nunca la vieron venir pero que siguen cobrando por aconsejarnos.






Instituciones. La pena de muerte era en Europa toda una institución, por no hablar de la guillotina y el garrote vil.
Hasta que ya no lo fue.
 Mi ejemplo bien puede calificarse de extremo.
 Pero es que creo que las recetas para la crisis de esa sacra institución de nuestros días, el Fondo Monetario Internacional -cuyo funcionario más progresista saltaba como un mono de la ducha al acoso del servicio-, se han revelado no solo erradas sino crueles.
Al menos, la guillotina mataba de un solo tajo y de uno en uno a los ciudadanos.
 El FMI y su sistema de préstamos con usura al corto plazo decapitan la esperanza de pueblos enteros y convierten el presente en una entelequia cuyo único lugar habitable, real y posible es, insisto, la calle.




Todo esto se produce mientras campeones de otras grandes instituciones -los bancos- también nos exhortan a portarnos bien.
El desapacible señor Fernández Ordóñez insiste en que va mejor, pero no es bastante; y Francisco González, ese pobre paria del BBVA, al tiempo que afirma en México su disposición a invertir 2.000 millones de euros en aquel país, explica que las reformas del señor Zapatero no han llegado a buen camino, porque como es socialista no cree en ellas.



Hartos de tanto sabio, de tanto memo grande solo en ambiciones, y de tanto adalid de la única institución a la que sirven: el capitalismo gore, cuyo medio es nuestro fin.

Nunca acabar DAVID TRUEBA

 Termina la miniserie dedicada a la vida de Isabel Pantoja.
El género, tan querido por nuestros programadores, del biopic, contracción de biografía y picture, suele ser tan profundo como la conversación de un ascensor y tan riguroso como la valoración sobre un árbitro tras ver perder a tu equipo de penalti.
Pero quizá el caso particular de Isabel Pantoja ha encerrado una injusticia que no podemos dejar pasar por alto.






Isabel Pantoja no se merece una miniserie de dos episodios.
Si las televisiones fueran justas, a la Pantoja tendrían que dedicarle un serial que durara décadas.
 Para compensar todo lo que la Pantoja ha dado a las televisiones de este país haría falta que se construyera un monumento audiovisual de capítulos y capítulos. ¿O ya se ha hecho? La racanería de embutir en dos episodios tanta vida, tanta pasión, tanto altibajo no puede provocar más que una sensación de precipitación, algo así como reducir el océano Atlántico a una palangana de agua con sal.






Por más que al terminar la ficción la cadena haya recurrido a la realidad, con programas informativos de complemento, el espectador español sabe que solo colocarle un canal de 24 horas haría justicia a la relevancia que los medios han concedido a su persona, alzándola como el ser humano más importante de la España del cambio de siglo.
 Ha regalado música, duelo y balances contables de enorme emoción en una oda a la disfuncionalidad.
En la ficción, el "momento ascensor" donde se conocieron el torero Paquirri y la joven tonadillera apenas ocupa un par de minutos.
La madre de ella, Ana, elevada a personaje mítico sabiamente por la serie, es testigo feliz de ese diálogo maravilloso y brillante que arranca la pasión entre ambos: "Gracias", dice ella al bajarse del ascensor.
 "Las que tú tienes", contesta él.




Este retrato recurre a la intimidad pero no para mostrarla depilándose ni en la ducha, sino en escenarios más asequibles para la producción.
Reducir la pantojidad a una miniserie de dos episodios es como meter en un tuit La Odisea.
Información, debate, reporterismo, crónica, adivinación, juicio, ficción y autoficción, todo eso durante años y años, aún nos acompañará en este cuento de nunca acabar retransmitido por casi todas las frecuencias de nuestro televisor.