A todo Napoleón le llega su Waterpolo. Il Cavaliere debe estar meditando sobre la vigencia del sabio desliz popular.
En un informe sobre Italia, en The Economist, todavía se preguntan si Berlusconi es el síntoma o la causa.
Tiene cara de ser las dos cosas y muchas más.
De metáfora, de sinécdoque, de aliteración, de elipsis e incluso de sinalefa.
Es una característica de la Era de la Incertidumbre.
A los jerarcas, en general, se les ha puesto un rostro bicéfalo de casualidad y causalidad, esa mezcla de asombro y mosqueo ante una realidad indócil.
Lo hemos visto estos días en España.
Esa rara unanimidad para intentar satanizar la protesta de los indignados con el estigma de kale borroka, confundiendo adrede el todo pacífico con un grupo aislado de huevones. Había un cierto regusto en la acusación: ¡Por fin los pillamos! Pero en ninguna cámara de representación se han debatido las demandas que atañen muy directamente a esta democracia anquilosada: limitación de mandatos, listas abiertas, financiación de partidos, blindaje a la corrupción y una auténtica ley de transparencia pública.
En el ágora griego, el heraldo que abría la asamblea preguntaba: "¿Quién quiere tomar la palabra por la ciudad?".
Aquí, la iniciativa legislativa popular ha sido siempre amputada.
Tampoco nosotros queremos nucleares, pero se nos imponen.
En medio de la penumbra europea, los referendos en Italia tienen el efecto de la reaparición de las luciérnagas.
En un artículo premonitorio, a principios de los setenta, Pasolini denunció "la desaparición de las luciérnagas".
La contaminación estaba acabando con ellas y eso tenía también un significado político. A propósito de fauna, en España ha aumentando mucho la presencia del jabalí.
Unos campesinos me explican que el único método efectivo para ahuyentarlo de los campos de maíz es la colocación por la noche de aparatos de radio a todo volumen y a la hora de las tertulias. ¿De qué huirán los jabalíes?
18 jun 2011
Saramago regresa a Lisboa
En el primer aniversario de la muerte del escritor, Pilar del Río, su compañera durante los últimos 24 años, deposita la urna con sus cenizas en la Casa dos Bicos .
Las cenizas de José Saramago, premio Nobel de Literatura 1998, reposan desde hoy en Lisboa.
Al cumplirse el primer aniversario de la muerte del escritor, Pilar del Río, su compañera durante los últimos 24 años, ha depositado la urna bajo un olivo trasplantado de Azinhaga, pueblo natal del novelista, frente a la que será sede de la Fundación José Saramago, en la emblemática Casa dos Bicos, junto al río Tajo.
Ha sido un acto sencillo, emotivo y simbólico, en el que Violante, la hija del escritor, ha colocado junto a las cenizas un ejemplar del libro Palabras para José Saramago, editado para la ocasión, y que el alcalde de la ciudad, António Costa, ha cubierto con tierra de Lanzarote, donde Saramago vivió desde 1993.
Gabriela Canavilhas, ministra de Cultura del Gobierno saliente, intelectuales, familiares y amigos han estado en la última despedida. Y también, varios líderes del Partido Comunista, al que Saramago estuvo afiliado hasta su muerte.
Una novela sobre la humanidad
¿Los ateos reflejan mejor la idea de Dios?
Saramago cuestiona la democracia y el Dios de la Biblia en dos polémicas novelas
'El viaje del elefante' y 'El hombre duplicado' de Saramago, con EL PAÍS
Fin de semana de luto nacional en Portugal
El profesor y barítono Jorge Vaz de Carvalho ha leído algunos fragmentos deliciosos de Palabras para una ciudad, como el que afirma que "Basta que Lisboa sea lo que tiene que ser: culta, moderna, limpia, organizada, sin perder nada de su alma. Y si todas estas bondades acabaran por hacer de ella una reina, pues que así sea. En la república que somos siempre serán bienvenidas reinas así".
La escritora Lídia Jorge ha recordado "las miles de páginas" que Saramago escribió "sobre la utopía", y ha pedido que el rincón con el olivo y un banco con vista al río, sea un lugar de parada de aquellos que tienen prisa.
Como soñó el escritor, que no pudo ver inaugurado su despacho en la Casa dos Bicos.
El alcalde de Lisboa, ha destacado la combinación del olivo de Azinhaga, donde nació, y la tierra de Lanzarote, "donde pensó y escribió".
A un año de su muerte, Saramago es recordado estos días en numerosos rincones del mundo.
Lisboa, Madrid, México, Italia.
Mañana, el Centro Cultural de Belem, en la capital portuguesa, presentará el espectáculo Las siete últimas palabras de Cristo, con música de Joseph Haydn, interpretada por la Orquesta Sinfónica Portuguesa, y textos del escritor.
"Ha sido un año sin José, pero ha sido un año con Saramago", ha dicho Pilar del Río, al recordar los numerosos actos, conferencias y recuerdos sobre el gran escritor portugués, que ha vuelto para siempre a su tierra.
Las cenizas de José Saramago, premio Nobel de Literatura 1998, reposan desde hoy en Lisboa.
Al cumplirse el primer aniversario de la muerte del escritor, Pilar del Río, su compañera durante los últimos 24 años, ha depositado la urna bajo un olivo trasplantado de Azinhaga, pueblo natal del novelista, frente a la que será sede de la Fundación José Saramago, en la emblemática Casa dos Bicos, junto al río Tajo.
Ha sido un acto sencillo, emotivo y simbólico, en el que Violante, la hija del escritor, ha colocado junto a las cenizas un ejemplar del libro Palabras para José Saramago, editado para la ocasión, y que el alcalde de la ciudad, António Costa, ha cubierto con tierra de Lanzarote, donde Saramago vivió desde 1993.
Gabriela Canavilhas, ministra de Cultura del Gobierno saliente, intelectuales, familiares y amigos han estado en la última despedida. Y también, varios líderes del Partido Comunista, al que Saramago estuvo afiliado hasta su muerte.
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El profesor y barítono Jorge Vaz de Carvalho ha leído algunos fragmentos deliciosos de Palabras para una ciudad, como el que afirma que "Basta que Lisboa sea lo que tiene que ser: culta, moderna, limpia, organizada, sin perder nada de su alma. Y si todas estas bondades acabaran por hacer de ella una reina, pues que así sea. En la república que somos siempre serán bienvenidas reinas así".
La escritora Lídia Jorge ha recordado "las miles de páginas" que Saramago escribió "sobre la utopía", y ha pedido que el rincón con el olivo y un banco con vista al río, sea un lugar de parada de aquellos que tienen prisa.
Como soñó el escritor, que no pudo ver inaugurado su despacho en la Casa dos Bicos.
El alcalde de Lisboa, ha destacado la combinación del olivo de Azinhaga, donde nació, y la tierra de Lanzarote, "donde pensó y escribió".
A un año de su muerte, Saramago es recordado estos días en numerosos rincones del mundo.
Lisboa, Madrid, México, Italia.
Mañana, el Centro Cultural de Belem, en la capital portuguesa, presentará el espectáculo Las siete últimas palabras de Cristo, con música de Joseph Haydn, interpretada por la Orquesta Sinfónica Portuguesa, y textos del escritor.
"Ha sido un año sin José, pero ha sido un año con Saramago", ha dicho Pilar del Río, al recordar los numerosos actos, conferencias y recuerdos sobre el gran escritor portugués, que ha vuelto para siempre a su tierra.
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