Kodama y el inesperado estudiante de árabe
Se sabe poco de la intimidad de Borges, y, menos aún, de la de sus días finales. La viuda, María Kodama, aprovechó estos días su presencia en Casa América para desvelar a una legión de fieles lectores borgianos algunos detalles poco conocidos de la coda vital del que fue su marido. "Para Borges la intimidad era sagrada, él se autodenominaba como un caballero del siglo XIX. Y fue ese pudor lo que le llevó a querer morir en Ginebra. No quería ver su agonía empapelando su ciudad [Buenos Aires]", relató Kodama.
Como prueba de su insaciable y legendario apetito intelectual, Kodama recordó que el escritor "pasó sus últimos días estudiando árabe". "Él quería que continuáramos nuestros estudios del japonés, pero no encontré ningún profesor a domicilio.
Buscando al japonés vi el anuncio de un egipcio de Alejandría que enseñaba árabe.
A Borges le animó la idea. Le llamé sin más, sin reparar en que eran las once de la noche, que en Suiza es como las cuatro de la madrugada en el resto del mundo, y le di todo tipo de explicaciones porque no podía tener un no por respuesta.
Yo estaba desesperada.
Le cité el fin de semana en el hotel. Cuando le abrí la puerta y vio a Borges se puso a llorar. '¿Pero por qué no me lo dijo?', me preguntó entre sollozos. 'He leído toda la obra de Borges en egipcio'.
Yo no le dije nada porque quería que fuera el destino el que decidiera, no quería decirle que las clases eran para Borges, prefería que pensara que yo era solo una señora loca. Aquel profesor le dedicó horas bellísimas en los últimos días de Borges, dibujando en su mano las preciosas letras del alfabeto árabe.
Bebíamos té, hablábamos. Lo pasamos divino".
Borges murió un 14 de junio de hace 25 años. Y ahora sabemos que entre todos los saberes que se extinguieron con él se contaba también un incipiente conocimiento de árabe.
11 jun 2011
Borges se agranda después de Borges
En el 25º aniversario de su muerte, la obra del escritor mantiene su plena vigencia - Un seminario y una batería de novedades literarias celebran su perenne influencia .
La muerte en Ginebra, hace ahora 25 años, del escritor argentino Jorge Luis Borges despojó a la literatura hispanoamericana probablemente de su más célebre icono. Su popularidad y ascendente contaban entonces con pocos rivales.
Curiosamente, el tiempo ha jugado en su favor. Y hoy, cuando se reedita en España buena parte de sus libros, su obra sigue siendo un faro que ilumina a las nuevas generaciones.
Su manera de escribir, tanto como su manera de leer, su audacia a la hora de borrar las fronteras entre los géneros, de hacer poemas-ensayos, cuentos-poemas o ensayos-cuentos, en definitiva de pasar por alto la dicotomía ficción-no ficción, le convirtieron en un profeta del devenir de la literatura moderna.
Kodama y el inesperado estudiante de árabe
Borges murió el 14 de junio de 1986, a los 86 años. No fue una casualidad ir a Ginebra para morir, una ciudad con la que tenía lazos de la infancia.
Borges no quiso volver a Buenos Aires ante el temor de que su agonía se convirtiera en un espectáculo nacional.
La idea le aterró de tal manera que cuando supo que estaba enfermo de cáncer, durante una gira por Italia, le pidió por favor a su mujer, María Kodama, que no dijera nada y que volaran a la ciudad suiza.
Ya allí le comunicó su intención de quedarse hasta el final. Sin embargo, su recta final no fue la de hombre resignado.
Durante los meses que pasó esperando a la muerte se dedicó a estudiar árabe. Así ha recordado aquellos días su viuda durante un homenaje al escritor celebrado en la Casa de América de Madrid. También participaron, entre otros, los escritores Ricardo Piglia y Alberto Manguel, el poeta Luis García Montero, el biógrafo de Borges Marcos Ricardo Barnatán y el crítico Ignacio Echevarría.
Borges fue un escritor enormemente mediático, probablemente uno de los primeros en convertirse en una celebridad literaria, pero su fama nunca se correspondió en número de lectores. "Esa era una sensación que él ya tenía y que por desgracia quedó corroborada después de su muerte", afirma Kodama. Entre las estrategias comerciales para ganar lectores de Borges está la compra hace un año por parte de Random House Mondadori de los derechos de los 54 libros de su obra. Siempre editado en España por Emecé y Alianza, Borges pasaba así, en bloque, a otras manos después de una negociación capitaneada por Andy Wylie El Chacal, su agente.
"Tenemos también los derechos digitales, y eso en Borges será muy importante", señala un directivo de Random House que niega que Borges no se lea: "Se vende mucho, sobre todo dos o tres obras suyas".
Mientras en Argentina se ha optado por lanzar las obras completas y la edición de bolsillo, en España, de momento, se han editado los cuentos completos y la poesía completa (ambas en Lumen) y, en Debolsillo, Historia universal de la infamia, Ficciones, El Aleph, El libro de arena, Historia de la eternidad y, en un solo volumen, Inquisiciones y Otras inquisiciones.
En otoño, se sumarán Miscelánea, y en un estuche de tres volúmenes Textos recobrados.
Paralelamente, otras editoriales se han sumado a esta ola de reediciones a su manera. Nórdica con Kafka Borges, una edición ilustrada tipográficamente que incluye varios relatos de Borges para los que Kodama dio los derechos o, en Alfaguara, Cuentos memorables según Jorge Luis Borges, una antología inspirada en una entrevista del escritor.
Pero la voz de Borges va más allá del propio Borges. Escritor de escritores, solo entre las novedades de los últimos tiempos se encuentra Help a él (Periférica), esa precuela de El Aleph del recientemente fallecido Roberto Fogwill, escritor que podría presentarse como la Némesis del propio Borges, o El hacedor de Borges. Remake, de Agustín Fernández Mallo (Alfaguara). Para el líder de la llamada generación nocilla, Borges es "el grado cero de la literatura". "En él se concentra toda la literatura anterior, lanzando una nueva literatura que llega a nuestros días.
Tiene vida. Por su carácter poliédrico, sugerente. Puede ser estudiado desde las matemáticas, la astrología, la semiótica. Leí El hacedor con 18 años y me abrió un mundo desconocido".
"Fue muy útil para nosotros el modo en que se resistió al estereotipo sobre qué tipo de escritor era", afirma Ricardo Piglia.
"Era muy latinoamericano y muy poco latinoamericano a la vez. ¿Borges cuentista, Borges poeta, Borges lector? Es lo mismo, aunque lo dividamos para entendernos. Avanzó en algo que mezcla ficción y autobiografía, eso que ahora se encuentra en Magris o Sebald o en muchos otros y que él lo hizo ya en los años cuarenta".
Es lo que Alberto Manguel denomina AdB y DbB. "Existe la Literatura Antes de Borges y la Literatura Después de Borges.
Borges creó su obra a medida que la iba leyendo e iba leyendo a medida que creaba su obra. Dio el poder al lector, el poder de decir qué es lo que estamos leyendo".
La muerte en Ginebra, hace ahora 25 años, del escritor argentino Jorge Luis Borges despojó a la literatura hispanoamericana probablemente de su más célebre icono. Su popularidad y ascendente contaban entonces con pocos rivales.
Curiosamente, el tiempo ha jugado en su favor. Y hoy, cuando se reedita en España buena parte de sus libros, su obra sigue siendo un faro que ilumina a las nuevas generaciones.
Su manera de escribir, tanto como su manera de leer, su audacia a la hora de borrar las fronteras entre los géneros, de hacer poemas-ensayos, cuentos-poemas o ensayos-cuentos, en definitiva de pasar por alto la dicotomía ficción-no ficción, le convirtieron en un profeta del devenir de la literatura moderna.
Kodama y el inesperado estudiante de árabe
Borges murió el 14 de junio de 1986, a los 86 años. No fue una casualidad ir a Ginebra para morir, una ciudad con la que tenía lazos de la infancia.
Borges no quiso volver a Buenos Aires ante el temor de que su agonía se convirtiera en un espectáculo nacional.
La idea le aterró de tal manera que cuando supo que estaba enfermo de cáncer, durante una gira por Italia, le pidió por favor a su mujer, María Kodama, que no dijera nada y que volaran a la ciudad suiza.
Ya allí le comunicó su intención de quedarse hasta el final. Sin embargo, su recta final no fue la de hombre resignado.
Durante los meses que pasó esperando a la muerte se dedicó a estudiar árabe. Así ha recordado aquellos días su viuda durante un homenaje al escritor celebrado en la Casa de América de Madrid. También participaron, entre otros, los escritores Ricardo Piglia y Alberto Manguel, el poeta Luis García Montero, el biógrafo de Borges Marcos Ricardo Barnatán y el crítico Ignacio Echevarría.
Borges fue un escritor enormemente mediático, probablemente uno de los primeros en convertirse en una celebridad literaria, pero su fama nunca se correspondió en número de lectores. "Esa era una sensación que él ya tenía y que por desgracia quedó corroborada después de su muerte", afirma Kodama. Entre las estrategias comerciales para ganar lectores de Borges está la compra hace un año por parte de Random House Mondadori de los derechos de los 54 libros de su obra. Siempre editado en España por Emecé y Alianza, Borges pasaba así, en bloque, a otras manos después de una negociación capitaneada por Andy Wylie El Chacal, su agente.
"Tenemos también los derechos digitales, y eso en Borges será muy importante", señala un directivo de Random House que niega que Borges no se lea: "Se vende mucho, sobre todo dos o tres obras suyas".
Mientras en Argentina se ha optado por lanzar las obras completas y la edición de bolsillo, en España, de momento, se han editado los cuentos completos y la poesía completa (ambas en Lumen) y, en Debolsillo, Historia universal de la infamia, Ficciones, El Aleph, El libro de arena, Historia de la eternidad y, en un solo volumen, Inquisiciones y Otras inquisiciones.
En otoño, se sumarán Miscelánea, y en un estuche de tres volúmenes Textos recobrados.
Paralelamente, otras editoriales se han sumado a esta ola de reediciones a su manera. Nórdica con Kafka Borges, una edición ilustrada tipográficamente que incluye varios relatos de Borges para los que Kodama dio los derechos o, en Alfaguara, Cuentos memorables según Jorge Luis Borges, una antología inspirada en una entrevista del escritor.
Pero la voz de Borges va más allá del propio Borges. Escritor de escritores, solo entre las novedades de los últimos tiempos se encuentra Help a él (Periférica), esa precuela de El Aleph del recientemente fallecido Roberto Fogwill, escritor que podría presentarse como la Némesis del propio Borges, o El hacedor de Borges. Remake, de Agustín Fernández Mallo (Alfaguara). Para el líder de la llamada generación nocilla, Borges es "el grado cero de la literatura". "En él se concentra toda la literatura anterior, lanzando una nueva literatura que llega a nuestros días.
Tiene vida. Por su carácter poliédrico, sugerente. Puede ser estudiado desde las matemáticas, la astrología, la semiótica. Leí El hacedor con 18 años y me abrió un mundo desconocido".
"Fue muy útil para nosotros el modo en que se resistió al estereotipo sobre qué tipo de escritor era", afirma Ricardo Piglia.
"Era muy latinoamericano y muy poco latinoamericano a la vez. ¿Borges cuentista, Borges poeta, Borges lector? Es lo mismo, aunque lo dividamos para entendernos. Avanzó en algo que mezcla ficción y autobiografía, eso que ahora se encuentra en Magris o Sebald o en muchos otros y que él lo hizo ya en los años cuarenta".
Es lo que Alberto Manguel denomina AdB y DbB. "Existe la Literatura Antes de Borges y la Literatura Después de Borges.
Borges creó su obra a medida que la iba leyendo e iba leyendo a medida que creaba su obra. Dio el poder al lector, el poder de decir qué es lo que estamos leyendo".
Cruz y cara MANUEL RIVAS
Aquel crucifijo me acompañó durante años.
El de la escuela.
Detrás del maestro, en el centro iconográfico, el retrato de El Generalísimo, imbuido de poder presencial, con capa de gran cuello de piel y un bastón de mando. Arriba, el Cristo en la cruz.
Cuando evitabas la cara del instructor, te encontrabas con las dos imágenes.
La de un césar victorioso, intemporal e incluso alto, tal como lo había fotografiado Ángel Jalón, en 1944.
Y la del Ecce Homo, un cuerpo desnudo y torturado, con esa verdad dura, táctil, que el bronce transmite a la mirada.
¿Qué relación había entre aquellos iconos? La mente infantil, de forma inconsciente, establecía un nexo causal entre la fría jactancia de uno y el tormento del otro.
Una parecida perturbación era la que sentía cuando acompañaba a mi madre a la procesión del Crucificado, en Semana Santa.
Había tal voluntad de estilo en la representación que rayaba el encarnizamiento.
Cristo arrastraba la cruz en la intemperie lluviosa, escoltado por siniestros enmascarados. Un filme de serie negra con banda sonora de tambores redoblantes.
Más que compasión, sentías pánico. ¡Otra vez lo van a matar! Somos lo que recordamos. Y lo que olvidamos. Ahora soy yo el que busca imágenes del Ecce Homo.
La figura de Cristo reventó el relato literario y el arte del retrato.
La multitud escupe al héroe.
El Rey de Reyes es tratado como una piltrafa.
Y ultrapasa la pena que más aterroriza a los mortales: ser abandonado por todos.
La Ascensión le salvó del comercio y las guerras de reliquias.
Pero aun así hubo grandes disputas por la posesión del palo, o astillas, de la Santa Cruz y de las espinas de la corona.
Hay 600 lugares en el mundo que aseguran poseer una de esas sagradas púas.
Si aparece la 601, no me sorprendería que fuese un día de estos en las Cortes valencianas.
El de la escuela.
Detrás del maestro, en el centro iconográfico, el retrato de El Generalísimo, imbuido de poder presencial, con capa de gran cuello de piel y un bastón de mando. Arriba, el Cristo en la cruz.
Cuando evitabas la cara del instructor, te encontrabas con las dos imágenes.
La de un césar victorioso, intemporal e incluso alto, tal como lo había fotografiado Ángel Jalón, en 1944.
Y la del Ecce Homo, un cuerpo desnudo y torturado, con esa verdad dura, táctil, que el bronce transmite a la mirada.
¿Qué relación había entre aquellos iconos? La mente infantil, de forma inconsciente, establecía un nexo causal entre la fría jactancia de uno y el tormento del otro.
Una parecida perturbación era la que sentía cuando acompañaba a mi madre a la procesión del Crucificado, en Semana Santa.
Había tal voluntad de estilo en la representación que rayaba el encarnizamiento.
Cristo arrastraba la cruz en la intemperie lluviosa, escoltado por siniestros enmascarados. Un filme de serie negra con banda sonora de tambores redoblantes.
Más que compasión, sentías pánico. ¡Otra vez lo van a matar! Somos lo que recordamos. Y lo que olvidamos. Ahora soy yo el que busca imágenes del Ecce Homo.
La figura de Cristo reventó el relato literario y el arte del retrato.
La multitud escupe al héroe.
El Rey de Reyes es tratado como una piltrafa.
Y ultrapasa la pena que más aterroriza a los mortales: ser abandonado por todos.
La Ascensión le salvó del comercio y las guerras de reliquias.
Pero aun así hubo grandes disputas por la posesión del palo, o astillas, de la Santa Cruz y de las espinas de la corona.
Hay 600 lugares en el mundo que aseguran poseer una de esas sagradas púas.
Si aparece la 601, no me sorprendería que fuese un día de estos en las Cortes valencianas.
10 jun 2011
Z (película)
Jorge Semprún pertenecía a una familia de clase alta. Por parte de su madre, Susana Maura Gamazo (muerta en 1931), era nieto del político conservador Antonio Maura, cinco veces Presidente del Gobierno durante el reinado de Alfonso XIII. Su padre fue el intelectual republicano José María Semprún y Gurrea, profesor y jurista, gobernador civil de provincia al comienzo de la República.
Por la rama paterna era sobrino-nieto del que fuera alcalde de Madrid y Valladolid Manuel de Semprún y Pombo, del que fuera senador del Reino José María de Semprún y Pombo y de la hermana de los anteriores, Clotilde de Semprún y Pombo (condesa de Cabarrús y vizcondesa de Rambouillet por matrimonio con Cipriano Fernández de Angulo y de Cabarrús).
Era, por tanto, bisnieto del que fuera senador electo y vitalicio, así como vicecónsul de Portugal, José María de Semprún y Álvarez de Velasco (casado con Carmen Pombo Fernández de Bustamante), sobrino-tataranieto de Juan Pombo Conejo (I Marqués de Casa-Pombo) y primo-segundo del que fuera alcalde de Valladolid entre los años 1957–1961 José Luis Gutiérrez de Semprún.
En 1939, después de la Guerra Civil Española, pasada en La Haya, donde su padre era Embajador de España, su familia se trasladó a París, donde, desde 1941, Jorge cursó estudios de Filosofía en la Universidad de La Sorbona.
Durante la Segunda Guerra Mundial, ocupada Francia por la Alemania nazi, combatió entre los partisanos de la Resistencia, como muchos otros españoles refugiados en Francia después de la Guerra Civil. Se afilió en 1942 al Partido Comunista de España (PCE). En 1943, tras ser denunciado, fue detenido, torturado y posteriormente deportado al campo de concentración de Buchenwald, estancia que marcaría su posterior experiencia literaria y política.[1] De hecho, recogerá en varios de sus libros su trabajo en la administración del campo. Tras su liberación, fue recibido como un héroe en París, donde fijó su residencia.
Su paso por Buchenwald ha sido objeto de una cierta controversia. Su hermano Carlos Semprún Maura, con el que mantuvo una relación difícil a lo largo de su vida, llegó a acusarle de haber sido kapo (kamaraden polizei), como se llamaba a los presos que colaboraban con las autoridades. Esta acusación no está corroborada por ninguna fuente fiable. Stéphane Hessel, que estuvo en Buchenwald, critica la falta de solidaridad de los comunistas del campo con otros presos, pero no hace la menor alusión a que Semprún fuese kapo.[2]
Desde 1945 hasta 1952 trabajó para la UNESCO; en 1952, empezó a trabajar permanentemente para el PCE, llegando a formar parte del Comité Central desde 1954 y del Comité Ejecutivo desde 1956. Dentro del partido, realizó una intensa actividad clandestina en España bajo el alias de Federico Sánchez (entre otros[3] ). Pero tuvo también un papel en la dirección del partido: en 1959 estuvo en Uspenskoye (URSS), con la delegación informada en primer lugar de la dimisión de Dolores Ibárruri (publicada en 1960). En 1962, fue retirado de la actividad clandestina por Santiago Carrillo y sustituido por Julián Grimau.
En 1964 fue expulsado del partido junto con Fernando Claudín por divergencias con respecto a la línea oficial. En 1966, pidió y obtuvo del Ministerio de Gobernación español (el equivalente al actual Ministerio de Interior), a pesar de algunas reticencias de los franquistas, un pasaporte con su nombre oficial. Desde este momento, su actividad se centró en su carrera literaria. Su renuncia coincidió con la publicación en 1963 de El largo viaje, un libro comenzado en Madrid en el período de la clandestinidad (durante una semana de total inactividad por precaución).
No volvería a participar activamente en política hasta que, entre 1988 y 1991, fue nombrado Ministro de Cultura en el gobierno socialista de Felipe González. Inicialmente su nombramiento fue muy criticado, ya que no vivía en España y se dijo que desconocía totalmente el panorama cultural y político del país en que iba a ser ministro. Su estancia en el cargo estuvo marcada por el enfrentamiento con Alfonso Guerra, vicepresidente del gobierno y vicesecretario general del PSOE, tal y como recoge en Federico Sánchez se despide de ustedes.
Contrajo nupcias en 1949 con la actriz Loleh Bellon (de este matrimonio nació Jaime Semprún en 1947, también escritor, fallecido en agosto de 2010) y en segundas nupcias en 1958 con Colette Leloup (padres de Dominique, Ricardo, Pilar, Juan y Pablo).[4]
Falleció en París el 7 de junio de 2011, a los 87 años.[5] [6]
Toda su obra escrita, ya novelas u obras autobiográficas, está fuertemente influida por sus peripecias vitales, en particular su paso por el campo de concentración de Buchenwald (El largo viaje, La escritura o la vida, Aquel domingo, Viviré con su nombre, morirá con el mío). Su expulsión del Partido Comunista queda reflejada en Autobiografía de Federico Sánchez, mientras que Federico Sánchez se despide de ustedes narra el período, entre 1988 y 1991, en que fue Ministro de Cultura en el gobierno de Felipe González.
Hasta 2003, todas sus obras de ficción habían sido escritas en francés, sólo utilizando el castellano para algunos de sus libros biográficos. En dicho año, se publica la primera novela de Semprún escrita originalmente en castellano, Veinte años y un día.
Ha recibido múltiples premios internacionales (Femina, Formentor, Premio de la Paz de la Feria del Libro de Fráncfort, Jerusalem de Literatura, etc.).
La obra escrita de Semprún no se limita a la literatura, sino que ha desarrollado una amplia carrera como guionista cinematográfico, siendo autor de guiones clásicos del cine francés como Z de Costa-Gavras y Stavisky de Alain Resnais.
Convencido europeísta, ha escrito, a cuatro manos junto al ex Primer Ministro Francés, Dominique de Villepin, el libro El hombre europeo, y ha publicado un volumen recopilatorio de artículos, conferencias y discursos sobre el tema, titulado Pensar en Europa.
También es el autor de la obra de teatro Gurs, una tragedia europea, relativa al campo de refugiados de este nombre y de una versión de Las troyanas.
Por la rama paterna era sobrino-nieto del que fuera alcalde de Madrid y Valladolid Manuel de Semprún y Pombo, del que fuera senador del Reino José María de Semprún y Pombo y de la hermana de los anteriores, Clotilde de Semprún y Pombo (condesa de Cabarrús y vizcondesa de Rambouillet por matrimonio con Cipriano Fernández de Angulo y de Cabarrús).
Era, por tanto, bisnieto del que fuera senador electo y vitalicio, así como vicecónsul de Portugal, José María de Semprún y Álvarez de Velasco (casado con Carmen Pombo Fernández de Bustamante), sobrino-tataranieto de Juan Pombo Conejo (I Marqués de Casa-Pombo) y primo-segundo del que fuera alcalde de Valladolid entre los años 1957–1961 José Luis Gutiérrez de Semprún.
En 1939, después de la Guerra Civil Española, pasada en La Haya, donde su padre era Embajador de España, su familia se trasladó a París, donde, desde 1941, Jorge cursó estudios de Filosofía en la Universidad de La Sorbona.
Durante la Segunda Guerra Mundial, ocupada Francia por la Alemania nazi, combatió entre los partisanos de la Resistencia, como muchos otros españoles refugiados en Francia después de la Guerra Civil. Se afilió en 1942 al Partido Comunista de España (PCE). En 1943, tras ser denunciado, fue detenido, torturado y posteriormente deportado al campo de concentración de Buchenwald, estancia que marcaría su posterior experiencia literaria y política.[1] De hecho, recogerá en varios de sus libros su trabajo en la administración del campo. Tras su liberación, fue recibido como un héroe en París, donde fijó su residencia.
Su paso por Buchenwald ha sido objeto de una cierta controversia. Su hermano Carlos Semprún Maura, con el que mantuvo una relación difícil a lo largo de su vida, llegó a acusarle de haber sido kapo (kamaraden polizei), como se llamaba a los presos que colaboraban con las autoridades. Esta acusación no está corroborada por ninguna fuente fiable. Stéphane Hessel, que estuvo en Buchenwald, critica la falta de solidaridad de los comunistas del campo con otros presos, pero no hace la menor alusión a que Semprún fuese kapo.[2]
Desde 1945 hasta 1952 trabajó para la UNESCO; en 1952, empezó a trabajar permanentemente para el PCE, llegando a formar parte del Comité Central desde 1954 y del Comité Ejecutivo desde 1956. Dentro del partido, realizó una intensa actividad clandestina en España bajo el alias de Federico Sánchez (entre otros[3] ). Pero tuvo también un papel en la dirección del partido: en 1959 estuvo en Uspenskoye (URSS), con la delegación informada en primer lugar de la dimisión de Dolores Ibárruri (publicada en 1960). En 1962, fue retirado de la actividad clandestina por Santiago Carrillo y sustituido por Julián Grimau.
En 1964 fue expulsado del partido junto con Fernando Claudín por divergencias con respecto a la línea oficial. En 1966, pidió y obtuvo del Ministerio de Gobernación español (el equivalente al actual Ministerio de Interior), a pesar de algunas reticencias de los franquistas, un pasaporte con su nombre oficial. Desde este momento, su actividad se centró en su carrera literaria. Su renuncia coincidió con la publicación en 1963 de El largo viaje, un libro comenzado en Madrid en el período de la clandestinidad (durante una semana de total inactividad por precaución).
No volvería a participar activamente en política hasta que, entre 1988 y 1991, fue nombrado Ministro de Cultura en el gobierno socialista de Felipe González. Inicialmente su nombramiento fue muy criticado, ya que no vivía en España y se dijo que desconocía totalmente el panorama cultural y político del país en que iba a ser ministro. Su estancia en el cargo estuvo marcada por el enfrentamiento con Alfonso Guerra, vicepresidente del gobierno y vicesecretario general del PSOE, tal y como recoge en Federico Sánchez se despide de ustedes.
Contrajo nupcias en 1949 con la actriz Loleh Bellon (de este matrimonio nació Jaime Semprún en 1947, también escritor, fallecido en agosto de 2010) y en segundas nupcias en 1958 con Colette Leloup (padres de Dominique, Ricardo, Pilar, Juan y Pablo).[4]
Falleció en París el 7 de junio de 2011, a los 87 años.[5] [6]
Toda su obra escrita, ya novelas u obras autobiográficas, está fuertemente influida por sus peripecias vitales, en particular su paso por el campo de concentración de Buchenwald (El largo viaje, La escritura o la vida, Aquel domingo, Viviré con su nombre, morirá con el mío). Su expulsión del Partido Comunista queda reflejada en Autobiografía de Federico Sánchez, mientras que Federico Sánchez se despide de ustedes narra el período, entre 1988 y 1991, en que fue Ministro de Cultura en el gobierno de Felipe González.
Hasta 2003, todas sus obras de ficción habían sido escritas en francés, sólo utilizando el castellano para algunos de sus libros biográficos. En dicho año, se publica la primera novela de Semprún escrita originalmente en castellano, Veinte años y un día.
Ha recibido múltiples premios internacionales (Femina, Formentor, Premio de la Paz de la Feria del Libro de Fráncfort, Jerusalem de Literatura, etc.).
La obra escrita de Semprún no se limita a la literatura, sino que ha desarrollado una amplia carrera como guionista cinematográfico, siendo autor de guiones clásicos del cine francés como Z de Costa-Gavras y Stavisky de Alain Resnais.
Convencido europeísta, ha escrito, a cuatro manos junto al ex Primer Ministro Francés, Dominique de Villepin, el libro El hombre europeo, y ha publicado un volumen recopilatorio de artículos, conferencias y discursos sobre el tema, titulado Pensar en Europa.
También es el autor de la obra de teatro Gurs, una tragedia europea, relativa al campo de refugiados de este nombre y de una versión de Las troyanas.
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