7 jun 2011
Guillermo y Kate vivirán en Kensington
Los duques de Cambridge vivirán en el palacio de Kensington, la que también fue residencia de Diana de Gales. Así lo ha confirmado un portavoz del palacio de St. James. "Su residencia principal seguirá siendo su casa en Anglesey, en el País de Gales, y su oficina se instalará en el Palacio de St. James y su casa en Londres estará en Kensington", ha explicado un portavoz de la oficina del Príncipe Carlos de Inglaterra.
Primer acto oficial de casada para Kate
Guillermo y Kate vuelven de su luna de miel
Amante de la tecnología y buen cocinero
Kate le devuelve las alas a Ícaro
La noticia en otros webs
•webs en español
•en otros idiomas
Guillermo y su hermano Enrique vivieron con su madre en Kensington desde que Diana se divorció de Carlos en 1996, pero el nuevo matrimonio se instalará en una nueva zona dentro de este recinto donde hay acondicionados varios apartamentos.
El duque y la duquesa en la actualidad viven en el norte de la isla de Anglesey en Gales, donde el príncipe trabaja como piloto de rescate de la RAF.
Hoy también se ha anunciado que el vestido de novia de Catalina Middleton, obra de la diseñadora Sarah Burton para Alexander McQueen, se exhibirá del 23 de julio al 3 de octubre en el palacio Buckingham.
El pasado fin de semana, Guillermo y Catalina asistieron con el resto de la familia real británica a las carreras que se disputaron en el hipódromo de Epsom. Ella vistió un elegante traje blanco, conjuntado con un sombrero en tonos tostados. Él cumplió con el protocolo y lució chaqué y chistera.
Primer acto oficial de casada para Kate
Guillermo y Kate vuelven de su luna de miel
Amante de la tecnología y buen cocinero
Kate le devuelve las alas a Ícaro
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Guillermo y su hermano Enrique vivieron con su madre en Kensington desde que Diana se divorció de Carlos en 1996, pero el nuevo matrimonio se instalará en una nueva zona dentro de este recinto donde hay acondicionados varios apartamentos.
El duque y la duquesa en la actualidad viven en el norte de la isla de Anglesey en Gales, donde el príncipe trabaja como piloto de rescate de la RAF.
Hoy también se ha anunciado que el vestido de novia de Catalina Middleton, obra de la diseñadora Sarah Burton para Alexander McQueen, se exhibirá del 23 de julio al 3 de octubre en el palacio Buckingham.
El pasado fin de semana, Guillermo y Catalina asistieron con el resto de la familia real británica a las carreras que se disputaron en el hipódromo de Epsom. Ella vistió un elegante traje blanco, conjuntado con un sombrero en tonos tostados. Él cumplió con el protocolo y lució chaqué y chistera.
(T) error DAVID TRUEBA
Mirar es elegir desde dónde mirar.
Antena 3 emitió un reportaje que recordaba la matanza terrorista en la casa cuartel de la Guardia Civil en Vic al cumplirse 20 años.
En Mientras los niños jugaban, las víctimas guiaban la mirada emocional e indignada.
Cuando irrumpían las palabras en el juicio de uno de los terroristas que sobrevivió a la detención que se produjo horas después, su ausencia absoluta de empatía por el dolor volvía a herir a la razón.
Fernando Aramburu, en los cuentos de Los peces de la amargura, retrató el doble castigo de las víctimas del terrorismo.
Por un lado el daño literal y por otro la propina añadida de la incomprensión social, de una especie de estigma que ha llevado consigo ser víctima de un suceso tan ideologizado. Acaba de publicar una serie nueva de cuentos que escarban en la herida.
En El vigilante del fiordo las armas de su humor a ratos negro, a ratos tan blanco como la luz, ayudan a comprender el lado más débil del hilo de la violencia.
Estos días Canal + emite los tres episodios de hora y media que componen el retrato de Carlos, el terrorista que más tinta y celuloide mereció en su época.
El director, Oliver Assayas, nos sitúa perturbadoramente cerca del personaje.
La audacia de los golpes traslada al espectador a ese otro lado, porque la acción en imágenes es un color que lo tiñe todo de adrenalina y pasión.
Al ver batirse a alguien contra el orden y la lógica es fácil sentir admiración, pese a la falta de encanto de la realidad.
Por eso la conclusión de la serie necesita degradar al macho latino, mostrarlo como el juguete roto de las naciones en conflicto, mercancía incómoda y gastada, que los servicios secretos franceses conducen a una cárcel donde el olvido lo devora como las polillas mientras recuerda los años en que forzaba a los Gobiernos a negociar e intercambiar rehenes.
Uno de los juristas que se ocupó del caso, Jacques Vergés, lo cuenta en El abogado del terror con ladina ironía.
Ese documental muestra el terrorismo desde una barrera aún más incómoda y desasosegante que la militancia o el dolor.
Antena 3 emitió un reportaje que recordaba la matanza terrorista en la casa cuartel de la Guardia Civil en Vic al cumplirse 20 años.
En Mientras los niños jugaban, las víctimas guiaban la mirada emocional e indignada.
Cuando irrumpían las palabras en el juicio de uno de los terroristas que sobrevivió a la detención que se produjo horas después, su ausencia absoluta de empatía por el dolor volvía a herir a la razón.
Fernando Aramburu, en los cuentos de Los peces de la amargura, retrató el doble castigo de las víctimas del terrorismo.
Por un lado el daño literal y por otro la propina añadida de la incomprensión social, de una especie de estigma que ha llevado consigo ser víctima de un suceso tan ideologizado. Acaba de publicar una serie nueva de cuentos que escarban en la herida.
En El vigilante del fiordo las armas de su humor a ratos negro, a ratos tan blanco como la luz, ayudan a comprender el lado más débil del hilo de la violencia.
Estos días Canal + emite los tres episodios de hora y media que componen el retrato de Carlos, el terrorista que más tinta y celuloide mereció en su época.
El director, Oliver Assayas, nos sitúa perturbadoramente cerca del personaje.
La audacia de los golpes traslada al espectador a ese otro lado, porque la acción en imágenes es un color que lo tiñe todo de adrenalina y pasión.
Al ver batirse a alguien contra el orden y la lógica es fácil sentir admiración, pese a la falta de encanto de la realidad.
Por eso la conclusión de la serie necesita degradar al macho latino, mostrarlo como el juguete roto de las naciones en conflicto, mercancía incómoda y gastada, que los servicios secretos franceses conducen a una cárcel donde el olvido lo devora como las polillas mientras recuerda los años en que forzaba a los Gobiernos a negociar e intercambiar rehenes.
Uno de los juristas que se ocupó del caso, Jacques Vergés, lo cuenta en El abogado del terror con ladina ironía.
Ese documental muestra el terrorismo desde una barrera aún más incómoda y desasosegante que la militancia o el dolor.
Allegra Versace se hace mayor
La heredera del famoso diseñador vence a sus fantasmas y entra en el consejo de administración de la firma de la que tiene el 50% de las acciones .
La vida de Allegra Versace cambió para siempre el 15 de julio de 1997.
Tenía entonces 11 años y recibió la noticia de que el asesino Andrew Cunanan había disparado dos balas en la cabeza a su tío, el famoso diseñador Gianni Versace.
Al cabo de unos días, el testamento del Versace reveló que su sobrina favorita heredaba el 50% de las acciones de una de las principales casas de moda del mundo.
Demasiada responsabilidad para una adolescente, que solo encontró consuelo en la fuga y el escondite.
Durante años, Allegra Versace huyó de focos y escenarios.
Pero el tiempo ha pasado y la niña se ha hecho empresaria y acaba de entrar en el consejo de administración del grupo.
"Me lo ha pedido mi madre [Donatella Versace] y al principio no quería. Además, de financas no sé nada. Pero luego he entendido que para mí es necesario entender este mundo que tanto ha cambiado. Ya no es como cuando estaba mi tío, cuando lo importante eran la audacia, la creatividad y la búsqueda de la belleza extrema. Hoy manda el marketing", asegura la joven heredera en una entrevista a La Repubblica.
Allegra, hija de Donatella Versace y Paul Beck, intentará estar a la altura de un tío al que idolatra.
Aunque ella misma la considera una misión prácticamente imposible: "El trabajo era su vida. No creo que hoy exista alguien como él, era único.
Cuando recibí el legado de mi tío sabía que era una prueba de amor pero que conllevaba la responsabilidad de tener que ser grande como él lo fue. Y sabía que no estaría ala altura. Fue muy duro".
Hubo un momento, después del asesinato de su tío, en el que Allegra Versace perdió hasta los recuerdos. "Durante años viví enla oscuridad. No recordaba nada de mi vida antes de aquel terrible día.
Luego, poco a poco la memoria fue volviendo, y con ella las imágenes y las emociones y mi vida se liberó de ese vacío que me daba miedo", cuenta la heredera a La Repubblica.
Residente en Miami, lejos de la atención de los medios, en 2007 Allegra Versace empezó a sufrir anorexia.
Llegó a ser hospitalizada, debido a la gravedad de su enfermedad. Sin embargo Allegra consiguió sacudirse sus fantasmas de encima.
Hoy recuerda esa época como "el periodo de mi ausencia".
Lo que une a la niña asustada de 11 años y a la mujer madura de 25 es el odio por la fama. "Solo quería una cosa: no ser nadie, no ser reconocida.
Sigo prefiriendo el anonimato.
Desde hace poco trabajo con un estilista no italiano, en la organización de desfiles y en la parte creativa. ¡La cosa fantástica de este trabajo es que no me conoce nadie!", asegura . Aunque, ahora que ha vuelto, está obligada a luchar contra su último fantasma.
La vida de Allegra Versace cambió para siempre el 15 de julio de 1997.
Tenía entonces 11 años y recibió la noticia de que el asesino Andrew Cunanan había disparado dos balas en la cabeza a su tío, el famoso diseñador Gianni Versace.
Al cabo de unos días, el testamento del Versace reveló que su sobrina favorita heredaba el 50% de las acciones de una de las principales casas de moda del mundo.
Demasiada responsabilidad para una adolescente, que solo encontró consuelo en la fuga y el escondite.
Durante años, Allegra Versace huyó de focos y escenarios.
Pero el tiempo ha pasado y la niña se ha hecho empresaria y acaba de entrar en el consejo de administración del grupo.
"Me lo ha pedido mi madre [Donatella Versace] y al principio no quería. Además, de financas no sé nada. Pero luego he entendido que para mí es necesario entender este mundo que tanto ha cambiado. Ya no es como cuando estaba mi tío, cuando lo importante eran la audacia, la creatividad y la búsqueda de la belleza extrema. Hoy manda el marketing", asegura la joven heredera en una entrevista a La Repubblica.
Allegra, hija de Donatella Versace y Paul Beck, intentará estar a la altura de un tío al que idolatra.
Aunque ella misma la considera una misión prácticamente imposible: "El trabajo era su vida. No creo que hoy exista alguien como él, era único.
Cuando recibí el legado de mi tío sabía que era una prueba de amor pero que conllevaba la responsabilidad de tener que ser grande como él lo fue. Y sabía que no estaría ala altura. Fue muy duro".
Hubo un momento, después del asesinato de su tío, en el que Allegra Versace perdió hasta los recuerdos. "Durante años viví enla oscuridad. No recordaba nada de mi vida antes de aquel terrible día.
Luego, poco a poco la memoria fue volviendo, y con ella las imágenes y las emociones y mi vida se liberó de ese vacío que me daba miedo", cuenta la heredera a La Repubblica.
Residente en Miami, lejos de la atención de los medios, en 2007 Allegra Versace empezó a sufrir anorexia.
Llegó a ser hospitalizada, debido a la gravedad de su enfermedad. Sin embargo Allegra consiguió sacudirse sus fantasmas de encima.
Hoy recuerda esa época como "el periodo de mi ausencia".
Lo que une a la niña asustada de 11 años y a la mujer madura de 25 es el odio por la fama. "Solo quería una cosa: no ser nadie, no ser reconocida.
Sigo prefiriendo el anonimato.
Desde hace poco trabajo con un estilista no italiano, en la organización de desfiles y en la parte creativa. ¡La cosa fantástica de este trabajo es que no me conoce nadie!", asegura . Aunque, ahora que ha vuelto, está obligada a luchar contra su último fantasma.
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