Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

3 jun 2011

Bogart ...El ünico





Sabiendo de mi amor incondicional a un actor, personaje, símbolo, aroma, estilo o lo que fuera aquella personalidad irrepetible que respondía al nombre de Humphrey Bogart, me regalan la última biografía que ha aparecido sobre ese justificado mito.
La firma Stefan Kanter y la consumo de un tirón entre un viaje de ida y vuelta en el tren, en ese ambiente tan ancestralmente adecuado para el placer de leer, rodeado de gente que teclea incansablemente en sus ordenadores, que al parecer compagina con desarmante naturalidad los viajes con el trabajo, sin tiempo ni ganas para algo tan superfluo como observar el paisaje o las musarañas.
 Pero la narrativa que utiliza Stefan Kanter no está ni de lejos a la altura estética del biografiado.
Posee un tono tan correcto como académico.
Tampoco desvela cosas nuevas sobre ese príncipe del existencialismo.
Describe con estilo monótono y tibio las luces y sombras de un individuo demasiado complejo.
Tira de archivo, recurre a la socorrida hemeroteca al haber desaparecido casi toda la gente que trató a Bogart, todo suena a ya visto, leído y oído para cualquier iniciado en la fascinación hacia aquella personalidad singular, hacia un hombre que se despide de este mundo a los 57 años, una edad milagrosa para alguien umbilical y vocacionalmente unido desde la adolescencia a una copa en la mano y un cigarrillo en la boca.
 Y por supuesto, también fumaba y bebía con infinita clase, haciendo un arte de gestos tan repetidos y aparentemente triviales.









Siempre existe un momento en el que este tipo te ofrece algo auténtico


El esplendor del chulo con causa más hipnótico, duro, inquietante y conmovedor de la historia del cine (y no me olvido de los sublimes Cagney y Robinson, que aún eran más pequeñitos y feos que Bogart) ocurre en la década de los cuarenta, pero será renovable en cualquier época, algo que jamás perderá el encanto para el paladar cinéfilo de generaciones que no habían nacido cuando este hombre la palmó.
Tuvo la fortuna de que escribieran para él diálogos prodigiosos, de que el mejor blanco y negro se enamorara perdurablemente de su machacado y expresivo rostro, de que algunos de los mejores directores que ha dado el cine le consideraran el transmisor ideal de su universo, de que los personajes más atractivos, arrogantes, dignos, turbios, mordaces, amargos, bordes, individualistas, torturados, complejos y sombríos se sintieran felices de que Bogart se metiera en su piel y en sus emociones sin renunciar a ser él mismo, otorgándoles profundidad, ritmo, matices y verdad.
Pero incluso cuando interpreta a caricaturas, cuando le obligan a repetir y habitar frases y lugares comunes, los guiones son tópicos o enfáticos, desvaída la intriga y todo huele a decorado, siempre existe un momento en el que este tipo te ofrece algo auténtico y que merece la pena.
 Verle y escucharle siempre justifica el precio de la entrada.
 Es más que un actor, es un género, una forma de ser y de estar, de andar por la vida, de resistencia, de permanente mosqueo ante la autoridad.






Cuentan que en la vida real podía ser tan querible como insoportable, que más de una vez le partieron la cara con razón, que empezó tirandose el rollo contra los cazadores de brujas pero que reculó a toda prisa declarando que los subversivos solo habían querido manipularle y utilizarle cuando vio las orejas del lobo, que los grandes estudios podían enviarle al destierro.
 Cuentan que era muy lúcida la paradójica descripción que hizo de su reverso tenebroso y de su alcoholismo el hostelero Dave Chasen: "Bogie es un tipo encantador hasta las once y media de la noche. A partir de ahí no le aguanta ni Dios. Se cree que es Humphrey Bogart". Cuentan que Billy Wilder le espetó durante el problemático rodaje de Sabrina: "Examino tu fea cara, Bogie.
 Miro los valles, las grietas y los hoyos de tu fea cara, y sé que en alguna parte bajo esa asquerosa cara de mierda... Hay mierda".
Cuentan que dividía al género humano entre "profesionales" y "vagos", y que respetaba tanto a los primeros como despreciaba a los segundos.
Cuentan que despertaba tantos amores como odios.
Cuentan que después de una existencia abrupta, de una relación complicada con la vida, fue razonablemente feliz con Lauren Bacall, sus amigos y su barco.



A mí, Bogart me parece una de las cosas más hermosas que le han ocurrido al cine. Mi ya difunto amigo Manolo Marinero escribió un penetrante, lírico, maravilloso libro sobre Bogart.
También hablaba con lenguaje y sentimiento imperecederos de las personas y las cosas, la esencia del cine, la gente fronteriza, aquellos cuyo camino jamás fue protegido por una estrella, de sí mismo.
Me urge releerlo. Y vover a ver en programa doble Casablanca y En un lugar solitario.

Cerca de mil españoles, estafados por una falsa agencia de viajes

Todo el mundo busca a Pedro Martí Alcántara, vecino de Tortosa (Tarragona). La última vez que se supo de él fue el 20 de mayo.
 Ese día envió un mensaje de correo electrónico a algunas de las 1.000 personas que se estima que podrían haber reservado un viaje a Tailandia a través de su web. "Retraso la entrega de la reserva por cuatro días de fiesta budista en Tailandia. El teléfono no para de sonar, voy lo más rápido que puedo. No puedo más con la presión.
 Solo pido un poco de paciencia y todos tendréis la documentación. Lo siento". Fue la última vez que dio señales de vida.
Luego colgó el cartel de cerrado en la página web Siente Tailandia y, simplemente, desapareció.






Antes de esfumarse dijo a sus clientes: "No puedo con la presión. Paciencia"


Los Mossos d'esquadra han dictado contra él una orden de detención internacional.
Aún es pronto para hablar de cifras, ya que las denuncias aumentan cada día desde todos los rincones de España, pero la estafa podría superar los 700.000 euros.
 Algunos afectados, los más afortunados, han perdido 300 euros, pero muchos confiaron a Martí todo el viaje, desde el avión a los hoteles, y pagaron una reserva de 1.200 euros por cabeza.
Los Mossos creen que podría estar en Tailandia, pero hasta el momento no hay rastro de él.





"Si tuvieras un amigo en Tailandia ¿Dónde te llevaría? Nosotros te llevamos allí con el mejor servicio y profesionalidad".
Martí se presentaba junto a su mujer, natural de Tailandia, en su web de un modo cercano.
 Ofrecía uno de los precios más bajos del mercado y resolvía al minuto todas las dudas de los que se interesaban por sus ofertas.
 Incluso las de aquellos que, al no encontrar referencias sobre él, se plantearon en principio la posibilidad del timo. "Era superamable, me llamó desde Tailandia y confiamos plenamente", dice Antoni Español, de 54 años. Su mujer, Laura, es una de las personas más activas en un foro de Internet que se creó a finales de 2010 por la "superoferta" de Martí: 16 días por 1.600 euros.






Los correos de Martí, completos y detallados, les dieron total confianza. Las últimas dudas se disiparon con unos certeros comentarios de supuestos viajeros que aparecieron en la web: "Nos gustó mucho el gran conocimiento que Pedro tiene de Asia.
Su mujer es una gran guía. Guardaremos un gran recuerdo de vosotros"
 Al menos en dos ocasiones los viajes existieron y salieron bien. Laura, una experta en viajar por Internet, localizó a una pareja que había viajado con él en marzo y solo hablaban maravillas.






Para acabar de cerrar el círculo, una experta agencia de viajes que opera en el norte de Tailandia llegó a recomendar a Martí a algunos de sus clientes españoles.
Nong, la propietaria de esta agencia, no sale ahora de su asombro.
"Lo vi una vez con su mujer. Nos mandaron a tres parejas que nos dijeron que trabajaban muy bien.
Yo no trabajo en Bangkok y he puesto a la gente en contacto con ellos. ¡Madre mía!", se lamentaba ayer por email.






Los afectados no están seguros de si el fraude fue o no premeditado. Para algunos, se vio con tanto dinero que desapareció.
Para otros lo tenía planeado. "Hizo un par de viajes, plantó la simiente y luego recogió", resume Enrique Núñez, de 69 años, que pensaba viajar con su mujer y una pareja de amigos y que han perdido 1.200 euros por cabeza, además de las ganas de viajar a Tailandia.






Allí, sin reservas de hoteles ni excursiones, están ahora al menos tres parejas.
 A David Curto y Georgina Caballé, de 20 y 25 años, la primera noticia de la estafa les llegó en destino, en el aeropuerto de Bangkok, el miércoles 31 mayo.
Recién casados, recogieron las maletas y, al pasar la puerta, buscaron un cartel con sus nombres.
Ni rastro. Los minutos pasaban y nadie apareció a recogerlos.
El teléfono de Pedro Martí, al que suponían en el aeropuerto, estaba desconectado. Sin una palabra de inglés, consiguieron llegar a su hotel.
Pero tampoco había habitación alguna a su nombre. Así empezaron su luna de miel perdidos en Bangkok.




La madre de Curto sumó ayer, en nombre de su hijo y su nuera, una nueva denuncia al caso.
Ya hay centenares. Los Mossos suponen que en los próximos días se centralizarán todas en un único juzgado.
El Grupo de Delitos Tecnológicos de la Policía Nacional sigue la pista de Martí y en la Embajada de España en Bangkok recomiendan a los afectados no denunciar en el país asiático para evitar futuras citaciones.



Martí, que fue candidato por Tarragona en las elecciones generales de 2008 por el Partido Antitaurino contra el Maltrato Animal, anuncia en la web su próxima vuelta: "Página y Reservas inactivas hasta noviembre 2011. Muchas Gracias".

Recordando "El Tercer Hombre"

Berlín, capital del mundo






Ciudad de sátira y novela negra



En los vertiginosos años veinte “uno hablaba de Berlín igual que de una mujer muy deseable, de proverbial indiferencia y frivolidad”, escribía el dramaturgo Carl Zuckmayer, citado por Peter Gay.
“Se la calificaba de ‘arrogante, esnob, arribista, inculta, común’, pero era el centro de las fantasías de todos y el objeto del deseo de todos: ‘Todos la querían, incitaba a todos”. En una máxima: “El hombre que poseía a Berlín era el dueño del mundo”.






Así debía de sentirse el orondo y rubicundo cantautor Käsebier, protagonista de la novela Käsebier conquista Berlín (Minúscula), de Gabriele Tergit, clásico de recién publicado. La naciente maquinaria mediática berlinesa extrae a Käsebier del anonimato y lo corona como monarca del Kurfürstendamm, la gran arteria de los cafés y los teatros.
 El incauto Käsebier se convierte en icono; seduce tanto a las clases poderosas como a los obreros, como una gallina de los huevos de oro para empresarios, banqueros y abogados. Es la víctima propiciatoria de un monstruo recién nacido: la industria cultural.
A través de Käsebier, Tergit (1894-1982) construye una sátira de la acelerada producción cultural de Weimar, y muestra cómo la confluencia de crisis económica e intransigencia política empujaron Alemania hacia la catástrofe.



Como en las aventuras de Käsebier, la época de Weimar protagoniza un puñado de novedades de ficción que se añaden al protagonismo de Alemania en la Feria del Libro de Madrid, y que se suman a clásicos como Berlín Alexanderplatz, de Alfred Döblin. En Sombras sobre Berlín (Ediciones B), de Volker Kutscher, es Gereon Rath, policía novato del departamento de delitos sexuales, el que recorre las calles de la capital en pleno 1929 para resolver un turbio asesinato.
 En la trilogía Noviembre de 1918, Döblin recrea el punto de inflexión del que nació la República, con la revuelta de los marineros de la flota de Kiel, que rechazan la orden de enfrentarse a la Armada británica.
 La primera parte, Burgueses y soldados, que acaba de publicar Edhasa, narra la conmoción en Estrasburgo tras el armisticio de la Primera Guerra Mundial.
La firma de la paz entregó el territorio alemán de Alsacia-Lorena a Francia.



En Hammerstein o el tesón, de Hans Magnus Enzensberger (Anagrama), el intelectual alemán reconstruye la vida del barón Kurt von Hammerstein-Equord, que en 1930 asumió el mando del ejército del Tercer Reich y tan solo tres años después lo abandonó, tras conocer los planes de Hitler. En su repaso de la historia reciente de Alemania, corrige cualquier visión idealizada de los años de Weimar. “El país se encontraba en una situación de guerra civil latente que no se dirimiría sólo con los medios políticos, sino que iba adquiriendo formas cada vez más violentas”, indica el militar. “Es incomprensible que las generaciones posteriores pudieran tragarse la mentira de los “dorados años veinte” (…), Ese precario mito se nutre más bien de una mezcla de envidia, admiración y gusto por lo kitsch”. Sin contemplaciones: “Deberíamos dar gracias por no haber estado ahí”.



El historietista estadounidense Jason Lutes recorre aquel tiempo de agitación en su trilogía Berlín, de la que Astiberri ha publicado las dos primeras partes: Ciudad de piedras y Ciudad de humo. En tiempos de revueltas bolcheviques y movilizaciones nacionalsocialistas, un periodista y una estudiante de arte se adentran en el Berlín de 1928, lleno de pequeñas historias entrecruzadas contra el telón del crepúsculo de la primera democracia alemana.



Puerta a la Alemania de hoy



Los años de Weimar son una buena puerta de entrada a la literatura alemana del siglo XX y comienzos del XXI presente en la Feria.
Desde los títulos que rescatan zonas oscuras de la Segunda Guerra Mundial, como Solo en Berlín, de Hans Fallada (Maeva), que aborda la lucha de un matrimonio en la clandestinidad contra el Tercer Reich, o La muerte del adversario, de Hans Keilson (Minúscula), meditación de largo alcance sobre la fascinación que ejerce el enemigo, hasta la caída del muro, en 1989, y la reunificación, como en De Alemania a Alemania, de Günter Grass (Alfaguara), que reúne los viajes del Nobel de Literatura en 1990 por la RDA.
 De las zonas oscuras del Estado del bienestar alemán, en Con los perdedores del mejor de los mundos (Anagrama), del reportero gonzo Günther Wallraff a la vida de la comunidad inmigrante en el Berlín actual, en Situaciones berlinesas, de Raul Zelik (Txalaparta). De los vagabundeos cerveceros de Sven Regener en Cómo ser el señor Lehmann (451 Editores) a los excesos adolescentes de una joven de 16 años alcohólica, adicta a las drogas y el sexo, y devota de las fiestas nocturnas en Axolote atropellado, de Helene Hegemann (Suma de Letras).
Es la Alemania polifónica y diversa que se cita en el parque del Retiro.