Las Palmas de Gran Canaria ha conseguido hoy entrar en el libro de los Récords Guinness, tras congregar a 842 personas bailando la danza del vientre.
El evento tuvo lugar hoy en la Playa de Las Canteras y duró cerca de una hora y media hasta que se pudo certificar notarialmente el récord de asistencia y se dio paso a la coreografía, que se bailó durante 5 minutos.
Ahora sólo falta obtener la certificación oficial de que se ha superado el récord, y para ello primero hay que hacerles llegar a los organizadores la grabación de la prueba, la certificación de los supervisores y el acta notarial, y esperar unos quince días hasta que se notifique de forma oficial, informó el responsable de comunicación de Danone en Canarias, Andrés Ordoñez.
Si se consigue, añadieron fuentes de la organización, se superará al récord ya obtenido en su día por la Universidad de Pésc de Hungría, que lo batió con 826 participantes.
Para llevar a cabo este evento, 11 bailarinas del centro Ludmila, y la coreógrafa Tusi Domínguez acompañaron a los participantes.
Entre los asistentes se encontraba el marido de la coreógrafa, Fran Rodríguez, que señaló a Efe que participaba para acompañar a su mujer y a su hijo en la consecución de este récord y añadió que tras 11 años le sigue pareciendo complicada la danza del vientre.
Otra de las participantes, de nombre María, afirmó que se unía a la actividad para divertirse y colaborar, "y vivir un día de playa diferente".
La coreógrafa del evento, Tusi Domínguez, apuntó tras la consecución del récord que se lo había pasado bien a pesar de que era trabajo, y añadió que "si la gente se lo ha pasado bien y hemos conseguido el récord Guinnes pues perfecto".
30 may 2011
Ser Canaria te marca
CANARIAS, cuando estás lejos de casa y escuchas hablar con ese acento tan especial que tenemos los Canarios sientes un tirón que te empuja, que invita a recordar y te llenas de nostalgia.
Cada vez que dices guagua y no autobús te recuerdas a ti misma de donde vienes y lo orgullosa que te sientes de ser canaria, lo privilegiada que eres por pertenecer a ese lugar, que es puro y limpio, lleno de gente valiente que sabe afrontar lo que venga y que ha demostrado a lo largo de su historia saber sobreponerse de las adversidades, gente que ayuda a la gente, gente que siente y comparte un sentimiento común, un sentimiento que corre por nuestras venas y que los que nos son CANARIOS no pueden entender.
A mí que viví muchos años en Barcelona, se me llena la boca de orgullo cuando hablo de mi tierra, y la cara de lágrimas cuando la recuerdo, es difícil de entender y algo que sólo se siente cuando estás lejos de casa, pero vamos volviendo poco a poco, y cuando venimos de lugares frios y empezamos a sentir el Sol dogo, !!Que bueno vivir aqui!! Cuidemos nuestro archipiélago que es nuestro tesoro, que fomentemos nuestras tradiciones y no olvidemos nunca nuestros orígenes, porque ser CANARIO es un privilegio, les deseo a todos un feliz día de Canarias.
Cada vez que dices guagua y no autobús te recuerdas a ti misma de donde vienes y lo orgullosa que te sientes de ser canaria, lo privilegiada que eres por pertenecer a ese lugar, que es puro y limpio, lleno de gente valiente que sabe afrontar lo que venga y que ha demostrado a lo largo de su historia saber sobreponerse de las adversidades, gente que ayuda a la gente, gente que siente y comparte un sentimiento común, un sentimiento que corre por nuestras venas y que los que nos son CANARIOS no pueden entender.
A mí que viví muchos años en Barcelona, se me llena la boca de orgullo cuando hablo de mi tierra, y la cara de lágrimas cuando la recuerdo, es difícil de entender y algo que sólo se siente cuando estás lejos de casa, pero vamos volviendo poco a poco, y cuando venimos de lugares frios y empezamos a sentir el Sol dogo, !!Que bueno vivir aqui!! Cuidemos nuestro archipiélago que es nuestro tesoro, que fomentemos nuestras tradiciones y no olvidemos nunca nuestros orígenes, porque ser CANARIO es un privilegio, les deseo a todos un feliz día de Canarias.
El árbol de la ciencia – Pío Baroja
El árbol de la ciencia – Pío Baroja
Pío Baroja consideraba “El árbol de la ciencia” como el libro mas acabado y completo de todos los suyos.
Sin que logre desbancar en mi corazón a “La busca“, la relectura de esta obra me ha descubierto en efecto un libro que resume de manera perfecta no sólo el estilo de Baroja, sino sobre todo su pensamiento, su postura ante la vida, su compromiso con la realidad social que le toco vivir.
Un compromiso que, lamentablemente, se echa mucho de menos en nuestros escritores contemporáneos.
“El árbol de la ciencia” narra la vida del joven Andrés Hurtado, desde que comienza sus estudios de medicina, hasta el final de los mismos, su primer trabajo como médico rural en un pueblo manchego, su vuelta a Madrid y el desempeño de su oficio como médico de un seguro para gente humilde o como médico de Higiene.
Hurtado es un joven sensible, reflexivo, al que la observación de lo que acontece a su alrededor va volviendo antisocial.
Durante sus estudios, comprende el atraso científico en que vive inmersa España.
La idea de este atraso se desarrolla a lo largo del libro, achacándola a la falta de interés de los catedráticos que preparan a las nuevas generaciones, que se sirven de materiales de estudio obsoletos y oscurantistas, así como a la imposibilidad de desarrollar ninguna investigación en un país donde el progreso está mal visto por atentar contra la moral imperante y donde el capital no se invierte jamás en nada experimental, pues se busca la ganancia segura.
La experiencia como médico rural contribuye a agudizar el desencanto de Hurtado. La vida asfixiante de un pueblo manchego donde la probidad o la honradez no son valores, donde sólo se respeta el dinero, donde los ricos oprimen a los pobres sin que estos exhalen una queja, solivianta el espíritu de justicia que caracteriza al protagonista.
El regreso a Madrid, donde ejerce como médico de Higiene dando el certificado de salud a prostitutas, y como médico de un seguro para gente humilde, le pone en contacto con lo más bajo de la sociedad. La miseria física y moral en la que viven sus pacientes enerva a Hurtado, que les acusa de tener espíritu de esclavos.
A pesar de vivir en la más absoluta indigencia, no hay en ellos el más mínimo espíritu de rebelión.
Aceptan la iniquidad de la sociedad que los pisotea como algo inmutable que aceptan no con resignación, sino como algo que no les concierne.
Si en la trilogía de “La lucha por la vida” Baroja retrataba el ideal del hombre de acción, que con su iniciativa modifica su entorno, en “El árbol de la ciencia” defiende al hombre que se desprende de todo para llegar a vivir con la máxima independencia y llegar mediante su esfuerzo al más absoluto equilibrio intelectual, a la ataraxia.
Sorprende al leer esta novela el comprender que la sociedad española no ha avanzado nada, más de un siglo después desde la época que la obra describe: el mismo desprecio por la educación y por la investigación científica, la misma pleitesía al dinero, el mismo culto a las apariencias, el mismo espíritu de sumisión que agacha la cabeza en vez de erguirse ante la injusticia social.
Se echa en falta en nuestros días un escritor que se comprometa con su época y describa la realidad de nuestra sociedad como lo hizo Pío Baroja con las suyas.
Bond y Bourne se encuentran en las librerías
'Carte Blanche' es el libro número 25 de la serie bondiana, y 'The Bourne Dominion', la novena novela que protagoniza el ex agente de la CIA amnésico .
James Bond ha dejado de fumar y ya no le seducen como antes las aventuras sexuales de una sola noche, pero al menos su afición incondicional al martini seco, "agitado, no revuelto", retiene las esencias del espía británico que ideó Ian Fleming hace casi seis décadas. Jason Bourne, el asesino sin identidad nacido en los años 80 de la pluma de Robert Ludlum, acaba de emprender su novena cruzada en busca de la verdad, repleta de violencia y destrucción. Los dos héroes de acción más celebrados del planeta rivalizan en las librerías anglosajonas desde el pasado fin de semana, con el estreno simultáneo de nuevas entregas de estas dos sagas que han logrado sobrevivir a sus padres literarios. Desaparecidos Fleming (1964) y Ludlum (2001), el continuo reciclaje de sus personajes a cargo de otros autores sigue alimentando un filón multimillonario.
Las novelas de Bond y Bourne atesoran, conjuntamente, unas ventas de 180 millones de ejemplares
Si las novelas de Bond y Bourne atesoran, conjuntamente, unas ventas de 180 millones de ejemplares, los derechos cinematográficos han propulsado los beneficios hasta la estratosfera: las aventuras del 007 encarnado a lo largo de los años por múltiples rostros, desde Sean Connery hasta Daniel Craig, lleva recaudados 7.000 millones de libras (uno 8.000 millones de euros).
Mucho menos longevo, ese Bourne torturado que adopta en la gran pantalla los rasgos del actor Matt Damon, ha superado en taquilla los 600 millones de libras (casi 700 millones de euros).
Ambas franquicias aspiran a seguir perpetuándose con la publicación de Carte Blanche, el libro número 25 de la serie bondiana, y The Bourne Dominion, la novena novela que protagoniza el ex agente de la CIA amnésico.
La reinvención de las historias de espías para las audiencias modernas nos proyecta en Carte Blanche, escrita por Jeffery Deaver, a un James Bond treintañero, antiguo oficial que luchó en el frente afgano y que ahora revela escrúpulos a la hora de apretar el gatillo cuando se enfrenta a los malvados en su periplo por Serbia, Londres y Ciudad del Cabo. Esa desconocida sensibilidad del personaje, además de su obsesión por la vida sana que sólo se salta con algún que otro cóctel pero nunca con un pitillo, encarna una versión descafeinada del agente "con licencia para matar" descrito en los catorce libros que legó Ian Fleming. Desde la muerte del autor original, sucesivos escritores se han encargado de proseguir la saga, aunque Deaver es el primer estadounidense que se atreve con un 007 al servicio de su majestad y a quien ha trasladado a la época contemporánea.
El protagonista de The Bourne Dominion se ve enfrentado a un poderoso grupo que busca desestabilizar la economía mundial, cuestión de candente actualidad que también moderniza la trama.
Pero el personaje mantiene esencialmente el perfil de sus anteriores novelas, quizá porque ha pasado por menos manos: las tres primeras escritas por Robert Ludlum y las seis siguientes, por Eric Van Lustbader, el encargado de mantener viva la franquicia desde la muerte del autor original.
James Bond ha dejado de fumar y ya no le seducen como antes las aventuras sexuales de una sola noche, pero al menos su afición incondicional al martini seco, "agitado, no revuelto", retiene las esencias del espía británico que ideó Ian Fleming hace casi seis décadas. Jason Bourne, el asesino sin identidad nacido en los años 80 de la pluma de Robert Ludlum, acaba de emprender su novena cruzada en busca de la verdad, repleta de violencia y destrucción. Los dos héroes de acción más celebrados del planeta rivalizan en las librerías anglosajonas desde el pasado fin de semana, con el estreno simultáneo de nuevas entregas de estas dos sagas que han logrado sobrevivir a sus padres literarios. Desaparecidos Fleming (1964) y Ludlum (2001), el continuo reciclaje de sus personajes a cargo de otros autores sigue alimentando un filón multimillonario.
Las novelas de Bond y Bourne atesoran, conjuntamente, unas ventas de 180 millones de ejemplares
Si las novelas de Bond y Bourne atesoran, conjuntamente, unas ventas de 180 millones de ejemplares, los derechos cinematográficos han propulsado los beneficios hasta la estratosfera: las aventuras del 007 encarnado a lo largo de los años por múltiples rostros, desde Sean Connery hasta Daniel Craig, lleva recaudados 7.000 millones de libras (uno 8.000 millones de euros).
Mucho menos longevo, ese Bourne torturado que adopta en la gran pantalla los rasgos del actor Matt Damon, ha superado en taquilla los 600 millones de libras (casi 700 millones de euros).
Ambas franquicias aspiran a seguir perpetuándose con la publicación de Carte Blanche, el libro número 25 de la serie bondiana, y The Bourne Dominion, la novena novela que protagoniza el ex agente de la CIA amnésico.
La reinvención de las historias de espías para las audiencias modernas nos proyecta en Carte Blanche, escrita por Jeffery Deaver, a un James Bond treintañero, antiguo oficial que luchó en el frente afgano y que ahora revela escrúpulos a la hora de apretar el gatillo cuando se enfrenta a los malvados en su periplo por Serbia, Londres y Ciudad del Cabo. Esa desconocida sensibilidad del personaje, además de su obsesión por la vida sana que sólo se salta con algún que otro cóctel pero nunca con un pitillo, encarna una versión descafeinada del agente "con licencia para matar" descrito en los catorce libros que legó Ian Fleming. Desde la muerte del autor original, sucesivos escritores se han encargado de proseguir la saga, aunque Deaver es el primer estadounidense que se atreve con un 007 al servicio de su majestad y a quien ha trasladado a la época contemporánea.
El protagonista de The Bourne Dominion se ve enfrentado a un poderoso grupo que busca desestabilizar la economía mundial, cuestión de candente actualidad que también moderniza la trama.
Pero el personaje mantiene esencialmente el perfil de sus anteriores novelas, quizá porque ha pasado por menos manos: las tres primeras escritas por Robert Ludlum y las seis siguientes, por Eric Van Lustbader, el encargado de mantener viva la franquicia desde la muerte del autor original.
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