Ambos actores tienen una gran relación pese a ser antitéticos en todo .
Nadie describe Hollywood como la tierra de la amistad. Pero Jodie Foster es la anomalía en la industria.
Lo mismo que Mel Gibson. Ambos son estrellas y son amigos. Es difícil buscar dos personas más dispares.
Él, católico reaccionario y tan sonoro en sus éxitos como en sus escándalos y borracheras.
Ella, siempre elocuente pero discreta, estrella desde la más tierna infancia y madre soltera de dos hijos concebidos sin dar explicaciones sobre su paternidad.
Ni sobre su sexualidad.
"No encontrarías dos personas más diametralmente opuestas en religión o política", reconoció el mismo Gibson en una entrevista reciente. "Los dos llevamos caminos diferentes. Pero es más lo que tenemos en común", añadió el intérprete, que finalmente ha trabajado bajo la dirección de su amiga en El castor.
Son muchos los actores que loan a sus parejas de trabajo cuando llega el momento de promocionar un estreno, seguido luego del si te he visto, no me acuerdo, y la sonrisa falsa al cruzarse en la alfombra roja.
Este no es el caso de Foster y Gibson, la amistad más atípica de esta industria.
Se conocieron en 1994 durante el rodaje de Maverick y su amistad no ha hecho más que florecer desde entonces.
Con la misma naturalidad con la que por aquel entonces Foster posó a caballito a espaldas de un Gibson jovial, ambos se vuelven a fotografiar juntos; él más canoso y ajado, ella más madura pero igual de comprensiva.
"Te pondré un ejemplo.
No me acuerdo por qué, pero en una ocasión me tragué un árbol que había en mi casa y estaba sangrando cuando sonó el teléfono. Era Mel. No habíamos hablado desde hacía mucho.
Yo estaba desorientada y se lo dije, y le faltó tiempo para llegar a mi casa con un maletín lleno de ungüentos tibetanos que debe de llevar siempre encima y me vendó la cabeza. Ese es el Mel Gibson que conozco. La primera persona a la que llamaría si me pasara algo", describió la actriz a este periódico.
Una lealtad nada normal. Y menos cuando uno está en el punto más bajo de su carrera, como ocurre con Gibson, víctima de sus propios escándalos, desde esa borrachera en 2006 que acabó con comentarios antisemitas y machistas, hasta aquellas otras conversaciones telefónicas, grabadas y filtradas a la prensa no hace ni un año, donde se puede escuchar a un actor racista y verbalmente abusivo.
Foster no se mete en los problemas de su amigo.
Como dice, "no importa cuánto le quiera, no puedo hacer oídos sordos a su comportamiento". Pero como amiga, la actriz le ha dado todo su apoyo, al artista y a la persona.
Jodie Foster ha contado con Gibson para su nueva película sin preocuparle las consecuencias que pueda tener para su filme la presencia del actor más odiado del momento. Al contrario.
"Estoy muy orgullosa de su trabajo en esta cinta", subraya a quien la quiera escuchar. Y como persona, Foster también está a su lado, junto a él en todo momento, convenciendo al que quiera oírla de que Gibson es el actor más querido de la profesión.
"Pregúntale a cualquiera que haya trabajado con él", reta, sin aceptar que solo Whoopi Goldberg, Frank Darabont y ella han hablado públicamente a favor de Gibson desde que estalló el escándalo.
"Hay mucha gente que me ha expresado su apoyo, pero en momentos así uno sabe quiénes son sus verdaderos amigos", admitió Gibson. Y Jodie Foster es sin duda uno de ellos.
9 may 2011
Dos vestidos de la princesa Diana alcanzan los 190.000 euros en una subasta
La identidad de los compradores no ha sido desvelada, aunque se sabe que es un museo .
Pese a su muerte hace casi 14 años, la princesa Diana de Gales sigue provocando expectación.
Si las pasadas semanas su figura ha estado presente a causa de la boda de su hijo, el príncipe Guillermo de Inglaterra, con Catalina Middleton, esta semana es ella misma la protagonista.
Y es que dos de sus vestidos se han vendido en una subasta en Beverly Hills (Los Ángeles, California, EE UU) por casi 200.000 euros. El comprador es un museo, aunque se desconoce cual.
Vestido de chiffon de seda azul, perteneciente a la princesa Diana, subastado en Los Ángeles, y que ha sido vendido por 92.000 euros.-
Las dos piezas son vestidos largos, de noche, y han sido conservados desde la muerte de Diana (en agosto de 1997, en París) en una cámara con control de temperatura.
El primero de ellos, en crepé negro con adornos de brillantes en el cuerpo, ha sido vendido por 144.000 dólares (100.000 euros).
Fue utilizado por la princesa en 1992, durante una visita de estado a India junto al que todavía era su marido, el príncipe Carlos.
El segundo vestido, en chiffon de seda azul claro y con una larga estola anudada al cuello, ha sido vendido por 132.000 dólares (unos 92.000 euros). Lady Di lo utilizó para acudir al festival de cine de Cannes en 1987, así como para una representación de Miss Saigon en el Teatro Real de Londres.
La venta ha tenido lugar en la casa de subastas Julien's Auctions. Su presidente, Darren Julien, explicó a la agencia Reuters que había "gente interesada y participando en la subasta de todas partes del mundo". "Es fantástico tenerlos en un museo, donde van a ser expuestos y apreciados por el público", explicó Julien.
Ambos vestidos ya habían sido subastados antes por la propia Diana tres meses antes de morir con fines benéficos.
Sus propietarios decidieron volver a venderlos coincidiendo con la boda de Guillermo y Catalina del pasado 29 de abril. Una parte de la recaudación se donará a las ONG con las que colaboraba la princesa.
Pese a su muerte hace casi 14 años, la princesa Diana de Gales sigue provocando expectación.
Si las pasadas semanas su figura ha estado presente a causa de la boda de su hijo, el príncipe Guillermo de Inglaterra, con Catalina Middleton, esta semana es ella misma la protagonista.
Y es que dos de sus vestidos se han vendido en una subasta en Beverly Hills (Los Ángeles, California, EE UU) por casi 200.000 euros. El comprador es un museo, aunque se desconoce cual.
Vestido de chiffon de seda azul, perteneciente a la princesa Diana, subastado en Los Ángeles, y que ha sido vendido por 92.000 euros.-
Las dos piezas son vestidos largos, de noche, y han sido conservados desde la muerte de Diana (en agosto de 1997, en París) en una cámara con control de temperatura.
El primero de ellos, en crepé negro con adornos de brillantes en el cuerpo, ha sido vendido por 144.000 dólares (100.000 euros).
Fue utilizado por la princesa en 1992, durante una visita de estado a India junto al que todavía era su marido, el príncipe Carlos.
El segundo vestido, en chiffon de seda azul claro y con una larga estola anudada al cuello, ha sido vendido por 132.000 dólares (unos 92.000 euros). Lady Di lo utilizó para acudir al festival de cine de Cannes en 1987, así como para una representación de Miss Saigon en el Teatro Real de Londres.
La venta ha tenido lugar en la casa de subastas Julien's Auctions. Su presidente, Darren Julien, explicó a la agencia Reuters que había "gente interesada y participando en la subasta de todas partes del mundo". "Es fantástico tenerlos en un museo, donde van a ser expuestos y apreciados por el público", explicó Julien.
Ambos vestidos ya habían sido subastados antes por la propia Diana tres meses antes de morir con fines benéficos.
Sus propietarios decidieron volver a venderlos coincidiendo con la boda de Guillermo y Catalina del pasado 29 de abril. Una parte de la recaudación se donará a las ONG con las que colaboraba la princesa.
Gunter Sachs, el donjuán alemán que conquistó a Bardot
El empresario y fotógrafo fue uno de los 'playboys' más célebres .
La multimillonaria venta de la empresa familiar fue, para Fritz Gunter Sachs (1932, Schweinfurt, Alemania), "la decisión más importante" de su vida.
La última la tomó en su casa de Gstaad (Suiza), donde se pegó un tiro el sábado por la tarde.
Tenía 78 años.
El exmarido de Brigitte Bardot había sido la estrella alemana en el firmamento mundano de Saint Tropez y Saint Moritz durante los años sesenta del siglo pasado y se convirtió en el playboy más famoso de la posguerra tras su relación con la antigua reina de Irán, Soraya.
Además de su ajetreada vida social y de su actividad empresarial, Sachs se dedicó con cierto éxito a la fotografía, a rodar documentales y al coleccionismo de arte. Se nacionalizó suizo en 1976 para evitar al fisco alemán.
El heredero Gunter Sachs apenas había tenido trato con su padre.
Su madre, Elinor von Opel, nieta del fundador de la compañía automovilística alemana, se lo llevó a Suiza con su hermano mayor inmediatamente después de divorciarse de Willy Sachs en 1935.
Viudo desde 1958, Gunter Sachs se hizo mundialmente famoso cuando se casó ocho años después con la actriz francesa Brigitte Bardot.
Su estrella mediática como integrante de la llamada jet set se disparó gracias a trabajos como arrojar desde un helicóptero doce docenas de rosas sobre el jardín de Bardot.
Ayer, ella se declaró "hundida" por la muerte del que fue su marido durante tres años. En Alemania dicen que fue "el único playboy" del país y "el primer alemán internacional".
La fábrica familiar producía en el norte de Baviera desde piezas para bicicleta hasta los famosos motores Sachs de dos tiempos para motocicletas.
Pero también salieron de allí buena parte de los embragues de los tanques con los que la Wehrmacht de Hitler devastó media Europa.
La patente original la compró Willy Sachs a precio de ganga de un ingeniero judío llamado Max Goldschmidt. Willy Sachs fue teniente coronel (Obersturmbannführer) de la organización paramilitar SS y salía a veces de caza con su jefe Heinrich Himmler, organizador del Holocausto.
Gunter Sachs también fundó el Instituto de Investigación Empírica y Matemática de la Astrología.
Escribió un superventas sobre el particular. Respecto al resultado de sus investigaciones, hace cuatro años declaraba: "Los complicados escorpio no tenemos tendencias suicidas, en contra de lo que cabría esperar".
La multimillonaria venta de la empresa familiar fue, para Fritz Gunter Sachs (1932, Schweinfurt, Alemania), "la decisión más importante" de su vida.
La última la tomó en su casa de Gstaad (Suiza), donde se pegó un tiro el sábado por la tarde.
Tenía 78 años.
El exmarido de Brigitte Bardot había sido la estrella alemana en el firmamento mundano de Saint Tropez y Saint Moritz durante los años sesenta del siglo pasado y se convirtió en el playboy más famoso de la posguerra tras su relación con la antigua reina de Irán, Soraya.
Además de su ajetreada vida social y de su actividad empresarial, Sachs se dedicó con cierto éxito a la fotografía, a rodar documentales y al coleccionismo de arte. Se nacionalizó suizo en 1976 para evitar al fisco alemán.
El heredero Gunter Sachs apenas había tenido trato con su padre.
Su madre, Elinor von Opel, nieta del fundador de la compañía automovilística alemana, se lo llevó a Suiza con su hermano mayor inmediatamente después de divorciarse de Willy Sachs en 1935.
Viudo desde 1958, Gunter Sachs se hizo mundialmente famoso cuando se casó ocho años después con la actriz francesa Brigitte Bardot.
Su estrella mediática como integrante de la llamada jet set se disparó gracias a trabajos como arrojar desde un helicóptero doce docenas de rosas sobre el jardín de Bardot.
Ayer, ella se declaró "hundida" por la muerte del que fue su marido durante tres años. En Alemania dicen que fue "el único playboy" del país y "el primer alemán internacional".
La fábrica familiar producía en el norte de Baviera desde piezas para bicicleta hasta los famosos motores Sachs de dos tiempos para motocicletas.
Pero también salieron de allí buena parte de los embragues de los tanques con los que la Wehrmacht de Hitler devastó media Europa.
La patente original la compró Willy Sachs a precio de ganga de un ingeniero judío llamado Max Goldschmidt. Willy Sachs fue teniente coronel (Obersturmbannführer) de la organización paramilitar SS y salía a veces de caza con su jefe Heinrich Himmler, organizador del Holocausto.
Gunter Sachs también fundó el Instituto de Investigación Empírica y Matemática de la Astrología.
Escribió un superventas sobre el particular. Respecto al resultado de sus investigaciones, hace cuatro años declaraba: "Los complicados escorpio no tenemos tendencias suicidas, en contra de lo que cabría esperar".
Arturo Fontaine gana el primer premio Las Américas con su novela 'La vida doble'
El chileno narra la transformación de tres combatientes de Pinochet en represoras activas .
La vida doble ha sido el libro más costoso de Arturo Fontaine (Santiago de Chile, 1952). Por el método seguido para ponerlo en pie, propio de la investigación periodística o histórica, y por las dificultades de armar una metamorfosis psicológica tan atroz como la de sus protagonistas.
Tres mujeres, que pertenecen a un grupo de resistencia antipinochetista, acaban engrosando la siniestra nómina de la dictadura. Y no sin mancharse las manos, si no como activas represoras.
El galardón, instaurado en el marco del II Festival de la Palabra, distingue a la mejor obra publicada en español en 2010.
Su principal singularidad es que el jurado está integrado exclusivamente por escritores. En el de esta edición -la primera que se celebra- quedaron finalistas el argentino Ricardo Piglia (Blanco nocturno), el español Marcos Giralt Torrente (Tiempo de vida), el chileno Álvaro Vizama (Estrellas muertas) y la mexicana Orfa Alarcón (Perra brava). El jurado que se decantó finalmente por la obra de Fontaine estuvo compuesto por Edmundo Paz Soldán, Jorge Volpi, Santiago Gamboa y Yolanda Arroyo.
Al agradecer el premio, Arturo Fontaine desveló su sorpresa porel efecto catalizador que había tenido su novela en Chile.
"Nuestra misión se conecta solo con contar, sino con hacer contar", dijo tras explicar que varios lectores le habían confesado que sus familiares habían comenzado a relatar sus terribles vivencias durante la dictadura.
El autor de Oír su voz (1992) ha construido la novela sin violencia explícita ("quería evitar las descripciones directas del tipo 'me pusieron electrodos en los pezones") y sin violencia falsa ("me prometí a mi mismo no contar una escena de violencia que alguien no me hubiera contado como testigo directo").
Durante años se entrevistó con represores de la dictadura chilena, aunque su principal fuente de inspiración fue la entrevista que logró con una mujer que protagonizó la evolución que Fontaine ficciona.
No fueron viajes raros en la hedionda moral de la dictadura.
El escritor chileno Carlos Franz recuerda uno de los casos más sonados: un exnovio de la anterior presidenta de Chile Michele Bachelet, víctima a su vez de torturas.
La vida doble ha sido el libro más costoso de Arturo Fontaine (Santiago de Chile, 1952). Por el método seguido para ponerlo en pie, propio de la investigación periodística o histórica, y por las dificultades de armar una metamorfosis psicológica tan atroz como la de sus protagonistas.
Tres mujeres, que pertenecen a un grupo de resistencia antipinochetista, acaban engrosando la siniestra nómina de la dictadura. Y no sin mancharse las manos, si no como activas represoras.
El galardón, instaurado en el marco del II Festival de la Palabra, distingue a la mejor obra publicada en español en 2010.
Su principal singularidad es que el jurado está integrado exclusivamente por escritores. En el de esta edición -la primera que se celebra- quedaron finalistas el argentino Ricardo Piglia (Blanco nocturno), el español Marcos Giralt Torrente (Tiempo de vida), el chileno Álvaro Vizama (Estrellas muertas) y la mexicana Orfa Alarcón (Perra brava). El jurado que se decantó finalmente por la obra de Fontaine estuvo compuesto por Edmundo Paz Soldán, Jorge Volpi, Santiago Gamboa y Yolanda Arroyo.
Al agradecer el premio, Arturo Fontaine desveló su sorpresa porel efecto catalizador que había tenido su novela en Chile.
"Nuestra misión se conecta solo con contar, sino con hacer contar", dijo tras explicar que varios lectores le habían confesado que sus familiares habían comenzado a relatar sus terribles vivencias durante la dictadura.
El autor de Oír su voz (1992) ha construido la novela sin violencia explícita ("quería evitar las descripciones directas del tipo 'me pusieron electrodos en los pezones") y sin violencia falsa ("me prometí a mi mismo no contar una escena de violencia que alguien no me hubiera contado como testigo directo").
Durante años se entrevistó con represores de la dictadura chilena, aunque su principal fuente de inspiración fue la entrevista que logró con una mujer que protagonizó la evolución que Fontaine ficciona.
No fueron viajes raros en la hedionda moral de la dictadura.
El escritor chileno Carlos Franz recuerda uno de los casos más sonados: un exnovio de la anterior presidenta de Chile Michele Bachelet, víctima a su vez de torturas.
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