Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

4 may 2011

El plural ELVIRA LINDO

Un ciudadano escucha en las noticias que un cuerpo especializado del Ejército americano ha acabado con la vida del terrorista más buscado del mundo y se siente impelido a salir a la calle, a Times Square, a la Casa Blanca o a la Zona Cero y convierte esa noticia en un espectáculo.
Ese individuo usa el plural al dirigirse a una cámara y decir, "lo hemos vencido, al fin hemos acabado con él, ese día tenía que llegar, lo hemos derrotado". Es ese plural el que ofende a las personas serenas, que no entienden la muerte, sea de quien sea, como celebración.
Es el plural que aparecía en las primeras páginas de los periódicos gratuitos en el metro de Nueva York ayer martes: "Al fin lo hemos golpeado"; es el plural bíblico que utiliza sin miramientos el Washington Post, poniendo en boca de todos los ciudadanos americanos la siguiente frase: "Púdrete en el infierno". Es el plural que divide al mundo en dos planetas, Oriente y Occidente; el plural que separa a los seres humanos en buenos y en malos; el plural que tras el 11 de septiembre trazó un eje, el del mal, que sembró el rencor y la desconfianza; aquel plural decisivo para sustentar lo que fuera un continuo estado de emergencia, "la guerra contra el terror", y una excusa perfecta para defender invasiones contra todo derecho. Es un plural que marca una línea entre nosotros y ellos.







Entiendo las dificultades que se derivan de esta acción contra Bin Laden: será complicado evitar una beatificación de quien ya era un icono. Bin Laden era un problema: vivo, muerto, preso o enterrado.
Pero celebrarlo en plural tiene algo de victoria deportiva, algo naif, grosero.
Y que conste que tampoco me siento incluida entre los españoles que hablan de "ellos", de los americanos, como si hubieran sido 300 millones de personas los que hubieran puesto en su boca ese plural que provoca escalofríos.

Pues yo no me lo creo, igual nunca existió, soy más de conspiraciones.


Matan a un hombre el más buscado y lo tiran al fondo del mar sin llaves?, nadie lo ha visto, no puede ser salvo que Bin Laden sea una célula de Al-Qaeda, entiendo que EE.UU no enseñe un cadaver según como lo mataron, pero tirarlo al Mar, pues no me lo creo.

Lo matan de madrugada, y como dices la CIA tarda más de 10 años en encontrarlo y además esos aviones del 11S hay otros aviones que trasladan a la familia de Osama Bin Laden, Osama, Obama. mmmmmm

El pintor de la guerra de Vietnam

Por primera vez se expone en España la obra del pintor Leon Golub.
Este poco conocido artista estadounidense (Chicago, 1922- Nueva York, 2004) osó pintar lo que la sociedad de su país no quería ver: Vietnam, los mercenarios, los interrogatorios, es decir, los excesos de su política exterior, unos temas que la muerte de Osama bin Laden devuelve a la actualidad.
El Museo Reina Sofía acoge en el palacio de Velázquez, en el Retiro madrileño, esta exposición, un centenar de obras de un pintor incómodo, que podrán contemplarse hasta el 12 de septiembre.



Golub no solo desafió al pensamiento dominante en su país, sino también al modelo de arte que imperaba cuando se dio a conocer, en los cincuenta. Él apostó por una nueva pintura de historia, con referencias a personajes y sucesos reales.
Una obra que, como dejó dicho, "es una invitación a un lugar en el que nadie querría estar".
El director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, ha destacado hoy, en la presentación de la muestra, que "los personajes de Golub miran al espectador y este siente cercano su dolor". "Es un arte en el que la figura es muy importante, son formas toscas, rudas", ha señalado.
El director de la pinacoteca ha explicado que su estilo le granjeó críticas, "hubo quien decía que no sabía pintar, cuando era un dibujante buenísimo".



La opresión política y militar, "el abuso del poder", están en las pinturas de Golub, como ha subrayado su amigo Jon Bird, profesor de la Universidad Middlesex de Londres y comisario de la exposición Leon Golub.



Los abusos



Qué mejor ejemplo de abusos y violaciones de derechos que Vietnam, matriz de esta muestra.
Golub, muy influido por Los desastres de la guerra, de Goya y el Guernica, de Picasso -que vio de adolescente-, respondió al cuadro del malagueño con otro alegato antiguerra, Vietnam II.
En su serie sobre este asunto se aprecia que Golub era "un consumidor masivo de información", señala Bird, era un artista muy pendiente de lo que ocurría a su alrededor. Siguió esa línea con la serie Napalm, de la que también hay un ejemplo en el palacio de Velázquez.
En sus cuadros del conflicto que perdió EE UU en el sudeste asiático "hay trozos de lienzo cortados, lo que era una forma de acercar al espectador a la obra".



La muestra también recorre otras etapas de Golub.
Entre ellas sobresale la de los Retratos políticos: Franco, con seis cuadros -incluido uno del dictador en el ataúd-, Pinochet, Mao Tse-Dong, Fidel Castro... Bustos a tamaño natural que surgen como máscaras, sin apenas vida, en colores apagados.
 Bird ha explicado que su amigo pinto "unos cien retratos entre 1976 y 1979, tomados sobre todo de fotografías publicadas en los periódicos.
Para él eran ejemplos de la representación mediática del poder".







Sin embargo, el artista había comenzado con obras de influencia clásica, como su revisión del tema mitológico de la lucha entre dioses y gigantes, la Gigantomaquia II, de 1966. Fue en los ochenta -ya tenía un importante reconocimiento en su país-, cuando se centró en pinturas como Mercenarios, Interrogatorios o El prisionero, denuncias de la actuación de EE UU en Centroamérica.
"Cuando empezaron a aparecer las fotos de la cárcel de Abu Ghraib, en Irak, era imposible no asociarlas a esos cuadros", ha destacado Bird.



El artista evolucionó y en los noventa dejó paso a la ciudad, poblada en sus lienzos por perros rabiosos y leones que merodean, son pinturas que incluyen textos irónicos, "lo que recuerda a los grafitis", según Bird.
"Golub refleja la vida de la calle" en esos cuadros, ha agregado su amigo.
Para acabar, en los últimos años de su vida, cuando el físico no le permitía realizar grandes lienzos, se despidió con una serie en formato pequeño de dibujos carnavalescos llenos de personajes mitológicos.
Bird se ha despedido remarcando el que fue siempre el motivo central de la obra de su añorado amigo: "Decirle la verdad al poder".

Wiener Philharmoniker, Riccardo Muti - Blue Danube Waltz

ELPAIS.com >CulturaEl carismático Riccardo Muti, Premio Príncipe de Asturias de las Artes

El mundo de la música clásica necesita mitos, artistas con carisma capaces de renovar la tradición y dejar huella en las nuevas generaciones.
Uno de esos grandes intérpretes, el director italiano Riccardo Muti (Nápoles, 1941), ha ganado hoy el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.
La concesión del galardón supone el reconocimiento a uno de los máximos representantes de la gran tradición europea, a un mago del foso, temperamental y disciplinado, adorado por el público y respetado por las orquestas y los teatros más importantes del mundo.




Muti se ha impuesto finalmente al arquitecto japonés Toyio Ito, favorito en todas las quinielas, y con su elección la música clásica y la ópera gana de nuevo el máximo protagonismo en el palmarés de un premio que ha distintiguido a grandes artistas como Victoria de los Ángeles, Alfredo Kraus, Pilar Lorengar, Teresa Berganza, Plácido Domingo, Montserrat Caballé, José Carreras, Barbara Hendricks, Jesús López Cobos y el impresionante logro del sistema de Orquestas Juveniles de Venezuela impulsado por José Antonio Abreu.




Se ha impuesto al final el impresionante historial de Muti, con más de cuatro décadas de presencia internacional. "Representa la tradición europea del director italiano maestro en todo tipo de repertorios, tanto lírico como sinfónico, italiano y centroeuropeo, explica el director de orquesta español Jesús López Cobos, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 1981,





"El maestro Muti tiene una magnífica trayectoria tanto en Europa como en Estados Unidos. Para mí es uno de los grandes directores del siglo XX", añade el ex director musical del Teatro Real".






Muti actuará en la próxima temporada del coliseo madrileño (dirigirá I due Figaro, una ópera que Saverio Mercadante escribió para Madrid) y su presencia en el Real es, sin duda, uno de los máximos ganchos de la temporada diseñada por Gerard Mortier, con quien Muti mantuvo sonados enfrentamientos cuando el actual director del coliseo madrileño llevó las riendas del Festival de Salzburgo suceciendo al legendario Herbert von Karajan, con el que Muti trabajó asiduamente.




Al gran director italiano se lo rifan desde la década de los años setenta las mejores orquestas del mundo.
Desde los 26 años, lleva una carrera triunfal, como titular de orquestas tan famosas como la Philharmonia de Londres, la Orquesta de Filadelfia y en los últimos años la Sinfónica de Chicago.
 Pero su fama y prestigio universal permacerá siempre largo a la Scala de Milán, uno de los templos mundiales de la ópera que, desde 1986, dirigió con mano de hierro durante dos décadas.
Muti y la Scala son ya sinónimos de máximo rigor, calidad y fiabilidad en la interpretación del gran repertorio operístico italiano, con Verdi como compositor de cabacera.




En el foso, o en el podio, el fogoso director napolitano descarga una corriente eléctrica de alto voltaje, galvaniza a los músicos e impone con implacable tenacidad su doctrina interpretativa: la fidelidad a las partituras es una ley sagrada, aunque respetarla conlleve erradicar las falsas tradiciones y los caprichos de los divos en busca de simple lucimiento.




Su salida de la Scala no fue fácil ni tranquila (en sus 19 años en Milán acumuló gloria y poder, pero también fama de tiránico) pero consiguió reinventarse, volver a ganar protagonismo en el circuito sinfónico sin abandonar el mundo de la ópera, manteniendo una privilegiada relación con la Orquesta Filarmónica de Viena y el Festival de Salzburgo.
Sus peleas con los grandes divos fueron sonadas, pero nunca dejó de colaborar con las grandes voces españolas, en especial con el inolvidable Kraus en su madurez y en la época dorada de Caballé y Domingo.
 Contó con todos ellos en una serie de grabaciones operísticas hoy legendarias.



 El veterano músico napolitano, que ha dirigido en dos ocasiones el famoso Concierto de Año de Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena, actuó dos veces en Barcelona al frente de las masas de la Scala para contribuir a la reconstrucción del Gran Teatro del Liceo.