Las tradiciones
En este país, en el que buena parte de la población dice que el Estado debe ser laico, la Semana Santa es una de las vacaciones clásicas.
No he visto que haya movimientos para suprimir estas fiestas en el calendario laboral, y resulta contradictorio puesto que tanto estas vacaciones como la Navidad y las fiestas de los santos patronos y la mil vírgenes que pueblan España son las que rigen no sólo el calendario laboral, sino la guía de las tradiciones de muchas comunidades.
Aparte de la significación religiosa que puedan tener para los creyentes, estas fiestas, como otras muchas, son el referente de asuntos culturales y artísticos (es inmenso el arte que hay en las iglesias) y de tradiciones seculares que han ido conformando unas sociedades europeas en las que sin duda el cristianismo es una de sus columnas culturales.
También es cierto, que con motivo de esta o aquella festividad, hay costumbres que podríamos ir desterrando, porque por mucha tradición que haya es una salvajada martirizar un toro en una vega de Valladolid, realizar encierros y espectáculos con toros en los que suele haber accidentes mortales o lanzar cabras desde los campanarios.
La religión es una cosa, la tradición otra y la cultura otra, aunque, como ocurre en Semana Santa, se dan la mano.
Sacado de Bardinia de Emilio González Déniz
22 abr 2011
21 abr 2011
El milagro de la aparición VICENTE VERDÚ
.En el discurrir de la vida cotidiana hay un momento, sea dentro de la habitación, en la calle o en un museo, donde repentinamente se produce un fulgor.
Un desconocido o desconocida llega a la sala donde nos encontramos reunidos y su prestancia nos encandila, una pintura se pone inesperadamente ante nuestros ojos y su presencia nos deslumbra.
Son circunstancias en las que el instante, la comparecencia y su impacto se funden para crear lo que la religión llama "aparición".
La obra maestra no tiene amo, no tiene justificantes ni posee explicaciones racionales
Martin Seel ha publicado hace poco en español un libro muy sesudo, muy académico y muy nutrido que se titula Estética del aparecer (Katz. Buenos Aires, 2010), donde se habla de este fenómeno hermoso.
La obra de Seel pertenece a ese género de ensayos en los que el pilar de su discurso o la idea pilar se planta nítida y enhiesta, mientras a su alrededor, sea por cumplir con la atmósfera de la academia o los rituales del doctorado, crece una arboleda, una foresta y una selva de consideraciones atufantes que deslucen la intuición primordial.
Efectivamente, "lo verdaderamente importante (de los objetos artísticos) es presentarse". Cuando alguien pinta un cuadro o compone una música, la calidad primordial de esos productos radica en su capacidad de sorpresa y de captura.
No son cuadros o composiciones medidas como las armas de precisión, pero poseen la máxima precisión para dejar al corazón paralizado en su éxtasis.
No todo sujeto ni todo objeto logran esa virtud ni voluntariamente ni tampoco profesionalmente.
Gran número de sujetos y objetos bellos pueden circular alrededor sin atarnos o atenernos.
Para que, entre todos ellos, uno alcance la virtud de "presentarse" hay que esperar sentado.
En la pintura, "la presentación" del cuadro, su verdadera "aparición", hace inútiles las palabras del crítico. Esa aparición enmudece el lenguaje y comunica no mediante una articulación ajustada o erudita, sino tan solo siendo así. Los poemas, especialmente, no son mejores o peores de acuerdo con su sentido, sino mediante el retumbo imparable que inopinadamente recibe el cuerpo. Inopinadamente: es decir, sin opinión, la obra maestra asume al maestro y a su crítico, a la escuela de donde procede y al curso que la rodea.
La "aparición" opera como el accidente, sin un antes ni un después. No solo llama la atención, sino que la roba. No solo mueve a la curiosidad, sino que, precisamente, hace banal la indagación y ocuparía, en la tesitura de un juicio, el papel de la pieza de convicción.
Este suceso trastorna el orden del pensamiento y la cadena que va del menos al más o del más al menos. Al margen de esa línea de penetración en el conocimiento artístico, "la aparición" es la alternativa a la escala del saber y constituye por sí sola "el acontecimiento".
El discurso en la Estética del aparecer no es lo inverso al libro La estética de la desaparición que redactó, hace años, Paul Virilio. En la desaparición y sobre el solar exento brotaría un género de numerosas y diferentes naturalezas. Por el contrario, en "la estética del aparecer" el fenómeno produce una obra única e insólita, tal como la vida repentina de la célula o la explosión del terrorismo.
En el tiempo de trabajo de un pintor, unas horas son ambulaciones, otras son ensayos grandes o pequeños, otras se ocupan con elaboraciones manuales o mentales y otras, finalmente, coinciden con los vistazos críticos que llevan a la culminación. En este largo proceso puede o no darse la aparición.
De hecho, en la mayor parte de las obras que termina un artista suele soportarse, a la manera de un rabo, una oscilante e insoportable duda sobre su verdadero valor.
Solo en un caso no existen vacilaciones ni las valoraciones tienen ningún valor: este es el caso de "la aparición".
La obra maestra no tiene amo, no tiene justificantes ni posee explicaciones racionales; sobreviene del trabajo, pero como una criatura liberada del trabajador.
Lo suyo, en suma, no será precisamente el resultado natural de una operación esmerada ni tampoco el destino de una "re-presentación", sino pura y duramente, casi mágicamente, "la presentación".
Un desconocido o desconocida llega a la sala donde nos encontramos reunidos y su prestancia nos encandila, una pintura se pone inesperadamente ante nuestros ojos y su presencia nos deslumbra.
Son circunstancias en las que el instante, la comparecencia y su impacto se funden para crear lo que la religión llama "aparición".
La obra maestra no tiene amo, no tiene justificantes ni posee explicaciones racionales
Martin Seel ha publicado hace poco en español un libro muy sesudo, muy académico y muy nutrido que se titula Estética del aparecer (Katz. Buenos Aires, 2010), donde se habla de este fenómeno hermoso.
La obra de Seel pertenece a ese género de ensayos en los que el pilar de su discurso o la idea pilar se planta nítida y enhiesta, mientras a su alrededor, sea por cumplir con la atmósfera de la academia o los rituales del doctorado, crece una arboleda, una foresta y una selva de consideraciones atufantes que deslucen la intuición primordial.
Efectivamente, "lo verdaderamente importante (de los objetos artísticos) es presentarse". Cuando alguien pinta un cuadro o compone una música, la calidad primordial de esos productos radica en su capacidad de sorpresa y de captura.
No son cuadros o composiciones medidas como las armas de precisión, pero poseen la máxima precisión para dejar al corazón paralizado en su éxtasis.
No todo sujeto ni todo objeto logran esa virtud ni voluntariamente ni tampoco profesionalmente.
Gran número de sujetos y objetos bellos pueden circular alrededor sin atarnos o atenernos.
Para que, entre todos ellos, uno alcance la virtud de "presentarse" hay que esperar sentado.
En la pintura, "la presentación" del cuadro, su verdadera "aparición", hace inútiles las palabras del crítico. Esa aparición enmudece el lenguaje y comunica no mediante una articulación ajustada o erudita, sino tan solo siendo así. Los poemas, especialmente, no son mejores o peores de acuerdo con su sentido, sino mediante el retumbo imparable que inopinadamente recibe el cuerpo. Inopinadamente: es decir, sin opinión, la obra maestra asume al maestro y a su crítico, a la escuela de donde procede y al curso que la rodea.
La "aparición" opera como el accidente, sin un antes ni un después. No solo llama la atención, sino que la roba. No solo mueve a la curiosidad, sino que, precisamente, hace banal la indagación y ocuparía, en la tesitura de un juicio, el papel de la pieza de convicción.
Este suceso trastorna el orden del pensamiento y la cadena que va del menos al más o del más al menos. Al margen de esa línea de penetración en el conocimiento artístico, "la aparición" es la alternativa a la escala del saber y constituye por sí sola "el acontecimiento".
El discurso en la Estética del aparecer no es lo inverso al libro La estética de la desaparición que redactó, hace años, Paul Virilio. En la desaparición y sobre el solar exento brotaría un género de numerosas y diferentes naturalezas. Por el contrario, en "la estética del aparecer" el fenómeno produce una obra única e insólita, tal como la vida repentina de la célula o la explosión del terrorismo.
En el tiempo de trabajo de un pintor, unas horas son ambulaciones, otras son ensayos grandes o pequeños, otras se ocupan con elaboraciones manuales o mentales y otras, finalmente, coinciden con los vistazos críticos que llevan a la culminación. En este largo proceso puede o no darse la aparición.
De hecho, en la mayor parte de las obras que termina un artista suele soportarse, a la manera de un rabo, una oscilante e insoportable duda sobre su verdadero valor.
Solo en un caso no existen vacilaciones ni las valoraciones tienen ningún valor: este es el caso de "la aparición".
La obra maestra no tiene amo, no tiene justificantes ni posee explicaciones racionales; sobreviene del trabajo, pero como una criatura liberada del trabajador.
Lo suyo, en suma, no será precisamente el resultado natural de una operación esmerada ni tampoco el destino de una "re-presentación", sino pura y duramente, casi mágicamente, "la presentación".
. Las más queridas: Grace, Rania, Kate...
En vísperas de la boda de Guillermo de Inglaterra y Catalina Middleton, la monarquía y todo lo que la rodea es objeto de análisis
. Por eso entre las docenas de encuestas que estos días se están haciendo en medio mundo hay una que ha tenido gran éxito: 127.000 personas han participado en una consulta realizada en la web BeautifulPeople.com para elegir los miembros de la realeza más queridos.
La desaparecida Grace de Mónaco encabeza la lista, con un 91% de aprobación; seguida por la reina Rania de Jordania (90%). Kate Middleton, a una semana de formar parte de manera oficial de la familia real británica, tiene un índice de aprobación del 84%, superando incluso a la fallecida princesa Diana, con un 82%.
Completa la lista Carlota de Mónaco, con un 76% de apoyos.
Entre los varones, Carlos Felipe de Suecia y Andrea de Mónaco son los que cuentan con más seguidores.
Y es que la generación de príncipes del siglo XXI viene empujando.-
. Por eso entre las docenas de encuestas que estos días se están haciendo en medio mundo hay una que ha tenido gran éxito: 127.000 personas han participado en una consulta realizada en la web BeautifulPeople.com para elegir los miembros de la realeza más queridos.
La desaparecida Grace de Mónaco encabeza la lista, con un 91% de aprobación; seguida por la reina Rania de Jordania (90%). Kate Middleton, a una semana de formar parte de manera oficial de la familia real británica, tiene un índice de aprobación del 84%, superando incluso a la fallecida princesa Diana, con un 82%.
Completa la lista Carlota de Mónaco, con un 76% de apoyos.
Entre los varones, Carlos Felipe de Suecia y Andrea de Mónaco son los que cuentan con más seguidores.
Y es que la generación de príncipes del siglo XXI viene empujando.-
Un museo austríaco devolverá un 'Klimt' expoliado por los nazis
Gustav Klimt (1862 - 1918) pintó en 1915 un paisaje titulado Litzlberg am Attersee que hoy en día está valorada entre 20 y 30 millones de euros.
Un óleo que se encuentra en el Museo de Arte Moderno de Salzburgo (Austria) y que ahora el centro artístico va a devolver al nieto de su propietaria original, una víctima de los nazis.
Una decisión tomada tras el estudio del caso por parte de un grupo de expertos.
"Por muy doloroso que sea devolver esta pintura para la colección, la provincia y toda Austria, creo que el gobierno de Salzburgo debe permanecer en el camino iniciado en 2002 y no permitir beneficiarse de un régimen criminal", ha dicho esta mañana el director del Museo, Wilfried Haslauer.
Se refiere al acuerdo alcanzado en ese año con varias organizaciones judías para devolver bienes robados por los nazis.
El gobierno y el parlamento de la provincia tienen que aprobar la restitución de la obra, informa Reuters.
Los informes periciales encargados por el museo han determinado que Georges Jorisch es el dueño legítimo del óleo. Jorisch es el nieto de Amalie Redlich, deportada por los nazis a Polonia en octubre de 1941 y asesinada allí. La Gestapo -la policía secreta nazi - confiscó la pintura, que había sido adquirida por Redlich en 1938.
Fue posteriormente comprada por un marchante de arte que intercambió la pintura al Museo de Salzburgo por otra obra.
Según ha dicho el abogado de Jorisch a una emisora de radio austriaca, su cliente ayudará a crear una expansión del museo como gesto de gratitud.
En enero de 2009, este museo anunció que entre sus fondos se contaban entre 10 y 15 obras de "origen sospechoso", informa Efe.
Entre las piezas sobre las que se tienen dudas sobre en qué circunstancias fueron adquiridas se cuentan piezas de artistas como Egon Schiele u Oskar Kokoschka.
Esa fue la conclusión de la comisión creada por el museo para esclarecer el origen de las piezas y que estudió 1.100 dibujos, 100 grabados y 200 pinturas anteriores a 1945 y que llegaron al museo mediante donaciones o compras.
Un óleo que se encuentra en el Museo de Arte Moderno de Salzburgo (Austria) y que ahora el centro artístico va a devolver al nieto de su propietaria original, una víctima de los nazis.
Una decisión tomada tras el estudio del caso por parte de un grupo de expertos.
"Por muy doloroso que sea devolver esta pintura para la colección, la provincia y toda Austria, creo que el gobierno de Salzburgo debe permanecer en el camino iniciado en 2002 y no permitir beneficiarse de un régimen criminal", ha dicho esta mañana el director del Museo, Wilfried Haslauer.
Se refiere al acuerdo alcanzado en ese año con varias organizaciones judías para devolver bienes robados por los nazis.
El gobierno y el parlamento de la provincia tienen que aprobar la restitución de la obra, informa Reuters.
Los informes periciales encargados por el museo han determinado que Georges Jorisch es el dueño legítimo del óleo. Jorisch es el nieto de Amalie Redlich, deportada por los nazis a Polonia en octubre de 1941 y asesinada allí. La Gestapo -la policía secreta nazi - confiscó la pintura, que había sido adquirida por Redlich en 1938.
Fue posteriormente comprada por un marchante de arte que intercambió la pintura al Museo de Salzburgo por otra obra.
Según ha dicho el abogado de Jorisch a una emisora de radio austriaca, su cliente ayudará a crear una expansión del museo como gesto de gratitud.
En enero de 2009, este museo anunció que entre sus fondos se contaban entre 10 y 15 obras de "origen sospechoso", informa Efe.
Entre las piezas sobre las que se tienen dudas sobre en qué circunstancias fueron adquiridas se cuentan piezas de artistas como Egon Schiele u Oskar Kokoschka.
Esa fue la conclusión de la comisión creada por el museo para esclarecer el origen de las piezas y que estudió 1.100 dibujos, 100 grabados y 200 pinturas anteriores a 1945 y que llegaron al museo mediante donaciones o compras.
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