Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

19 abr 2011

Producto ROSA MONTERO

Hete aquí que las bombas de racimo con las que Gadafi está machacando a los rebeldes son un producto nacional, bonitas bombas españolas que por lo que se ve funcionan muy bien, demostrando la eficiencia de nuestra industria.
Se llaman de racimo porque están pensadas para abrirse en 21 cabezas explosivas antes de impactar, maximizando así la mutilación y la carnicería.
Siempre me ha producido un acongojado asombro el trabajo de los diseñadores de armamento.
Me los imagino encerrados en laboratorios impolutos o dibujando planos en despachos de ingeniería y gritando eureka, felicísimos, cuando se les ocurre la luminosa idea de, por ejemplo, dividir una bomba en otras bombitas, para así poder destripar al personal más y mejor.
Cuando uno de estos inventores consigue un arma que mata mejor, ¿lo celebrará con champán, sabedor de que arrasará en el mercado?




¿Y qué decir de los implicados en el proceso de la fabricación y venta de algo así? Los directores técnicos y comerciales, los dueños de las empresas, los políticos que sellaron los papeles para la exportación.
Ah, sí, claro, siempre hay argumentos: el problema no son las armas sino quienes las usan; en un mundo tan peligroso no podemos dejar de fabricar armas; en realidad las armas son sobre todo disuasorias...
Y la excusa falaz definitiva: yo solo soy un mandado, si no lo hago yo lo hará otro, yo no puedo hacer nada...
En 2008, España firmó la Convención Internacional contra este tipo de bombas y ya no se fabrican.
Pero en ese mismo 2008 le vendimos los últimos racimillos a Gadafi.
 Hoy los medios de comunicación muestran a todo color el momento de entrega de nuestro producto, una muerte firmada por la empresa Instalaza, España, y resulta difícil escurrir el bulto de la responsabilidad.
 Espero que por lo menos algunos duerman mal unos días.

Los mil placeres cotidianos que salvaron a Neil Pasricha

.

1.000: El brócoli.

977: El olor de la gasolina.

954: El pelo mojado por la lluvia.

911: Cuando te llevan el desayuno a la cama.

898: Jugar a videojuegos retro.

881: Cuando, jugando al Monopoly, alguien cae en el hotel que acabas de construir.

858: El otro lado de la almohada.

836: Cuando pulsas el botón y el ascensor ya está allí.

722: Mirar a la gente mayor haciendo aquagym.

En junio de 2008, Neil Pasricha —un “viejo chaval canadiense de 30 años, con un nombre cualquiera y un trabajo normal de 9.00 a 17.00, que debería ir más al gimnasio”, según sus propias palabras— necesitaba encontrar una razón para sonreír: en pocos días lo había dejado con su mujer, se había mudado a un apartamento más pequeño y su mejor amigo había fallecido.
“Mi vida se estaba viniendo abajo”, cuenta Pasricha por e-mail.




.Entonces, se le ocurrió la idea de crear el blog 1000awesomethings (traducible como 1.000 cosas estupendas) donde cada día publicaría una “pequeña joya de la vida cotidiana”, hasta llegar a 1.000.
La cuenta iría hacía atrás, desde el número 1.000 hasta el 1.“¿Qué pasará cuándo publique la última? El universo implosionará”, bromea.
668: Andar más rápido que un coche cuando hay tráfico.


647: Cuando las pilas están incluídas.

631: Volver a dormir en tu cama tras un largo viaje.

620: Cantar en el coche al volver de un concierto.

597: Cuando la policía se te adelanta tras haber conducido un rato detrás de ti.
Dos años y 540 maravillas después, el blog se ha convertido en un fenómeno de masas: más de 17 millones de visitas recibidas, 50.000 visitantes diarios y una alta participación del público a la hora de proponer otros momentos bonitos de la vida.
Desde que los usuarios del blog eran únicamente dos —“mi madre le pasó la dirección a mi padre y el tráfico se dobló”—, parece haber pasado una eternidad.
También ha ganado durante dos años consecutivos el Webby Award (probablemente, el premio más importante que puede recibir una página web) a mejor blog cultural/personal. Un éxito que ha llevado a la editorial Penguin a publicar The book of awesome, un compendio de todos sus posts —además de nuevas aportaciones que no aparecen en la versión online— en un único volumen que ha liderado durante 10 semanas la lista de best sellers internacionales en Estados Unidos. “El libro perfecto para un día llovioso”, según el semanario The New Yorker.
 Tras publicarlo en ocho países, Pasricha aún está en negociaciones con editoriales españolas.  
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2010

Los mil placeres cotidianos que salvaron a Neil Pasricha

Por: Tommaso Koch

.

1.000: El brócoli.

977: El olor de la gasolina.

954: El pelo mojado por la lluvia.

911: Cuando te llevan el desayuno a la cama.

898: Jugar a videojuegos retro.

881: Cuando, jugando al Monopoly, alguien cae en el hotel que acabas de construir.

858: El otro lado de la almohada.

836: Cuando pulsas el botón y el ascensor ya está allí.

722: Mirar a la gente mayor haciendo aquagym.



En junio de 2008, Neil Pasricha —un “viejo chaval canadiense de 30 años, con un nombre cualquiera y un trabajo normal de 9.00 a 17.00, que debería ir más al gimnasio”, según sus propias palabras— necesitaba encontrar una razón para sonreír: en pocos días lo había dejado con su mujer, se había mudado a un apartamento más pequeño y su mejor amigo había fallecido. “Mi vida se estaba viniendo abajo”, cuenta Pasricha por e-mail.



.Entonces, se le ocurrió la idea de crear el blog 1000awesomethings (traducible como 1.000 cosas estupendas) donde cada día publicaría una “pequeña joya de la vida cotidiana”, hasta llegar a 1.000. La cuenta iría hacía atrás, desde el número 1.000 hasta el 1.“¿Qué pasará cuándo publique la última? El universo implosionará”, bromea.







668: Andar más rápido que un coche cuando hay tráfico.

647: Cuando las pilas están incluídas.

631: Volver a dormir en tu cama tras un largo viaje.

620: Cantar en el coche al volver de un concierto.

597: Cuando la policía se te adelanta tras haber conducido un rato detrás de ti.



Dos años y 540 maravillas después, el blog se ha convertido en un fenómeno de masas: más de 17 millones de visitas recibidas, 50.000 visitantes diarios y una alta participación del público a la hora de proponer otros momentos bonitos de la vida. Desde que los usuarios del blog eran únicamente dos —“mi madre le pasó la dirección a mi padre y el tráfico se dobló”—, parece haber pasado una eternidad. También ha ganado durante dos años consecutivos el Webby Award (probablemente, el premio más importante que puede recibir una página web) a mejor blog cultural/personal. Un éxito que ha llevado a la editorial Penguin a publicar The book of awesome, un compendio de todos sus posts —además de nuevas aportaciones que no aparecen en la versión online— en un único volumen que ha liderado durante 10 semanas la lista de best sellers internacionales en Estados Unidos. “El libro perfecto para un día llovioso”, según el semanario The New Yorker. Tras publicarlo en ocho países, Pasricha aún está en negociaciones con editoriales españolas.





570: Cuando un bebé te abraza antes de irse.

530: Escuchar a una pareja contándote cómo se conocieron.

511: Aquel momento de las vacaciones en el que te olvidas de qué día de la semana es.

488: Secarte las manos con los pantalones.

471: El momento en el que toda la gente de un bar empieza a cantar a la vez.

464: Cuando los personajes de una película visitan un sitio que conoces

The Book of Awesome Trailer

Una puñalada no es suficiente

José Parejo Avivar sintió como una afrenta intolerable que su exmujer, Ana Orantes, contara en la televisión cómo él la maltrataba y la forzaba a mantener relaciones sexuales incluso tras cada parto de cada uno de sus once hijos.
Su venganza fue salvaje.
 La asaltó en su propia casa, la roció de gasolina y le prendió fuego.
 Aquel asesinato despertó en 1997 la conciencia ciudadana contra los crímenes machistas, que no solo no cesan sino que se siguen caracterizando por su extrema crueldad.
Los hombres que matan a sus mujeres no suelen optar por un navajazo limpio o un golpe certero.
 La ira es el denominador común.
 El Observatorio de la Violencia Domética del Consejo General del Poder Judicial ha hecho las cuentas analizando hechos probados: la media de cuchilladas que recibe una mujer en este tipo de crímenes es de 14,8. ¿Por qué?





El escenario de un crimen machista ofrece con frecuencia un dantesco espectáculo.
No solo por la alevosía con la que la víctima ha sido atacada.
También por la incomprensible actitud del autor de los hechos.
"No es extraordinario encontrar al agresor hablando al cadáver de su víctima", explica Miguel Lorente, médico forense y ahora delegado del Gobierno para la Violencia de Género. "
Te lo mereces por todo el daño que me has hecho", le decía un hombre de 77 años al cuerpo sin vida de su mujer, de 67, tras abrirle la cabeza a golpes y degollarla con un cuchillo. "¿Ves como no podía vivir sin tí? Me has despreciado", gritaba en un escenario similar un hombre de 85 años.
 Ante el juez, los agresores recurren a menudo a una pueril justificación: "Se empeña en llevarme la contraria".

. La extrema crueldad de los crímenes machistas y el victimismo de los verdugos son asuntos que llaman la atención de los expertos.
Lorente, máxima autoridad en la materia, explica que el reciente y polémico artículo de Salvador Sostres justificando el crimen de un "joven normal" que mató a su compañera al enterarse de que el hijo que esperaba no era suyo, expresa con pasmosa fidelidad el sentimiento que mueve al verdugo en este tipo de crímenes. "El agresor se considera humillado y ultrajado.
Que la mujer intente abandonarlo lo ve como un ataque a su condición de hombre. Con su crimen logra solo una cosa: que la otra persona no la deje en mal lugar.
Estos crímenes son venganzas crueles porque tienen que ver con lo identitario", explica Lorente.



El agresor, que suele suicidarse después del crimen o entregarse a la policía, destruye su propia vida.
Prefiere tal opción a quedar desairado por una mujer ante los suyos.
"Son crímenes cargados de ira y gran violencia en los que el verdugo mata con sus propias manos o con arma blanca, con una proximidad a la víctima muy estrecha", explica Inmaculada Montalbán, presidenta del Observatorio de Violencia de Género en el CGPJ. "Con el crimen, el verdugo reafirma su autoridad.
Demuestra ser el dueño y señor. Es una demostración de poder".



Los expertos dicen que todavía hoy hay una cierta tendencia a ver el sentido romántico de estos homicidios, como cuando se les llamaban "crímenes pasionales".
Pero la tendencia predominante es la de considerarlos abominables y los jueces imponen penas cada vez mayores.
Enraizados en una cultura androcéntrica en la que el hombre se considera el ombligo del mundo y la mujer un mero satélite que carga, eso sí, con su honra y su honor, el fenómeno no declina.
 Y de 2009 a 2008 los expertos incluso han detectado que la media de cuchilladas que recibe cada víctima ha aumentado.
Todos los datos están publicados en un informe del CGPJ que recoje solo hechos probados y que también habla de ese 9% de crímenes de violencia doméstica en los que el verdugo fue una mujer.