El prestigioso galardón, otorgado por la National Portrait gallery de Londres, celebra su 32ª edición .
Una mujer desnuda, resignada e indefensa, encadenada a la pared de una cueva.
El primer plano de undrogadicto cuya enfermedaddeja rastrosevidentes.
Un joven estudiante de filosofía apoyado distraídamente contra la pared, y una mujer que afila amenazadoramente un enorme cuchillo en la cocina de su casa son las cuatro escenas seleccionadas por la National Portrait Gallery de Londres como finalistas del prestigioso premio BP Portrait Award, que desde hace 32 años busca fomentar el retrato en la obra de los artistas contemporáneos.
Holly, de Louis Smith, es una mujer encadenada que representa, según el artista, el mito de Prometeo en forma femenina: Prometeo robó fuego de Zeus para dárselo a los humanos y, como castigo, el dios le encadenó a una roca mientras un águila le comía el hígado cada día.
Por la noche este volvía a crecer y la tortura comenzaba de nuevo al día siguiente.
Holly mira el águila con resignada aceptación. "Es un mensaje de compostura frente a la adversidad,sobre la fuerza quetodos podemos sacar cada día en nuestra lucha por ganarnos la vida", afirma Smith.
La obra delnorirlandés Ian Cumberland-Just to feel normal- muestra, en un estilo prácticamente fotográfico,a un amigo sin identificar a quien su adicción le ha dejado huellas visibles.
"Es el retrato de un amigo cuya historia es como la de muchos otros de mi generación, que han caído víctimas de ellos mismos y de sus hábitos".
Cumberland ya fue seleccionado para la muestra de BP Portrait Award en 2009.
Jeroen eshoy unestudiante holandés de 25 años que ya ha posado para Wim Heldens una veintena de veces a lo largo de su vida: "Me fascina pintara Jeroen mientras atravesaba las diferentes etapas de su vida", dice el artista.
En Distracted,la obra sleccionada, el modelo se poya distraidamente en la pared del estudio. Autodidacta y afincado en Ámsterdam, la obra de Heldens se ha expuesto en Europa y Estados Unidos, y fue seleccionada para la exposición del BP Portrait Award en 2008 y 2010.
La hermana de un amigo neoyorquino le sirvió a Sertan Saltan, artista turco afincado en Avon (Connecticut, EE UU) para su inquietante Mrs. Cerna, que muestra a la joven afilandoun cuchillo mientras se prepara para la tradicional cena de Acción de Gracias. "El contraste del cuchillo, los guantes y los rulos me trajo a la cabeza humor y horror ala vez", dice.
El prestigioso premio, que cuenta con el patrocinio de BP desde 1989, está dotado con 25.000 libras y un encargo valorado en 4.000.Un juradode seis personas, entre las que se encuentran Sandy Nairne, directora de la National Portrait Gallery, y Jonathan Jones, crítico de arte de The Guardian, entregaráun segundo y tercer premio valorados en 8.000 y 6.000 libras respectivamente, además del BP Young Artist Award, que con 5.000 libras reconoce el trabajo de unartista participante deentre 18 y 30 años.
Tanto Ian Cumberland como Sertan Saltan son elegibles para este galardón.
14 abr 2011
Cocaína en 'Inside job' VICENTE VERDÚ
Inside job, el documental que ahora llena los cines, es un típico producto norteamericano hecho para los norteamericanos.
Trata de explicar las causas de esta Gran Crisis desde la quiebra de Lehman Brothers en 2008, el conchabamiento entre banqueros, reguladores, comisionistas y agencias de rating, ante la condescendiente y cómplice colaboración de autoridades políticas y organizaciones económicas internacionales.
Las 'subprimes' fueron células malignas típicamente americanas que infectaron el planeta
El dinero les sale a estos delincuentes por las orejas y aún necesitarían otros orificios de desagüe para poder metabolizar los miles de millones de dólares que se metieron en el cuerpo o convirtieron en centenares de helicópteros, yates, lamborghinis y kilogramos de cocaína, consumida en la oficina o en prostíbulos de lujo.
Vista así, la Gran Crisis es el thriller del año y un thriller de argumento tan complejo como la composición de los productos tóxicos ofrecidos a la inversión y consustanciales a la burbuja.
Esta cinta de éxito es, sin embargo, tan pesada como cargante, tan monótona como perezosa, tan teatralmente insolente como fallida en sus intentos de acorralar a las cabezas fundamentales de la debacle.
Lástima que toda denuncia cuando, como en este caso, no es bien certera se convierta en un error bobalicón y sus disparos suenen, con demasiada frecuencia, a mascletàs y reiterados fuegos de fogueo.
La fatuidad del realizador es en este caso proporcional a la magnitud de indignación de los espectadores hambrientos de justificación y de justicia.
La exuberancia del director ofreciendo datos y más datos en millones de dólares robados a gentes de toda condición ahoga la narración en dos horas de pantanos contables.
Efectivamente, el documental intenta hacer ver y sentir que un maldito grupo de superpoderosos controla la vida de casi toda la humanidad.
Y este clan es hoy, en su mayoría, norteamericano.
Aunque también, así como la cultura y las modas americanas han sido contagiadas a todo el globo, la estratagema para hacer dinero mediante engaños organizados se ha difundido desde Islandia a Australia y desde Nueva York a Guangdong.
De ahí que si las subprimes fueron células malignas típicamente americanas, muy pronto infectaron la totalidad del planeta. Lo norteamericano ha sido siempre extraordinariamente contagioso.
Es contagioso por la imantada mitificación de la Nación Número Uno pero lo es, seguidamente, porque tanto su talante cultural como sus talentos financieros son ejemplos, Kill Bill, de una violencia demoledora.
La amplia admiración de casi cualquier país al universo norteamericano tiene que ver con su amplio repertorio de comunicación pop, pero muy mucho con sus multimillonarios nacidos de la noche a la mañana, sus magnates menores de 30 años y sus magos especuladores, maduros o no, que ascienden como ídolos al lado de los artistas, los actores, los científicos, los boxeadores o los iconos del rock.
Inside job denuncia la corrupción y la codicia pero, sin quererlo, siendo un producto norteamericano, reproduce con gusto la espectacularidad del suceso, el gran suceso de estafar a gran escala, prosperar o arruinarse en el mundo como gestas de tamaño descomunal.
¿Europa? ¿El resto del mundo? Todavía Estados Unidos cree ser todo el mundo cuando se trata de exhibirse y hacer seductor el modelo de su gran poder.
Quien asista a esta película de buenos propósitos percibirá, siendo europeo, que en medio de la denuncia del realizador colea el orgullo de estar filmando un nuevo gran logro nacional, un extraordinario número circense, exclusivamente al alcance del Gran Circo Americano.
Del gigantismo de esa nación y de su prestancia inigualable han quedado seducidos los mismos realizadores / patriotas que, no solo ven en el bien su fuerza sino en el supermal que hace grande a Estados Unidos.
¿Sus millones de ciudadanos empobrecidos en estos años? Este universo de víctimas, inmigrantes o no, apenas forma parte del reparto de la película.
Los protagonistas de verdad son aquellos que se lo reparten todo y unen a su delirante ambición una destilación de la idiosincrasia invariable del singular planeta americano.
Trata de explicar las causas de esta Gran Crisis desde la quiebra de Lehman Brothers en 2008, el conchabamiento entre banqueros, reguladores, comisionistas y agencias de rating, ante la condescendiente y cómplice colaboración de autoridades políticas y organizaciones económicas internacionales.
Las 'subprimes' fueron células malignas típicamente americanas que infectaron el planeta
El dinero les sale a estos delincuentes por las orejas y aún necesitarían otros orificios de desagüe para poder metabolizar los miles de millones de dólares que se metieron en el cuerpo o convirtieron en centenares de helicópteros, yates, lamborghinis y kilogramos de cocaína, consumida en la oficina o en prostíbulos de lujo.
Vista así, la Gran Crisis es el thriller del año y un thriller de argumento tan complejo como la composición de los productos tóxicos ofrecidos a la inversión y consustanciales a la burbuja.
Esta cinta de éxito es, sin embargo, tan pesada como cargante, tan monótona como perezosa, tan teatralmente insolente como fallida en sus intentos de acorralar a las cabezas fundamentales de la debacle.
Lástima que toda denuncia cuando, como en este caso, no es bien certera se convierta en un error bobalicón y sus disparos suenen, con demasiada frecuencia, a mascletàs y reiterados fuegos de fogueo.
La fatuidad del realizador es en este caso proporcional a la magnitud de indignación de los espectadores hambrientos de justificación y de justicia.
La exuberancia del director ofreciendo datos y más datos en millones de dólares robados a gentes de toda condición ahoga la narración en dos horas de pantanos contables.
Efectivamente, el documental intenta hacer ver y sentir que un maldito grupo de superpoderosos controla la vida de casi toda la humanidad.
Y este clan es hoy, en su mayoría, norteamericano.
Aunque también, así como la cultura y las modas americanas han sido contagiadas a todo el globo, la estratagema para hacer dinero mediante engaños organizados se ha difundido desde Islandia a Australia y desde Nueva York a Guangdong.
De ahí que si las subprimes fueron células malignas típicamente americanas, muy pronto infectaron la totalidad del planeta. Lo norteamericano ha sido siempre extraordinariamente contagioso.
Es contagioso por la imantada mitificación de la Nación Número Uno pero lo es, seguidamente, porque tanto su talante cultural como sus talentos financieros son ejemplos, Kill Bill, de una violencia demoledora.
La amplia admiración de casi cualquier país al universo norteamericano tiene que ver con su amplio repertorio de comunicación pop, pero muy mucho con sus multimillonarios nacidos de la noche a la mañana, sus magnates menores de 30 años y sus magos especuladores, maduros o no, que ascienden como ídolos al lado de los artistas, los actores, los científicos, los boxeadores o los iconos del rock.
Inside job denuncia la corrupción y la codicia pero, sin quererlo, siendo un producto norteamericano, reproduce con gusto la espectacularidad del suceso, el gran suceso de estafar a gran escala, prosperar o arruinarse en el mundo como gestas de tamaño descomunal.
¿Europa? ¿El resto del mundo? Todavía Estados Unidos cree ser todo el mundo cuando se trata de exhibirse y hacer seductor el modelo de su gran poder.
Quien asista a esta película de buenos propósitos percibirá, siendo europeo, que en medio de la denuncia del realizador colea el orgullo de estar filmando un nuevo gran logro nacional, un extraordinario número circense, exclusivamente al alcance del Gran Circo Americano.
Del gigantismo de esa nación y de su prestancia inigualable han quedado seducidos los mismos realizadores / patriotas que, no solo ven en el bien su fuerza sino en el supermal que hace grande a Estados Unidos.
¿Sus millones de ciudadanos empobrecidos en estos años? Este universo de víctimas, inmigrantes o no, apenas forma parte del reparto de la película.
Los protagonistas de verdad son aquellos que se lo reparten todo y unen a su delirante ambición una destilación de la idiosincrasia invariable del singular planeta americano.
El enigma de la escritora errante
Sergio Ramírez novela la peripecia de Amanda Solano, una autora costarricense ficticia de principios del siglo XX que vivió huyendo para expresar su diferencia .
Un cadáver llega a San José, la capital de Costa Rica. Y con el mismo sigilo que desembarca es enterrado.
Una lápida con un número que Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942) ha descifrado en su última novela, La fugitiva.
"Es una entrevista triple, un reportaje periodístico que se abre a una crónica para contar en tres dimensiones la vida de Amanda Solano, una escritora costarricense de culto, de principios del siglo pasado", aclara el escritor, que, entre 1985 y 1990, fue vicepresidente del gobierno sandinista en Nicaragua.
"No era feminista, ni militante, era femenina", explica el novelista
Este enredo de géneros periodísticos se cruza con la ficción.
Porque La fugitiva (Alfaguara) es eso, una historia ficticia en femenino desde el título hasta el fin.
El escritor se ha transmutado en tres mujeres que interroga cual periodista en un juego de contradicciones y complicidades para descubrir quién fue su protagonista.
Amanda Solano es, en parte, Yolanda Orreamuno, una escritora costarricense errante y diferente. "Vivió huyendo de sí misma, de la sociedad y de las fronteras porque creía que en otros países encontraría lo que el suyo no le daba", explica Ramírez. Costa Rica era la trampa en la que la libertad sexual que ejercía se condenaba con el reproche y la marginación social.
El país en el que su corta carrera literaria chocaba contra la tendencia imperante.
La Solano de Ramírez huye en sus relatos del campesino como protagonista y lo pintoresco en el paisaje, y opta por la introspección y la divagación que encontró en sus escritores de cabecera: Proust, Faulkner o Steinbeck.
"No era una feminista, ni una militante, era femenina", señala el escritor. Una extravagancia en una época en la que la sociedad patriarcal elegía por las mujeres.
Por eso, La fugitiva encarna la batalla de muchos en una sola. "Es la lucha del que quiere ser reconocido en la diferencia, ya se trate de un homosexual, de una mujer liberada sexualmente o de alguien que busca un camino literario diferente". Los registros que representan sus narradoras.
"No son reales, pero todas tienen un correlato en la Costa Rica que conocí durante los 14 años que viví allí". Está la anciana de la alta burguesía que trata de disimular su decadencia, representada en su barrio venido a menos, con un lenguaje altivo. Una investigadora que dibuja la época con su conversación intelectual.
Y una cantante que recuerda a Chavela Vargas por el viaje personal y físico que hace hasta México para vencer la resistencia que Costa Rica manifiesta contra su lesbianismo.
Sergio Ramírez ha cargado con la historia desde los años sesenta, cuando llegó a este país del Caribe.
En aquel momento trabajaba en un organismo regional centroamericano donde creó la primera editorial de Centroamérica. "El primer libro que publicamos fue La ruta de evasión de Orreamuno", recuerda.
Pero no fue hasta hace cinco años que saldó sus cuentas con esta escritora.
Desde entonces, como un director de cine -así se describe-, ha estado investigando para que su "novela de época" cobrara vida. "
Fui dos o tres veces a San José", relata. "En la hemeroteca nacional encontré periódicos viejos de los años 30 y 40 para poder recrear el ambiente.
Meterme en esa atmósfera que aparece cuando uno ve fotografías del momento.
Y entrevisté a todo el mundo, menos a mis tres narradoras".
De todas estas charlas y horas de estudio ha salido la respuesta al "vínculo sentimental" que unía sin respuesta a Sergio Ramírez y Amanda Solano... o al revés.
Un cadáver llega a San José, la capital de Costa Rica. Y con el mismo sigilo que desembarca es enterrado.
Una lápida con un número que Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942) ha descifrado en su última novela, La fugitiva.
"Es una entrevista triple, un reportaje periodístico que se abre a una crónica para contar en tres dimensiones la vida de Amanda Solano, una escritora costarricense de culto, de principios del siglo pasado", aclara el escritor, que, entre 1985 y 1990, fue vicepresidente del gobierno sandinista en Nicaragua.
"No era feminista, ni militante, era femenina", explica el novelista
Este enredo de géneros periodísticos se cruza con la ficción.
Porque La fugitiva (Alfaguara) es eso, una historia ficticia en femenino desde el título hasta el fin.
El escritor se ha transmutado en tres mujeres que interroga cual periodista en un juego de contradicciones y complicidades para descubrir quién fue su protagonista.
Amanda Solano es, en parte, Yolanda Orreamuno, una escritora costarricense errante y diferente. "Vivió huyendo de sí misma, de la sociedad y de las fronteras porque creía que en otros países encontraría lo que el suyo no le daba", explica Ramírez. Costa Rica era la trampa en la que la libertad sexual que ejercía se condenaba con el reproche y la marginación social.
El país en el que su corta carrera literaria chocaba contra la tendencia imperante.
La Solano de Ramírez huye en sus relatos del campesino como protagonista y lo pintoresco en el paisaje, y opta por la introspección y la divagación que encontró en sus escritores de cabecera: Proust, Faulkner o Steinbeck.
"No era una feminista, ni una militante, era femenina", señala el escritor. Una extravagancia en una época en la que la sociedad patriarcal elegía por las mujeres.
Por eso, La fugitiva encarna la batalla de muchos en una sola. "Es la lucha del que quiere ser reconocido en la diferencia, ya se trate de un homosexual, de una mujer liberada sexualmente o de alguien que busca un camino literario diferente". Los registros que representan sus narradoras.
"No son reales, pero todas tienen un correlato en la Costa Rica que conocí durante los 14 años que viví allí". Está la anciana de la alta burguesía que trata de disimular su decadencia, representada en su barrio venido a menos, con un lenguaje altivo. Una investigadora que dibuja la época con su conversación intelectual.
Y una cantante que recuerda a Chavela Vargas por el viaje personal y físico que hace hasta México para vencer la resistencia que Costa Rica manifiesta contra su lesbianismo.
Sergio Ramírez ha cargado con la historia desde los años sesenta, cuando llegó a este país del Caribe.
En aquel momento trabajaba en un organismo regional centroamericano donde creó la primera editorial de Centroamérica. "El primer libro que publicamos fue La ruta de evasión de Orreamuno", recuerda.
Pero no fue hasta hace cinco años que saldó sus cuentas con esta escritora.
Desde entonces, como un director de cine -así se describe-, ha estado investigando para que su "novela de época" cobrara vida. "
Fui dos o tres veces a San José", relata. "En la hemeroteca nacional encontré periódicos viejos de los años 30 y 40 para poder recrear el ambiente.
Meterme en esa atmósfera que aparece cuando uno ve fotografías del momento.
Y entrevisté a todo el mundo, menos a mis tres narradoras".
De todas estas charlas y horas de estudio ha salido la respuesta al "vínculo sentimental" que unía sin respuesta a Sergio Ramírez y Amanda Solano... o al revés.
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