Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

15 mar 2011

Mario Testino, en la piel de Kate Winslet

Pese a su continua defensa de la belleza natural, Kate Winslet se ha rendido al uso del retoque digital en publicidad, como muestra su sensual anuncio de Lancôme.
 Tanto en el vídeo como en las fotos la actriz, de 35 años, luce una piel perfecta.
 La campaña realizada por el fotógrafo Mario Testino busca destacar la feminidad asociada al uso de un pintalabios, tal y como ha explicado la propia Winslet.
En los términos de la vieja Winslet, una de las mejores actrices de su generación, feminidad solía ser sinónimo de curvas, como ha reiterado varias veces en manifestaciones públicas.

Sueños

Solo aspiro a seguir soñando, aunque la vida enrede mis sueños.
A veces parece que navego en una embarcación sin capitán, con el timón inutilizado, con el ancla perdida, con el velamen deshilachado.
A veces siento que la borrasca me zarandea y hace que la nave –pequeña y liviana- zozobre en mares peligrosos, mares nocturnos, preñados de monstruos indecibles y asesinos…
 Sólo aspiro a que mi voz encuentre su hueco, ese espacio pequeño –casi de ameba- en el que pueda entonar las tres o cuatro notas que le hayan sido asignadas, poco más que la aparición de un meritorio en la función de su estreno.
A veces siento que es inútil este afán, esta brega diaria; pero al contemplar la fuente diminuta que me espera cada jornada, compruebo que el agua que mana, es la misma que fluye de las fuentes monumentales, inabarcables, tan bellas, tan lejanas. Y al cruzar el silencio del jardín donde se ubica, al acercarme a ella, le noto más niña, más accesible, y la sed se sacia, y la piel se limpia, y el sudor se alivia, y, al escucharla, compruebo que su sonido también es una canción… Sólo aspiro seguir siendo un eslabón –lo he repetido tantas veces-, un eslabón en una cadena infinita.
No porque su final no exista, sino porque está tan lejos ese extremo que es inalcanzable para mi imaginación, por mucho que la estire.
A veces una farola iluminada, como un pomelo escarchado e insípido, me impide contemplar cómo las estrellas besan los párpados y los labios y la piel entera del cosmos… Sólo aspiro a no ser labio de Judas.
A veces las voces golpean a mi alrededor, seduciendo con brillos que deslumbran, atacan a las retinas con sonrisas incólumes, en apariencia, y siento que debo columpiarme en ellas, hasta que descubro que hay demasiadas grietas en demasiadas pupilas como para emplear el latido de una tarde en mecerme ante un espejo cuyo azogue desgastado sólo devuelve, aburrido, el eco de mi efigie…
Sólo aspiro a medir el tictac de mis horas en caricias regaladas sin imposiciones.
 A veces las horas se tornan disputas palaciegas, donde sólo se venden y compran cortesías con guadañas camufladas, o se vuelven diálogos de charcutería, donde sólo se mercadean vísceras cubiertas por lágrimas y olvidos, y me doy cuenta de que me convertiré en cáscara podrida o en caníbal insaciable o en aburrido mojón sin camino, cuando mi destino es ser caricia, cauce o puente…
Sólo aspiro a seguir labrando sueños con mi torpe cincel de letras y silencios sobre los corazones que me encuentren en este trayecto tan hermoso y, ay, tan breve.


Publicado por Amando Carabias

Los idus de marzo aquí no funcionan

El ciego con el que tropezó Julio César cuando entraba en el Senado le había dicho muchas semanas antes que tuviera cuidado con los idus de marzo. La fecha venía a ser el 15 de ese mes, y cuando llegó ese día, César volvió al Senado; al entrar, le dijo al ciego que ya habían llegado los idus de marzo y nada había ocurrido; el ciego le contestó: "pero aún no han acabado". Minutos después Julio César era acuchillado por los senadores. arquito.JPGEsta historia, mil veces contada y que seguramente es más leyenda que realidad, debía funcionar en los tiempos en que los actos de los políticos tenían consecuencias, aunque no sé si en el vasto territorio de Roma la provincia de Hispania se movía con parámetros distintos. Y es para creerlo, porque aquí los políticos pueden hacer lo que sea, y todo se resuelve con unas declaraciones que básicamente se resumen en tres palabras: "Y tú más".
En un país democrático (incluso en la Roma antigua), Camps no podría ser candidato mientras estuviese encausado, un ministro como José Blanco tendría que haber dimitido por no haber resuelto de un vez la conflictividad del transporte aéreo, alcaldes imputados, concejales caciquiles y políticos inanes en general perderían la posibilidad, no ya de ser elegidos, sino de que sus partidos los presentaran como candidatos.
Hay ayuntamientos endeudados por procesos judiciales ocasionados por la ineptitud (a veces por malas praxis deliberadas) de personas que, aunque ya no estén en esos cargos, siguen en la política a veces en escalones superiores.
Está claro, los Idus de marzo no funcionan en la provincia romana de Hispania.

Sacado de Bardinia de Emilio González Déniz

Del bodegón a Ferran Adrià

Una exposición en La Pedrera explica el diálogo entre gastronomía y arte .
Muchos libros acaban en películas, unos pocos en exposición.
Es el caso de Comida para pensar, pensar sobre el comer, una reflexión escrita sobre el universo creativo de Ferran Adrià, la cocina de vanguardia y su relación con el mundo del arte, que en 2009 firmaron el artista Richard Hamilton y Vicente Todolí, por entonces director de la Tate Modern de Londres. Catalunya Caixa le ha puesto imágenes al libro reuniendo 130 obras de 76 artistas para la exposición El arte del comer.
 De la naturaleza muerta a Ferran Adrià, que se puede ver en La Pedrera hasta el 26 de junio y que recorre cinco siglos de relación entre gastronomía y arte desde los bodegones del siglo XVII hasta nuestros días. "Adrià no es la causa de la exposición, sino el efecto de esa relación de siglos que desemboca cuando el cocinero fue invitado por la Documenta de Kassel en 2007 con el consiguiente debate que se generó", explicó Àlex Susanna, director de la Obra Social de Catalunya Caixa, durante la presentación.




La exposición empieza con dos abigarrados bodegones flamencos creados en el siglo XVII: Bodegón con sirvienta, de Paul de Vos, en el que los animales muertos y a punto de ser cocinados llenan la tela, y Puesto de frutas con pareja, de Pieter van Boucle, en el que las frutas activan la salivación y los jugos gástricos del espectador, seguidos de otros más austeros como Bodegón con granadas, del rey del bodegón español Luis Meléndez. Junto a ellos y con la intención de subvertir que destila toda la exposición, el espectador descubre otros bodegones actuales de la mano de Sam Taylor-Wood y su videolienzo Naturaleza Muerta (2001) en la que unas apetitosas frutas acaban descompuestas en tres minutos, y el de Ori Gersht, en la que un disparo fulmina una granada que forma parte de una composición con estética que recuerda a las de Zurbarán.



Plinio el Viejo aseguró que el bodegón era un arte menor y su opinión ha perdurado durante los siglos.
"Los retratos y la pintura religiosa estaban mejor pagados, pero los artistas no hacían ascos al bodegón para ganarse la vida", aseguró la comisaria Cristina Giménez.
Pese a eso, casi todas las épocas y pintores se han acercado al género. Es el caso de grandes como Isidre Nonell (Naturaleza con arenques), René Magritte (Souvenir de viaje), Salvador Dalí (Dos trozos de pan expresando el sentimiento del amor), Juan Gris (Mesa delante de un edificio), Picasso (Frutero) y los tomates y pimientos que Barceló pintó en 2010, todas en la exposición. La selección de Giménez deja ver que el interés no ha decaído en nuestros días. Sardinas, cebollas, panes y huevos son los objetos que fotografió Wols a mitad del siglo pasado, mientras que Mona Hatoum ?cuyo biombo de acero formado por tres ralladores es la imagen de la exposición?, fotografió a una docena de cabritos y un par de vacas tras ser descuartizados en un matadero.



A lo largo de la exposición varias obras sorprenden al visitante.
Es el caso del sillón de carne cruda creado por Jana Sterbak para la exposición.
 La autora diseñó en 1987 Vanitis, un vestido de carne que ha inspirado, años después, el atuendo que Lady Gaga lució recientemente atribuido a Franc Fernández; una de las 90 latas de la polémica obra de Manzoni Mierda de artista (1961), que el autor dijo haber llenado con sus excrementos y que ha acabado alcanzando una gran cotización en el mercado del arte, y El invitado, un poema objeto de Joan Brossa en el que junto a una mesa preparada para un rico banquete hay un garrote vil como silla. Mientras que las botellas de Coca-Cola con mensajes ocultos de Meireles, las de aceite de Beuys, la tostadora de Richard Hamilton, la olla con mejillones de Broodthaers, la estantería de Suboth Gupta y la carta de amor de Wim Delvoye, escrita en árabe con piel de patatas, tampoco pasan desapercibidas.



La exposición recoge el ejemplo de tres artistas metidos a cocineros en las décadas de 1970 y 1980 que postularon la actividad del restaurante como un hecho artístico. Es el caso de Spoerri en Düsseldorf, donde creó cuadros a partir de los restos de comidas, el Food de Gordon Matta-Clark y El Internacional del catalán Miralda, "el primer tapas-bar de Nueva York", dijo el propio artista durante la inauguración.
El recorrido concluye "reivindicando la figura de Adrià y su papel como generador de arte, no por sus creaciones, sino por ser fuente de inspiración", aseguró Susanna.
 Es el caso de Hans Gissinger, que ha fotografiado texturas del agua, Bruno Montovani, que compuso una suite de 35 piezas tras cenar en El Bulli y Francesc Guillamet, cuyas imágenes de los platos creados por Adrià "tienen un valor artístico pero también histórico", según Susanna.