Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

7 mar 2011

París continúa azotado por el vendaval del escándalo

La última colección de Galliano y el enfrentamiento entre Hermès y LVMH protagonizan la jornada de la moda .
Se esperaba que la presentación de otoño/invierno 2011 de la firma John Galliano fuera un asunto discreto e íntimo.
 Pero, finalmente, el que podría ser el testamento creativo del diseñador tuvo su cuota de decadencia.
Ha sido una colección pequeña en tamaño, pero no en ambición.
No se han enviado invitaciones formales y la convocatoria, a través de correo electrónico, pedía confidencialidad sobre la cita.
 Probablemente, para evitar que en la puerta se repitiera el tumulto de curiosos, cámaras y policías que el viernes conmocionó la entrada a Dior.




La pasarela de Dior ya está vacía

La moda devora a sus hijos


Galliano presenta una colección pequeña en tamaño, pero no en ambición



Bernard Arnault dueño del grupo LVMH cierra el año superando por primera vez los 20.000 millones de euros de facturación y aumentando sus beneficios un 73%

En el exterior de un palacete del siglo XIX se respiraba una calma tensa.
Los invitados entraban con la cabeza baja y el rostro circunspecto de los que asisten a un funeral. En grupos reducidos, se acomodaron hasta tres pases de las modelos.
Sofás y mesitas estaban dispuestos en opulentos salones, decorados con flores y grandes lámparas de cristal.
Se servía café y macarons. John Galliano no estaba, pero sí Sidney Toledano.
El presidente de Dior dio el viernes un discurso en el que tachó de intolerables las manifestaciones antisemitas que provocaron el despido de su director creativo.
 Esta tarde estaba más relajado.



"Estoy aquí para apoyar a los equipos que han terminado esta bella colección. Ha hecho falta mucho coraje para completarla", explicaba Toledano en un perfecto español.
 Es el idioma de su padre, que fue presidente de la comunidad de judíos sefardíes en su Casablanca natal.
 No ha querido hacer declaraciones sobre el futuro de la marca John Galliano, que -al igual que Dior- forma parte del mayor grupo de lujo del mundo, LVMH.
En días saturados de especulaciones sobre quién sucederá a Galliano, Toledano llama a la calma. "Estoy trabajando en ello, pero la decisión tomará tiempo. No puedes sacarte un nuevo diseñador del bolsillo. Esto nos ha cogido por sorpresa y es muy reciente".



La colección de John Galliano habla elocuentemente de la dificultad que entraña sustituirle.
El que ha caído no es un diseñador cualquiera, sino uno de los más brillantes de su generación.
Sus bellísimos vestidos al bies y el erotismo de sus trajes de tweed mostraban la mejor cara de Galliano.
Pero los tímidos aplausos que recibieron demostraban que está demasiado vívida la imagen de lo peor de lo que es capaz. Tim Blanks, uno de los más prestigiosos críticos, ha apuntado en la presentación que el único precedente de una situación como esta fueron las denuncias por colaboración con los nazis durante la II Guerra Mundial contra Coco Chanel y que su exilio duró nueve años.



Esta siendo una semana de la moda agitada. Especialmente para Bernard Arnault, el amo del lujo mundial.
 Su grupo, LVMH, ha cerrado un año de récord, superando por primera vez los 20.000 millones de euros de facturación y aumentando sus beneficios un 73%. Pero se enfrenta al incendio que ha provocado Galliano y a la firme oposición de Hermès a sus intenciones de compra.
Las tres familias que controlan la empresa (Dumas, Puech y Guerrand) se han unido como nunca desde que, en octubre, LVMH iniciara la adquisición de acciones. Ya controla un 20%. Esta semana Patrick Thomas, presidente de Hermès, aprovechó la presentación de resultados para pedir a Arnault que redujera su participación como prueba de lo pacífico de sus objetivos.



"Si quieres seducir a una bella mujer no empiezas violándola por detrás", ha dicho Thomas mientras exhibía un crecimiento del 46% en los beneficios de Hermès en 2010. "No queremos ser parte de este mundo financiero que arruina compañías y trata a la gente como si fuera mercancía", declaraba a The New York Times.
"Esta es una pelea cultural, no económica".



El choque entre titanes ha añadido expectación al estreno del nuevo director de Hermès. Christophe Lemaire sustituye a Jean Paul Gaultier, que se marchó en septiembre tras siete años de colaboración.
El fichaje de Lemaire, procedente de Lacoste, supone un cambio de rumbo en la estética y espíritu de la firma.
Los caballos que despidieron a Gaultier fueron reemplazados por el halcón que portaba una de las modelos de Lemaire.



El espectáculo deja paso a un sentido más reposado de lo exquisito.
El minimalismo de Lemaire se ha visto favorecido por el formato íntimo de la presentación.
Tuvo lugar en una tienda de Hermès que ocupa hoy lo que fue una piscina en los años 20. Un espacio que permitía acercarse a los diseños y apreciar la riqueza de los materiales y el exquisito trabajo de la piel y la seda.
 Aunque no es fácil detenerse en tales sutilezas en medio de un vendaval de escándalo.

Y la máquina empuñó el pincel

Reino Unido redescubre la obra de D.P. Henry, medievalista y pionero del arte por ordenador -
Publicó un estudio sobre "las dimensiones histórico-lógicas" de la obra de San Anselmo de Canterbury De grammatico (siglo XI) y también fue un pionero en el arte con computadoras y el diseño gráfico.
 Es el británico Desmond Paul Henry (1921-2004), remoto profesor universitario experto en filosofía medieval, que inventó en su casa hace ahora 50 años su primera máquina de dibujar.
 Para ello modificó una máquina militar de la Segunda Guerra Mundial (contienda en la que además participó); un artilugio que iba montado en los bombarderos modelo Lancaster y servía para fijar sobre mapas los blancos.
La máquina modificada de D. P. Henry comenzó a realizar cientos de dibujos extrañamente hipnóticos sin los que hoy no sería posible entender el arte generado por ordenador. Ahora el Museo de Ciencia e Industria de Manchester (MOSI, en sus siglas inglesas) le dedica una retrospectiva que, dada la juventud y el -hasta ahora- escaso predicamento de esta disciplina, sirve también como ejercicio de arqueología del presente.







Henry utilizaba una computadora analógica (una especie de ampliadora fotográfica con brazos, tres rotuladores, tuercas y rodamientos) en la que no podía introducir datos (no podía programarla) pero sí configurarla para que dibujara sobre la base de una determinada rutina.
Un dibujo podía tardar unas tres horas en culminarse.
 "Vio claramente el potencial para crear un arte elegante, generado por una máquina", señala Douglas Dodds, comisario del departamento de la Palabra y la Imagen en el Victoria and Albert Museum de Londres . "Se anticipó a los artistas digitales que le sucedieron y que utilizan sofisticados algoritmos para crear obras en constante evolución que aparecen en papel o en pantalla", prosigue Dodds.



Alejado de los círculos artísticos londinenses, Henry era un personaje al margen con un enorme mundo interior que parecía necesitar pocas cosas para ser feliz. Compró por 50 libras esterlinas (unos 58 euros al cambio) la máquina militar y la tuvo en casa nueve años. "La montaba, la desmontaba... hasta que un día decidió realizar unas modificaciones para que dibujara", relata al teléfono su hija y comisaria de la exposición del MOSI, Elaine O'Hanrahan. De ella es el mérito de que el trabajo de D.P. Henry no haya quedado relegado al olvido.



Hubo unos años (en la década de los sesenta) en que este creador sí presentó su obra en público y obtuvo cierta receptividad por parte de una sociedad que comenzaba a abrirse a lo nuevo. Expuso en galerías y bibliotecas de Manchester y en 1968 algunas de sus obras (y una de sus máquinas) fueron mostradas en la Cybernetic Serendipity, una exposición de arte y tecnología hoy considerada como punto seminal del computer art. Un curioso recorte de prensa de la época relata que Henry llegó 90 minutos tarde a su primera exposición individual en la galería Reid de Londres porque no encontró un lugar en el que afeitarse. Pasada esta etapa de efímera popularidad, el medievalista volvió a sus clases de filosofía y el artista excéntrico regresó a su sótano.



"Ajustaba la máquina, ponía música clásica y dejaba que el artilugio funcionara horas y horas.
Yo entraba a hurtadillas en el estudio y me ponía bailar.
Solo teníamos vetada la entrada cuando descabezaba una de sus siestas. Se dormía y dejaba a la máquina dibujando", comenta con nostalgia O'Hanrahan. En un artículo de la época, Henry declaraba: "Pintar con una computadora me da mucho tiempo para filosofar".



Los errores



Su hija y heredera apunta que lo que más interesaba a su padre eran los errores de la máquina.
Los recibía con alborozo: el error era quizá el nexo secreto entre la especialización filosófica de D.P. Henry (la lógica escolástica) y esta forma de expresión artística.
"No le gustaba tener el control total de la máquina, y tampoco podía tenerlo. Prefería que la máquina decidiera cómo concluir la obra", añade. Pero este creador no se quedó en sus máquinas.
 "En un punto las abandonó y empezó a interesarse por otros materiales para generar imágenes: productos químicos, restos de hojas de té, hollín e incluso crema para bebés", indica su hija.



El arte por ordenador es hoy en día algo cotidiano y el interés por sus pioneros va en aumento.
 "En un principio la mayor parte del computer art no fue bien recibido por muchos de los críticos, comisarios e historiadores de los sesenta y los setenta, pero una nueva generación está ahora redescubriéndolo y empezando a apreciar su relevancia en el arte digital y el diseño contemporáneos", señala desde el Victoria and Albert Museum Douglas Dodds.
Esta institución, por cierto, atesora entre sus fondos de arte por ordenador obras de los españoles Manuel Barbadillo y Jaume Estapa .
Junto a nombres como los de Ben Laposky, Herbert Franke y John Whitney, D. P. Henry abrió camino donde no lo había y, como recuerda Dodds, utilizó una máquina pensada con un fin militar para crear algo bello.

Un 'picasso' de récord por fin al alcance de todos

La Tate Modern de Londres expone 'Desnudo, hojas verdes y busto', el cuadro más caro de la hstoria, que no se veía en público desde 1961 .
.Es el cuadro más caro el mundo y no se veía expuesto desde 1961.
 Desnudo, hojas verdes y busto (1932), del pintor español Pablo Picasso, fue vendido en una subasta el pasado mes de mayo en la galería Christie's de Nueva York por 81 millones de euros.
Desde hoy se podrá ver en una exposición en la Tate Modern de Londres.




El 'picasso' más caro de la historia vale 81 millones de euros



La obra, un retrato de una de sus amantes -la joven Marie-Thérèse Walter- sobre un lienzo grande (160x130 centímetros), ha sido prestada por su dueño anónimo y se podrá ver en la nueva sala dedicada al pintor en la sección Poesía y Sueños de la galería británica.
 En el cuadro Picasso se representó a sí mismo, de perfil, como si fuera un busto que observa a su amada desde un pedestal.



"Se trata de un cuadro destacado de Picasso y estoy encantado de que, gracias a la generosidad del prestamista, podamos exponerlo ante el público británico", ha indicado el director de la Tate, Nicholas Serota, a los medios británicos, informa Efe desde Londres.



Antes de ser vendida en mayo de 2010, la obra estuvo durante casi diez décadas en la colección privada de Sidney y Frances Brody, de Los Angeles (EE UU).
 Obtuvieron el cuadro en 1951 de la colección Paul Rosenberg , que le compró la obra en 1936 a Picasso.
Solo había sido expuesta una vez, en 1961, para conmemorar el 80 cumpleaños del artista.

6 mar 2011

Amparo y desamparo ELVIRA LINDO


La suerte, la salud, las buenas compañías, las malas, el dinero de la familia, la educación, el cariño, el país de origen, la suerte, la voluntad, los genes, la cobardía, la suerte, el carácter, el físico, la inteligencia práctica, la creativa, la emocional, la historia, la historia íntima, la valentía o la temeridad, la combinación de todos estos factores y de mil factores más.

Ah, ¿qué determina una vida? Existen ideologías absolutas que proclaman que la vida solo estaba supeditada al factor económico
; hay religiones que nos ven como peones en manos de la voluntad divina; hay culturas, como la americana, en las que se carga sobre los hombros del individuo toda la responsabilidad del éxito o el fracaso, y otras, que tienden a aliviar el peso y a poner el destino en manos de la suerte; hay fanáticos de la genética que piensan que el destino del individuo está escrito en su ADN.Una vida o un hecho están sometidos a tal multiplicidad de factores que las predicciones resultan imposibles
Amparo Muñoz era un espíritu cándido, sin astucia para dosificar su belleza y entregarla a quien la mereciera
Y qué estrecha es cualquiera de estas visiones, por mucho que algunas estén disfrazadas de racionalidad.
 La visión más sofisticada que los científicos nos transmiten hoy sobre la realidad es que una vida o un hecho están sometidos a tal multiplicidad de factores que las predicciones resultan imposibles.
 Lo pienso mientras leo las necrológicas, las crónicas bienintencionadas o los comentarios morbosos sobre la vida, pasión y muerte de Amparo Muñoz.
Solo la vi una vez, a principios de los ochenta, creo que entrando en los estudios de la radio. Entonces pensé, es la mujer más guapa que he visto nunca. Ahora pienso, es la mujer más guapa que recuerdo
. Solo me pareció comparable a otra belleza que contemplé al natural, la de Whitney Houston, en una hamburguesería de Los Ángeles, vestida con vaqueros y gabardina y coronada con una especie de tocado africano. Esta imagen de diosa era previa, por cierto, a su deterioro físico por el consumo de crack.
Siempre me ha perturbado el destino fatal de las personas bellas.
 Tal vez porque entre todos los factores que intervienen en nuestro destino el atractivo físico es una carta de presentación al mundo como hay pocas. ¿Qué hay en la desventura vital de Amparo Muñoz (o lo que sé de ella) que tanto me conmueve?
 Imagino que algo hay en esta historia que me recuerda a la de algunas mujeres que he conocido.
Decía un personaje de Érase una vez en América que se reconoce a los ganadores desde el puesto de salida. No estoy de acuerdo.
 En esa generación cuya juventud atravesó los años ochenta había posibles ganadores que se quedaron tirados a mitad del camino, o que tuvieron una vejez prematura, de dientes perdidos e innumerables enfermedades asociadas a la mala vida.
¿Eran mejores que los que no cayeron en la droga? En absoluto, puede que fueran los más temerarios, que les faltara el necesario instinto de autoprotección o que su adicción estuviera estrechamente relacionada con una pasión amorosa o con una malentendida camaradería. Pero buscar culpables es no haber conocido la época.
 La droga estaba por todas partes y el discurso que frivolizaba sobre su uso era el signo de los tiempos. Conocí algunas jóvenes como Amparo Muñoz, no de belleza tan apabullante, pero sí con un atractivo como para que los hombres volvieran la cabeza
. O la perdieran.
Cuántas veces recordando a aquellas chicas he tenido la sensación de que había algo en la mezcla de belleza y carácter audaz que las predestinaba desde la niñez a una ruina prematura.
 Pero es absurdo, esos espíritus valientes podrían haber empleado su exceso de audacia en algo para lo que también hace falta un gran valor: construirse una existencia sólida y verdadera. En los últimos días de su vida una Amparo ya fantasmal recorría las desoladas calles del barrio de la Palmilla en Málaga.
Algunos cámaras televisivos acudieron al olor de la desgracia y especularon sobre un desenlace fatal. Cuando hablaban en los corrillos rosas sobre la misteriosa enfermedad que padecía se hacía un silencio que pretendía revelar aquello que no podía nombrarse. Ya en los años ochenta hubo quien tuvo prisa por matarla. Le diagnosticaron una fase terminal de sida. Así, en titulares. Qué asco. Como si fuera una acusación de la que la víctima debiera defenderse.
Los mismos que la mataron hace más de veinte años ahora rumiarán su muerte. Es el personaje perfecto para los rumiantes. 
No se acaba nunca de masticar: la Miss Universo que lanza la corona por la ventana, la vividora, la drogadicta, la actriz, la mujer de amores frustrados, la que vuelve a un barrio humilde después de una larga y desdichada aventura a esperar la muerte. 
Y yo añadiría, y puede que hasta no me equivoque, la del espíritu cándido, inocente, que no tiene la astucia o la picardía como para dosificar su belleza y entregarla a quien la merezca, y que en esa falta de criterio o de mecanismos naturales de defensa se deja llevar de la mano del más cretino hacia el peor de los mundos.
Todo lo que las demás chicas envidiaron de ella, la belleza y el arrojo, se vuelve en su contra. Esto es lo que yo añado o invento de esta historia, por creerla parecida a la de otras Amparos que conocí de cerca. El escritor, a fuerza de hacer conjeturas, a veces acierta.Si no has sido bella nunca sino del monton, por no decir fea, nunca entenderàs lo dificil que es evitar la envidia y buscas un refugio, en este caso a Amparo su nombre la llevo al lado contrario, Desamparo.
Y que felices son las feas viendo el declive de una mujer que hasta la pareja más pintada la miraba sin verte a ti.

Amparo Muñoz

 Ya lo dijo Machado:"Se miente más de la cuenta/ por falta de fantasía:/ también la verdad se inventa".